Caricias Perversas
Publicado en Jun 01, 2011
Se llamaba Teresa, vagaba en un bello amanecer en las calles del dolor, su cuerpo marcado por caricias perversas, gastado por la soledad, de su corazón salían gritos de impotencia no tenia salida. Su niñez…triste destino por que en el umbral de su vida fue acariciada por caricias malditas.
No hubo Ángeles ni príncipes que la salvaran, solo callar el dolor le quedaba, su madre inmersa en su vida solo la espalda le daba, a sabiendas del gran dolor que ella llevaba al ser mancillada a tan corta edad por muchos de los amantes de su madre, Ni siquiera miro hacia atrás cuando la entregó a otros padres a otro ambiente por salir de la que causaba su pesar pero presa era ella de su misma vida ya no miro nunca hacia atrás. Al llegar a su casa la invade el agotamiento esos recuerdos le quemaban el alma por que había llegado una carta, su madre había partido hacia su tumba una tumba que ella jamás visitaría. Pero tenía una salida su última carta y se la jugaría, se refresco su cuerpo lo libro de esas caricias perversas de todos los días, cambio de color su cabello y emprendió su marcha. A la puerta de aquel asco que alguna vez fuera amante de su madre y participe de su mancillada niñez tocaba su puerta, llevando en su bolsa la herramienta para su libertad vio en los ojos de su víctima lascivia y crudeza, lo envolvió en su seducción cayendo dormido y sin más espera empuño su cuchillo y decapitada quedo su lascivia. Teresa se llevo todo lo que le pertenecía a su víctima y en un puerto no muy lejano rapaba su cabeza no quería que su propio cabello fuera testigo de su proeza mas lo entrego en donación a moribundos pacientes de cáncer que ironía ella también era una moribunda en vida, Emprende un camino dejando atrás su tristeza, aborda un crucero para muchos diversión para ella el final de su camino ya lo había decidido, llevaba en su bolso la prueba de su traición él maldito cuchillo que la puerta a la libertad le dio. Con ese mismo cuchillo tarde en la noche acortaba su vida y en el mar dejaba su huella su propia sangre vertida, ya nadie tocaría su cuerpo ya no habría más caricias perversas. Fin!!!
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Emme
Saludos, Emme.