Hoy toca Trigo (Entrevista).
Publicado en Apr 18, 2011
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Me encuentro en Villanueva de la Serena, a 118 kilómeros de distancia con arreglo a Badajoz, la ciudad donde nací. El motivo de encontrarme aquí es que hoy me toca entrevistar a Felipe Trigo, quien está preparando su última obra titulada
"Jarrapellejos" y hoy, día 13 de febrero de 1914, cumple sus 50 años de edad. Es el día de San Martiniano de Atenas, un griego ateniense que había abrazado la vida eremítica cerca de Cesarea, en Palestina, alrededor del año 398 después de Jesucristo. No sé si por caprichos de su edad o por las rarezas que tenemos todos los extremeños aunque llevemos casi toda la vida viviendo en Madrid, el caso es que Felipe Trigo se ha empeñado en que nos citemos ante la puerta de "La Jabonera", una antigua fábrica de jabones, exponente de la arquitectura industrial del siglo XIX. Mientras llega a la cita, ya que viene renqueando de cierto dolor de piernas por lo mucho que suele caminar, me entretengo en describir  (manías de extremeño criado siempre en Madrid) el Escudo del pueblo. Es cuartelado. Primero, en campo de oro, Cruz de la Orden de Alcántara, de sinople. Segundo, de plata, una sirena, en su color. Tercero, de azur, castillo, de oro, sobre monte de sinople y rocas de oro. Cuarto, en campo de plata, cuatro fajas bien ordenadas, de azur. Al timbre, corona Real abierta. Lleva como lema: "Puerta soy de la Serena". Y aquí estoy, en la Puerta de "La Jabonera" de Villanueva de la Serena encendiendo un "lucky strike" que extraigo de una cajetilla que me ha enviado un colega desde los Estados Unidos. Por fin llega, cansado de verdad, Felipe Trigo.
Diesel.- Pero don Felipe... ¿cómo usted con tantos achaques si sólo acaba de cumplir los cincuenta?.
Trigo.- Es que ha sido bastante dura mi vida, Diesel, bastante dura.
Diesel.- ¿No sería mejor acudir a un restaurante para charlar de cosas íntimas?.
Trigo.- ¡Ni hablar!. ¡Acabo de desayunar y prefiero hablar contido aquí sentadicos ante la puerta de "La Jabonería"!.
Como no tenemos donde sentarnos llamo a la puerta de una vivienda cercana a la vieja fábrica, en la misma calle de Hernán Cortés. Abre la puerta una ancianita y le pido dos sillas de tijera para estar, al menos, sentados. Ella reconoce a Felipe Trigo que es es hijo predilecto de la localidad y no sólo me presta las dos sillas de tijera sino que, además, me obsequia un porrón lleno de vino tinto extremeño de la marca Adventus: y damos un par de buenos tragos, después de habernos sentado cómodamente en las sillas. Don Felipe Trigo me explica lo del vino Adventus.
Trigo.- Picota de capa alta con pequeño ribete violeta. Nariz fina y de buena intensidad con aromas de frutilla silvestre sobre notitas de pimiento que le dan un toque fino y vegetal a la primera impresión de nariz. También hay sensaciones mentoladas y de eucalipto, hojarasca verde, tierra de maceta, aromas terrosos - minerales, arbusto con savia de ficus y una percepción leve que recuerda al pimentón. Las sensaciones del paso por madera se encuentran muy integradas, percibiéndose unos pequeños recuerdos especiados, de maderas finas y toffe que trasladan cierta cremosidad final. En boca tiene un buen ataque, suave, redondito, dando paso a una evolución donde sale una frutilla roja madura muy rica, sabrosa, equilibrada y dotada de una excelente acidez que potencia la sensación de fruta fresca. También aparecen los vegetales y las notitas especiadas de cacao y vainilla de manera más intensa manteniéndose en un rico, afrutado y persistente posgusto, aspectos que también continúan por retronasal. Muy bueno, diferente, actual y con identidad propia, con esas notas vegetales características de la variedad que le dan nobleza rústica y la fresca frutilla silvestre. Estupendo, lógico y redondo.
Diesel.- Veo que entiende usted mucho de vinos, don Felipe.
Trigo.- Es de las pocas cosas que, de verdad, entiendo.
Diesel.- Yo creo, sin embargo, que un escritor de su talla debe tener muchas cosas que contar. ¿Por qué no empezamos a filosofar sobre su propia vida?.
Trigo.- Mira, Diesel, que te advierto que sólo tengo cincuenta años de vida pero mucho andado ya.
Diesel.- A eso vamos, don Felipe, a andar por los caminos de las experiencias.
Trigo.- ¿Por dónde comenzamos entonces?.
Diesel.- Por donde usted desee y le sea de mejor gusto.
Trigo.- Seremos lógicamente cronológicos.
Diesel.- ¿Usted cree que la cronología de un ser humano es lo más lógico de sus memorias?.
Trigo.- Me dejas de piedra, Diesel, porque yo creo que sí.
Diesel.- Pues para mi entender no es cierto. ¿Usted no cree que la mejor manera de cronología para escribir unas Memorias es comenzar por un punto concreto sea cual sea y avanzar sin lógica cronológica sino por las diversas intensidades de la edad?.
Trigo.- La edad es un grado, Diesel, y sí... es posible que lleves razón.
Diesel.- Entonces hablemos de su vida de la manera que Dios mejor disponga.
Trigo.- No me atrevo a tanto. Deseo hacerlo cronológicamente. Mi literatura se basa, precisamente, en un recorrido lógicamente correlativo en cuanto a mis edades. No me aparto de ese camino. ¿Tú haces igual?.
Diesel.- No. Yo lo hago diferente. Lo mío es entrecruzar mis edades para crearme un nuevo tiempo. Pero antes de filosofar literariamente dígame qué fue de su infancia...
Trigo.-  Nací aquí, en Villanueva de la Serena, el 13 de febrero de 1864, en el seno de una familia con muchas dificultades económicas por la temprana muerte de mi padre.
Diesel.- ¿Qué produce la muerte de un padre a tan corta edad?.
Trigo.- Una ausencia enorme, Diesel, algo así como si te hubieran quitado las ganas de hablar.
Diesel.- Y eso, quizás, motiva más a la hora de escribir porque de esa manera se ahuyentan los fantasmas familiares.
Trigo.- Muy bien dicho, Diesel. Es lo mismo que iba yo a añadir a mi comentario.
Diesel.- Y entonces... ¿cómo consiguió tener estudios?.
Trigo.- Con muchos esfuerzos por parte de mi madre llegué a poder realizar mis estudios de Bachillerato en la capital de esta provincia, la muy ilustre ciudad de Badajoz, ya que pertenecíamos a la clase media y eso era lo que hizo posible mi educación hasta poder completar el bachilerato en Badajoz capital.
Diesel.- Bien. Allí es donde nací yo. ¿Qué le parece éste relato sobre Badajoz?. Querida y difusa ciudad de mi subconsciencia: Quizás el rumoroso paso de las aguas de tu Guadiana hayan dejado en mi finitud existencial la fresca sensación de la sed mitigada por el misterioso tejido de tus callejas y en algún oculto campanario de una de tus catedrales, cercana a tu famoso Puente de Las Palmas, en el sanvicenteño barrio de la carretera, la cigüeña de mis pensamientos (esa que enhebra la vida en los sacrosantos nidos del espíritu), pudo haber preñado de sentires mis ansias de amarte más cuanto más desconocida te tengo. Estoy seguro de que tú, ciudad matricera de conquistadores, forjaste, con ardiente espada, tus señas de identidad en mi piel recién nacida; porque he visto muchas veces los rasgos significativos de Pizarro en el reflejo del espejo que cuelga siempre del almario de mis pensamientos. Y he llevado también a cuestas la gloriosa fatiga de Benalcázar en las inmensas travesías de los espesos caminares del vivir. Badajoz, solanar espaciado en la frontera de mis inquietudes (allá donde las sombras del alcornocal se prolongan hasta la vecina patria del fado y la saudade), punto de partida para mi continua trashumancia de idas y venidas por las avenidas del idealismo bohemio y trasnochador... misterioso conjunto de ventanales abiertos al sueño, incógnita ciudad de la que sólo poseo un documento de natalidad y muy pocas horas de recorrer, silencioso y pensativo, ya treintañero y fugaz viajero de aventuras, la ventura de conocerte al fin. Ya sabes que tus hombres somos así. Tomamos el sendero de los emigrantes y nos lanzamos en busca de ocultos tesoros de los Eldorados de Ultramar. Pero sé que, antes de irme de este transitorio y transitivo mundo, tengo la ineludible e inevitable necesidad de volver a encontrarme contigo para ofrecerle un poema aftasí a algunas de tus esquinas extremeñas. Y como Gabriel y Galán yo también pido que te dejen así, tal como estabas en aquel amanecer... Dicen que eres ciudad de hermosas mujeres. Es verdad. De hermosas mujeres de profundo sentimiento andalusí, portugalés y castellanista al mismo tiempo. Los pastores de la Extremadura (esos que cuando se van dejan las sierras de Soria tristes y a oscuras) lo saben muy bien. Y es lo que vengo a confirmar con mi sueño pacense y pacifista. Así, en el eterno segundo en que te escribo esta misiva, estoy a punto de comenzar a resoñar, una vez más, con aquella cigüeña que en algún oculto campanario de una de tus catedrales cercana al Puente de Las Palmas, construyó un nido humanístico. No era una cigüeña procedente de la cosmopolita París del cancán y el vodevil sino, más bien, una humilde cigüeña procedente del laberinto conquense que, surcando los espacios madrileños, como eje transversal de todas mis arterias, vino a posarse dentro de ti. Y así nació mi historia, preñada de cantes de Porrinas y del sencillo placer de los que huyen del mundanal ruído para iniciarse en la escondida senda de los pocos sabios que en este mundo han sido. No soy sabio, Badajoz, no soy sabio... pero sé que en los linderos de mi fantasía estás tú, perenne como el audaz Guadiana en cuyas aguas debieron reflejarse, en alguna ocasión, seguramente, mis primeras inquietudes. Si como señaló Calderón de la Barca, la vida es sueño... !cuánta vida tengo "pa" contarte, Badajoz!. !Cuánto sueño!... 
 
Trigo.- ¡Sensacional!. ¿De quién es?.
Diesel.- Es mío. Y si algo de sensacional tiene es que salió de mi alma y nada más. No es un producto irracional pero va más allá de lo racionalista.
Trigo.- Pues me gustaría saber si has escrito algo sobre esas esquinas que nombras en tu relato.
Diesel.- Sí. Les hice el poema. ¿Quiere usted escucharlo antes de seguir con su personal historia?.
Trigo.- Ardo en deseos. Yo de Badajoz tengo mis mejores recuerdos de la pubertad.
Diesel.- Pubertad, hermoso tesoro cuando no se sabe lo que es el oro...
Trigo.- ¿Así empieza tu poema?.
Diesel.- No. Eso se lo dedico a mi querida ciudad de Madrid. Lo de Badajoz es lo siguiente:
Quizás el rumoroso paso de las aguas
de tu Guadiana oculto y misterioso
enhebró la vida en el espíritu
de mi sentir profundo y silencioso.
Esquinas pacenses donde el tiempo
cuajó en mi alma el pensamiento
y mi caminar recóndito de sombras
un ventanal de aventuras ha abierto.
Sé que antes de irme hacia otros lares
estaré, en un amanecer, en tus barriadas
de mujeres hermosas y rotundas
con ojos profundos y miradas.
¿Ha sido usted alguna vez poeta, señor Trigo?.
Trigo.- No. Lo intenté pero no llegué nunca a ser alguien en el mundo de la Poesía.
Diesel.- ¿Qué pasó después?.
Trigo.- Cursé estudios de medicina el el Hospital San Carlos de Madrid, ciudad donde me quedé ya a residir como punto fijo.
Diesel.- Los puntos fijos siempre son inconvenientes para ser un buen escritor, don Felipe.
Trigo.- Quizás sea eso. Quizás por tal razón soy de los del furgón de cola de la Generación del 98.
Diesel.- Yo siempre he dicho que los furgones de cola no son interesantes. Lo mejor para viajar en tren es cuánto más cerca del fogón de la máquina nos encontremos. A pesar del peligro que se corre por poder quemarse uno sin haber llegado a ningua parte. ¿Qué me tiene que decir del Hospital?. ¿Le gustó la experiencia?.
Trigo.- Lo más importante es que, estudiando allí, encontré a Consuelo Seco de Herrera.
Diesel.- Hábleme de ella.
Trigo.- Era madrileña pero, como tú, había nacido en Badajoz. Guapa. Me enamoré nada más verla.
Diesel.- Dicen que la historia se repite en cuanto a ciertos temas pero no estoy hablando del amor sino de la sensación de estar enamorado.
Trigo.- Quizás... de eso poco sé... salvo lo que escribía.
Diesel.- A eso llegaremos después. ¿Consiguió licenciarse y se quedó, como muchos, en el camino?.
Trigo.- Sí. Me licencié e, inmediatamente, antes de que otro me la quitase, pues había varios moscones alrededor como suele pasar en estos casos, me casé con ella.
Y me volví a Extremadura a trabajar como médico en Trujillanos y Valverde de Mérida.
Diesel.- Vamos a ver. Regresa usted a su patria chica. ¿De dónde son Trujillanos y Valverde de Mérida?.
Trigo.- ¿Tiene importancia tal cosa?.
Diesel.- Ahora se lo explico... pero haga el favor de contestarme a lo que le pregunto.
Trigo.- Ambos son municipios de Badajoz. Yo con los de Cáceres no me hablo ni les dirijo la palabra.
Diesel.- A eso iba yo. Entre Cáceres y Badajoz hay siemrpe una disputa por querer ser la capital preferida de los extremeños. Es la eterna cuestión de los españoles; siempre andamos de gresca con los vecinos.
Trigo.- Y total... ¿para qué malgastar el tiempo si la ciudad más histórica de Extremadura es precisamente Mérida para envidia de los cacereños?.
Diesel.- Escuche, don Felipe, la envidia mata a la envidia... ¿sabía eso?.
Trigo.- Es la priemra vez que lo he escuchado en mi vida.
Diesel.- Es la primera vez que lo he dicho en mi vida. Pero sigamos con la suya.
Trigo.- El periodismo me atraía mucho y, sin ser periodista, lo ejercí, sin embargo, en Sevilla.
Diesel.- Ya. De eso conozco bastante.
Trigo.- ¿Es algo indebido?.
Diesel.- Totalmente indebido pero usted debe ser de esos que conocen a los altos cargos de la comunicación social...
Trigo.- Sí. Estábamos juntos, haciendo labores indebidas como periodistas sin serlo, Emilia Pardo Bazán, Rubén Darío y yo. Ahora reconozco que no debí dar aquel paso pues no es justo que anden parados los periodistas mientras los escritores ocupamos su espacio profesional.
Diesel.- Al menos es usted sincero y no como otros muchos que conozco yo. Pero conocer es saber y saber es entender... así que entiendo que para sacar unos cuantos duros para comer a costa de los demás es a veces inevitable... ¿no es cierto?.
Trigo.- ¿Debo contestar a esa pregunta?.
Diesel.- No. Mejor no la conteste porque sólo se lo he preguntado a su conciencia... y la conciencia debe ser sólo meditación.
Trigo.- Pero lo dejé. Tampoco servía yo como periodista aunque reconozco que los periódicos fueron lanzaderas para poner en conocimiento del público mis relatos menores.
Diesel. Antes de entrar en esos temas ya literarios propiamente dichos... ¿qué fue de su vida después?.
Trigo.- Me ocupé durante varias temporadas de la salud de la gente puesto que me hice miembro del Cuerpo de Sanidad Militar y como doctor y militar a la vez, pues una vez hecho el servicio militar obligatorio me integré en el ejército, logré servir en territorio sevillano, en Trubia y hasta, como voluntario, en Filipinas.
Diesel.- Era usted muy guerrero, ¿no es cierto?. Y no lo digo por las mujeres de lo cual le preguntaré después, sino simplemente como militar.
Trigo.- ¡Como que llegué hasta el grado de teniente coronel!.
Diesel.- Buenas palancas tuvo usted, muy señor mío, buenos enchufes...
Trigo.- Había que aoprovechar que el ejército estaba de moda para ser catapulta hacia lo que yo quería.
Diesel.- Que le repito, y no se me haga el sordo, que de eso le preguntaré después. ¿Cómo es que dejó el ejército?.
Trigo.- Lo dejé después de estar al borde de la muerte y haber sido repatriado como mutilado de guerra. En 1900 me retiré del ejército para instalarme en Mérida y dedicar todo mi tiempo ya para el mundo de las letras. O sea, que si echamos cuentas ya era teniente coronel cuando era treintañero.
Diesel.- Vamos ya. Empecemos por su obra literaria.
Trigo.- Primero hagamos un alto en el camino. Ya hace fresco aquí al aire y empiezan a rodearnos muchos moscones que no hacen más que pegar el oído para ver qué decimos. Como el asunto es un poco subido de tono, vamos a alguna taberna de por aquí. ¿Qué te parece, Diesel?.
Diesel.- Elija usted el lugar.
Trigo.- Se me ocurre otra idea mejor. Vamos a la Calle Reventón que tengo yo allí un amigo llamado Sebastián... ¡y a ver si revientan de envidia los cotillas!.
Diesel.- ¿No serán cacereños?.
Trigo.- Posiblemente, aunque yo creo que son rivales de Villanueva del Fresno que no hacen más que incordiar porque nosotros somos más importantes que ellos y hemos tenido personajes más ilustres. Ya sabes, Diesel, como tú acabas de decir, que "la envidia mata a la envidia".
Me hace sonreír por primera vez esta tal Felipe Trigo y vamos a ver si a partir de ahora es trigo limpio o no es trigo limpio. La suerte está echada cuando nos dirigimos a la casa de su amigo Sebastián mientras devuelvo la bota de vino a la ancianita de la calle Hernán Cortés. Llegamos a la calle Reventón. Revientan los cotillas que no sé de dónde son y continuamos el diálogo después de haberme presentado a Sebastián Benalcázar, un descendiente directísimo del Conquistador de Quito, que nos sirve unas excelentes Migas Extremeñas, elaboradas de pan duro, minuciosamente picado, acompañados con torreznos, pimientos y ajos fritos y después un buenos cafés Sanka.
Diesel.- Antes estábamso hablando del furgón de cola... ¿sabe usted por qué le hice esa pregunta referencial?.
Trigo.- No tengo ni idea de por qué te referiste al furgón de cola.
Diesel.- Ya antes le había explicado algo. En definitiva sólo es trigonometría de la existencia, señor Trigo, trigonometría de la existencia. ¿Qué conclusión saca de esto?.
Trigo.- Sigo sin saber qué contestar.
Diesel.- No se apure. Quero decir que en el mundo del Arte, el escritor propone y Dios dispone. O somos de los que tiran del carro o nos conformamos con ser los últimos de la fila. Los demás, ya se sabe, forman el pelotón de los olvidados. ¿En qué lugar se coloca usted?.
Trigo.- Por desgracia soy del pelotón de los torpes.
Diesel.- No es cierto, señor Trigo, usted tiene un lugar en la Literatura Española aunque muy pequeño en comparación con los gramdes escritores de la Generación del 98.
Cuando escribimos debemos saber cuáles son nuestros límites o si dichos límites no existen. Usted se condiciona demasiado a sus propios límites. Se especializa demasiado y eso le impide ser más expansivo. El escritor importante es el que consigue el éxito de tener un capítulo de los libros de Literatura para él solo. No es egoísmo individualista sino individualidad. ¿Entiende la diferencia?. ¿Cuál es para usted la transcendencia de un escritor?. ¿Cuándo cree usted que un escritor llega a ser transcendente por encima del común de los escritores?.
Trigo.- ¿Cuándo pasa a la posteridad?.
Diesel.- ¿Por qué tiene miedo a asegurarlo?.
Trigo.- Bien. Me arriesgo. Cuando pasa a la posteridad.
Diesel.- No exactamente, don Felipe. Se vuelve usted a equivocar en algo muy importante. El escritor transcendente es aquel que nunca tiene edad.
Trigo.- ¡Eso es imposible!.
Diesel.- Le parece imposible porque no me está entendiendo bien. Se lo voy a decir mejor. El escritor transcendente es el que escribe para todas las edades. Es capaz de abarcar desde el cuento más infantil que usted pueda imaginarse hasta el ensayo más complicado para poder interpretarlo; pasando por todos los demás géneros.
Trigo.- Ahora sí lo entiendo.
Diesel.- Si lo entiende de verdad, ¿comprende ahora lo del capítulo individual?.
Trigo.- Sí. El escritor transcendente es el que tiene un capítulo para él solo en la Literatura Universal.
Diesel.- Esa es la diferencia extrínseca... pero ¿cuál es la diferencia intrínseca entre un escritor que no trasciende y un escritor transcendental?.
Trigo.- Sigo sin enterarme. No lo sé.
Diesel.- Es muy sencillo. La diferencia intrínseca es que el escritor normal y corriente sólo escribe con el cerebro mientras que el escritor transcendente escribe con el cerebro y el alma al mismo tiempo.
Trigo.- Entonces yo no seré transcendente. Se me puede estudiar o no estudiar porque da lo mismo. ¿Es eso lo que me quieres decir?.
Diesel.- Usted lo ha dicho. En los libros de Literatura para los estudiantes no tendrá usted un capítulo entero porque se especializó demasiado en algo. ¿Puede decirme en que se especializó usted?.
Trigo.- En la novela y el relato erótico y poco más.
Diesel.- El problema no es escribir una novela o un relato erótico sino obsesionarse con eso. Y usted, al obsesionarse con ese tema, se queda muy lejos de los grandes escritores de la Generación del 98. Por eso usted ocupa un lugar entre ellos pero en el furgón de cola. ¿Ha entendido ya hacia dónde queria yo llegar?.
Trigo.- Ahora lo he entendido todo. Cambiemos de tema si te parece bien.
Diesel.- Espere sólo un momento. ¿Qué diferencia existe entre un escritor temporal y un escritor atemporal?.
Trigo.- Supongo que está refiriéndose a una época en concreto.
Diesel.- Eso es otro error suyo, don Felipe. El escritor temporal no forma parte nada más que de un momento pero no crea una época por sí mismo, mientras que el escritor atemporal rebasa las fronteras de las épocas y se hace eterno. Y ahora sí. Ahora podemos continuar ya con su obra en concreto, don Felipe Trigo. A no ser que quiera añadir algo más de su vida privada.
Trigo.- Quiero explicarte, Diesel, que los de Villanueva del Fresno nos envidian porque este pueblo, hasta el día de hoy, ha sido cuna de extremeños ilustres, como el conquistador de Chile, Pedro de Valdivia, Juan Morcillo, nacido en 1461, que cursó estudios en Salamanca y embarcó con Colón; Juan Patiño, nacido en 1463, marino que también se incorporó a la tripulación del almirante; Alonso de Torres y Tapia,
nacido en 1578, prior de la Orden de Alcántara, autor de la Crónica de esta Orden. Y yo por supuesto y espero que en el futuro también nazcan aquí otros hombres destacados para la Historia de España... mientras que en el pueblo de ellos.... ¿quiénes han nacido que tengan importancia elevada?. Nadie que yo sepa hasta el dia de hoy. Es como si les hubiésemos ganado por cinco a cero en este dichoso deporte que acaba casi de nacer y le llaman balompié.
De nuevo me hace sonreír Felipe Trigo.
Diesel.- Bien. Dejemos ahora las rivalidades de lado y seamos trascendentes.
Trigo.- Aantes de eso déjame que me explaye un poco en contarte mi vida después de casado. Es el ego que todos los escritores tenemos y que es necesario tener para consolidarnos como escritores.
Diesel.- Estoy de acuerdo. Cuando un escritor consolida su ego no está haciendo otra cosa sino confirmarse como ser humano y no tiene nada que ver con el egoísmo mundano.
Trigo.- Entonces, con tu permiso, te diré que hastiado de la vida rural, entré por oposición en el Cuerpo de Sanidad Militar. Mi primer destino fue Sevilla, donde comencé mi actividad periodística que ya había intentado en Madrid. De Sevilla pasé a Trubia, como médico de la fábrica de armas. Años después marché voluntario a unas Filipinas en plena rebelión. Destinado como médico en Fuerte Victoria, en realidad un destacamento de prisioneros tagalos, estuve a punto de perder la vida durante una escaramuza. Los sublevados me asestaron no menos de siete machetazos, dejándome por muerto. Sin embargo, conseguí huír a campo través, en espantosas condiciones. Con una mano inutilizada, fui repatriado como mutilado de guerra, con el grado de teniente coronel. La prensa me recibio como "el héroe de Fuerte Victoria" y llegué a ser propuesto para la Cruz Laureada de San Fernando. Rechazando la posibilidad de capitalizar políticamente mi celebridad, en 1900 me retiró del Ejército y fijé mi residencia en Mérida para dedicarme en exclusiva a la literatura.
Diesel.- ¿Ha terminado ya?.
Trigo.- Sí. ¡Y no sepas el desahogo que sirve esto de sincerarse con un amigo y compañero de letras!. De verdad que es buena terapia.
Diesel.- Cierto. La verdadera terapia es tener a alguien a quien contarle sus hazañas personales. Así que vayamos por orden cronológico como a usted le gusta, don Felipe. Primero dígame por qué tuvo un éxito tan arrollador su primera novela.
Trigo.- El éxito arrollador de mi primera novela, "Las ingenuas", en la que relato mi dramática peripecia filipina, es que se convirtió en un auténtico best seller, tanto en España como en América; me permitió llevar una vida de lujo, a caballo entre mi Extremadura natal y mi chalé de la Ciudad Lineal madrileña, y me dio acceso a los círculos sociales más selectos, ganándome fama de gran señor, dandi y donjuán
Diesel.- Perdone mi interés pero ¿cuál es el sentido final del mensaje de "Las ingenuas"?. Es que quiero llegar a un punto en concreto que después se lo haré saber.
Trigo.- La ingenua representa, a mi juicio, la mujer que caracteriza principalmente, por cuanto se refiere al sentimiento, la evolución de la conciencia social; ella sufre la lucha de los instintos, que se le despiertan con las viejas tradiciones que la abandonan. Llamo ingenuas a mis heroínas antes por compasión cariñosa que por desprecio. Son las víctimas, y no saben más que sufrir, porque no pueden o no quieren llegar hasta la causa de su sufrimiento, afrontarla y vencerla, o, al menos, combatirla. y ahora... ¿cuál cuestión quieres plantearme, amigo Diesel?.
Diesel.- No. En lo que le voy a decir no hay ni amistad ni enemistad. Sólo quiero darle a entender que usted mismo es la causa y la culpabilidad de ellas. A sus heroínas las transforma, en la vida real, en amantes de un cuarto de hora nada más. ¿Comprende ahora por qué le dije que usted pecaba de un defecto fundamental como para no ser transcendente?. Usted, como escritor, puede estar teniendo mucha fama en estos momentos pero con el tiempo las mujeres decidirán, por sí mismas, y entonces todos los donjuanes como usted caerán en picado. Traspase ese sentido que quiere darle usted a sus heroínas en esta historia y comprenderá que los primeos culpables son ustedes, los que de la nada se convierten en adinerados de repente y, de repente, se dedican a la labor de donjuanes con las mujeres que caen interesadas por sus dineros.
Trigo.- Esa novela la publiqué en 1901 y el éxito me cegó.
Diesel.- No es cierto. Cuando usted publicó su primera novela, esa tal llamada "Las ingenuas" usted no era nigún niño ingenuo sino que ya venía con un bagaje de experiencias muy elevado y tenía usted 37 años de edad. No. No lo hizo usted por dejarse llevar por el éxito, sino que el germen de su detestable donjuanismo ya lo llevaba usted dentro... quizás porque le gustaba mucho ser un héroe a lo Zorrilla.... ¿o me equivoco?.
Trigo.- Prefiero guardar silencio...
Diesel.- Bueno. Digamos que guardamos silencio ante eso pero ¿qué pasó con su segunda novela?.
Trigo.- Antes de responder a eso quiero decirle algo que quizás le haga cambiar de opinión. En el plazo de trece años, he llegado a publicar veinticuatro novelas y novelas cortas (en las célebres y popularísimas colecciones El Cuento Semanal, primero, y La Novela Corta después) y varios relatos, todos ellos con gran acogida del público.
Diesel.- Y eso elevó su ego y se introdujo en la especialización del erotismo sin más.... ¿cierto o no cierto?.
Trigo.- Cierto. ¿Hay algo de malo en eso?.
Diesel.- Usted es quien debe responderse a sí mismo. Le veo demasiado acabado para tener solo 50 años de edad. Así que... ¿qué me dice de "La sed de amar" que ha publicado usted en 1903?.
Trigo.- Superior a "Las Ingenuas" me parece todavía - y ha sido dicho por muchos - "La sed de amar": una excelentísima novela, orgánica, variada de personajes y de hechos, inundada de pasiones, triste, con esa tristeza que proviene de una inmensa aspiración que no halla tregua. Así, Jorge, el protagonista, sediento de alma, la busca inútilmente en cuantas mujeres tropieza, en la honesta y en la impura, en la refinada y en la impetuosa, en la intelectual y en la sencilla... No sacia su inextinguible sed. Ni la extinguen tampoco las mujeres que cambian con él sus afectos, angustiadas igualmente por la nostalgia divina. Esta es mi novela más rica de figuras femeniles, todas con tan poderosa y propia individualidad que viven y vivirán siempre en la memoria de quien una vez haya leído el libro: Lola, la hermana de Jorge, el único cariño de su vida, y que muere como una flor arrancada; Justina, la orgullosa; Silvia, la bella; Marta, la encantadora; Rosa, la ingenua; Mercedes, la cortesana..., y otras, y otras, en situaciones bien distintas, entregadas todas plenamente, y ninguna capaz de «realizarle» el ensueño. Estas dos novelas pertenecen a mi primer ciclo de autor, cuyo propósito fué estudiar en ellas la pasión, tratando de idealizarlas, y demostrando, al fin, la imposibilidad de conseguirlo, por cuanto tiene la pasión de enfermo y monstruoso.
Diesel.- Pues yo le digo que se equivoca una vez más.
Trigo.- Si afirmas eso entras en una contradicción porque estás dando a entender que yo no conozco a las mujeres.
Diesel.- Efectivamenrte. Eso afirmo. Porque usted quiere saber y lo que hizo con esa novela demostró que, en la vida real, usted no conoció nunca el alma de una sola mujer. Se dedicó a escribir y describir el corazón de las mujeres pero eso demuestra que, al no concoer el alma de una mujer, usted no sabe nada de mujeres.
Trigo.- Sigo sin entenderlo porque famoso soy...
Diesel.- Espere, espere un momento que le aclare algo. ¿Qué le parece si le digo que un hombre que es muy elogiado por los hombres nunca es elogiado por ninguna mujer?. ¿Entiende ahora mejor lo que quiero decirle?.
Trigo.- Estoy acomplejado ante tu sabiduría. Lo siento. Estoy ya muy cansado. Prefiero dejarlo todo aquí.
Diesel.- No. Usted se gana la vida con las novelas eróticas y yo me gano la vida, entre otras cosas, con las novelas de amor que son dos cosas bien diferentes. Verá. Escuche lo siguiente. Los hombres como usted no tienen mucho futuro con las mujeres pues no conoce el alma de ninguna de ellas y por eso es imposible que conozca la verdad de todas ellas. ¿Sabe cuál es la verdad de las mujeres?.
Trigo.- Yo siempre he pensado que sí.
Diesel.- Entonces explíquemela por favor...
Trgo.- He llegado a conclusión de que son imposibles de entender.
Diesel.- Y yo he llegado a la conclusión de que son imposibles de entender para hombres acomplejados e impotentes. Usted se enorgullece de ser un donjuán y eso es la impotencia masculina. Las mujeres saben distinguir perfectamente entre un impotente donjuán, por mucho sexo que sepa practicar, y un hombre de verdad.
Trigo- Prefiero hablar de otro asunto...
Diesel.- Veamos si hay algún otro asunto de interés en su producción literaria. Pero no sin antes haber definido que eso que dice usted de que la pasión femenina es algo enfermo y monstruoso, es otro error.
Trigo.- ¿También me equivoco en eso?.
Diesel.- Rotundamente. La pasión femenina, cuando de amor verdadero se trata, es la mejor razón que existe para amar a una sola mujer. Una mujer apasionada de verdad no se presta al juego de los donjuanes y es entonces cuando, amando a un solo hombre, su pasión no es enfermedad sino curación y no es monstruosa sino angelical. ¿Ha aprendido algo nuevo sobre las mujeres?.
Trigo.- Nuca ha habido nadie que haya sido capaz de darme tal lección correctiva.
Diesel.- Aplíquese el cuento ese de y yo que me creía el amo de este mundo, fallaste corazón, no vuelvas a jugar. Así que vamos a 1905 y su "Alma en los labios".
Trigo.- En "Alma en los labios" y en "La Altísima", quise estudiar el amor verdadero, sentido y visto a través de la verdadera inteligencia, elevado al grado de sentimiento noble y apto para darle al íntegro ser humano reposo y felicidad.
Diesel.- Un momento, don Felipe, no mezclemos las churras con las merinas y vamos paso a paso. Dejemos a "La Altísima" para después y hábleme ahora solamente de "Alma en los labios".
Trigo.- Alma en los labios es mi novela predilecta, en ella he condensado más que en otra alguna mi estilo ardiente, imaginativo, elegante y sinuoso, dócil para revestir lo mismo el concepto más profundo que la emoción más fugaz. Doy forma delicadísima al ideal proclamado: el de la fusión perfecta de la ilusión con la realidad, de los sentidos con el alma, de las aspiraciones humanas de la fiebre erótica con las aspiraciones excelsas del espíritu. "Alma en los labios" es la historia de un envidiable amor entre dos artistas, Darío y Gabriela. Ella aporta la delicadeza, la gracia, la intuición, la sensibilidad, la belleza; él, la profundidad, la energía, la seguridad, el dominio y la audacia. Y hasta cuando la vida, con sus mixtificaciones y sus errores, los separa momentáneamente, se recobran plenos por la absoluta sinceridad recíproca, partes las dos de un todo armónico e indivisible.
Diesel.- Aquí sí. Aquí ha dado usted lo mejor de sí mimso y ha logrado por fin un éxito razonable aunque habría que poner un reparo a todo ello: sitúa usted en un plano superior a Darío con respecto a Gabriela y está uted muy equivocado si cree que la virilidad de un hombre es superior a le feminidad de una mujer. No estamos hablando ahora de machismo ni de feminismo pero usted dedica demasiadas alabanzas innecesarias a un hombre que, si lo estudiamos en profundidad, no es más que símbolo del machismo. Este error hace que su novela no sea transcendental aunque usted la considere la mejor de las suyas y en realidad así es. Pero si usted pregunta al público nadie la recuerda y es porque ese sentido machista estropea el mensaje que usted quiso buscar.
Trigo.- No es posible. ¿Tampoco he acertado ahora?.
Diesel.- En principio parece que sí... pero la verdad es que no. El hombre que es profundo, enérgico, seguro, dominador y audad es sólo un machista sin mayor contenido que simples pinceladas que no cuajan en verdadero amor. A su Gabriela usted la está definiendo sólo como un objeto. ¿Se da cuenta de que no habla para nada de su profunda inteligencia y si de la superioridad del personaje masculino?. Usted crea personajes femeninos donde sólo la belleza externa es lo que importa. A mí eso me parece bien e incluso yo hago lo mismo cuando describo a ciertas mujeres, pero hay una gran diferencia, porque usted no pasa de presentar un modelo de belleza femenina nada más y la inteligencia se la da como don superior al hombre. En este sentido Gabriela es una esclava de los caprichos de Daniel. ¿Comprende usted que comete el error de considerar que una mujer bella en todos los sentidos carece por completo de inteligencia suficiente ante un hombre que usted presenta como dominador?. En la buena obra literaria que de amor trata debe haber una equivalencia entre la belleza femenina y su propia inteligencia. Si usted presenta mujeres pasivas es porque usted no sabe de mujeres nada más que la visión externa de ellas. Una buena obra que hable de amor entre un hombre y una mujer no comete ese fallo tan garrafal. Yo sí entiendo que las mujeres, cuanto más hermosas son más inteligentes pueden ser al menos en algunos casos... y eso los machistas como usted no pueden entenderlo ni menos describirlo. Pasemos ahora a "La Altísima" porque el tiempo se me echa encima y estos temas son para discutirlos con mucho mayor tiempo.
Trigo.- ¡Vaya mazazo me acabas de dar!.
Diesel.- No se queje. Al final sacaremos la conclusión definitiva del lugar que ocupa usted en la Literatura Universal.
Trigo.- Entonces... ¿continúo?... porque la verdad es que ya me da miedo continuar ante tus conocimientos de las mujeres...
Diesel.- Continúe por favor. Quizás me convenza usted a mí con la siguiente.
Trigo.- En "La Altísima"...
Diesel.- No me sea usted ladino y no se escape por los atajos. Antes de "La Altisima" quiero que me hable de "Del frío al fuego (Ellas a bordo)", de 1906; ya que "La Altísima" es de 1907... ¿o cree usted que yo no tengo buena memoria?.
Trigo.- Ya veo... ya veo que tienes una memoria excelente, Diesel...
Diesel.- Pues entonces no escurra el bulto y cuente... cuente... que le estoy escuchando...
Trigo.- Se la dediqué a Consuelo Seco y Fabre y la sintetizo en lo siguiente: muchas de las impresiones que forman este libro fueron sentidas por nosotros dos juntos, sobre el mar. Ella pasó bajo los cielos anchos incognoscida, poderosa. Es el libro de la consagración de aquella rara vida intensa nuestra, enorme. Yo tengo quizás rayos de sol, del sol de fuego; ella tiene acaso fantásticos rayos de luna. Y tiene sólo una verdad perenne: tu verdad.
Diesel.- Necesito más datos... suelte más datos concretos por favor y no se me vaya por altos lirismos que no vienen a cuento en estos momentos... y ya me parecía a mí muy extraño que quisiera dejarla en el olvido... ¿quién es Consuelo Seco y Fabre?.
Trigo.- Prefiero guardar el secreto...
Deisel.- Está en su derecho. Hábleme de la novela.
Trigo.- El capitán de Artillería Andrés Serván, destinado a combatir en la guerra de Filipinas, viaja de Barcelona a Manila a bordo del buque Conde de Reus. A lo largo del mes en que dura la travesía, Andrés nos descubrirá a sus compañeros de viaje, entre los que surgirán desencuentros, nuevas amistades y romances. Situaciones cómicas, absurdas, que el autor intercala con el descubrimiento de un nuevo mundo para los protagonistas, a un ritmo trepidante. Defiendo en mis novelas la ética del amor libre, de la igualdad de la mujer y del hombre en materia de amor. Mis teorías sociales, mi moral y mi estética se apoyan sobre las leyes naturales, que considero desvirtuadas y deformadas por la civilización. Y es que tengo algo que consfesarle y que estaba ocultando hasta este momento. En mi juventud, profesé un socialismo marxista ortodoxo, y llegué a publicar una serie de nueve artículos en "El Socialista". Más adelante evolucioné a un reformismo radical pequeño-burgués, en la línea de Melquíades Álvarez, al que deseo dedicar encomiásticamente el prólogo de Jarrapellejos, mi obra cumbre que tengo ya preparada para hacerla pública dentro de unos meses.
Diesel.- Ya está todo aclarado. Ahora comprendo que usted quisiera pasar de largo el hablar de esta obra. ¿Sabe lo que le digo?. Que usted es uno más de todos esos Judas que ha dado la Literatura en general. Por una razón muy simple. Dice uted ser un excelente autor de libros sobre el amor y practica, en la realidad, el amor libre. Miles de veces he dicho y he explicado ya que eso del amor libre es la mayor mentira que se ha inventado sobre el amor de los hombres y las mujeres, a lo largo de toda la historia humana. ¿Cuántas veces, en base a eso, ha engañado a su mujer una vez casado con ella?. No. Mejor no me lo diga porque ni me interesa. Sólo puedo decirle que usted nunca podrá llegar a ser un magnífico escritor sobre el amor auténtico porque no conoce que el amor auténtico no es el amor libre sino el amor noble que se basa, por supuesto, en el amor cristiano, y conste que no está usted ante un falso moralista pero sí ante un hombre con moral, que no está usted ante un hipócrita de la estética pero sí ante un hombre ético ante la estética y que no soy ni hiperreligioso ni místico pero tengo una escala de valores con principios basados en la verdadera esencia del amor. Ahora comprendo mejor que usted quisiera esconder esta faceta suya. Por una razón. Es usted de los que practican el amor con cualquiera que le salga al paso y es usted un falso que nada tiene de proletario sino de pequeño-burgués auque haya escrito en "El Socialista" todos los artículos que haya querido escribir sobre el proletariado o el lumpenproletariado. Escuche. El amor libre ni es amor ni es libre. Lo he dicho multitud de veces. Y en cuanto a que es usted socialista me hace gracia, discúlpeme si soy tan agresivo pero me hace gracia su hipocresía pequeño-burguesa. Escuche bien y dígañee de mi parte a todos sus amigos socialistas lo que le estoy diciendo a los que son como usted. Ustedes materializan el amor con tanto materialismo dialéctico y transforman lo que tiene el verdadro amor de espiritualidad en pornografía sensual nada más. Yo estoy de acuerdo con el sensualismo cristiano que ustedes ni se imaginan lo que es pero jamás podré estar de acuerdo con el sensualismo simplemente materialista porque anulan ustedes a la mujer hasta el grado de objeto y no de sujeto. Eso es el amor libre del que tanto se enorgullecen y que tanta vergüenza debería darle a usted y a sus correligionarios socialistas.  Yo creo en las ideas libres del amor noble y no en la ideologías esclavistas del amor libre.
Trigo.- No sé cómo rebatirte. Llevas razón. Quise engañarte ocultando lo que es en realidad el amor libre de mis novelas.
Diesel.- Ni me ha engañado usted ni me ha engañado nigún socialista pequeño-burgués. Escuche. He oído hablar muchas veces de Melquíades Álvareaz y he leído cosas sobre él cuando he repasado la historia de España y las ideologías de los Sindicatos con los que no estoy de acuerdo para nada en todos su puntos. Yo paso de partidos políticos y de sindicatos que sirven de correa de transmisión de los partidos políticos y hago especificación concreta en ese sentido pues ni son todos los que están ni están todos los que son. ¿Le suena a usted de algo eso de correas de transmisión?.
Trigo.- Es cierto. Lo son en muchos casos.
Diesel.- Menos mal que acepta algo evidente. En cuanto a Melquíades Álvarez le voy a decir algo que quizás usted no sepa bien del todo: Melquíades Álvarez González-Posada ha nacido en Gijón, Asturias, España, el 17 de mayo de 1864 y tiene por lo tanto la misma edad que usted. Es un político y jurista español que en sus inicios se adscribió al republicanismo de Nicolás Salmerón, para formar en 1912 el Partido Reformista, en el que militaron miembros de la intelectualidad española del momento, como Manuel Azaña y José Ortega y Gasset. ¿Sigo?.
Trigo.- Sigue por favor...
Diesel.- Estudió Derecho en la Universidad de Oviedo donde se licenció en 1883. Tras un primer intento fallido, ganó la Cátedra de Derecho Romano en la Universidad de Oviedo en 1889. Amigo de Leopoldo Alas "Clarín", inició su carrera profesional de abogado en Oviedo. Entre 1894 y 1898 fue decano del colegio de abogados de esta ciudad. Después se trasladó a Madrid. Excelente orador, le llaman "El Tribuno" y el "pico de oro". En 1912 fundó el Partido Reformista, republicano pero dispuesto a gobernar en una monarquía democrática, pues consideraba que, en democracia, la cuestión de la forma de gobierno -monarquía o república- era accidental. ¿Sabe lo que le digo a usted, don Felipe?... que tanto ese tal Melquiáides Álvarez como usted, don Felipe Trigo, van a terminar muy mal de lo mal que tienen basadas sus vidas. En cuanto al verdadero amor ni él, por muy doctor y sabio demócrata que sea, ni usted, por muy novelista erótico que demuestre ser, tienen la menor idea. Y ahora vamos con "La Altísisma".
Trigo.-  "La Altísima" es la última novela, en orden de fechas, escrita por mí hasta ahora. También ha sido compuesta para el estudio del amor (no de la pasión) y de la mujer liberada (no de la ingenua). Víctor seméjase a Darío, el protagonista de "Alma en los labios!, y Adria a Gabriela. Otras mujeres florecen por estas páginas, como rosas de un jardín; pero Adria, que ama tanto en su simplicidad; Adria, que se corta la negra cabellera hermosa para darle al amado una prueba de devoción...; la Altísima, recogida por él del fango como una perla caída y salvada, como Margarita Gautier, por su amor mismo, perfuma todo el libro con su alma.
Diesel.- Demasiado rebuscado y barroco. Prefiero ser mucho más sencillo cuando de estos temas hay que escribir. En momentos así, de puro amor noble, lo sencillo vale mucho más que lo complicado. Usted produce aquí cierto confusionismo al sacrificar la belelza de Adria para complacer los celos de Víctor... y llega al extremo de afearla por capricho de dicos celos. Nome convence esa actitud literaria. Si escribimos de una mujer bellísisma es neceario dejarla como bellísima y no estropear su figura con falsos sacirficios en pos de, una vez más, los celos machistas. Hemos terminado. Doy por finalizada la entrevista.
Trigo.- Espere. Deseo contarle algo. Todos mis libros expresan una noble adoración por la mujer, en una especie de armonización sistemática. Igual que, para Francia, Bourget, se me puede conceptuar, para España, el gran psicólogo de la pasión amorosa en sus más altas y sutiles manifestaciones.
Diesel.- A eso yo lo llamo una arrogancia supina. Usted se compara con Bourget pero es que resulta que Bourget tampoco es genial. Deseo ya no seguir. Me es suficiente para dar por válidas mis conclusiones.
Trigo.- Tengo otra cosa que confesarte. La última si me haces el favor de escuchar.
Diesel.- Para eso estoy aquí. Sé escuchar. Es misión de un buen periodista saber escuchar antes de escribir. Le estoy escuchando desde el principio. Me da la sensación de que usted no está muy contento consigo mismo a sus cincuenta años de edad.
Trigo.- Pues es cierto. A pesar de que estoy en pleno apogeo de popularidad, no estoy por completo satisfecho de mi vida y, debo incluso pedir perdón a mi familia pero tengo una enfermedad incurable y mortal. No es locura aunque lo parezca sino una aguda neurastenia. En 1911 me quise suicidar en Buenos Aires, porque tengo miedo de que dicha neurastenia sea una enfermedad incurable. Y pienso intentarlo de nuevo.
Diesel.- ¿Intentar de nuevo suicidarse?.
Trigo.- Sí. Lo voy a intentar de nuevo.
Diesel.- Pues ese será el más grave error que haga en su vida. Escuche. No es usted un mal escritor pero no llega a la altura de los grandes de su Generación. Si ese es el motivo de su miedo no debe por qué tenerlo.
Trigo.- No es eso. Es que mi vida me parece que ya no tiene sentido alguno.
Diesel.- No cometa usted ese acto de desesperación que a nada conduce salvo a hacer sufrir a quienes le quieren de verdad.
Trigo.- Lo siento mucho pero lo voy a llevar a cabo...
Recojo mis notas y mis apuntes, le doy la mano a don Felipe Trigo, le miro a los ojos y le veo decidido a cometer tal acto de depresivo sin solución. Simplemente no puedo evitarlo. Me despido de él y me voy por las orillas del río Zújar camino de la estación de tren. Quiero volver a tiempo a la ciudad de Madrid. A tiempo de ver nacer de nuevo a la primavera.
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