Existencia
Publicado en Jun 09, 2011
No importa cuan alto haya alzado mi voz, ni cuanto mis manos haya estirado para poderles alcanzar. A ustedes quien me dieron todo lo que pude necesitar, todas las cosas que quize por capricho desear, es a ustedes a quienes culpo del dolor más grande que alguien puede aprender a medio soportar.
Ustedes que aún hoy creen que con ese signo de moneda todo pueden comprar, que se autoengañan en una codependencia disfrasada de calido y ferreo amor. Es a ustedes a quienes yo quien frente al mundo quiero acusar, porque el amor no nace de la necesidad de escapar de la soledad, no se riega con la obligación frente a una retorcida sociedad. Siguen sin comprender a pesar de tantos años de dolor y falsa autosatisfación, que un hijo no se debe dar a luz con ideas como: “se necesitan los hijos para que el matrimonio pueda funcionar”. No soy algo que los pueda pegar, no soy quien les enseñara a mirarse al despertar, son ustedes mismos los que tienen que aprender y desear todos las mañanas observando con exquisita delicadeza a quien a su lado se encuentra al despertar. Cuántos más tenemos que nacer por simple obligación, cuántos más tenemos que nacer sólo porque así lo dicta una ley intransigentemente impuesta sin letra y color. ¿Por qué nací? ¿Por qué estoy aqui? ¿Cuál es el significado de mi existencia? No soy un juguete con el que pueden jugar a la casita. Y puedan a su familia, amigos y vecinos presumir el gran trabajo al criar a un muñequito al cual ni siquiera son capases de escuchar. Ahora soy más grande que tú y él, ahora ya podría correr ó incluso volar. Sin embargo, dentro de mí algo roto esta, insegura, con miedo incapas de poderme levantar continuo mirando hacia donde las señalas que tú y él me dan. Me dicen que les debo cuidar, que les debo amar, ustedes recitan miles de fraces mientras yo me pregunto: ¿Cómo se supone debo de amar? ¿Cuál es la manera correcta de abrazar? Y mientras mi crecido cuerpo se mueve a un ritmo que no sabe bailar, mi pequeña e insegura mente me grita que debo parar, que no debo continuar. Estiro mis manos tratando de recordar un fragmento de heterea felicidad, para que entonces nuevamente me digan “yo no espero nada de tí”. Entonces diganme nuevamente como me debo comportar. Camino por un sendero que no quiero en verdad, camino por el camino que ustedes quieran que me dirija y no obstante, ustedes no tienen ningún sentimiento de confianza en mí. ¿por qué si me he esforzado tanto? ¿cómo se supone dedo reaccionar? ¿Que se supone debo de sentir? Y el pozo donde me encuentro se vuelve a extender y la luz que a veces llegaba se extingue con las pocas esperanzas que ya quedaban dentro de mí. Se que debi luchar, que me debi de esforzar más, ahora ya es demaciado tarde quizas, porque no puedo caminar, no puedo parar de llorar. Se toman de las manos y le dicen al mundo que su matrimonio es felicidad, que nunca ha habido nada mal, y mis recuerdos me traen las fotos de ustedes dos separados en juventud, de ustedes luchando contra demonios que aun dormitan... pero que la vejes y la discapacidad los ha hecho tenerse que aliar. Un hijo no atrae magicamente la felicidad, la armonía y la paz. No es un objeto que se pueda sacar para presumir en navidad o en las fiestas de los demás, no soy alguien que puedan usar para sus frustraciones sacar, tengo un corazón.
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