LA CULPA ES DE DIOS
Publicado en Apr 15, 2011
Sí, la culpa definitivamente la tiene Dios; cada primavera es exactamente lo mismo. Vivo en un gravísimo dilema acerca de mi statu quo, y la terrible batalla que libran mis sólidos principios morales y las obscuras, y aún más determinantes, fuerzas del mal con que me empacaron cuando vine a este mundo. ¿Cómo a qué me refiero?, pero si está clarísimo.
Las veo más felices, radiantes, hermosas, voluptuosas, exuberantes, con su capacidad de libido al límite; ellas lo saben, y además saben también que yo lo sé, luego entonces, se dejan mirar, admirar, desear, amar; con ese rubor en sus mejillas de tal coquetería que no hay defensa alguna contra esa arma letal. ¿Cómo? ¿A quiènes describo? ¡Carajo! Pues a quiénes va a ser: a las MUJERES, A LAS MUJERES, SEÑOR. Caminan obscenamente delicadas, superlativamente esplendorosas, con esos vestidos ligeros, cortos, de lino o algodón, en los que afortunadamente puede uno admirar esas piernas de concurso, torneadas, firmes, bronceadas con el sol de abril. Otras, las más, con esos jeans pegados como segunda piel, y que idiotizan festivamente la comuna de mis inquietas hormonas. Literalmente me encantan cuando las veo caminando por la avenida Madero; en ramillete multicolor, de todas edades: rubias, morenas, altas, bajitas, mexicanas, extranjeras. Pero mi razón deja de funcionar si una españolita muy seria con ojos color miel, llamada Begonia, me pregunta cómo llegar al Zócalo, o una "gabacha" en un shorcito de mezclilla, y con tremendas piernas, me dice: ¿may you help me? soy anti yanqui a ultranza, no imbécil, así que me olvido de ello, y claro que no sólo la ayudo, sino la llevo hasta el Templo Mayor, y ahí, si me lo pide, ¡hasta me caso con ella! Verlas con sus lentes de sol, de plano, es espectáculo aparte, es una pasarela que subyuga, y que no se ve en París, Milán o Londres, aquí es gracia generosamente gratis, lucen todas las marcas inimaginadas: Prada, Dolce&Gabbana, Armani, Cartier, Ray-Ban, Chanel, Dior, Serengeti; en eso me deleito hasta el éxtasis, y es que digo, verdad plena, todas son pecadoramente bellas. Y qué decir de las mujeres excelsas de mis afectos: La que está físicamente a mil Kilómetros de distancia, simplemente embellece a cada instante de la primavera, y no me canso de admirarla y amarla hasta la idiotez total, ella es punto y aparte. Mi ex, hace tiempo que me tiene absorbido el seso por completo con su despampanante belleza, amor, talento, y ultimamente con sus muy intensas "fajadas". ¡Ah! y de la que hace tiempo me hechiza con sus ojazos negros, hoyuelos en las mejillas y 1.68 de altura. ¿Sí o no tiene la culpa Dios de todos mis desvaríos primaverales? ¿De todas mis demencias entre el 21 de marzo y el 20 de junio? ¿De mi estado de éxtasis y anencefalia temporal? Claro que sí, y basta una sola razón para culparlo... ¿Para qué las hizo tan bellas y les regaló además la primavera? Autor: Benjamìn Torres Uballe; prohibida la reproducciòn total o parcial a travès de cualquier medio, con fines de lucro, sin la autorizaciòn por escrito del autor.
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Benjamn Torres Uballe
Gracias por tu tiempo para leer mi escrito, lo aprecio al igual que tu amable e ingenioso comentario.
Vaya que si la primavera lo pone a uno un tanto "inquieto".
Clario que pasarè por tus escritos, no me perderè ese placer.
Saludos
Benjamìn
Oscar Franco
Felicitaciones por el escrito y sigue adelante, te invito a que leas alguno de mis poemas, creo que te gustaran por ser algo prohibidos.