Diario del Kurdistn (Novela) Captulo 24: Regreso a los orgenes.
Publicado en Apr 11, 2011
Mosul es al-Mawsil en idioma árabe. Una ciudad importante del norte de Irak, con su millón y medio de habitantes, situada junto al histórico río Tigris. Enfrente, en la otra orilla del río, están los restos de Nínive, aquella legendaria ciudad del VI milenio antes de Jesucristo, capital de la Asiria de Senaquerib...
Antes de llegar a Mosul hemos pasado controles en Zahú y Dahuk. En estas ciudades, como en Mosul, aún quedan huellas de la última guerra. Aquí hubo duros combates entre las tropas norteamericanas de George Bush hijo y los iraquíes defensores de Sadam Hussein padre. El caso es que llegamos a Mosul con cansancio hasta en las botas y cuando sus habitantes están en plena efervescencia política porque se avecina el plebiscito general para formar el nuevo gobierno iraquí, en el cual los kurdos van a tener una cierta representación. Conocemos a un viejo arqueólogo iraquí que trabajó durante décadas con un norteamericano que vive en Connecticut. De él aprendo cosas relacionadas con Barda Balka, un yacimiento de utensilio de piedra ("pebles culture") del Kurdistán iraquí; cuyos objetos están asociados a los encontrados en los niveles villafranquenses de Latamné, en el valle del Orontes de Siria (Nahr al-Azi). Esto significa que las primitivas culturas de estas regiones estaban estrechamente ligadas entre sí. ¿Y qué decir de Jarmo?. Me cuenta el arqueólogo que en Jarmo (cercano a Mosul) se revela una larga presencia cultural que va desde los tiempos precerámicos hasta los cerámicos propiamente dichos. Allí existían, en la antigüedad, casas de cierta importancia y se han hallado piedras de moler granos y otros utensilios agrícolas (como primitivos arados) de aquellas épocas. Por su parte, la cerámica más tardía de Jarmo parece incluso anterior a la hallada en Hassuna (una de las ciudades más antiguas de la llanura del Tigris). El simpático arqueólogo iraquí me está hablando del año 5.600 antes de Jesucristo. Me cuenta también que los homínidos más antiguos del Kurdistán fueron unos arcantropos neendertalensis (fósiles del pleistoceno medio, generalmente ligados a la especie Homo erectus, que comprende en particular el pitecántropo, el sinántropo, el atlántropo y el hombre de Mauer) muy próximos al Homo sapiens, y que vivieron alrededor del año 70.000 antes de Jesucristo, a principios de la glaciación de Wurm. Estos arcántropos tenían una frente oblicua, un cráneo bastante alargado y la cara también larga. Su nuca era muy pominente. Y vivían en cuevas. Sigo aprendiendo. Me explica que los primeros cazadores, agricultores y criadores de ganado kurdistaníes aparecieron en las localidades de Shanidar y Zawi Chemi y sólo fueron sustituídos por una nueva generación de hombres dedicados a la agricultura a partir del año 8.000 antes de Jesucristo. Me pregunta si conozco el origen primario de los kurdos actuales. Le respondo que aprendí que fueron resultado del cruzamiento entre restos de hurritas que se refugiaron en las montañas con los autóctonos que ya existían en ella. Me aporta nuevos datos sobre estos autóctonos. Los más primitivos kurdos montañeses (los hombres escorpiones de las leyendas de Gilgamésh) eran anteriores a los hurritas y ya habían conocido diversas fases culturales cuando se entrecruzaron con estos. Precisamente la fase cultural más antigua de los kurdos autóctonos fue la de Halaf, que se desarrolló entre los años 6.000 y 5.400 antes de Jesucristo. El desarrollo de la cultura Halaf fue muy original (con centros principales en Tell Halaf, Tell Brak y Tell Chagar Bazar) con un arte decorativo que a veces presenta temas naturalistas y otras veces geométricos (muy pocas veces igualados después). Los temas del bucráneo (motivo ornamental en forma de cabeza de buey) y el de la doble hacha, se repiten con una insistencia peculiar. La "diosa madre" está asimismo bien testimoniada, ya sea como motivo de dibujos o como objetos. Y los halafenses ya enterraban a sus muertos bajo procedimientos religiosos. Más tarde llegaron al Kurdistán unos invasores extranjeros procedentes de Mesopotamia que impusieron una nueva cultura: la Ubeid. Fue la cultura que permaneció entre el 4.300 y el 600 antes de Jesucristo, cuando la cerámica pintada fue reemplazada por otra monocroma, gris o negra, que preentaba analogías con la de Uruk. Floreció entonces la metalurgia que se expandió hacia el exterior gracias al gran desarrollo del comercio interregional. Se llenó la zona de agricultores, herreros, alfareros, constructores y numerosos y hábiles jinetes. Al mismo tiempo, en plena cultura Ubaid, se desarrolló otra de carácter paralelo interno y autónomo que se la conoce como cultura Hatti (existió entre los años 2.500 y 2.000 antes de Jesucristo). El nivel técnico de estas culturas autóctonas es digno de encomio. La pasta de cerámica es muy fina y está recubierta por un baño a veces bruñido. los hornos en que fue cocinada debían alcanzar una temperatura muy elevada. Una habilidad comparable al trabajo que realizaron con la obsidiana y otras piedras duras que sirvieron para la fabricación de vasijas o de amuletos. Algunas de estas piezas, adornadas con motivos geométricos, servían de sellos que garantizaban la propiedad de los objetos sobre los que eran aplicados. Finalmente, surgió también el urbanismo y había calles que estaban empedradas con guijarros. Este es el origen cultural de los kurdos autóctonos que, después (al igual que los mesopotámicos y los hebreos) escribieron sus genealogías a partir de Xixutre (el mismo Noé bíblico del que también hablaron los babilonios con otro nombre). El primer escritor de genealogía kurda fue Beroso, un sacerdote babilónico que la escribió en el siglo III antes de Jesucristo. Y en ella desfilan las leyendas de Hayk, Bel y una larga procesión de descendientes. Tras la animada cháchara con el iraquí, nos damos un largo paseo por la ciudad de Mosul. Hay aquí una gran refinería petrolera que despierta la ambición de todos y es causa principal de guerras y enfrentamientos, y visitamos el famoso mercado de granos, frutas, ganado a pie y lanas. Se ven molinos de trigo y existen numerosas tiendas especializadas en cueros. Por último hacemos una visita a la gran mezquita de Mosul, donde dicen que está sepultado el cadáver del profeta Jonás, que vivió aquí en el siglo VIII antes de Jesucristo y que, según el relato bíblico, pasó tres días en el vientre de una ballena (algunos estudiosos del Antiguo Testamento señalan que el Libro de Jonás es una ficción literaria del siglo IV antes de Jesucristo admitida luego como libro profético). Los profetas hebreos fueron muy buenos oradores pero no solían escribir y sus historias personales (com esta de Jonás, hijo de Amitai) fueron obra de discípulos que gravitaban en torno a ellos y que deseaban perpetuar las predicaciones de sus maestros; de ahí la enorme cantidad de fantasías con las que adornaban sus escrituras. El arqueólogo iraquí me muestra un viejo mapa de la zona: la ciudad de Mosul pertenecía a Asiria y de estos lugares fueron llevados al Mueso Británico y al Museo de Bagdad algunos preciosos ortostatos decorados con escenas de caza. Pregunto ¿qué es un ortostato?. Me explica que es una losa de piedra hincada verticalmente en el suelo, que servía de soporte o de cierre a los monumentos megalíticos. Se acaba nuestra visita al Kurdistán. Mañana saldremos hacia casa desde el aeropuerto, pasando antes por París... Regresamos a nuestros orígenes particulares. Dejo para el último fragmento de mi diario un tema que es digno de reflexión: las mujeres kurdas y su realidad tamizadas a través de la visión de Yasmine.
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