PENSANDO EN LA MUERTE
Publicado en May 01, 2011
PENSANDO EN LA MUERTE
I "Ha zarpado de su negro puerto, con remo de huesos en las manos. Surca los mares que mojan mis pies mientras se escurre mi tiempo" -Vamos, dígalo. Sin rodeos. Sé que es malo, quizás no sé cuan malo es pero quiero escucharlo. Sé que estoy muerto. El hombre de blanco había desdoblado y leído largo rato el contenido de aquellos sobres. El de negro, que esperaba una respuesta sentado frente a él, había calculado el tiempo prudencial para éste leyera el contenido e incluso le había agregado algunos minutos para que los analizara si acaso requerían un análisis. La mirada a un punto neutro de la hoja, le había dicho a aquel que ya había leído y obtenido la información que requería de las pruebas: Eran malas noticias, el suspiro emitido cuando le pidió que se las dijera, lo había confirmado antes de que éste comenzara a hablar: -Los resultados de sus exámenes... arrojan resultados muy poco favorables... -se estaba ciñendo a lo aprendido. Ni una palabra más. Agrega un toque de emotividad, un poco de humanidad pero diciendo lo necesario cuando es necesario, no menos. Así debes hacerlo. Así es lo correcto. -Es mucho más que eso -respondió el otro con una pausa-. Se lo haré sencillo: Dígame, ¿Cuánto tiempo me queda? ¿Qué tan horrible será mi muerte?... No, espere -rió amargamente-, solo responda la primera. El interpelado asintió luego de respirar profundamente como quien está por sumergirse en un coral para explorarlo a pulmón limpio antes de decir: -Los exámenes y la evolución de sus síntomas sugieren que unos seis meses -echó un vistazo de nuevo las hojas repletas de siglas y números como tratando de entrever una mejor respuesta, nunca le había gustado dar con esa clase de resultados y menos dar la noticia-, tal vez un año. Podría someterse...-agregó pero sabía que eso estaba muy cerca de ser una mentira. -Solo responda lo que le pregunto. Debió decir: "Seis meses", no sea egoísta, use bien mi tiempo, por favor -sonrió de nuevo torciendo la boca con un gesto seco-. ¿Puedo hacer algo para alargar ese tiempo? -Ciertamente -agregó el otro con entusiasmo fingido-, podría someterse a un tratamiento... -¿Un tratamiento que no implique jeringas entrando y saliendo de mi cuerpo cada hora, estar en un hospital todo mi maldito y escaso tiempo y expulsar las tripas como resultado de eso? No iba a mentirle a alguien acerca de un tratamiento tan conocido. En el mundo de la información no le mentías a los pacientes, no con esa clase de enfermedades en etapas tan avanzadas, no tenías que ser un experto para saber que aquellas imágenes sugerían malas noticias, un montón de malas noticias diseminadas peligrosamente en tu cuerpo. La era de la informática traía esos retos a los que ejercían su profesión, debías siempre saber más, ofrecer algo diferente de lo que todos podían saber al usar sus computadoras y teclear unas cuantas cosas. Negó con la cabeza en un gesto paradójico que afirmaba todo lo dicho por aquel hombre: El único tratamiento era horrible. -El tratamiento puede resultar favorable... -quizo decir para sonar positivo. -¿Qué quiere decir eso? -Algunos pacientes... -En mi caso. ¿Cuántos han sobrevivido? Hubo silencio. El número transpiró la solidez de aquel mutismo: Cero. -Correcto. Entonces no haré nada al respecto, no por ahora, necesito pensar. Al menos una semana y entonces regresaré. -Me parece muy razonable de su parte... -Necesito un cigarrillo... Hasta luego -dijo poniéndose de pie-. Que tenga una linda tarde, promete ser hermosa si todo sigue como al amanecer. Gracias por todo. El paso firme como siempre, la mirada en un ángulo paralelo al suelo. Quizás agonizaría dentro de pocos meses, pero al cerrar la puerta suavemente detrás de él, su personalidad no había decaído ni un poco, su alma parecía serenamente gloriosa igual que antes de saber aquello, sin embargo, la mente del hombre que dejaba atrás, en aquel consultorio, sumaba una pena. Jamás lograba asimilar la muerte, era algo que difícilmente se aprendíaen los libros.
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Francisco Perez
María Ester Rinaldi
Admiro tu forma de escribir, felicitaciones.
Un abrazo.
Francisco Perez
Guillermo Capece
me gusto mucho tu cuento, bien redactado: mis felicitaciones.
Abrazo
Guiillermo
Francisco Perez
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Felicitaciones
Francisco Perez
corvux
"Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo." Platón
Saludos!