Tuvo la necesidad de abrir los ojos y mirar por entre las cortinas, pero desecho la idea encuanto el insistente golpeteo inicio su lento y marcado ritmo. Desvio sus negros ojos hacia el frente nuevamente tratando de desechar todos los caoticos y obsenos pensamientos sobre la pesadilla que habia dado lugar a aquel infierno. 

Sus manos sudorosas se restregaron sobre el pantalon nuevamente por quinta o sexta vez en solo dos minutos, haciendo más negra la mancha en aquel blanco pantalon de pana. El sudor escurrio por entre su frente y cuello mojando la camiseta blanca que traia puesta hacia mas
de una semana. Una semana desde que aquel golpeteo se volvio totalmente insesante, noche tras noche, día tras día.

Ahora solo dormia por periodos de una hora o menos, lo suficiente para no morir, pero no para volverse completamente loca. Las marcadas ojeras indicaban no solo la falta de sueño, sino de alimentación y estres. Su cuerpo adolorido de mantenerse en la misma posicion acurrucada sobre el viejo sofa clamaba por estirarse, sin embargo, ahora que la noche cubria su destino, le era imposible moverse de aquel sitio. Rezaba porque las manecillas del reloj caminaran más de prisa para poderse mover con un poco mas de libertad con los rayos del sol.


Y entonces sus esperanzas nuevamente se esfumaban como neblina cuando el sonido de sus pasos hacia rechinar la madera de las escaleras. Uno dos tres y el golpeteo en la pared desaparecia mientras escuchaba como más cerca de su puerta se encontraba. Cerro los ojos tratando de que la erratica respiración se normarizara y el golpeteo de su propio corazón estallara y la calmara.

Ya no lo escucho

Todo sonido paro.


El silencio la envolvio.


La puerta fue azotada con fuerza haciendo que saltara sobre el sofa gritando aterrorizada, luego otro golpe y otro más, hasta que la puerta sedio ante la fuerza descomunal con la que estaba siendo atacada.

Aquellos fieros ojos le encararon en medio de la penumbra como dos estacas, incluso era mas terrorifico  ver solo aquellos brillantes ojos envueltos en sombras que recordar su verdadera forma. Su cuerpo temblaba sin parar, mientras su atormentado pensamiento viajaba de sus recuerdos a sus deseos. Solo el rojo, el rojo podía cautivar cualquier otro sentimiento.


Desaparecio.


La calma volvio tan intespestivamente como lo había hecho el caos.


Los rayos del sol calentaban poco a poco mientras un ligero viento mecia con suavidad las ramas de los árboles.
Sus negros ojos permanecian acomodados con singularidad sobre sus manos. Por fín su corazón se habia calmado, aquel dolor impedia que pudiera sentir cualquier otra cosa y solo podía pensar en que ya no le veria, ya no podría perderse en aquellos otros ojos siniestros. Las rojas lagrimas caian por su rostro pintando su boca y dientes que relucian por la satisfactoria risa que entonaban apenas deteniendose un instente para respirar.
Ahora solo le quedaba esperar una noche más una noche mas y el golpeteo
tambien dejaria de sonar....