Te sigo enseñando las cosas pequeñas pero grandes de la vida, Leslie, mientras compartimos los piñones que han caído, desde las ramas que cobijan la resbaladera, con Carla. Carla todavía no sabe distinguir entre lo que es la naranja, el limón o la menta pero a nosotros nos da gusto jugar con ella a eso de cambiar los colores. Todos los colores de la tarde los llevo pintados en el alma mientras juego con vosotras y mamá Lina (Liliana de los Ángeles) está en casa forjando sueños de futuro. Todo el futuro está aquí, en este pequeño jardín donde, escucha Leslie la sonrisa de tu padre, estamos compartiendo juegos y piñones con Carla. Te sigo enseñando las cosas pequeñas pero grandes de la vida, Leslie, mientras Carla escucha y aprende a diferenciar lo que es valioso de verdad de lo que no vale para nada. Eso es. Los semáforos son guías para que podáis cruzar las tres (vosotras dos y mamá) por el paso central de mis ilusiones. Yo sé que no habrá otras tardes como estas pero las que tengan que venir también tendrán esas rojas amapolas que Carla, tú y yo, escojemos para regalárselas a Lina (Liliana de los Ángeles) que sigue tejiendo sueños en la pequeña casa del Batán. Estamos cerca, muy cerca Leslie, muy cerca Carla, muy cerca Lina (Liliana de los Ángeles) de sentirnos todos juntos al anochecer cuando comience a nararros cuentos de las pequeñas pero grandes cosas de la vida y quedéis tan profundamente dormidas que se os grabe en la memoria este atardecer de triciclos, resbaladera, jardín, piñones abiertos con el amor de la fantasía y esa otra fantasía de los colores que tú y yo, Leslie, estamos enseñando a descubrir a Carla. Lo demás os lo explicará mamá Lina (Lina de los Ángeles) antes de arroparos en la cama donde yo os narro mi siempre penúltimo cuento del anochecer de la calle San Roberto de Madrid: Había una vez un mundo de pequeñas pero grandes cosas... que se cumplió tal como lo había yo soñado...