La Condesa de Quito (Novela Corta) Captulo 6 .
Publicado en Jun 13, 2011
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Mar Caribe: 18 de julio de 1792.

El Español zarandeó ligeramente a Liliana de las Mercedes.

- Despierta, condesita... despierta...

Esta se sobresaltó profundamente.

- ¿Qué sucede?. ¿Qué pasa?. ¿Dónde estoy?.
- Te quedaste profundamente dormida. Ya ha salido el alba.
- Ah, sí... el alba... o sea que eso quiere decir que ha llegado la hora en que me entregues a tu Cubana... ¿verdad?... ¡cobarde!.
- No digas más tonterías y habla en voz baja.
- Otra vez el truco de hablar en voz baja para dártelas de héroe conmigo...
- Que dejes de decir tonterías de una vez por todas.
- Te desprecio.
- Bueno. Está bien. Desprecíame cuanto quieras pero lo que intento hacerte comprender es que estoy pensando en la mejor manera de sacarte de aquí.
- Será una trampa seguramente...
- Piensa lo que quieras pero no lo digas. ¿Me has oído decir alguna vez que te voy a entregar a alguien?.
- No. Nunca.
- Pues no digas de mí no lo que no oigas de mí.
- ¿Y mi padre?. ¿Qué pasa con devolverme a mi padre?.
- Eso es otro cantar.
- ¡Ya sabía yo que eras un villano cobarde!.
- Que bajes la voz. Espera un momento.

El Español se acercó a la puerta y escuchó durante unos segundos. Luego se dirigió a ella de nuevo.

- No oigo nada. Eso es buena señal. Quiere decir que Goliat no está en la puerta del camarote. Deben estar casi todos todavía durmiendo. Escucha. Voy a abrir la puerta de la habitación pero ni se te ocurra hacer ningún ruido. Si despierta La Cubana estamos perdidos.
- Qué bien hacéis el teatro tú y ella... héroe de pacotilla...

El Español sólo sonreía...

- Encima te burlas de mí.
- Que te repito que pienses lo que quieras pero no lo digas en voz alta.
- Esto no cambia las cosas.
- Ya lo sé. Sigues estando prisionera... pero ahora salgamos de esta ratonera...

El Español abrió lentametne la puerta. La Cubana roncaba profundamente. Ambos lo comprobaron al salir de la habitación.

- Debe de estar soñando contigo.
- ¿Hasta cuándo he de tener paciencia?. Ni sé si está soñando conmigo ni me importa.
- Eso se lo dirás a todas, malandrín.
- ¿A todas?. ¿Quiénes son todas?.
- Supongo que las que han dormido contigo alguna vez.
- Bueno... no tiene la menor importancia...
- Así que sigues burlándote de mí...¿no es cierto?.
- No es cierto.
- ¿Qué es lo que no es cierto?.
- Que he dormido con todas. Eso es materialmente imposible. No hay suficientes días para eso. Y ahora vamos en serio... ¿sabes pinchar una aguja hipodérmica sin hacer daño?.
- Sé perfectamente cómo se hace. Lo he hecho muchas veces. Y ganas no me faltan de hacerlo contigo. ¿Qué sucede?. ¿Necesitas drogarte para hacer lo que deseas hacer?.
- ¿A qué te refieres con eso de desear hacer?. Lo que estoy deseando hacer ahora mismo es darte una paliza por malcriada... pero me retengo para no despertar a la otra...
- Así que reconoces que tienes dos.
- Tener si tengo dos... pero no precisamente es lo que estás pensando...
- ¡Gamberro!.
- ¿Otra vez con lo de gamberro?. Baja la voz y busca en los cajones de esa mesa mientras yo vigilo para que no despierte..
- ¿Qué se supone que debo encontrar en ese cajón?.
- Una aguja hipodérmica y una caja de cápsulas de un producto que se le denomina, entre la piratería y los bajos mundos de los marineros, la 'droga de la violación', un potente somnífero tóxico utilizado para dormir y abusar de individuos y que en caso de ser ingerido por un niño puede causar pérdidas de conciencia, dolores e incluso la muerte.
- ¿Cómo sabes tú tanto de eso?.
- No importa saber ahora lo que yo sé. Lo que importa es no despertar a la fiera.

Liliana de las Mercedes empezó a razonar positivamente. Al parecer El Español estaba diciendo la verdad cuando le afirmaba que quería sacarla de aquella ratonera. Así que sin hablar nada más con él se puso a buscar, afanosamente, en un cajón repleto de papeles... hasta que encontró lo que El Español buscaba.

- Aquí está. Debe ser esto...
- ¿Qué es eso?.
- Un sobre del tipo manila perfectamente lacrado.
- ¿A quién va dirigido?.
- Aquí pone "Instrucciones para la cerda GB".
- Trae acá ese sobre de inmediato y sigue buscando lo que te pedí.
- No será una trampa de las tuyas... ¿verdad?.
- No hables mas tonterías y busca lo que ahí debe estar.

Ella siguió buscando hasta que por fin lo encontró.

- ¡Aquí está lo que buscas, Español!.

El Español dejó de tomarle el puso a La Cubana que seguía roncando profundamente y dirigió su mirada hacia lo que ella le mostraba. Depués se acercó a ella y le quitó de las manos el sobre manila que guardó entre su ropa con mucho cuidado.

- En efecto. Eso es. Ahora te toca a ti hacer la labor. Inyéctale todo el contenido de una de esas cápsulas y procura que ni se entere.
- Allá voy.

La hija de los Condes de Quito demostró que sabía perfectamente cómo inyectar una aguja hipodérmica sin producir dolor alguno.

- Ya está... ¿y ahora qué hacemos?. Seguimos atrapados en la misma ratonera.
- Calla. Guarda silencio. Ve detrás de mí y si sale alguien al paso déjame resolverlo sin intervenir para nada. Pero antes coge ese catalejo de oro macizo.
- Vaya... ¡debe valer una verdadera fortuna!.
- Es para ti.
- ¿Intentas comprar de nuevo mi silencio?.
- Lo que sucede es que era de tu padre... así que ahora te pertenece a ti por pleno derecho.
- No van a cambiar las cosas entre tú y yo por eso.
- Bueno. No hace falta que cambien las cosas entre nosotros dos. Si no cambian es que todo marcha adecuadamente como debe marchar.
- Está bien. De momento te creo.
- No es cuestión de que creas en mí... sino de que creas que Dios nos va a sacar de esto.

Ella se guardó entre sus ropas el catalejo de oro macizo, guardó silencio y se situó detrás de él mientras salían a la cubierta del barco.

- Están tan confiados que se han dormido absolutamente todos. ¿Sabes nadar con la ropa puesta?.
- Soy una sensacional nadadora.
- ¿Qué es lo que no sabes hacer?.
- Echarle a la vida tanto cuento como le echas tú.
- Eso ya lo discutiremos más tarde. Mira allí. ¿Ves ese barco?. Es el mío. Se llama "El Jabato". ¿Puedes nadar hasta allí?.
- Nadar hasta allí y volver si es necesario.
- Pero no creo que te guste tener que regresar.
- Olvidas que hay por aquí tiburones.
- No olvido que hay por aquí tiburones. Por eso llevo esto.

El Español sacó un afilado cuchillo.

- ¿Vas a pelear con una banda de tiburones con un simple cuchillo?.
- Me parece que sueñas demasiado... no voy a hacer eso...
- Pues no te entiendo nada.
- Si se acercan los tiburones no tengas miedo y nada despacio, sin hacer demasiado rudido. Los tiburones no atacan si no huelen la sangre... pero si veo que alguno de ellos es realmente peligroso me haré un corte en el brazo. En ese caso no te lo pienses dos veces y dirígete hacia "El Jabato" sin volver la vista atrás como hizo la mujer de Lot.
- ¿También has leído la Biblia?.
- Una vez entera. Suficiente para mí.
- ¿Te vas a ofrecer a los tiburones para salvarme?.
- En caso de que uno de los dos tenga que morir comido por los tiburones prefiero ser yo.
- ¿Es verdad entonces lo de tu leyenda?.
- No sé de qué me estás hablando.
- Se cuenta por esos mundos de Dios que siempre procuras salvar a tus compañeros arriesgando la vida por ellos. ¿Es verdad eso?.
- ¿Y qué importancia tiene saber eso ahora?.
- Bueno. Digamos que es cierto.
- Digamos que puedes pensar lo que te dé la gana pero... ¡venga!... ¡al agua antes de que despierten los del "Botín"!.

Ambos se lanzaron desde la borda del barco de la mujer pirata mientras todos dormían su borrachera y La Cubana ahora ya no roncaba sino que estaba totalmente fuera de combate como si la hubiese noqueado el mismísimo James Figg en persona.

- Que Dios reparta suerte -dijo El Español mientras entraba en contacto con las aguas.

Muy pocos segundos después se acercaron los tiburones. El Español, por gestos, le dio a entender a la hija de los Condes de Quito que no se pusiera nerviosa, que nadara muy cerca de él sin hacer demasiado ruido y que si les atacaba un tiburón nadase a toda velocidad hasta llegar al barco de sus compañeros piratas.

- Que no le suceda nada, por favor, Dios mío -pensaba ella mientras nadaba a su lado derecho.

Los tiburones no atacaron y, de pronto, se alejaron de allí.

- Gracias Dios mío por haberme escuchado -siguió pensando para sí misma Liliana de las Mercedes.

Dos minutos después llegaron hasta "El Jabato". El fiel e inseparable Taurus los avistó rápidamente.

- ¡¡Buenos dias, Capitán!!.
- !!Venga, Taurus, echa una escala!!.

Al momento llegaron varios de los piratas de "El Jabato" quienes, a la orden de Taurus, hicieron lo que ordenaba El Español. Y pocos segundos después éste y su compañera circunstancial subían al barco.

- ¡Menudo susto me has dado, Español!. ¡Creí que nunca más iba a volver a verte!.
- Yo siempre vuelvo después de acudir a todas mis citas.
- Ya, pero esta vez vuelves demasiado bien acompañado.
- ¡Escuchadme todos!. Esta mujer es nuestra invitada especial.
- ¿Vuestra invitada especial?. ¿Es que es verdad que no matáis a nadie?.
- Es verdad -dijo Taurus admirándola más de cerca.
- No le tengas miedo. Es gigantesco pero tiene un corazón mas gigante todavía.
- Pero tú me sigues cayendo mal. ¿Cuando me vas a devolver a mi padre?.
- De momento vales una fortuna para quien te tenga en sus manos.
- Entonces... ¿no es cierto que jamás tomáis rehenes?.
- Es cierto pero puede haber excepciones muy oportunas.
- ¡Eres un miserable mentiroso!.
- Mientras estés aquí no te consideres rehén sino solamente una invitada muy especial.
- De acuerdo. Pero no pienso dirigirte la palabra jamás. Hablaré con cualquiera menos contigo.
- Está bien. Para escuchar tantas tonterías que dices de mí es mejor que no me hables nunca más en la vida... y además todos mis hombres son cultos y educados así que aprenderás muchas cosas hablando con ellos.

Ella le dio la espalda.

- Puedes utilizar el camarote de los invitados...

Ella volvió a mirarle a los ojos.

- ¿Es que hay aquí un camarote para invitados?.
- Sí. El mío. Yo, mientras estés aquí, dormiré en cubierta.
- Me parece que es verdad que estás loco.
- No lo sabes tú bien. Estoy loco pero no te diré por qué ni por quién.
- Bueno. No me importa. Jamás dirigiré la palabra a alguien que piensa en una mujer que yo no tengo ni idea de quién se debe tratar.
- Pues eso...
- Pues eso digo yo también...
- ¿Qué estáis esperando y mirando todos como bobos?. ¡Vámonos a toda velocidad de aquí!.

En "El Botín", Goliat se acababa de despertar y observó cómo "El Jabato" se alejaba a toda velocidad del alcance del barco de la mujer pirata. Se sobresaltó. Algo debía haber salido mal. Así que bajó rápidamente al camarote de La Cubana. La puerta estaba abierta. Pensó que esa era una mala señal y entró nervioso, fuera de sí y atropelladamente. Encontró a La Cubana en su séptimo sueño.

- ¡Maldito Español!. ¡Cuando te pille te haré papilla de fraile!. ¡¡Silverado!!. ¡¡Silverado!!. ¡¡Baja inmediatamente aquí!!.

El aludido despertó bruscamente.

- ¿Quién me llama?.
- ¡¡No seas estúpido, inglés gordinflón!!. ¡¡Baja de inmediato al camarote de La Cubana!!.
- ¡¡Qué bueno!!. ¿Me ha tocado el premio de quedarme yo con la condesita?.
- ¡¡Estúpido!! -volvió a repetir Goliat viendo su impotencia.
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Novela Corta.

Palabras Clave: Literatura Novela Corta Relato Narracin.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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