En una noche de esas en las que la cabeza ya no quiere trabajar y el cuerpo pide algo de acción me metí en el boliche de mejor reputación de la zona para olvidarme un poco de las presiones.
La música, las luces y el alcohol aturdían mis sentidos como quería. Cuando empezaba a aburrirme de toda esa gente… la descubrí entre la multitud tan clara como el agua, hermosa… distante… Bailaba de una manera exuberante y sexy. Mis sentidos ya dormidos se despabilaron de golpe. Mi cabeza empezó a trabajar… me acerqué por la espalda con mi trago lleno en la mano derecha para ser inevitablemente chocado, y así sucedió…
-Perdón, perdón… - Repetía una y otra vez mientras no dejaba de sonreírme.
-Fue un accidente no te preocupes… ahora estás en deuda conmigo.
La convencí para acercarnos a la barra por un par de tragos, era una mujer deliciosamente femenina que no podía perder.
Su voz dulce que me hablaba al oído y el aroma de su piel me estaban volviendo loco por completo… hablamos de nosotros, reímos como dos chicos de colegio y cuando por fin pude besarla sentí una terrible revolución dentro mío. Para mi sorpresa ella estaba necesitando compañía con quien pasar la noche estaba en mi día de suerte...
Antes de emprender el viaje a mi departamento necesitaba pasar a descargar tanto alcohol ingerido, cuando pude llegar a la puerta de los baños un guardia de seguridad me detuvo el paso de una manera violenta que me descoloco. Cuando pude reaccionar ante la sorpresa de semejante empujón que casi me hace perder el equilibrio intenté hacerle frente y fue en ese momento cuando la oí gritar… me libere de los brazos de aquel matón como pude y entre. Ahí estaba ese tipo forcejeando con una jovencita que luchaba con ferocidad entre sus piernas fuertes.
Traté de defenderla al instante pero un golpe en la cabeza me dejó en el piso… el primero de tantos otros que siguieron. A los pocos minutos ya no podía mover un dedo, mi rostro comenzaba a bañarme entero en sangre y la creatividad de aquel sujeto hizo que como broche final usara un matafuego como martillo para partir mi cráneo ya lastimado…
Ya era tarde, en unas horas iba a amanecer y yo ahí tirado, abandonado… escuché a mi madre decir que me habían creído muerto así que se tomaron el trabajo de sacarme a la calle y fingir un robo.
Hace días que los médicos desfilan ante mi cama como si fuera un altar y mi familia no ha parado de rezar y llorar un instante.
Yo sigo acá peleando por mi vida… a veces me acerco tanto a mi cuerpo inerte que podría tocarme las pestañas y en otros momentos me encuentro tan lejos que me cuesta entender lo que mamá me habla. Estoy cansado pero tranquilo, en paz… ojala todas estas lágrimas que veo en mis seres queridos hayan servido para salvar a esa chica… aunque no estoy seguro…
Lo que sí sé es que fue una noche mala para los dos una que aún no termina…