EL MÉDICO y EL CURA
Publicado en Jun 20, 2011
Colombia ha vivido más de QUINIENTOS años de violencia. En 1492 llegó Colón con su trakamanada de ladrones conquistadores asesinando nuestros aborígenes y robándose el oro y las tierras. Luego viene la campaña Libertadora liberando al pueblo de la opresión y se posesionaron los Políticos haciendo lo mismo. En 1948 los dos partidos políticos tradicionales Rojos (Liberales collarejos) y Azules,(Conservadores godos pájaros) decidieron matarsen entre sí en busca de una mayoría y, los frutos son las guerrillas terroristas. EL MÉDICO Y EL CURA. (Con la vara que midas, serás medido.) Un médico recien egresado de la Universidad, está obligado a ejercer su primer año en un pueblo o una vereda. Jaime se graduó, su familia le hizo el baile de grado acostumbrado y su papá consiguió con el político de turno, que lo nombraran como médico, en el pueblo más godo del Departamento de Caldas del eje cafetero, llamado La Dorada. Jaime fué despedido con muchas lágrimas de alegría por sus padres, los cuales tenían sus esperanzas fijadas en él por ser su hijo mayor. Jaime llegó a La Dorada una tarde muy lluviosa, consiguió alojamiento en la "Pensión Rosita" por la suma de 33 pesos mensuales; se ganaría un sueldo de 100 pesos al mes. (Estamos en el año 1950) Una hora después se presentó a la Alcaldía y tomó posesión del empleo. Luego se dirigió al puesto de salud, (no había hospital) y Luisa la única enfermera le dio la bienvenida, le hizo entrega de la oficina y, le dio un beso y un abrazo. La alegría del doctor Jaime le hizo olvidar de las otras autoridades del pueblo, como el Cura, el presidente del concejo y Gumersindo el gamonal, los cuales eran godos recontragodos del azul de mitilí. Quince días después, el cura en la hora del evangelio de la misa de siete, decía: Hoy el sermón está basado en un pasaje del santo evangelista San Marcos que decía... ...pero nos han informado que ha llegado nuevo médico al pueblo y sospecho que no somos de su agrado porque no se ha hecho presente en el despacho parroquial y menos lo hemos visto por el templo de dios, y dios quiera que no sea collarejo. Espero que esas señoras chismosas no le lleven el cuento al médico. El Cura esperó que el médico se presentara y como no ocurrió, en cada momento del sermón de cada misa decía: Ya han trascurrido dos, tres, meses y no hemos visto al joven médico que dizque se llama Jaime, yo digo Escorio-te,no sé qué, porque creemos que es uno de esos revoltosos mechudos que se dan ahora en las universidades del gobierno, que no le rinden culto a dios sinó al diablo, comunistas, que reniegan de la religión de nuestro señor Jesuscristo y lo reto desde este púlpito a demostrar su respeto a dios que es el único que nos salvará del infierno, y ahora que digo infierno, ese señor debe ser un enviado del gobierno comunista y dirigido por el mismo que le dicen el gran putas, porque hasta en eso se identifican los liberales collarejos hoy en día, y quiero que esas chismosas que conocemos y no puedo decir quienes son, le lleven el cuento de todo lo que digo, porque para llevar chismes si lo tienen grande!! Pues, la tal Fabiola esa, fue donde el médico dizque disimulando un dolor ajeno y, mientras le revisaba las tetas, simulando dolores le dijo: Cómo le parece dotorcito que ese cura que ni me cae bien porque es más godo que el pájaro azul, dice que mi dotorcito es collarejo como el tal pajarito carpintero y que odia a nuestro señor Jesuscristo y que si nuestro señor viviera y se ejermara, uste mi dotorcito en lugar de una jiringuilla le clavaría un cuchillo en la costilla y que busté es comunista, pero no diga lo que le digo porque la crucificada soy yo que lo quiero tanto. ¿Que qué? pues mi doña déjelo que diga lo que diga, un día caerá por aquí y lo conoceré. Y parece que alguien de por allá arriba que arregla todo en la vida, un día Custodio el cura, llegó al puesto de salud con dolores de barriga que le impedían caminar bien con la pata derecha. Hola doctor Jaime, como usted no va a misa, hoy vengo a su consultorio a traerle mi bendición y invitarlo a la fiesta de la virgen del carmen y de una vez me eche una revisadita que estoy sintiendo un fuerte dolor en mi vientre y me tiene frenada esta pata. Seguro que por acá han venido esas viejas chismosas, pero no les crea nada de lo que dicen, porque yo si lo he mencionado pero no tanto y solo le pido a dios por su alma, además somos colegas porque si usted cura enfermedades yo curo almas y las bendigo. -dijo el cura. Tranquilo pedrecito, comprendo eso de colegas y en verdad a mí solo me queda tiempo para atender seres vivientes. Imagínese padrecito que hasta perros me traen a que los atienda, yo creo en dios pero con él me encuentro y lo invoco para que me ayude con enfermedades como la suya. Hágame el favor y se sube a esa camilla, lo veo demasiado gordo, ¿le ayudo? hay que hacer ejercicio padre porque también nos tenemos que cuidar el cuerpo. ¿cuátos kilos pesa? 120 kilos, pero no se me nota, ¿cierto? porque uso la sotana, doctor. Está demasiado gordo padre, quítese la sotana y la camisa y se queda en calzoncillos y, además se toma esta pastillita para el dolor. El médico con la ayuda de su enfermera, le abrió especie de cesárea, le organizó los intestinos, lo coció nuevamente y, llevó al cura hasta la casa parroquial. Al rato llegó la enfermera con un bebé de dos días de nacido y se lo colocó al cura a un lado de su cama. (El niño era de una indiecita que murió en el parto) El cura despertó de la anestesiada y se encontró con el sacristán y un niño en sus brazos arrullandolo. ¿Qué pasa Joselito, de quién es el niño, dónde está ese médico? El niño es suyo padrecito, el médico ya se marchó y le dejó dicho que este bebé es el motivo de su gordura, que lo tuvo por medio de cesárea. ¿Cómo? ¿Que, qué? No es posible mi dios que me hallas hecho un regalo, imposible, siempre te había pedido un hijo, pero nunca llegué a pensar en un embarazo. Gracias, ¡gracias Dios mío! El niño fué bautizado con el nombre de José, creció diciéndole papá al cura y tío al sacristán. Ya había cumplido 8 años y era la adoración del papá y el tío. También le decían Joselito. Un día amaneció el cura muy enfermo, se fué a levantar y no pudo. Llamó al sacristán y le pidió que no abriera puertas del templo y que fuera por el médico, que estaba muy mal. El sacristán hizo el mandado y regresó con malas noticias: el médico estaba en la vereda de 4 ranchos y la enfermera no lo podía atender. El cura se encontraba muy mál, se quejaba de dolores de estómago y, escuchando campanas de despedida, hizo que el sacristán le trajera el niño a su lado y le dijo: Escuche bien Joselito, parece que mi Dios me está llamando a su seno a rendir cuentas y tengo que dejarte, voy a morir y tengo qué revelarte una verdad. No papacito, no te mueras, no me dejes solo, mira que ni madre tengo. -dijo el niño. Escuche Joselito, te dejo todo lo que hay en esta casa y un dinero en el banco que está a tu nombre, esta escritura de la casa de la esquina y te pido que seas un buen cristiano. No papá, no me dejes solo, no papá, tengo miedo.-decía el niño. Tienes que ser muy fuerte hijo, escuche bien esto: YO NO SOY TU PAPÁ, SOY TU MAMÁ. No, tu eres mi padre, papá te quiero mucho, papi no te mueras. No hijo, ¡soy tu madre! ya te lo dije. Soy tu mamá hijo. Y entoces...si tú eres mi madre, ¿quién es mi papá? TU PAPÁ HIJO... ¡ES EL OBISPO!
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Verano Brisas
Llegada de los españoles a América: 1492.
Héctor Restrepo Martínez