La Condesa de Quito (Novela Corta) Captulo 7.
Publicado en Jun 14, 2011
Océano Pacífico: 15 de agosto de 1792.
Día de la Asunción. Es fiesta en las tierras hispánicas. Muy cerca de las Islas de los Galápagos, se encontraba "El Botín". La Cubana estaba, en paños menores, tumbada boca arriba en el cómodo sofá de su camarote. Tenía, entre manos, una hoja de papel que estudiaba detenidamente; pero su mente estaba inquieta. Llevaba casi dos meses sin poder apenas conciliar el sueño. Todavía estaba buscando al barco pirata conocido com "El Jabato", el barco del capitán pirta apodado El Español. Sólo estaba obsesionada con una única cuestión: hacer su ajuste de cuentas. Así, casi desnuda, su seguridad de antaño había dado paso a una mujer indecisa, sobresaltada por las dudas de aquel ser o no ser que se había planteado el 17 de julio del mes pasado. No había podido, todavía, perdonar el engaño del que había sido víctima aquella noche. Todos los días se levantaba con una sola idea fija y se dormía, cuando podía dormir, con la misma idea. ¡Venganza!. Su diccionario se había reducido únicamente a la palabra venganza. Su pensamiento ya no se ocupaba de otra cosa. Sabía que tarde o temprano volvería a verle... ¡y entonces sería la hora de la venganza!. Alguien golpeó la puerta. - Adelante, Goliat... pasa sin miedo alguno. El gigantesco y hercúleo personaje, estaba muy preocupado. El humor de La Cubana había cambiado tanto que, por cualquier cuestión mínima, había ya mandado a más de uno al fondo del mar con varias piedras atadas al cuello. - Buenos días, preciosa... ¿se puede hoy hablar contigo?. - Tú sí, Goliat... ¡los demás que me olviden!. Olvidar. Eso era lo que ella no podía conseguir hacer a pesar de que lo intentaba día y noche. - Es mejor que le olvides y que olvides todo lo que pasó aquella noche. Es sólo pasado y no podemos quedarnos anclados en aquella aventura porque todavía tenemos muchas otras aventuras por delante. Quizás algún día, cuando menos lo esperemos, yo tenga la oportunidad de convertirle en papilla de fraile. Tengo jurado que así lo haré. - No digas tonterías, Goliat. Él nunca se dejará convertir en papilla de fraile. Sé muchas cosas del Español que tú y muchos como tú, sólo masas musculosas pero de poca inteligencia por cierto, desconocéis. En un cuerpo a cuerpo jamás vencerías al Español. - ¿Puedo saber qué es eso que desconozco de él?. - Artes marciales, Goliat... estoy hablando de artes marciales. ¿Sabes lo que es un dan?. - Ni idea de lo que es un dan. - Siéntate un momento que te voy a explicar algo para que aprendas con quien te querías enfrentar. - Quería no... ¡quiero!... - Escucha antes de decir tonterías, Goliat. Y La Cubana se explayó porque tenía deseos de hacerlo, mientras Goliat la escuchaba sentado en un taburete. - El dan es un sistema japonés para determinar un nivel, que es usado en las artes marciales. Fue originalmente inventado en una escuela Go en el período Edo. En las artes marciales japonesas, los poseedores de un rango dan normalmente llevan un cinturón negro. Las artes marciales, denominadas también sistemas de lucha, consisten en prácticas y tradiciones codificadas cuyo objetivo es someter o defenderse mediante la técnica. Hay varios estilos y escuelas de artes marciales que habitualmente excluyen el empleo de armas de fuego y otro armamento moderno. Lo que diferencia a las artes marciales de la mera belicosidad con violencia física (peleas callejeras) es la organización de sus técnicas en un sistema coherente y la codificación de métodos efectivos. En la actualidad las artes marciales se practican por diferentes razones, que incluyen el deporte, la salud, la protección personal, el desarrollo personal, la disciplina mental, la forja del carácter y la autoconfianza. Además, puesto que el significado estricto es el de "artes militares", por extensión se aplica a todo tipo de forma de lucha cuerpo a cuerpo y a las artes militares históricas. Por esta asociación con la lucha y con las armas, incluye conocimientos relativos a sistemas que tradicionalmente se han considerado modalidades deportivas; por ejemplo, el boxeo, la esgrima, la arquería y la lucha libre. Los Rangos de Dan en japonés son, de menor a menor los sigueites: 1. Mamada: princesa. 2. Shodan: Primer grado. 3. Nidan: Segundo grado. 4. Sandan: Tercer grado. 5. Yondan: Cuarto grado. 6. Godan: Quinto grado. 7. Rokudan: Sexto grado. 8. Nanadan : Séptimo grado. 9. Hachidan: Octavo grado. 10. Kudan: Noveno grado. 11. Judan: Décimo grado. Los maestros 9 y 10 Dan llevan cinturón "Rojo". Se sabe que existen, hoy en día, solamente tres maestros con noveno Dan; pero se cuenta que existe un sólo décimo Dan. ¿Y sabes quién es ese Dan número 10?. - ¿Te estás refiriendo, acaso, al Español?. - Forma parte de su leyenda... pero estoy segura de que es verdad... - Y entonces... ¿por qué no actúa con violencia?. - Porque existe, entre los más grandes profesionales de las artes marciales, un Código de Honor que consiste en no utilizar la fuerza física contra ningún ser humano. - ¿Entonces para qué sirve conocer esas técnicas?. - Es que no he terminado de explicar... - ¿Hay algo más?. - Sí. Pueden aplicar la violencia física para defenderse si se les ataca, para destruir a quienes atacan lo que más aman en su mundo o para destrozar a quienes estén usando la violencia física contra otros seres humanos indefensos y estén ellos presentes. ¿Sabes ya qué es El Español?. - Si eso es verdad... procuraré nunca hacer que se enfade... - El problema no es saber lo que es El Español sino saber quién es. - Pues El Español... - Todos tenemos nombres y apellidos salvo algunos que hemos nacido sin saberlo. El Español tiene que ser alguna persona en concreto. Yo, por ejemplo, soy La Cubana nada más... pero él es alguien con nombre y apellidos propios. Estoy segura de eso... pero ¿quién es El Español?. - ¡Yo puedo derrotarle, Cubana!. - No digas tonteráis, Goliat. Sería como la historia bíblica de David frente a ti. Tiene la suficiente fuerza física como para derribarte de un solo guantazo... pero no es eso lo que le hace invencible... - ¿Qué es entonces lo que le hace invencible?. - Su fuerza espiritual. Es como si tuviese una energía especial. Se nota cuando le miras a los ojos de frente... pero también es cierto que tiene un punto flaco y es por ahí por donde se le puede derrotar... - ¿Algo así como el tendón de Aquiles?. - En efecto. Y yo creo que ya sé cual es dicho punto flaco... lo que sucede es que me parece que lo he descubierto demasiado tarde... - Nunca es demasiado tarde para nosotros, Cubana... díme cuál es ese punto flaco... En esos momentos sonó de nuevo la puerta. - ¿Quién eres y por qué molestas en este preciso instante?. - ¡Soy Magalhaes y traigo noticias, Cubana!. - ¡Entra, portugués!. ¡Entra!. Cuando Magalhaes entró en el camarote descubrió que ella estaba en paños menores y Goliat sentado a su lado. - Perdona Cubana... no sabía que... en otro momento más oportuno vuelvo... - ¡No seas imbécil, portugués!. Entre Goliat y yo no hay nada y nunca ha habido nada... - Pero es que como... - ¿Qué quieres insinuar?. O guardas silencio o te corto la cabeza. - No, por favor, no lo hagas. - Entonces... ¿por qué te atreves a molestarme en estos momentos de mi intimidad. - Repito que si tengo que volver en otro momento no pasa nada... - ¿De verdad eres tan imbécil como aparentas, Magalhaes?. El portugués se decidió a hablar antes de que el asunto se le pusiese más grave. - Tengo noticias importantes que contar. - Adelante. ¡Habla ya de una vez o te mando cortar la lengua!. - Vaya. Parece que hoy estás insoportable. - ¿Cómo has dicho... mequetrefe portugués?. - Nada. Que era cierta la información. Tenemos localizado al "Fortuna". - ¿Y a qué esperáis para atacarles?. - Es que no viene solo. - Mejor todavía. Si nos apoderamos de dos tesoros al mismo tiempo esto se pone muy interesante. - No tan interesante, Cubana. - ¿Qué quieres decir, Magalhaes?. - Que no son dos barcos. Hemos localizado a un total de doce y nos tienen ya rodeados. - ¿Trece barcos a la vez?. ¿Cómo es eso posible?. ¿Qué barcos son esos?. - Pertenecen a la escuadra del virrey Ezpeleta. - ¿Está "La Capitana" entre ellos?. - "La Capitana" es el que los comanda a todos. ¿Qué hacemos?. ¿Morimos luchando?. - No digas tonterías. ¡Salid inmediatamente los dos de mi camarote!. Y mientras me visto decentemente arriad la bandera pirata e izad la bandera blanca. - ¿Quieres decir que nos rendimos?. - Algún día tendría que suceder. Lo que me irrita no es perder la vida...porque con eso ya contaba desde el primer día que me puse al fente del "Botín"... sino que alguien nos ha traicionado. - ¿Quién ha sido ese bellaco?. ¡Lo destrozo con mis propias manos!. - Tranquilo, Goliat... guarda tus fuerzas para soportar la cárcel. Pero sé quién ha sido el traidor... - ¡Silverado!. ¡Ha sido ese despreciable inglés del Silverado!. - No, Goliat. Ese mastodonte gordinflón sólo es un paleto. Un ignorante nada más. No ha sido él. - ¿Quién ha sido entonces?. - No deseo hablar más de ese asunto. Sólo sé que es un traidor y un cobarde nada más. Está muy interesado en que yo muera pronto. - Propongo que cantemos un fado. - ¿Un fado?. - Sí, Cubana... pero no te enfades... A la Cubana le hizo sonreír aquel juego de palabras de Magalhaes. - Está bien. Caigamos cantando con música de fado. Yo, mientras tanto, me vestiré como mujer. Tengo el vestido de novia todavía en mi alcoba. ¡Venga!. ¡Salid ya afuera y cantad un fado mientras nos detienen las tropas del virrey José Manuel de Ezpeleta!. Goliat y Magalhaes salieron a cubierta, mandaron arriar la bandera pirata e izar la bandera blanca y, ante el asombro general de todos los hombres de la mujer pirta, ordenaron cantar un fado todos juntos mientras uno de ellos, el pequeño Pedrín, tocaba el acordeón. - Nunca sabéis cuanto amamos la libertad que llamamos con acentos de piratas. Seremos tal vez unas ratas pero sabemos que en esta batalla siempre la tormenta estalla para bien o para mal. Nos ha tocado perder pero volvemos a ser solamente cada cual a la hora de fallecer. Las fuerzas del virrey, cuando subieron al "Botín", encontraron a unos hombres vencidos pero no humillados... aunque sólo fueran unos sanguinarios del mar. - No compendo cómo se entregan de esta manera -señaló el almirante Albéniz. - Escuche, señor Albéniz, también los más crueles saben morir. - No lo niego, señor conde, pero es la primera vez que veo de cerca a tan sanguinarios piratas sin disparar ni un sólo cañonazo para defenderse. Entonces apareció ella. - Quizás porque hemos nacido para perder. - ¡Ya te advertí, Cubana, que nos volveríamos a ver!. ¿Has olvidado el día en que nos conocimos personalmente?. Supongo que no. - Supone usted bien, Don Lucio Armandoc y supongo que usted tampoco lo ha olvidado. - No lo he olvidado. Yo siempre cumplo con mis juramentos. Y ahora... ¿dónde está mi hija?. Si le has hecho algún daño en estos mismos instantes te corto la cabeza de un solo tajo tal cómo había jurado. El Conde de Quito sacó su espada. - Tranquilo, señor conde, tranquilo. Su hija hace ya más de un mes que no está conmigo. - ¡¡Ni se te ocurra decirme que la arrojaste a los tiburones!!. - Algo mejor que eso... señor conde... algo mejor que eso... pues no era justo que una joven como ella no pudiese disfrutar... - ¿Qué me estás queriendo decir?. - Que su amada hija ya no es virgen. El Conde de Quito rugió lleno de ira. - ¡¡Quién ha sido de todos estos cobardes rufianes el culpable!!. ¡¡Canta, Cubana!!. Canta de plano... y ay de aquel que lo haya hecho... porque lo ensarto en un tridente y lo dejo colgado de la vela mayor de mi "Capitana" como comida para los buitres. - No está aquí el culpable. Ni tan siquiera forma parte de mi tripulación. - Entonces... ¿quieres decir que está en manos de otro pirata?. - Del más listo de todos. Él fue quien hizo que ya no fuese virgen y supongo que todavía la tiene en su poder. - ¿Quién es ese sinvergüenza?. - El Español, señor conde, es El Español. - ¡¡Valiente renegado!!. ¿Es que sólo se atreve contra indefensas doncellas?. - No le juzguéis a destiempo, Don Lucio Armando, no vaya a ser que os equivoquéis con él de la misma manera que yo. - ¡Qué jueguecito es este?. No tiene gracia alguna. - Para mí es muy divertido... - ¿El Español es muy divertido?. ¿Ese renegado es muy divertido?. - No lo sabéis bien, señor conde... más divertido de lo que imagináis. - No será imaginación cuando le vea colgado del palo mayor de mi "Capitana". - ¿Me haríais el honor de colgarme a mí también al lado de él?. - ¿Quiere decir que os tiene enamorada?. - Quiero decir, solamente, que me gustaría morir junto a él. - Entonces esperad a que le caze como te he cazado a ti. Mientras tanto tú y todos los tuyos pasaréis todo el tiempo en el penal de Ibagué. - ¿Dónde se encuentra dicho penal?. - En la provincia colombiana de Tolima. Allí tendréis todos vosotros la ocasión de pensar... - Ya no me interesa pensar nada más. - Entonces ruega a Dios que encuentre al Español antes de que te pudras en vida. En esos momentos dio un paso hacia ella un personaje vestido elengatemente pero no de manera militar. Llevaba unos lentes de cristal y tenía una muy bien cuidada barba. - Hola Cubana. Es un gusto conocer a tan bellísima y hermosa mujer. - ¿Quién eres tú para decirme tales piropos?. ¿Acaso otro machista más de los muchos que he tenido que soportar en mi vida?. - No, señorita, nada de eso. Me llamo Manuel del Socorro Rodríguez. - ¿Del Socorro?. ¿Es eso apellido o apodo?. ¿Quizás eres algún cura que quiere socorrerme antes de hundirme en los infiernos?. - No me hagáis sonreír, bella dama. Yo sólo soy el fundador del periodismo en el Virreynato de Nueva Granada. Quisiera, solamente, hacerle una corta entrevista para mi "Papel Periódico de Bogotá". - ¿Quién lee ese papel?. - Sólo los más cultos de la sociedad colombiana. Los que saben leer. Los de la alta clase social. - ¿Y puedo decir lo que siento?. - Debéis saber que existe la censura pero en este caso haré que se publique aunque sea de manera clandestina. - Entonces... sí... digo que sí... - ¡Qué lastima, Cubana, que nunca me dijiste sí a mí!. - Te dije que guardaras tus energías, Goliat, para soportar el presidio. - ¿Tenéis disponible vuestro camarote, Cubana?. - Por supuesto que sí. Pero quiero que haya un testigo... un sólo testigo de nuestra entrevista. - Eso es aceptable. ¿A quién preferís de todos los aquí presentes?. - Al Conde de Quito. - Pero recuerda que no puedes escapar. Si lo intentas mis hombres te dispararán a matar. - No voy a escapar, señor conde, no voy a escapar... pero preferiría hablar con ustedes dos con una botella de oporto para brindar. - Para brindar por quién. - Por su bellísima hija y lo feliz que fue con El Español. - Escucha, vil mujer... si vuelves a nombrar a mi hija te corto la cabeza de verdad. La Cubana comprendió que el Conde de Quito ya la había soportado demasiado. - Está bien. Jamás volveré ni a pronunciar su nombre ante usted. Ahora bajemos. Los tres bajaron al camarote de la Cubana, ella sacó una botella de oporto y tres vasos del mueble-bar y los tres se sentaron en taburetes frente a la mesa. - ¿En esta mesas guardáis secretos?. - Puede ser.. o puede ser que ya no haya ningún secreto que guardar... - Dejemos historias ajenas al interés de mi periódico. Lo que me interesa es que me cuentes algo de tu vida, Cubana. - Entonces empezad a preguntar, periodista... o desea que le llame señor director... - Me conformo, de momento, con que me llames solamente periodista. Yo, a cambio, te llamaré solamente mujer. - Empiece ya a pregutar. - Ahí va mi primera inquietud. Don Manuel del Socorro Rodríguez sacó un fajo de hojas y una pluma de escribir. - ¿Por qué eres tan cruel con la sociedad sin mirar quien muere o no muere?. - ¿Acaso la sociedad no ha sido cruel conmigo?. - No entiendo cómo puede decir tal cosa una mujer tan hermosa. - Nada de poesía, señor periodista. Nada de piropos en forma de poesía. - Perdona. No era mi intención molestarte. - Entonces procura no hacer más pareados o dejo de contar. - Cuenta... cuenta con plana libertad... - Está bien. Me servirá como terapia antes de morir. - Adelante. Estoy apuntando todo. - Entonces escribe lo siguiente: yo nací de madre desconocida y padre desconocido. Sólo sé de ellos, gracias a las confesiones de una gitana que encontré cuando ya era yo independiente y que estaba a punto de morir dicéndome que era mi verdadera abuel. Ella me contó que mi madre era una bellísima gitana y mi padre un donjuanesco marqués que, al nacer yo, hizo matar a mi madre para que nadie supiese quién era él. Con el paso de los tiempos me fuí haciendo cada vez más rebelde y arisca hasta que a los doce años de edad fui violada por el mismo que había violado y matado a mi bellísima madre. - ¿El citado marqués?. - Sí. No tiene ahora ninguna importancia saber de quién se trata... pero repitió varias veces las violaciones... hasta que escapé una noche, cuando tenía catorce años de edad, y me dediqué a vivir en las calles de las ciudades en que el destino me llevaba. Recuerdo que entre ellas estaba Guayaquil, dónde por primera vez escuché la leyenda del Español. Siempre quise saber quién era este tal español que desplumaba a los ricos para favorecer a los pobres. - ¿Eso hace El Español?. - Si señor... eso hace El Español porque tiene los valores éticos y morales que muy pocos de la alta sociedad poseen. Desde ese momento decidí arriesgarme, a la edad de los veinte años, a crear mi propia banda de forajidos piratas. Como conocía todos los mundos del hampa, elegí a los más sanguinarios. Con ellos aprendí a manejar la espada y las armas de fuego. Rápidamente fui más temeraria que todos ellos juntos y pude conseguir ponerles bajo mi dominio. Así que esa es mi breve historia. - ¿Nada más?. - Existen cosas que prefiero guardar en secreto y llevármelas a la tumba. - ¿Por qué, Cubana, por qué no contar todos los secretos?. - Porque busco ser tan legendaria como El Español. Si El Español guarda secretos... y estoy seguro de que guarda secretos... yo también deseo hacer lo mismo... sólo para estar a su misma altura... - ¿Y qué mas?. - Que no lo he conseguido. Nunca he conseguido atrapar al Español en el terreno amoroso. Es el único hombre, de los que se me ha antojado, que no ha hecho el amor en mi cama. Casi nunca lo he localizado y cuando lo he hecho se me ha escapado intacto. Esa es una de las notas más curiosas que cuentan los piratas de él y que hace que su leyenda sea cada vez más grande. - ¿Es verdad que roba solamente a los muy ricos para repartir sus botines entre los más pobres?. - Eso es verdad. - ¿Y si tú querías ser como él por qué no hiciste lo mismo?. - Él sabe por qué. Estuvimos hablando juntos la noche en que escapó con la hija del Conde de Quito, la señorita Liliana de las Mercedes después de que, por mi culpa y mi capricho de mujer fatalista, tuvo relaciones sexuales con ella. - ¿Cómo quieres que titule esta entrevista?. - Ponga usted, señor periodista, lo siguiente: "Soy rebelde pues la vida me hizo así". Entonces fue cuando intervino el Conde de Quito. - Escucha Cubana. Me ha conmovido tu historia. He decidido no cortarte la cabeza con mis propias manos ni tampoco hacer que te encierren en el penal de Ibague junto con los hombres más violentos y peligrosos del virreinatov para que no te violen después de lo que he escuchado; pero pasarás todo el tiempo, hasta que cace al Español y juntos seáis juzgados por un alto tribunal, en las mazmorras del mismísimo virrey Don José Mnauel Ignacio Timoteo de Ezpeleta Galdeano Dicastillo y del Prado. - ¿También se llama Ignacio?. ¿Creía que sólo era José Manuel?. - Se llama también Ignacio y por eso los del pueblo oprimido le llaman sarcásticamente Nacho "El Tacho". ¿Sabes qué quiere decir tacho?. - No conozco esa palabra. - Significa cubo de basura en la jerga de los pobres del Ecuador. Por eso le llman Nacho "El Tacho"; porque al citado Ignacio le consideran solamente pura basura. - ¿Pura basura?. - Pura basura por lo de su usura y su gordura. - ¿Otro pez gordo? - Sí. Bastante gordo está por no decir que está excesivamente obeso. - ¿Y no tiene cura?. - Este tal Nacho no tiene cura y su vida es más bien oscura. - ¿Ese tal Nacho es acaso nacido en Ávila?. - Posiblemente ha nacido en Ávila o tiene parientes directos en Ávila, pues algunos le dicen "El Águila de Ávila" Por primera vez en su vida, La Cubana sonreía a un alto personaje de la nobleza.
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