Comunicacin Interpersonal en la pareja (Ensayo) -12-
Publicado en Jun 30, 2011
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- Claves para el entendimiento de un proyecto común.
Capítulo 12.- 12.1.- Sexualidad y religión.- 12.2.- Origen divino de la sexualidad.- 12.3.- Lo moral, lo inmoral y lo amoral en la sexualidad. - 12.4.- Desviaciones religiosas del sexo.- 12.5.- El Cantar de los Cantares.
12.1.- Sexualidad y religión.
Acudamos, sencillamente, a una fuente imparcial como es Wikipedia:
"La relación entre religión y sexualidad implica una moral sexual, entendida no tanto como parte de la moral general o común a todos, sino como la parte de la moral religiosa que implica restricciones u obligaciones al comportamiento sexual humano. Varía enormemente en el tiempo entre unas y otras épocas, así como entre distintas civilizaciones o culturas. Las normas sociales, los estándares de conducta de las sociedades en cuanto a la sexualidad, suelen ligarse a creencias religiosas de una u otra religión.
De acuerdo con esto, la mayor parte de las religiones han visto la necesidad de dirigir la cuestión de un papel "propio" de la sexualidad en las interacciones humanas. Diferentes religiones tienen diferentes códigos de moral sexual, que regulan la actividad sexual o asignan valores normativos a ciertas acciones o pensamientos cargados de contenido sexual.
Aunque el sexo es abiertamente representado en algunas manifestaciones del arte hindú, así como en una parte de su literatura (Kama Sutra), el hinduismo en sus diversas corrientes suele mantener una moral sexual restrictiva. Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Arte erótico de India. 
María Magdalena, junto con la hemorroísa y Santa María Egipcíaca, es uno de los ejemplos de la consideración tradicional de la sexualidad en el cristianismo, puesta en valor más bien por su negación y el arrepentimiento de los pecados que trae consigo. Se considera al cuerpo —especialmente el de la mujer— como uno de los enemigos del alma. La virginidad y la castidad se consideran valores morales, y el celibato eclesiástico se ha mantenido como tradición en Occidente desde la Edad Media, y desde la Reforma Protestante se ha convertido en una seña de identidad del catolicismo romano. Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre María Magdalena. 
Los puntos de vista entre religiones y creyentes individuales discrepan ampliamente, incluso dentro de los que se adhieren a la misma doctrina particular; desde el concepto que demoniza al sexo y la carne, como uno de los enemigos del alma, a la creencia (propia de varias religiones orientales y religiones africanas) de que el sexo es la más alta expresión de lo divino (numinoso en la terminología de Mircea Eliade). Estos conceptos teológicos no se traducen automáticamente en una mayor o menor relajación de costumbres, que en cada civilización tienen su expresión en las muy diferentes formas de matrimonio y de otras relaciones interpersonales institucionalizadas o no, tal como las estudia la antropología cultural.
Algunas religiones distinguen entre las actividades sexuales que se practican para la reproducción biológica, algunas veces permitidas tan solo dentro del estatus marital formal y a cierta edad (edad núbil o de consentimiento), y otras actividades practicadas para el placer sexual, que se califican de inmorales.
Sexualidad entre sexos diferentes, y específicamente la procreación se ve usualmente como el ideal de las religiones abrahámicas, que sancionan las relaciones monógamas y heterosexuales con la institución sacralizada del matrimonio. En concreto el Antiguo Testamento o Biblia hebrea prohíbe el adulterio y el contacto sexual durante el periodo de la menstruación (niddah).
El judaísmo tradicional prohíbe las relaciones sexuales, con personas fuera de tu pareja formal, mantiene la letra de la escritura bíblica en relación al matrimonio, incluyendo la observancia de la niddah (prohibición de relaciones sexuales en un periodo que incluye la menstruación) y el tzniut, que exige modestia en el vestir y en el comportamiento. Se contempla como graves pecados el adulterio, el incesto y la homosexualidad masculina. El judaísmo permite un divorcio relativamente libre, aunque el judaísmo ortodoxo y el judaísmo conservador requiere una ceremonia (get o divorcio religioso) para su reconocimiento a efectos religiosos. Ramas más liberales del judaísmo han adoptado una perspectiva más acomodada a la cultura secular general contemporánea.
Hay varios niveles de observancia de modestia física y personal (tzniut) según el judaísmo ortodoxo, como se derivan de varias fuentes de la halajá. La observancia de tales reglas varía de la obligatoriedad a la recomendación o aspiración, a través del espectro de la observancia de esta ramas del judaísmo.
Se prohíbe:Albergar pensamientos inmorales o lascivos.Mirar a miembros del sexo opuesto.Mirar imágenes o escenas que despierten la sexualidad.Tocar personas del sexo opuesto, especialmente de forma persistente (es un punto de disputa entre rabinos, y depende de la decisión halálica de estos, si estrechar las manos brevemente como saludo está permitido entre personas de distinto sexo)Vestir ropa del sexo distinto al propio.Observar cómo copulan los animales.Abrazar (jibuk) o besar (nishuk) eróticamente a la propia pareja en público.Tener contacto sexual o incluso tocar al cónyuge durante la niddá (‘menstruación’) o hasta que la mujer no se haya inmerso en un mikvá después de su término.Estar a solas con una persona del sexo opuesto que no sea el cónyuge o un pariente cercano (yijud)El hotza’at zera levatala (‘derramar el semen en vano‘). Esta prohibición de la masturbación está restringida a la eyaculación, y por tanto no prohíbe la masturbación femenina.El sexo entre mujeres (lesbianismo), o con cualquier tipo de animal (bestialismo), o con cadáveres (necrofilia).
Se requiere:Mantener el propio cuerpo vestido con ropa respetable.Evitar la compañía de desconocidos y evitar lugares con ambiente frívolo o depravado.Que los hombres y mujeres estén separados durante la oración, la danza y en ciertas ocasiones (mejitza).El judaísmo ortodoxo también mantiene una fuerte prohibición del matrimonio mixto o relaciones sexuales entre judíos y personas de otras religiones, así como relaciones intimas fuera del matrimonio.
Los judíos ortodoxos tienden a tener una tasa de asimilación que sus correligionarios conservadores o reformistas. La National Jewish Population Survey de 1990 indicaba que de entre todas las confesiones judías, los ortodoxos tenían la menor tasa de matrimonios interconfesionales en la categoría de entre 18-39 años (3%) frente a la categoría de más de 40 (10%), comparados con el 37% frente al 10% de los conservadores, el 53% frente al 10% de los reformistas, y el 72% frente al 39% de los judíos seculares. Un informe del Jerusalem Center for Public Affairs muestra que el judaísmo ortodoxo ha doblado entre los afiliados a sinagogas en los Estados Unidos, desde el 10% de 1990 al 21.8% de 2001, y que la mayor parte del crecimiento corresponde a los más estrictos haredi, como opuestos al moderno judaísmo ortodoxo. Se especula que esta tendencia puede estar relacionada con una tendencia general hacia un mayor tradicionalismo social y religioso, además de ser consecuencia de un matrimonio a edad más temprana y unas mayores tasas de natalidad en las familias más ortodoxas, ambos extremos consistentes con un comportamiento sexual más tradicional. Sólo el judaísmo ortodoxo entre todas las confesiones judías, conserva las relativamente duras condiciones tracidionales para el divorcio, incluyendo la prohibición bíblica de que un kohen (sacerdote descendiente de Aarón) se case con una divorciada o con una mujer que se haya visto involucrada en algún tipo de conducta sexual inadecuada. Estas rigideces, aunque se observan, son consideradas generalmente como asuntos de estatus personal más que de moralidad. En cuanto al reconocimiento religioso del divorcio, se requiere el get (documento de divorcio religioso).
El judaísmo conservador, consistente con su concepción general de que la Halakha (ley judía) es una guía para la vida judía pero sujeta a revisión periódica por el Rabinado, ha levantado algunas de las condiciones más estrictas observadas aún por el judaísmo ortodoxo. En particular, en diciembre de 2006, el conservador CJLS (Committee on Jewish Law and Standards: Comité sobre leyes y normas judías) adoptó unos responsa que presentaban puntos de vista diametralmente opuestos sobre el tema de la homosexualidad. Una de las varias opiniones admitidas restringía la previa prohibición de conducta homosexual únicamente al coito anal entre varones, que se declaraba como la única prohibición bíblica, mientras que se declaraba que todas las otras prohibiciones (por ejemplo: sexo oral entre varones o sexo lésbico) eran rabínicas, y levantaba todas las restricciones rabínicas basadas en su interpretación del principio talmúdico de Kevod HaBriyot (‘dignidad humana’). Mientras se declinaba desarrollar una forma de matrimonio gay religioso, se permitía bendecir las uniones gay y lésbicas y se ordenaba abiertamente que los rabinos gays y lesbianas consintieran en no mantener relaciones sexuales que implicaran penetración anal entre varones.
También se adoptaron dos opiniones tradicionalistas, una que mantenía todas las prohibiciones tradicionales de actividad homosexual, también adoptada como opinión mayoritaria, y una opinión minoritaria que urgía a los homosexuales que desearan vivir como judíos religiosos que buscaran tratamiento médico. Estas aproximaciones permiten a cada rabino, congregación y escuela rabínica mantener su propia política sobre conducta homosexual. Tal cosa refleja un profundo cambio desde la previa prohibición absoluta de prácticas homosexuales masculinas, y reconoce una amplia divergencia de puntos de vista sobre materia sexual dentro del judaísmo conservador, hasta el punto de reconocer que no hay una única aproximación a tal materia desde esta rama del judaísmo. El judaísmo conservador habitualmente se encuentra en posiciones intermedias entre las opiniones liberales y las tradicionales dentro de la sociedad estadounidense contemporánea, permitiendo ambos puntos de vista.
El judaísmo conservador ha mantenido en sus textos una gran variedad de prohibiciones y requerimientos relativos a la modestia, incluyendo el requerimiento a la mujer casada de observar las leyes de la Niddah (apartarse del sexo durante la menstruación y los días siguientes, y realizar una inmersión en un Mikvah antes de reanudar la vida marital) y una prohibición general de todo conducta heterosexual extraconyugal. El mismo día que el CJLS emitió su responsa sobre la homosexualidad, también hizo lo propio con múltiples opiniones sobre el tema de la Niddah, entre las que se incluía un responsum que levantaba ciertas restricciones tradicionales sobre contactos conyugales durante ese periodo, aunque manteniendo la prohibición de relaciones sexuales. El responsum permisivo sobre la homosexualidad usaba el concepto de Niddah para el movimiento conservador como una analogía para construir la prohibición bíblica contra la conducta homosexual masculina, de modo que levantar tales restricciones afectaba a las posturas rabínicas sobre el tema. Dicho responsum indicaba que una analogía práctica sería aquella aproximación en la que las parejas homosexuales masculinas estarían cumpliendo sus obligaciones al refrenar ciertos actos, de forma similar a lo que las parejas heterosexuales hacen durante la Niddah:
Esperamos de los estudiantes homosexuales que observen las reglas de este responsum en la misma manera que esperamos que los estudiantes heterosexuales observen las reglas del CJLS sobre la niddah. También esperamos que los comités de entrevistas, administradores, estudiantes y facultativos respeten la privacidad y dignidad de estudiantes gays y lesbianas de la misma manera que ellos respetan la privacidad y dignidad de los estudiantes heterosexuales.
El responsum instaba a los jóvenes a no ser "promiscuos" y a prepararse a sí mismos para el "matrimonio tradicional" si era posible, sin levantar ni reforzar explícitamente las restricciones hacia las conductas heterosexuales no maritales.Incluso antes de este responsum, las restricciones sobre el sexo prematrimonial han sido sustancialmente ignoradas, incluso dentro de las estructuras religiosas. Por ejemplo, cuando el Seminario Teológico Judío propuso llevar a cabo una política contra la cohabitación fuera del matrimonio de los estudiantes rabínicos en los años 1990, las protestas de los estudiantes que mantenían tales cohabitaciones condujeron a la rescisión completa de dicha política.
El judaísmo conservador prohíbe formalmente el matrimonio mixto (entre contrayentes de diferente fe) y sus normas indican que se expulsará al rabino que lo oficie. Se mantiene una gran variedad de restricciones formales, incluyendo la prohibición de hacer anuncios de nacimientos en los boletines de las sinagogas si el niño nacido es de madre no judía, o de aceptar a un no judío como miembro de una sinagoga. No obstante, el matrimonio mixto está bastante extendido entre el laicado judío conservador, y el movimiento conservador ha adoptado recientemente una política de mayor acogida a las parejas mixtas, con la esperanza de atraer a sus hijos al judaísmo, y está considerando relajar alguna de sus restricciones.
El judaísmo conservador, que venía siendo durante el siglo XX la más extendida de las ramas del judaísmo en los Estados Unidos, está en declive desde los años 1990 (pasando del 51 al 33.1% de los miembros de las sinagogas) en beneficio sobre todo del judaísmo ortodoxo, y en menor medida del reformista. La fractura de la sociedad estadounidense entre puntos de vista sobre la sexualidad u otras materias intensificadamente liberales o tradicionalistas, así como la brecha abierta entre la postura religiosa oficial y la práctica laica general han contribuido a ello.
El judaísmo reformista y el judaísmo reconstruccionista no observan ni requieren el cumplimiento de las tradicionales reglas en materia sexual, y han aceptado las parejas no casadas y las homosexuales, celebrando ceremonias de compromiso y matrimonios homosexuales. Son más tolerantes con los matrimonios mixtos, y muchos rabinos de estas comunidades los celebran. Tampoco requieren una ceremonia religiosa de divorcio distinta del trámite civil de divorcio.
Se ha especulado sobre si las actitudes más tolerantes de estas ramas del judaísmo en estos asuntos han contribuido al aumento de su popularidad desde los años 1990 (pasando del 33 al 38% de miembros), sobrepasando al judaísmo conservador y convirtiéndose en la denominación mayoritaria en los Estados Unidos.
En el cristianismo, a pesar de las amplias variaciones entre diferentes confesiones cristianas, que suelen específicamente incluir diferentes puntos de vista sobre la sexualidad, es posible trazar un cuadro general de la visión del sexo en la doctrina bíblica.
Las bases de muchos puntos de vista cristianos provienen de la idea de que la sexualidad humana fue creada por Dios con el propósito de la procreación y la intimidad que proporciona a una pareja sexualmente activa una relación íntima, emocional y espiritual, a través de la íntima relación física. De ese modo, el sexo debe restringirse a una relación de por vida entre un hombre y una mujer. El matrimonio es un compromiso a una relación íntima y permanente como base sobre la que construir una familia estable. Dado el énfasis en la función procreativa del sexo, las relaciones sexuales y los actos sexuales específicos que no conduzcan a la concepción son desaconsejados o expresamente prohibidos, por algunas confesiones cristianas.
Según las doctrinas y magisterios cristianos más extendidos, tanto entre católicos como protestantes, aunque con más énfasis entre los denominados «fundamentalistas» que entre los denominados «moderados», la sodomía es un pecado, al no conducir a la procreación, y considerarse contraria a las intenciones de Dios para el sexo. No obstante, un pequeño número de iglesias y confesiones cristianas consideran moralmente aceptable la homosexualidad.
Los cristianos liberados (Liberated Christians) argumentan que las antiguas enseñanzas contra el sexo prematrimonial y extraconyugal han sido tergiversadas a través de los siglos. De acuerdo con su lectura, el Nuevo Testamento no prohíbe las actividades sexuales de los no casados (Primera de Corintios, 6:15-20).
En muchas iglesias luteranas, reformadas y "unidas" de la EKD en Alemania y Países Bajos o Suiza, y en la iglesia luterana de Suecia, se ha venido introduciendo un punto de vista diferente sobre la homosexualidad, en un sentido liberal. En estas iglesias luteranas unidas y reformadas, se permite a los homosexuales ser ministros luteranos o calvinistas, y las parejas gay son bendecidas en sus iglesias. También en algunas iglesias metodistas (Inglaterra, Canadá o Alemania) las parejas homosexuales obtienen tal bendición.
En la iglesia anglicana se ha venido manteniendo una prolongada discusión sobre la bendición a las parejas homosexuales y la tolerancia de la homosexualidad. Las iglesias episcopalianas (confesión anglicana) de Canadá y los Estados Unidos consienten sacerdotes gay en su ministerio y permiten las bendiciones de parejas homosexuales, lo que les ha acarreado grandes críticas de otras partes de la Comunión Anglicana. Las iglesias anglicanas de algunas zonas de África son extremadamente conservadoras en su actitud hacia la homosexualidad. Los sacerdotes gay en la iglesia anglicana deben permanecer célibes si desean continuar su función sacerdotal.
Entre las iglesias más liberales, como los unitarios o los cuáqueros, la homosexualidad está totalmente aceptada y normalizada. Además, en las iglesias unitarias de Estados Unidos y Canadá, los homosexuales también pueden acceder a la ordenación ministerial. Las iglesias liberales aprueban todo tipo de relaciones sexuales realizadas entre personas adultas y con mutuo consentimiento.
La mayor parte de las iglesias evangélicas, como los Baptistas del Sur, ven la homosexualidad como un pecado.
El sexo fuera del matrimonio se rechaza como comportamiento inmoral tanto por los cristianos denominados «conservadores» como por los denominados «fundamentalistas», en sus respectivas iglesias, sectas y grupos. La postura concreta varía desde la sugerencia de arrepentimiento al ostracismo total de los que hayan incurrido en tal práctica. En general, el cristianismo promueve el matrimonio, pero el sexo fuera del matrimonio y el sexo por placer son aceptadas como parte normal del comportamiento humano por algunas iglesias, sectas y grupos denominados «progresistas».
Algunas traducciones del Nuevo Testamento utilizan la palabra fornicación para una de las conductas que recibe más duras condenas: "Fornicadores, idólatras, adúlteros,... no heredarán el Reino de Dios". La palabra original en idioma griego koiné es porneia. Ese término griego se usa por algunas iglesias para incluir cualquier forma de conducta sexual no aceptada, y hay algún debate sobre su significado preciso, que en idioma griego clásico se refiere específicamente a la prostitución, teniendo el mismo origen etimológico que la palabra «pornografía» (literalmente, descripción o escritura de la prostituta). Muchos expertos traducen porneia como ‘inmoralidad’ más que como ‘fornicación’.
La Iglesia Católica afirma la santidad de toda vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural. Cree que cada persona está creada «a imagen y semejanza» de Dios, y que la vida humana no debería ser preterida por otros valores (económicos, preferencias personales, conveniencias, o ingeniería social). Por tanto, la Iglesia Católica se opone a las actividades que considera destruyen o devalúan la vida creada por Dios, incluyendo la eutanasia, la eugenesia y el aborto.
La Iglesia Católica enseña que el maniqueísmo (la creencia en que el espíritu es bueno y la carne es mala) es herética. Por tanto, no enseña que el sexo sea pecaminoso o impida una vida plena por la gracia divina.
Y Dios vio todo lo que había hecho, y vio que era bueno (Génesis 1:31).
El cuerpo humano, y con él el sexo han de ser buenos. El catecismo indica que "la carne es bisagra de la salvación".
A pesar de todo ello, la Iglesia Católica enseña que la sexualidad fuera del matrimonio es un pecado, porque viola el propósito de la sexualidad humana al participar en el "acto conyugal" antes de estar casado. El acto conyugal "anima a una unidad personal más profunda, una unidad que, más allá de la unión en una carne, conduce a formar un corazón y un alma" (Catecismo de 1643) ya que el lazo matrimonial es un signo del amor entre Dios y la humanidad (Catecismo de 1617).
El Papa Juan Pablo II realizó su primera enseñanza principal sobre la Teología del Cuerpo. En el curso de cinco años mostró una visión del sexo que no sólo era positiva y abierta, sino que afirmaba que tenía que ver con la redención y no con la condenación. Enseñaba que el entendimiento del plan divino para el amor físico llevaría a los católicos a entender el significado completo de la existencia, el significado de la vida... El cuerpo, él solo, es capaz de hacer visible lo que es invisible: lo espiritual y lo divino. Fue creado para transferir en la realidad visible el mundo del misterio oculto desde tiempo inmemorial en Dios, y ser signo de ello.
El Catecismo de la Iglesia Católica indica que las relaciones sexuales en el matrimonio es "una manera de imitar en la carne la generosidad y fecundidad del Creador" y enumera como una de las "ofensas contra la castidad" la fornicación, que califica de "acción intrínseca y gravemente desordenada" porque "el uso de la facultad sexual, por la razón que sea, fuera del matrimonio es esencialmente contrario a su propósito".
Desde la Edad Media, la Iglesia Católica ha requerido formalmente que los sacerdotes y obispos sean célibes. Sin embargo, el celibato es una práctica y una disciplina cuyos inicios se remontan a los orígenes de la Iglesia, aun cuando previamente no se requería de todos aquellos ordenados como sacerdotes. En este contexto, el «celibato no» es sinónimo de «abstención sexual»; el «celibato» significa que alguien no está casado; implícitamente significa que el célibe practica la abstinencia sexual ya que la doctrina eclesiástica condena las relaciones sexuales fuera del matrimonio. La disciplina del celibato no se considera como uno de los dogmas infalibles e inmutables, no obstante, la doctrina católica sí indica que tanto la virginidad como el celibato, que se viven como abstinencia sexual, son dones y sacrificios más altos que el matrimonio, de acuerdo con lo que se lee en las Cartas de Pablo de Tarso y confirmado esto por el dogma en el Concilio de Trento. Por ejemplo, en algunos casos un ministro protestante casado o uno anglicano que se convierta al catolicismo puede ser ordenado sacerdote. En las Iglesias orientales católicas, hombres casados son a menudo ordenados como sacerdotes pero nunca al episcopado. De acuerdo con los Evangelios, San Pedro estuvo casado. San Pedro fundó la comunidad católica en Roma y se convirtió en su obispo.
El celibato sacerdotal incumbe directamente a los sacerdotes diócesanos y no a los sacerdotes religiosos que siguen el celibato monacal (cumplimiento del voto de castidad), que es mucho más antiguo. La historia del celibato sacerdotal obligatorio se encuentra dentro de la Historia de la Iglesia Católica o Iglesia Latina. Por su parte, la Iglesia oriental incluye el celibato sacerdotal como una opción que el presbítero hizo antes de recibir el orden diaconal, incluso en aquellos grupos de iglesias orientales en fraternidad con Roma. Algunas leyes empezaron a exigir el celibato sacerdotal entre diócesis de rito latino en tiempos tan tempranos como el siglo V y se hizo manifiesta en el Concilio de Letrán en 1123, aunque dicha regulación no fue seguida de manera estricta. Fue solamente hasta el siglo XVI, en el Concilio de Trento (1545-1563), que se estableció de manera definitiva el celibato sacerdotal obligatorio como se le conoce en la actualidad, en respuesta a la Reforma protestante que permitía, e incluso promovía, el matrimonio de los sacerdotes, al tiempo que suprimía las órdenes religiosas y sus votos.
Muchas razones se argumentan para que la Iglesia Latina llegase a optar por sacerdotes no casados. Destaca una relajación en los hábitos sexuales de los sacerdotes que intentaron regularse en los concilios de Maguncia y Augsburgo, así como se asegura que durante el Concilio de Constanza 700 mujeres públicas asistieron para atender sexualmente a los obispos participantes. Es posible que dicho desorden causara una decisión de este tipo con el fin de presentar en la figura del sacerdote a un pastor irreprochable. Otra razón que suele argumentarse es la de problemas de propiedad con sacerdotes casados cuyos hijos reclamaban todos los haberes de sus padres al morir estos, lo que incluía la parroquia.
En época reciente, la postura oficial del pontificado sobre el celibato se ha pronunciado en varias ocasiones, como respuesta a algunos movimientos católicos de renovación en torno al Concilio Vaticano II, y que plantean el celibato opcional, a veces con el desafío directo mediante la petición de secularización o la exhibición pública de curas casados o conviviendo con sus parejas. Sacerdotalis Caelibatus fue la sexta encíclica del papa Pablo VI (24 de junio de 1967). En el mismo sentido se han pronunciado los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.
A lo largo de la historia del papado se registran varios casos conocidos de papas que, bien antes de ser elegidos o incluso durante sus respectivos periodos en el papado, tuvieron hijos, estuvieron casados o mantuvieron relaciones de índole sexual y conocimiento notorio.
Los periodos en paréntesis se refieren a los años de sus respectivos papados
San Pedro estuvo casadoSan Hormisdas (514–523) estuvo casado y enviudó antes de ser ordenado sacerdote. Fue el padre del papa Silverio.Adriano II (867–872) estuvo casado antes de ser sacerdote, y tuvo una hija.Sergio III (904–911) fue supuestamente el padre del papa Juan XI con Marozia (Fuente: Liber Pontificalis, Liutprando de Cremona). El escandaloso periodo que comenzó con él y continuó con los siete papas siguientes, hasta el año 935, se denominó Pornocracia.Juan XII (955–963) (depuesto por el Cónclave) se dice que convirtió la Archibasílica de San Juan de Letrán en un burdel y fue acusado de adulterio, fornicación, e incesto.Clemente IV (1265–1268) estuvo casado antes de ser sacerdote, y tuvo dos hijas.Pío II (1458–1464) tuvo al menos dos hijos ilegítimos (uno en Estrasburgo y otro en Escocia).Inocencio VIII (1484–1492) tuvo varios hijos ilegítimos.Alejandro VI (1492–1503) sostuvo un amorío notablemente largo con Vannozza Cattanei antes de su papado, fruto del cual tuvo a sus famosos hijos ilegítimos César y Lucrezia. Una amante posterior, Giulia Farnesio, era al hermana de Alessandro Farnesio, quien después se convertiría en Pablo III. Los rumores en torno a la sexualidad de Alejandro VI son aún más fuertes —véase el Banquete de las Castañas. Tuvo en total siete hijos.Julio II (1503–1513) tuvo tres hijas ilegítimas.Clemente VII (1523–1534) fue probablemente el padre de Alessandro de Médici, a quien nombró duque de Florencia.Pablo III (1534–1549) pospuso su ordenación como papa para poder mantener su estilo de vida promiscuo y tuvo cuatro hijos ilegítimos con su amante. Su apodo era "Cardenal Enaguas" ya que su hermana Giulia había sido la amante de Alejandro VI. Nombró a su hijo ilegítimo Pier Luís Farnesio como el primer Duque de Parma.Pío IV (1559–1565) tuvo varios hijos ilegítimos.Gregorio XIII (1572–1585) tuvo un hijo ilegítimo antes de recibir la ordenación papal.Juan XXIII (antipapa). Elegido por el partido pisano al fin del Cisma de Occidente, admitió posteriormente haber incurrido en incesto, adulterio, fornicación y otros crímenes ("doscientas mujeres, matronas y viudas, incluyendo unas pocas monjas, cayeron víctimas de su brutal lujuria").
El Islam concibe la sexualidad como un don divino y su práctica es equiparable a la limosna, la oración o cualquier acto piadoso. El acto sexual es agradable a los ojos de Dios, puesto que la sexualidad es algo que Él puso en las criaturas. Por eso, se debe buscar el placer en sí, tenga o no como finalidad la procreación. El objetivo final es alcanzar la armonía sexual, ya que si se logra se consigue también la armonía espiritual, lo que redunda en el bien de la comunidad. Ello supone rechazo a toda forma de ascetismo, ya que se puede entender como un desprecio hacia el cuerpo, y despreciar el cuerpo supone despreciar el espíritu. 
Aceptada de forma tan tajante la sexualidad y su práctica, la primera preocupación de Mahoma fue llevarla por cauces admisibles, hacerla lícita a través del matrimonio.El islam no contempla el celibato como práctica religiosa, y considera que el estado natural del ser humano es el matrimonio.
El Corán permite a los musulmanes casarse con mujeres de otras religiones abrahámicas (judías o cristianas). Los intérpretes contemporáneos han mantenido esta regla, pero muchos ven los matrimonios mixtos como poco recomendables (ya que consideran que conducen a problemas, como por ejemplo, la determinación de la religión de los hijos) aunque sean legales.
En cambio, a una mujer musulmana sólo se le permite casarse con un varón musulmán, entre otras razones para evitar que sus hijos puedan educarse como no musulmanes. El contrato matrimonial entre una mujer musulmana y un varón no musulmán se considera tradicionalmente como ilegal y nulo, por tanto un adulterio desde el punto de vista legal. La misma regla se aplica por los expertos en sharia (ley islámica) para el contrato matrimonial entre un varón musulmán y una mujer de fe no monoteísta, como el hinduismo, aunque esta calificación es debatible. El budismo, por su parte, se considera como una religión no teísta.
El Corán plantea las siguientes condiciones para el hombre de cara al matrimonio:
4:22 En adelante, no os caséis con las mujeres con que han estado casados vuestros padres. Sería deshonesto y aborrecible. ¡Mal camino...! 4:23 En adelante, os están prohibidas vuestras madres, vuestras hijas, vuestras hermanas, vuestras tías paternas o maternas, vuestras sobrinas por parte de hermano o de hermana, vuestras madres de leche, vuestras hermanas de leche, las madres de vuestras mujeres, vuestras hijastras que están bajo vuestra tutela, nacidas de mujeres vuestras con las que habéis consumado el matrimonio: si no, no hay culpa -, las esposas de vuestros propios hijos, así como casaros con dos hermanas a un tiempo. Alá es indulgente, misericordioso.
4:24 Y las mujeres casadas, a menos que sean esclavas vuestras. ¡Mandato de Alá! Os están permitidas todas las otras mujeres, con tal que las busquéis con vuestra hacienda, con intención de casaros, no por fornicar. Retribuid, como cosa debida, a aquéllas de quienes habéis gozado como esposas. No hay inconveniente en que decidáis algo de común acuerdo después de cumplir con lo debido. Alá es omnisciente, sabio.
4:25 Quien de vosotros no disponga de los medios necesarios para casarse con mujeres libres creyentes, que tome mujer de entre vuestras jóvenes esclavas creyentes. Alá conoce bien vuestra fe. Salís los unos de los otros. Casaos con ellas con permiso de sus amos y dadles la dote conforme al uso, como a mujeres honestas, no como a fornicadoras o como a amantes. Si estas mujeres se casan y cometen una deshonestidad, sufrirán la mitad del castigo que las mujeres libres. Esto va dirigido a aquéllos de vosotros que tengan miedo de caer en pecado. Sin embargo, es mejor para vosotros que tengáis paciencia. Alá es indulgente, misericordioso.
4:26 Alá quiere aclararos y dirigiros según la conducta de los que os precedieron, y volverse a vosotros. Alá es omnisciente, sabio.
En particular, el adulterio acarrea un severo castigo. Las relaciones prematrimoniales no son consideradas pecado. Todas las leyes de la sharia que regulan la conducta sexual se aplican igualmente a varones y mujeres, excepto las que conciernen a la menstruación.
La mayoría de las formas de contacto sexual están permitidas. El sexo se considera una actividad placentera, incluso espiritual, y un deber. Al menos un hadiz explícitamente proclama que, para una pareja, tener relaciones sexuales está recompensado por Dios. Otro hadiz sugiere que un hombre no debería dejar la cama proverbial hasta que la mujer esté satisfecha, una expresión que muchos interpretan como referida al orgasmo.
Los contactos sexuales prohibidos incluyen el contacto genital con una mujer que esté menstruando. En tal caso, se permite explícitamente otro tipo de contacto sexual, como el beso. El sexo anal, sea dentro o fuera del matrimonio, está prohibido por la mayor parte de los expertos coránicos. Otras formas de contacto sexual, como el sexo oral no están prohibidos, y por tanto la mayoría de ellos las consideran permisibles.
El matrimonio temporal (mut'a, concebido para un período preestablecido) no está permitido por la mayoría de los expertos suníes, pero sí por los shiíes, siendo su validez una materia que continúa debatiéndose. Algunos suníes de Arabia Saudí participan en Muta Misyar, contrato que tiene aspectos de matrimonio temporal, sin garantizar la herencia a los hijos concebidos durante su transcurso. El tiempo de su duración no es fijo.
Hay puntos de vista opuestos sobre el tema de la masturbación. Mientras algunos expertos coránicos lo consideran prohibido por la doctrina islámica, otros (como los de la doctrina hanbali) creen que los que se masturban por temor de cometer fornicación o temor de que su cuerpo haya hecho algo malo, no serán castigados si (y sólo si) son incapaces de casarse.
La homosexualidad está prohibida en el islam. Los actos de sodomía son explícitamente castigados con la muerte de acuerdo con el siguiente hadiz: «Quienquiera que encuentres haciendo el acto del Pueblo de Lot, entonces mata tanto al que lo hace como a quienquiera que se lo esté haciendo». Los cuatro califas mantuvieron esta regla, así como los compañeros del profeta Mahoma. La sodomía es un crimen capital en Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Yemen, Sudán y Mauritania. Sin embargo, a pesar de la condena legal, la tolerancia efectiva de las autoridades y las sociedades islámicas hacia la homosexualidad ha sido muy variable a lo largo de los siglos y de los lugares. La literatura árabe medieval muestra con abundancia que la homosexualidad masculina era tolerada, por ejemplo, en la sociedad andalusí o la del califato abbasí, al menos entre las clases altas, que son las que aparecen más reflejadas en las obras literarias.
Sobre la homosexualidad masculina en el mundo árabe se ha escrito con frecuencia, llegando a considerarla como algo propio. En opinión de Lévi-Provençal, para el andalusí de cualquier medio y clase social el apego a la homosexualidad era casi congénita, y le hacía alternarlo con la relación normal con la mujer. La poesía árabe de la Edad Media es, tal vez, el mejor exponente de esta tendencia hacia el efebo, aunque no como motivo único; casi todos los casos aparecen asociados a las fiestas, el vino y el hachís como desinhibidores de la sexualidad de todo tipo. Tal tipo de fiestas eran organizadas por la alta sociedad, en la que se incluían los coperos, que también eran hijos de familias destacadas.
Cabría, entonces, hablar de bisexualidad más que de homosexualidad o de un tipo de sexualidad que realzaba la belleza sobre cualquier cosa, encarnada en este caso por el andrógino y que supone la atracción hacia un ser que puede representar a ambos sexos, lo que indica que el musulmán no excluía a ninguno en el ámbito erótico. Y ello, a pesar de que la religión y la ley rechazaran tajantemente esta idea del ser asexuado o poco definido sexualmente, porque supondría atacar directamente uno de los pilares del Islam, el de la clara distinción de sexos.
¿Cómo pueden hacerse compatibles ambas ideas?. No debemos olvidar que en el Corán se incluye esta dualidad efebo-mujer entre los placeres del Paraíso, aunque con el matiz de que la bebida que se usa no está prohibida y que el tratamiento del efebo está más cerca de una figura semiangélica, asexuada, que de un joven: «Entre ellos circularán garzones inmortales con cráteras, aguamaniles y vasos con bebidas refrescantes que no les amodorrarán ni les embriagarán».
El lesbianismo apenas se cita en las fuentes. En algunos textos se ha vinculado con las clases sociales altas y, dentro de ellas, como algo propio de las mujeres más cultas y refinadas.
Las religiones o movimientos filosófico-religiosos originados en China, comparten como uno de sus principales conceptos la dialéctica entre yin y yang, que puede ser interpretada en términos sexuales.
En Japón, la moral sexual está comprendida en el shinto, la religión tradicional, en que las fuerzas de la naturaleza y la fecundidad son primordiales. Desde la extensión del budismo, el zen tuvo también una gran importancia.
Al contrario que otras religiones, en el hinduismo la visión de la moral sexual difiere ampliamente dependiendo de la rama en concreto. Los propios textos sagrados hindúes son muy vagos sobre el asunto. Hay templos que muestran abiertamente actividad sexual (complejos de Ajantā y Ellora) y la imaginería sexual no es sacrilegio (por ejemplo el lingam, símbolo fálico de Shivá), pero la auto-contención sexual (igual que en otros aspectos de la vida) se considera esencial para el bienestar y los deberes dhármicos/kármicos de un hindú.
La versión tantra del hinduismo es la que en sus aspectos sexuales ha sido vista con atención más morbosa en su divulgación en occidente, en lo que se denomina neotantra.
La vida religiosa de los hindúes comienza con el brahmacharia o estadio del estudiante, en la que son dirigidos a avanzar educativa y espiritualmente mediante el celibato, en su preparación para una vida posterior de dharma (deberes religiosos) y karma (acciones terrenales correctas); sólo una vez que alcanzan el grijasta (estado del padre de familia) pueden buscar el kāma (placer físico) y el artha (logros mundanos y prosperidad material) a través de sus vocaciones.
No obstante, en general la sociedad hindú ha sido influida por otras religiones desde la Edad Media, primero por la minoría dirigente islámica y desde el siglo XVIII por los colonizadores británicos (cristianos), que reflejaban sus actitudes mucho más restrictivas en cuestiones sexuales. Por otra parte, muchos hindúes actuales (especialmente en las grandes ciudades de la India o entre los emigrantes y las segundas generaciones asentadas en países desarrollados) han aceptado costumbres sexuales occidentales que en la práctica son más "liberales" que las hindúes tradicionales, como por ejemplo las relaciones prematrimoniales, los matrimonios por amor (el tradicional hindú es matrimonio concertado) y la homosexualidad y bisexualidad. Entre los elementos más tradicionales de la sociedad hindú, en cambio, tales conceptos siguen siendo anatemas.
La mayor parte de los hindúes que han adoptado la cultura occidental se adhieren a los estándares sexuales de la moralidad victoriana, que percibe como inmoral y vergonzoso el sexo extramatrimonial y prematrimonial. En la doctrina religiosa, la prohibición contra el sexo fuera del matrimonio está grandemente relacionado con los estadios hindúes de vida prescritos, que hay que seguir si se quiere alcanzar el moksha (concepto similar al nirvana budista, o ‘liberación del alma’).
Influenciado por el islam y la civilización británica, la ley india considera ilegal toda relación sexual distinta a la monogamia heterosexual. Adicionalmente, dado que no hay restricciones sobre ninguna actividad sexual en particular, se considera un asunto estrictamente privado. La mayor parte de los hindúes son extremadamente opuestos a exponer abiertamente cuestiones relativas a la sexualidad, mientras que las demostraciones públicas de afecto son consideradas de mal gusto.
El Kama Sutra (‘aforismos de sexo’) de Vātsyāyana, que se toma popularmente por un manual de posturas sexuales, ofrece una mirada hacia las costumbres sexuales, la moral sexual y las reglas sociales que prevalecían en la época de su composición (periodo Gupta, entre el siglo I y el siglo VI). Shringara-ras (‘atracción sexual: sabor’), es una de las nueve rasas (‘sabores’ o emociones). Un drama en sánscrito, el Shakuntalam de Kālidāsa, se cita como uno de los mejores ejemplos de shringara ras, narraciones de la historia de amor entre Dushyanta y Shakuntalá.
La religión jaina concibe el concepto (también hinduista) de brahmacharia como castidad, y lo tiene como uno de los cinco votos de los yina-kalpa. No obstante, para los shravakas se recomienda el matrimonio, que se describe como un compromiso de por vida y apoyado por la comunidad. Se considera como una práctica mundana, pero admitida para ellos, porque no hace perder el samyakatva ni la corrupción de los vratas, y además permite que los hijos nacidos de ese matrimonio sigan el dharma. El texto que trata sobre él es el Yaina-vivaja-vidhi (reglas del matrimonio entre jainas).
El budismo observa dos enfoques para la ética y moral sexual dependiendo de si se dirige a laicos o a monjes. Los monjes y monjas están siempre sujetos al código del Vinaya sin excepción, independientemente de la escuela o tradición a la que pertenezcan, y están sujetos a más de 250 reglas de disciplina, entre la cuales existe la prohibición de toda actividad sexual así como de derramar semen en el caso de hombres).
Los laicos en cambio deben observar una guía de cinco preceptos éticos entre los cuales se incluye evitar una conducta sexual incorrecta. Esta prohibición se refiere a adulterio, pedofilia, violación y otras parafilias y conductas sexuales que conlleven el sufrimiento para otras personas o para uno mismo.
La segunda de las Cuatro Nobles Verdades budistas proclama que la última causa de todo sufrimiento es el apego y el deseo (tanha), y la tercera que el camino para eliminar completamente el sufrimiento incluye la eliminiación de todo apego y deseo. El sexo es caracterizado tanto por el apego (kama-upadana) como por el deseo (kama-tanha). Al ser su naturaleza impermanente, el placer sexual se inscribe dentro del resto de placeres mundanos, cuyo encuentro o desaparición siempre acarrea el lógico sufrimiento al no poder encontrarlo o no querer que desaparezca. El deseo sexual (kama-cchanda) es normalmente uno de los más difíciles de manejar, si bien existe una acomodación natural paralela al progreso del practicante. Así, de acuerdo a las escrituras budistas, en este punto el seguidor irá marcando su camino hacia el Nirvana por un progreso personal en cuatro fases o estados: en el primero de ellos llamado "de quien entra en la corriente" (sotapattana) la persona tiene una primera realización del nirvana pero continuará teniendo deseo sexual, si bien no cometerá acciones dañinas. En un segundo estado llamado "del que vuelve una sola vez", la persona tiene una segunda realización del nirvana en más profundidad, tras la cual estará sujeto al mundo de la sensualidad una sóla vez más. Sólo tras el tercer estado, llamado "de quien no retorna" (anagamin) la persona será completamente libre del deseo sexual al igual que de todo deseo mundano.
El monacato budista supone una forma de vida muy estricta y disciplinada similar a la de las órdenes contemplativas cristianas. Respecto a la comunidad de monjes y monjas, se dice del propio Buda que pidió a los monjes y monjas que evitaran las faltas de castidad "como si fueran un pozo de ascuas ardientes". Las faltas varían en gravedad pudiendo significar la expulsión de la comunidad monástica.
Una enseñanza central del primer sermón fundacional de Buda es que no se deberían perseguir el placer sensorial en la búsqueda de la iluminación en lo que se incluye el placer sensual. Esta idea se refuerza en varios pasajes del Sutta Pitaka, como el Símil de la Codorniz (Sutta 66 del Majjhima Nikaya) donde Buda enseña que los placeres sensoriales no deberían perseguirse, desarrollarse o cultivarse, sino que deberían temerse". En el Alagadudupama Sutta, o El símil de la Serpiente, Buda afirma que la búsqueda de placer sensual como incompatible con la búsqueda de la iluminación: Monjes, que alguien pueda tomar parte en los placeres sensuales sin deseos sensuales, sin percepciones del deseo sensual, sin pensamientos de deseo sensual, eso es imposible.
Buda dio una guía muy estricta y disciplinada a los monjes, mientras que a sus seguidores laicos les dio unas indicaciones flexibles y abiertas.
No obstante, se pueden señalar dos excepciones en el clero budista y que ocurren dentro del desarrollo histórico del movimiento Mahayana del budismo varios siglos después. La primera es la del budismo tántrico o budismo Vajrayana, que incluyó la sublimación del deseo sensual como parte activa del camino a la iluminación asimilando la influencia del tantrismo hindú originario de Bengala y Gujarat. Las escuelas Vajrayana de Mongolia, Tibet o Bhután, que observan la existencia del lama (tibetano: Wylie bla-ma), observan a menudo el matrimonio de los mismos. La palabra "lama" significa litaralmente "maestro" o "profesor". Es el equivalente del sánscrito "gurú". Los lamas pueden ser tanto laicos como monjes. En el caso de que sean monjes, observan de igual modo la estricta regla del Vinaya respecto a la prohibición de actividad sexual, matrimonio, etc.. Mientras que cuando los lamas son laicos pueden entonces tener una normal actividad sexual, casarse y tener hijos.
La otra es la del budismo japonés, que a partir de la época Edo se integró en la vida política, económica y social de las comunidades, permitiendo la figura del sacerdote quien se podía casar manteniendo determinadas reglas. Las funciones del sacerdote suele ser la del cuidado de los templos y el servicio a las pequeñas comunidades locales. Este hecho es señalado por historiadores como relevante en la rápida pérdida de prestigio popular del budismo que ha llegado hasta la Era Meiji (siglo XIX). No obstante el matrimonio de sacerdotes se ha seguido manteniendo totalmente instalado en la sociedad. En los últimos años algunas escuelas japonesas como la Rinzai han hecho esfuerzos pra subrayar el caracter monacal de sus escuelas, y para que se distinga con claridad al sacerdote (laico) del monje (renunciante). Pero otras escuelas japonesas son totalmente laicas y no tienen monjes, por lo que es una situación compleja de generalizar y en donde el debate sigue vivo. En este debate además ha aparecido la nueva figura de la sacerdotisa casada y con hijos, un fenómeno creciente desde los años 90.
Cuando Buda fue preguntado por laicos (Anguttara Nikaya, 10.176) cómo era posible la observancia de un camino de purificación para el cuerpo estando fuera de la comunidad de monjes y monjas, Buda respondió que debía seguir un camino de tres vías: (1)abstenerse de tomar la vida de los seres y vivir con compasión hacia ellos (2)abandonar el robo, la apropiación de lo que no nos ha sido dado (3)no involucrarse sexualmente con alguien si esto daña el sentimiento de protección de un tercero hacia esa persona.
Mientras que en el budismo theravada tradicionalmente se tiende a subrayar el camino del monje para la conseguir la completa iluminación, dentro de la otra gran división del budismo, el mahayana, a menudo se subraya el camino del laico. El Sutra de Vimalakirti es la escritura fundacional del mahayana que supone la base principal que eleva la vida laica a las mismas potencialidades espirituales que la de los monjes. En este sutra se ejemplifica a un laico casado y con hijos que realiza la completa iluminación sin renunciar a su vida en el mundo. Así, en el budismo mahayana hay escuelas y tradiciones budistas en donde el monacato no sólo no está presente sino que están compuestas totalmente por laicos, como por ejemplo sucede en la que es la escuela budista más mayoritaria de Asia: la de la Tierra Pura, llamada Shin en Japón.
Los cinco preceptos que suponen la guía ética para los laicos son los siguientes:
1.Tomo el precepto de respetar la vida.2.Tomo el precepto de no tomar lo que no me es dado.3.Tomo el precepto de tener una conducta sexual correcta (que no sea dañina con otros o conmigo mismo).4.Tomo el precepto de no hablar de manera dañina (mentir, rudeza, ostentación, cotilleo, charla vana).5.Tomo el precepto de no tomar intoxicantes (que alteren la mente y me pongan en riesgo de romper los otros preceptos).
Los preceptos son guías de observancia voluntarias. Los budistas deben analizar sus acciones y pensamientos según estos preceptos para comprobar su eficacia más que suscribir una lista de mandamientos. El tercer precepto, la conducta sexual incorrecta, ha sido comentado diferentemente por diferentes tradiciones y maestros budistas a través de la historia. A la luz de enseñanzas, comentarios y práctica personal, en último término es el individuo quien determinará como desarrollarlo más eficazmente para su práctica.
El sexo, de acuerdo con el budismo, no debería ser ni insanamente reprimido ni morbosamente exagerado. Siempre debería estar bajo el control de la voluntad, como lo está cuando se le contempla sanamente y se le sitúa en una perspectiva.
Para el sijismo, entre los cinco vicios cardinales está incluida (en primer lugar) la lujuria, que es pecaminosa y sólo produce vergüenza y miseria. Se permite el sexo marital, pero cualquier otra relación sexual está prohibida, particularmente la promiscuidad y lo que denomina «perversiones sexuales». El cuarto de los vicios es el apego, que puede ser el excesivo amor a la esposa, a los hijos o a los bienes materiales, ya que, al no poder permanecer duraderamente, como cualquier amor terrenal, sólo puede ser transitorio. Los métodos anticonceptivos están permitidos, pero no el aborto. Tampoco se permite la contracepción como método de evitar las consecuencias de una relación sexual ilícita.
En la fe bahá'í, las relaciones sexuales están permitidas solamente entre hombre y mujer. Bahá'u'lláh, fundador de esta religión, prohibió las relaciones extramatrimoniales en el Kitáb-i-Aqdas, su libro de leyes. La concepción baha’i del sexo es de que la castidad debería ser practicada por ambos sexos antes del matrimonio porque es lo éticamente propio, además de conducir a una vida marital feliz y exitosa. Reconocen el valor del impulso sexual, pero limitan su uso propio a la institución del matrimonio baha’i; no creen en la supresión del impulso sexual, sino en su regulación y control.
Las llamadas religiones neopaganas (recientes movimientos espirituales, de alcance muy minoritario) tienden a ser positivas respecto a la sexualidad, y son casi unánimes en su aceptación de las relaciones homosexuales como iguales a las heterosexuales. La mayor parte de ellas tienen al tema de la fertilidad (tanto física como creativa/espiritual) como punto central de sus prácticas, y recomiendan lo que ven como una vida sexual sana, sexo consentido entre adultos, sin consideración de edad o condición sexual. Específicamente en la llamada tradición Wicca, una de las partes de la liturgia Craft, el Cargo de la Diosa] instruye que "todos los actos de amor y placer son rituales de la Diosa" (o "son mis rituales", con palabras puestas en boca de dicha Diosa), dando validez a toda forma de actividad sexual consensuada para sus practicantes.
En las formas gardneriana y alexandriana de la wicca, El Gran Rito es un procedimiento de expresar amor a través de la sexualidad. Se dice por sus adeptos que el ritual no es una excusa para tener relaciones sexuales indiscriminadas, ni cualquier actividad sexual en un círculo propiamente consagrado es un Gran Rito Cualquier acto sexual que tenga que ver con esta religión, sea literal o simbólico, se pretende que tenga lugar entre dos adultos que consientan libremente, a ser posible dos amantes comprometidos.
Se dice por sus adeptos que la actitud de esta religión sobre la sexualidad es enteramente natural, y parte de la búsqueda de un completo entendimiento de lo que denominan "polaridad masculina-femenina", y de lo que pretenden que es su uso constructivo, tanto psicológica como mágicamente. Consideran que la sexualidad libera de las cadenas de la reproducción obligatoria y les hace específicamente humanos.
Parece ser que dentro de la wicca hay también distintas escuelas o puntos de vista conservadores y liberales a semejanza de las religiones mayoritarias, aunque ninguna de ellas prohíbe las relaciones sexuales fuera del matrimonio ni las relaciones homosexuales. Al contrario, la oración wicca "An it harm none, do as thou wilt" (Wiccan Rede, traducible como: ‘No dañes a nadie, haz lo que quieras’), suele interpretarse como una permisión de todo tipo o variedad de relaciones sexuales responsables.
La mayor parte de los humanistas seculares creen que, en la inmensa mayoría de los casos, la actividad sexual libremente consentida no es una actividad dañina para el mundo. El humanismo secular por tanto considera la mayor parte de los actos sexuales como moralmente neutros y pertenecientes a la esfera del individuo.
Aunque sea contradictorio suponer una postura de moral religiosa a lo que no son religiones organizadas, sino justamente su opuesto, hay quien considera que la postura de ateos, agnósticos y librepensadores coincidiría con la filosofía del humanismo secular antes expuesta, y que aceptarían más que los religiosos todo tipo de actos sexuales libremente consentidos entre adultos, como las relaciones prematrimoniales y la homosexualidad. Sea o no cierto estadísticamente, tal cosa dependerá del código ético y la moral personal de cada uno de ellos como individuos.
Muchas culturas intentan codificar sus prescripciones que conciernen al comportamiento sexual individual. Tales codificaciones se convierten frecuentemente en leyes, que extienden su aplicación más allá de la cultura origen de tales prescripciones, tanto a creyentes de otras religiones o de ninguna como a los disidentes de la religión original.
La mayor parte del mundo islámico tiene reglas estrictas reforzadas con castigos violentos para el mantenimiento de la Sharia (leyes islámicas que incluyen un código moral), incluyendo la moralidad sexual de sus ciudadanos, y suelen intentar imponerse a los no musulmantes que viven en esas sociedades. Idéntica extensión ocurrió a lo largo de la historia en las sociedades cristianas europeas, y en la actualidad muchos cristianos apoyan restricciones de la expresión privada de la sexualidad, desde la prohibición de la prostitución a restricciones sobre el sexo oral y la sodomía. Los judíos haredí de Israel usan activamente los medios de comunicación para convencer al resto de los judíos a seguir la halakha (ley judía) acerca de la sexualidad.

12.2.- Origen divino de la sexualidad.
Comienzo este asunto con un cuento titulado "Y en el principio era Nada" del cual somos autores yo mismo y mi musa (mi única esposa Liliana de los Ángeles "Lina"):
Hace muchos miles de años, quizás hace millones de años, había un lugar en la Tierra llamado Paraíso. Todo alí era pura naturaleza: montañas, ríos, árboles, animales... y un hombre eterno llamado Adán. Adán vivía muy contento poniendo nombres a todas las cosas y animales que, día a día, iba descubriendo en su eterno caminar; porque Adán se diferenciaba del resto de las criaturas allí vivientes en que sabía hablar, y quizás por eso, por sabler hablar, era eterno. Nunca estaba triste. Se ocupaba de ver, oír y experimentar la convivencia con todo lo existente en aquella paradisíaca naturaleza donde todos los seres vivientes morían y volvían a renacer a través de otras generaciones que perpetuaban su especie. Sólo Adán nunca moría...
Adán hablaba con todo lo que encontraba en su caminar por el extenso Paraíso. Toda la naturaleza (montañas, ríos, árboles y animales) escuchaba atentamente a Adán, pero nadie podía hablar con él porque nadie tenía, salvo Adán, el don de la palabra.
Pero el momento más feliz de todos los días de Adán fue cuando conoció a una ave del paraíso que por las mañanas, cuando salía el sol, venía a visitarle. Con ésta sencilla pero muy hermosa ave pasaba largas horas simplemente admirando su extraordinaria belleza y viéndola surcar todos los espacios aéreos. 
Entre todo lo que formaba parte de la vida de Adán había una compañera muy especial: su propia Sombra. La Sombra de Adán era su eterna compañera. Visible a la luz del sol y de la luna, en las noches oscuras, cuando desparecía la luz, la Sombra se refugiaba en el interior de Adán y éste entonces creó el monólogo. Como no podía dialogar con nadie, comenzó a comunicarse con su propia Sombra a través del monólogo interior. Era un diálogo entre el yo de Adán y el yo de su propia Sombra. Y Adán empezó a producir ideas, pensamientos y sentimientos; pero todo ello bajo la costumbre, la tradición, una fórmula primaria, un código estructural y una estricta regla que Adán se había impuesto a sí mismo. Esta autoregla consistía en que sólo él podía iniciar el monólogo-diálogo con su Sombra a través de preguntas y la Sombra sólo podía ir contestando a las preguntas que formulaba Adán. Asi Adán fue evolucionando desde ideas sencillas y pensamientos simples hasta ideas más complicadas y pensamientos más complejos. 
Y Adán fue creando, con su propia Sombra, un macrocosmos de filosofía existencial... y Adán comenzo a ser analítico...
Una mañana Adán observó con más detenimiento a aquella ave que venía a visitarle todos los días. Y empezó a analizar la situación. Él era libre, el más libre de todos los seres del Paraíso, pero siempre estaba sujeto a la tierra. Ella, sin embargo, a pesar de que algún día tendría que morir, podía surcar libremente los espacios aéreos. Andaba por la tierra pero cuando lo deseaba se elevaba por los aires. Y Adán dudó de su libertad. No era tan libre como pensaba. Entonces comenzó a nacer un sentimiento que nunca antes habia experimentado: los celos. Tenía celos de la hermosa ave porque ella podía volar gracias a una libertad que él no poseía. En principio no fueron celos enfermizos, pero el carácter de Adán comenzó a cambiar por primera vez en su eterna existencia. Primero fue de una manera sutil, ligera, apenas perceptible; mas luego comenzó a ser más visible, más notable, más densa y más voluminosa... hasta que nació otro nuevo sentimiento: la envidia. Y por primera vez en su eterna existencia Adán empezó a sentir un poco de infelicidad.
Adán comenzó a hacerse más serio, más introvertido, más circunspecto y ya muchas noches se olvidaba de dialogar con su propia Sombra. No tenía deseos de hablar. Poco a poco se acostumbró al silencio en las oscuras noches sin luz.
Fue en una noche de ésta época en que la angustia comenzó a desarrollarse en el corazón de Adán cuando se desató una tan terrible tormenta que se convirtió en tempestad. Las nubes se estrellaban unas contra otras, rayos estrepitosos despedían relámpagos sobrecogedores que alumbraban tétricamente el paisaje. Los truenos retumbaban en los valles y las montañas. Adán, por primera vez en su eterna existencia, quedó sobrecogido y atemorizado. Y buscó, entonces, refugio en una umbrosa caverna. La noche descargó toda su furia en forma de diluvio torrencial y luego se volvió espectralmente oscura, profundamente oscura, hondamente oscura... y Adán, estremecido, se adentró hasta lo más recóndito de la oscura caverna y allí quedó totalmente desolado. La sombra, fiel y eterna compañera de Adán, se refugió en lo más íntimo y profundo del hombre. Se hundió en su corazón. Jamás Adán estuvo tan taciturno, inaccesible e inexpresivo.
Pero la Sombra tenía urgente necesidad de comunicarse a travé del monólogo de Adán. Y la Sombra de Adán superó el miedo y rompió con la costumbre, con la tradición, con la fórmula primaria, con el código estructural y con aquella estricta regla que había sido autoimpuesta por el hombre. Y dispuesta decididamente a romper con todo ello para sacar a Adán de su mutismo, fue ella quien inició las preguntas en el monólogo-diálogo con su interlocutor:
- ¿Qué te sucede, Adán?.- Tengo miedo. Por primera vez en mi eterna existencia conozco lo que es tener miedo.- ¿Y qué clase de miedo es ese, Adán?.- Algo que ha roto todos mis esquemas.- ¿Puedo yo ayudarte a eliminar ese miedo, Adán?.- Es inútil, Sombra. Esto es el final.- ¿Pero no eres eterno, Adán?.- Esa es mi tragedia. Saber que soy eterno y saber que voy a vivir eternamente con el miedo siempre dentro de mí.- ¿Por qué tanto negativismo, Adán?.- Porque desde esta noche sé que ya no sé quien, en verdad, soy.- ¿Quieres saber quien, en verdad, eres, Adán?.- No creo que tú, mi propia Sombra puedas decirme a mí quien soy en realidad.- Te equivocas, Adán. No existe ningun otro ser viviente como tú y por eso es tu propia Sombra la que, en verdad, puede ayudarte a saber quien verdaderamente eres..- Antes estaba seguro de mí mismo, sabía interpretarme con exactitud. Ahora, quizás por los celos y la envidia, dudo ya de quien soy...- La duda es las antesala del conocimiento, Adán...- En mi caso la duda es el final del conocimiento, Sombra...
La Sombra quedó pensativa durante unos segundos antes de continuar:
- ¿De verdad quieres saber quién eres, Adán?.- De verdad quiero saber quien soy.- Para saber quien eres verdaderamente sólo tienes que darte la vuelta a tí mismo. Conocer la cara oculta de tí mismo.- ¿Cómo me doy la vuelta a mí mismo?.- Es fácil. Tu nombre es tu identidad visible. Dále la vuelta completa a tu nombre y sabrás quien eres en verdad.
Y entonces Adán perdió el miedo y recuperó toda su capacidad. Volvió a tener fe en sí mismo y comenzó a dar la vuelta a su nombre.
- Mi nombre es Adán.- Dale la vuelta, Adán. Date la vuelta a tí mismo.
Y Adán dio la vuelta a su nombre y descubrió, por primera vez en su eterna existencia, que Adán era, verdaderamente, Nada.
Y Adán sintió una inmensa tristeza al saber que en el fondo era Nada. Y por primera vez en su eterna existencia sintió dolor, amargura, desolación. Por primera vez en su eterna existencia se sintió verdaderamente solo. Y lloró amargamente. Adán nunca había llorado. No sabía lo que eran las lágrimas. Pero, en aquella madrugada, cuando todavía no había cesado la tormenta ni el sol había aparecido sobre el Paraíso, conoció el lloro, las lágrimas recorriendo sus mejillas y el sabor saladado de éstas al llegar a la comisura de us labios. Lloró tan abundante y desconsoladamente que comenzó a sentirse más humano que nunca, algo así como si comenzara a dejar de ser eterno para empezar a ser simplemente tan mortal como el resto de los seres vivientes del Paraíso. Y amaneció. La tormenta ya había desaparecido y llegó la luz. El astro Sol ya estaba a punto de aparecer. Y la Sombra salió de lo profundo del corazón de Adán y, comenzando ambos a caminar, se extendió nuevamente sobre aquella tierra que tan atado tenia al prpio Adán. Y Adán comenzó a hablar, por primera vez en su eterna existencia, con su Sombra a plena luz del día.
- Estoy solo, terriblemente solo, Sombra.- Tienes razón, Adán. Estamos solos.- ¿Y cómo podría yo superar esta soledad, Sombra?.- ¿Cómo podríamos superar esta soledad, Adán?.- ¿No se te ocurre nada?.- Se me ocurre una sola cosa. - ¿Cuál es esa cosa, Sombra?.- Soñar. Podemos soñar.- Pero yo sueño muchas veces y sigo estando solo.- No me refiero a esa clase de sueño.- ¿Hay otra clase de sueño?.- Existe el sueño de la Esperanza.- ¿Qué es eso de la Esperanza?.- Soñemos juntos Adán, dos seres juntos soñando pueden descubrir mucho más que uno solo.- Es cierto, Sombra. Soñemos. 
Y Adán comenzó a preguntar...
- ¿De qué color soñaremos a la Esperanza, Sombra?- Soñemos que es de color verde.- Verde como la rama del olivo...
Guardaron unos segundos de silencio mientras seguían caminando hacia la laguna donde Adán era visitado, todos los días, por la ave del paraíso.
- Adán, ¿te has dado cuenta de que todo lo que existe, salvo nosotros, tiene su lado opuesto?.- Es cierto. La noche se opone al día- Y el fuego se opone al agua- El sol se opone a la luna- El frío se opone al calor.- El verano se opone al invierno.- La risa se opone al llanto...
Adán quedó un momento pensativo antes de continuar con su turno...
- La leona se opone al león...- ¿Qué has dicho, Adán?.- Que la leona se opone al león. Es igual pero distinta. Y todos los animales tienen compañía de otros animales iguales pero diferentes. 
Un enigmático silencio envolvió a ambos. Su caminar se había detenido pues Adán ya se encontraba en la orilla de la resplandeciente laguna y la sombra de Adán, alargándose a causa del oleaje de las aguas, comenzó crecer y crecer más allá de la verdadera estatura de Adán.
- !Díos mío, Sombra, qué sólo estoy!.- ¿Cómo has dicho, Adán?.- !Qué solo estoy!.- No. Te pregunto como me has llamado.- Sombra.- Antes. Antes de llamarme Sombra.- Dios mío... creo que he dicho Dios mío... pero no lo sé con exactitud.
Ambos volvieron a guardar silencio, hasta que la Sombra de Adán, rompió de nuevo con la costumbre, la tradición, la fórmula primaria, el código estructural y la estricta regla autoimpuesta por el hombre:
- Adán, qué es lo que más deseas...- Escúchame bien, Sombra. Muchas veces acaricio al león, al tigre, al gato... acaricio al perro, al toro, al caballo... acaricio a cualquier animal que encuentro a mi paso, pero...- Pero qué, Adán...- Pero preferiría poder hablar con ellos. Dialogar de una manera diferente al monólogo conmigo mismo.- Y qué más Adán. ¿Qué más deseas en el fondo de tu corazón?.- En el fondo de mi corazón no acierto a saber qué deseo hay.- Haz un esfuerzo, Adán. En el fondo de tu corazón hay un deseo. Recuerda que yo he estado refugiada, esta noche, allí.- Escucha, Sombra. El león tiene a su leona, el tigre a su tigresa, el gato a su gata... el perro tiene a su perra, el toro a su vaca, el caballo a su yegua... y todos y cada uno de los animales tiene, por compañera, a otro animal igual pero distinto. Cada animal, con su pareja se acaricia, se besa, hacen el amor, viven juntos y mueren... pero antes de morir engendran otra generación de descendientes que son iguales a ellos pero distintos... y así van perpetuando su especie.- Pero tú eres muy feliz acariciando a cada animal.- No del todo, Sombra. Cuando les acaricio siento una sensación muy agradable, pero noto que no es una sensación tan completa ni tan profunda como si pudiera acariciar a otro ser vivo igual a mí pero distinto; un ser vivo que hable igual que yo pero diferente; que piense conmigo pero de forma distinta; que produzca ideas, pensamientos y sentimientos igual que yo pero de otra manera. Que sea una persona opuesta a mí pero complementaria.- Para eso estoy yo, Adán.- Escucha, Sombra. Tú eres mi otro yo pero eres demasiado abstracto... y yo nocesito algo más concreto para sentirme verdaderamente complementado, verdaderamente realizado, verdaderamente humano...- ¿Y cómo llamarías a esa compañera?.- Puesto que soy hombre la llamaría hembra.
Y Adán comenzó de nuevo a sentirse triste porque comprendía que lo que pedía era un imposible. Pero se atrevió a sentenciar:
- Por ella sería capaz de renunciar a mi eternidad.
Y la sombra se estremeció profundamente al escuchar la solemne declaración de renuncia hecha por Adán. Cesó entonces el oleaje de las aguas de la laguna y ésta quedó apacible y serena, mientras la Sombra comenzó a contraerse hasta alcanzar, de nuevo, la misma estatura real que la de Adán.
- Yo sólo soy tu Sombra, Adán, y por eso puedo decirte que lo que deseas no puede ser real pero te queda la Imaginación para hacerlo verdadero. - ¿La Imaginación?. ¿Qué es la Imaginación?.- El más grande y hermoso de los sueños.- ¿De qué me serviría la Imaginación si no es capaz de hacer real a mi hembra?.- Ten Esperanza, Adán. La Imaginación no puede hacer real a tu hembra, pero puede hacerla verdadera. Lo que se desea simplemente hablando por la boca es siempre una mentira, pero lo que se imagina hablando con el corazón siempre es una verdad.- Entonces... ¿quieres que imagine a mi hembra?.- Sí, Adán. Imagínala con todos tus ocho sentidos: vista, oído, tacto, olfato, sabor, intuición, equilibrio y orientación. Recuerda que no la harás real pero la harás verdadera.
Adán comenzó a imaginarla. La imaginó hermosa y bella; igual que él pero distinta, capaz de hablar como él, pero diferente; creadora de ideas, pensamientos y sentimientos como él pero de otra manera. Opuesta a él pero complementaria.
- ¿Has terminado ya, Adán?.- Si. Ya he terminado.- Cuéntame cómo es tu hembra.
Y Adán le detalló a su propia Sombra todo el contorno físico de su hembra imaginada y le contó que era capaz de producir ideas, pensamientos y sentimientos iguales a los de él pero diferentes.
- Has creado algo hermoso, Adán, porque no es una mentira nacida de la boca, sino una verdad imaginada con el corazón y nacida del alma.- ¿Qué has dicho?.- Una verdad. Algo que yo no puedo definir con exactitud pero que está presente en todo lo que te rodea.- No me refiero a la verdad. Me refiero a la otra palabra que acabas de inventar, Sombra.- ¿Alma?. ¿Te refieres a la palabra alma?.- Sí. Es nueva para mí. ¿Qué significa?.- Tampoco sé definirla con exactitud. Sólo sé que la puedo sentir a través de la Esperanza. - Pero, Sombra... tampoco sabemos, en verdad, qué es la Esperanza.- Te autoengañas, Adán. Eso si lo sabemos. Es cierto que la Esperanza es lo último que se pierde pero, sobre todo, es lo primero que se conquista. Así que conquista a la Esperanza para conquistar a tu hembra y no la pierdas nunca...
En esos momentos surgió el sol tras las montañas. Era un sol majestuosamente anaranjado que se iba, poco a poco, conviritiendo en amarillento. Y apareció, entonces, la ave del paraíso que, sobrevolando ligera y grácil por encima de Adán se posó, suavemente, sobre la verda rama de un verde olivo. Estaba más bella y hermosa que nunca y Adán la observó totalmente ensimismado. Y observó el verde de la rama y el verde del olivo... y pensó en el verde de la Esperanza.
- !Buenos días, Ave!. Hoy estás más bella y hermosa qe nunca y por eso es por lo que me atrevo a confesarte que tengo celos de tu belleza y tengo envidia de tu libertad. Eres capaz de estar sobre la tierra y luego, cuando libremente lo decides, puedes volar por los espacios aéreos. Yo , sin embargo, estoy eternamente atado a la tierra. Eres frágil y ligera, suave, sensible, cariñosa... pero sobre todo quiero decirte que pronto encontrarás a otro ave igual que tú pero distinto, y te acaraciarás con él y te irás con él olvidándote de mí. Viviréis juntos y moriréis juntos pero antes de morir habréis procreado otra generación de aves que perpeturán vuestra especie. Te irás y yo quedaré solo. Eternamente solo. 
Y Adán se atrevió a detallar a la ave todo el contorno físico de su imaginada hembra, que podía producir ideas, pensamientos y sentimientos iguales a los de él pero distintos. Y Adán comenzó a llorar más desconsoladamente que nunca. El llanto de Adán era mucho más profundo que el de la noche anterior. El llanto de Adán era verdaderamente hondo y verdaderamente real.
Aquella ave amaba profundamente a Adán y al verle llorar tan verdadera y hondamente sintió en su interior la enorme soledad del hombre y sufrió al sentir esta eterna soledad.
- Yo sin ella no soy Adán sino Nada, Ave, Nada soy. Yo por ella, Ave, sería capaz de renunciar a mi eternidad.
La ave del paraíso se estremeció al escuchar tan profunda y sincera confesión humana. Y, sin poder soportar más contemplar y sentir el llanto y el dolor de aquel Adán al que amaba tanto, aquel que en verdad era Nada, remontó el vuelo, cruzó la laguna y marchó a un lejano encinar. Allí comenzó a pensar en el verbo creador del hombre y comenzó a imaginar la hembra que con tanto detalle le había descrito Adán. Imaginó tan proundamente que su imaginación se convirtió en palabras:
- Yo soy Ave pero por Adán sería capaz de renunciar a mi libertad.
Era tan profunda y sincera la frase humanizada de la ave que, de repente, un rayo de sol más amarillento que los demás bajó desde el cielo y se hundió en el interior de la ave hasta penetrar en su corazón. Y el nombre de la ave se dió la vuelta y la Ave se convirtió en Eva.
Llegó el amanecer. La luna brillaba en el cielo y se reflejaba en las remansadas aguas de la laguna. Adán y su Sombra habían permanecido durante todo el día allí, quietos y pensativos frente a las aguas. Y Adán seguía pensativo hasta que sintió y vio una mano humana sobre su hombro. Igual que la de él pero distinta. Se volvió lentamente y allí estaba ella. Su hembra. 
- Hola Adán, yo me llamo Eva. 
Adán quedó profundamente enamorado de Eva. La besó en los labios y, unidos de las manos, se dirigieron hacia el extremo del Paraíso. Y Adán y Eva, en compañía de sus respectivas sombras, abandonaron el Paraíso Terrenal porque Adán había renunciado a la eternidad por ella y ella, por Adán, había renunciado a la libertad. Y se fueron a otro lugar de la Tierra sabiendo que se acariciarían, se besarían, harían el amor conjuntamente, vivirían y morirían juntos... pero antes de morir habrían procreado una infinita serie de futuras generaciones de seres humanos como ellos pero distintos, iguales que ellos pero diferentes, que producirían ideas, pensamientos y sentimientos como los de ellos pero de otras maneras y a los cuales les habían cedido y transmitido la Eternidad y la Libertad a la que ellos habían renunciado por amor. Y sabiendo que, a partir de entonces, tendrían que poner nuevos nombres a todas las cosas y animales de la Tierra y que tendrían que escribir una nueva Historia. Y a todas esas infinitas generaciones, las que obtuvieron su Eternidad y su Libertad, la llamaron Humanidad. 
Dejemos ahora los cuentos, los relatos y las leyendas (que todo ello encontramos en el Antiguo Testamento de la Biblia porque era manera de narrar los hechos humanos y divinos en los viejos tiempos de las primeras civilizaciones humanas) y busquemos algún texto ya enfocado en el análisis profundo del tema. Encuentro, en Internet, el siguiente texto de un tal Ruiz:
"La fecundidad humana hace que la sexualidad aparezca como estrechamente relacionada con el amor creador por el que Dios tiene una intervención creadora directa en toda persona que nace. Precisamente, para dar cuenta de la dignidad absoluta de la persona humana no basta decir que el hombre es la única criatura que ha sido querida por sí misma. Es de todo punto necesario añadir que cada persona es objeto de un acto de Amor explícito que la constituye desde su ser más profundo en algo absolutamente querido por Dios: esto implica que cada persona humana es creada individualmente, es resultado de un acto creador individual. Esto es lo que afirma la tradición cristiana al decir que cada hombre tiene un alma individual creada inmediatamente por Dios. El dogma cristiano de la creación del alma individual de cada persona, nos permite advertir una relación estrecha entre la sexualidad y el amor creador de Dios. La antropología cristiana, ajena a todo dualismo, nos impide la explicación simplista que afirma que los padres engendran el cuerpo mientras que Dios crea el alma. 
El término de la generación humana no es el cuerpo sino la persona del hijo: si los padres no engendrasen al hijo, no se podría hablar de generación. Es decir, los padres no engendran un ser animal que recibirá un alma espiritual creada por Dios; los padres causan verdaderamente al hombre que no obstante recibe su determinación humana por la intervención creadora de Dios. Podría decirse que los padres disponen la materia de modo que causan materialmente el alma creada directamente por Dios, mientras que el alma, al ser creada directamente por Dios, causa formalmente la disposición de la materia. Por esto puede afirmarse con propiedad, no figuradamente, que los padres que engendran un hijo participan del poder creador de Dios: la generación humana es propiamente denominada pro-creación.
El singular concurso con Dios que tienen los padres al engendrar al hijo permite caracterizar la sexualidad como aquella dimensión humana en virtud de la cual dos personas humanas, caracterizadas por la sexualidad como varón y mujer, se hacen capaces de participar del poder creador de Dios que crea. La alianza es entre dos polos: por una parte Dios y por otra parte los padres que constituyen como un solo elemento en esta alianza. No se trata pues de una peculiar concurrencia de tres -Dios, el padre y la madre- sino, como hemos dicho, de dos elementos, uno de los cuales es la unidad constituida por el padre y la madre en virtud de su donación sexual. La unidad constituida por el padre y la madre en su unión fecunda, es, pues, como el símbolo eficaz del amor con que Dios interviene creando el alma de cada persona.
En cualquier caso, es decisivo comprender que, precisamente por ser símbolo real del amor creador de Dios, la unión que hombre y mujer realizan en virtud de su condición sexuada no puede ser plenamente inteligible si no es en referencia a Dios. No quiere decirse con esto que, mientras no se alcance un conocimiento explícito del Amor Creador, la unión sexuada permanezca opaca y sin sentido para el conocimiento humano, como una realidad de la que se pueda alcanzar únicamente su acontecer material. La unión sexual fecunda no es una realidad inaccesible a la razón humana, no es falta de significación lo que presenta, sino más bien todo lo contrario, un exceso de contenido, una excesiva riqueza que no puede ser agotada por el conocimiento que se detenga en una consideración cerrada de la pura donación sexuada en sí misma. Hay tal desproporción, tal desequilibrio entre los hechos de la unión en su acontecer físico, por un lado, y la persona del hijo, con dignidad absoluta, que es causado, por otro, que no podría resultar adecuadamente entendido más que si ese desequilibrio consigue nivelarse. Esto sólo puede conseguirse: o bien negando la dignidad de la persona engendrada, y se reduce al hijo a un "producto fisiológico de la gestación" o bien reconociendo que el acto de la generación involucra por sí mismo fuerzas trascendentes que van más allá de los puros procesos mecánicos o físicos.
La tradición cristiana, en virtud de una revelación sobrenatural, establece con una profundidad insospechada la naturaleza de esa referencia trascendente, pero de ningún modo puede afirmarse que es una afirmación meramente gratuita. La noticia que la fe cristiana nos da sobre el concurso entre Dios y los padres es una aclaración sobrenatural de lo que es detectable por la razón en su ejercicio natural. Cuando formas primitivas de cultura presentan manifestaciones de divinización del eros, nos están manifestando que los hombres, aun en situaciones de conocimiento muy rudimentario, se inclinan por la segunda de las posibilidades señaladas. En este sentido puede afirmarse que esas manifestaciones culturales de divinización del sexo constituyen una intuición vaga e imprecisa de lo que la fe revelada nos comunica.
En cambio, cuando desde un racionalismo cerrado a priori a la trascendencia se niega toda referencia explícita a Dios creador, la cadencia del pensamiento, según su lógica propia, conducirá inevitablemente hacia la primera posibilidad. Por más que se afirme solemnemente la dignidad de los derechos de la persona, la fuerza de la lógica cientifista acabará por calificar esas declaraciones como un elemento extraño en la visión del mundo de la cultura que esa ciencia crea, y la persona en su nacimiento terminará por ser considerada un elemento de la naturaleza igual que cualquier otro producto sometido al dominio técnico. 
12.3.- Lo moral, lo inmoral y lo amoral en la sexualidad. 
Primero, para aclarar los conceptos, vamos a ve qué significan estas tres palabras. Según el Diccionario Larousse, moral es una palabra que deriva del latín mos, moris, costumbre, y es relativo a las virtudes o a las reglas de conducta, desarrollo de las buenas costumbres, conjunto de reglas de conducta propuestas para una determinada doctrina o inherentes a determinadas costumbres (y yo añado que es propio de las personas con valores éticos y principios morales); lo inmoral se centra en ir en contra de los principios morales y, en este caso, las personas viven como los animales porque carecen de toda clase de moral, de valores éticos y de principios de buenas costumbres; y, pór último, lo amoral es que se carece de sentido moral y yo añado hasta de carencia de sentido común. 
Antes de hablar en concreto de lo moral en la sexualidad de los cristianos y cristianas seleccionemos tres textos; uno sobre lo moral en la sexualidad; otro sobre lo inmoral en la sexualidad; y otro sobre lo amoral en la sexualidad. Los tres relacionados directamente con la sexualidad.
Primer Texto (sobre lo moral de la sexualidad):
Según Jorge M. Blanco Calderón: "Hombre y mujer, en su camino procesual de realización humana, reconocen en sí mismos su capacidad de decidirse libremente y reconocen, a la vez, que sus decisiones están ligadas a un deber de respeto y también realización a y de sí mismo, prójimo, comunidad, naturaleza. Así mismo, hombres y mujeres de nuestro tiempo están cada vez más persuadidos de que la dignidad y la vocación humanas piden que, iluminados por la inteligencia, ellos descubran los valores ya existentes en sus propias personas, que los desarrollen constantemente y que los realicen en su vida para un progreso aún mayor. El ser humano, sin embargo, en sus juicios acerca de los valores morales, no puede proceder según su personal arbitrio. Él descubre, en lo más profundo de su conciencia, la existencia de una ley, que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer...advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal... (y) en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por lo cual será juzgado personalmente. Al mismo tiempo no debemos olvidar, que para un cristiano, Dios ha dado a conocer, por su Revelación, su designio de salvación, y por tanto de realización personal y comunitaria. El valor de la moralidad revelada emana del destino dispuesto por Dios, del fin inscrito por Dios en el ser humano. Ambos significan y reclaman al ser humano un proceso de adecuación a la imagen de Dios. La auténtica moralidad lleva el sello del amor y por lo tanto, el de la libertad. Así pues, hombre y mujer están llamados a realizar el mandato divino del amor en toda su existencia y por ende, en todos los órdenes de sus vidas. La teología moral entendida como aquella parte de la teología que iluminada por la Revelación y por la fe vivida en la comunidad eclesial, presta su aportación al cambio procesual de humanización plena de las personas y de la sociedad, bajo el seguimiento de Cristo Jesús y de su Reino trata de asistirles para ello exponiendo con claridad los órdenes y problemas principales, pero no puede quitarles los juicios y decisiones morales en su concreción postrera. Amor a sí mismo y amor al prójimo piden al hombre y a la mujer que afirmen y acepten la comunidad, necesario respaldo para su existencia y posteridad, y en la que pueden y deben dar pruebas en las sociedades naturales menores, es decir, en el matrimonio privilegiado espacio donde se realiza el amor de hombre y mujer, y en la familia. Todo hombre y la mujer, creados por el Amor, en el Amor y para el Amor, han recibido un especial llamado: El seguimiento al Señor Jesús. Seguimiento tal que es común a todos los seres humanos, y que podemos concretizarlo en un estilo de vida específico en sus relaciones con Dios, consigo mismo, con su prójimo, con la sociedad y con el mundo. Este seguimiento, por tanto, tiene lugar en una perspectiva evangélica, es un seguimiento, real a Jesús que es el camino y la vida, para alcanzar a través de la comunión con el Padre en el Espíritu Santo, la realización plena del ser y de la dignidad de la persona humana. Así mismo, el seguimiento real al Señor Jesús, exige en las circunstancias de la vida, el reconocimiento que no puede haber verdadera realización y vivencia del amor, verdadera promoción de la dignidad humana, sino en el respeto del ethos esencial de la persona humana. Ethos que se enriquece e ilumina por los principios inmutables fundados sobre los elementos constitutivos y sobre las relaciones esenciales de todo ser humano. Ahora bien, tales fundamentales principios, comprensibles por la razón, están contenidos en "la ley divina, eterna, objetiva y universal, por la que Dios ordena, dirige y gobierna el mundo y los caminos de la comunidad humana según el designio de su sabiduría y de su amor. Dios hace partícipe al hombre de esta su ley, de manera que el hombre, por su suave disposición de la divina providencia, puede conocer más y más la verdad inmutable". Además, Cristo instituyendo su Iglesia como servidora de la verdad, asistida por el Espíritu Santo, la capacita para conservar y transmitir las verdades del orden moral, interpretando no sólo la ley positiva revelada, sino también "los principios de orden moral que fluyen de la misma naturaleza humana". No es necesario hacer un gran esfuerzo para reconocer, que la comprensión y vivencia de todos estos fundamentales principios generales en el orden moral, y específicamente en el campo moral sexual atraviesan una fuerte crisis. Crisis en el ser humano mismo, en su situación y actuación personal, social, cultural, económica, política, religiosa; crisis en la credibilidad a la Iglesia como auténtica intérprete de las verdades del orden moral, crisis en la misma reflexión teológica. Debemos recordar, ante todo, que las crisis no se manifiesta de improviso sino que son producto de una serie de conflictos de diversos órdenes. Sin embargo, no deseamos detenernos en todos ellos, sino únicamente enumerarlos a fin de tener presentes para una mayor comprensión de las crisis mencionadas anteriormente.
- Toma de conciencia de que todo lo creado por Dios es bueno.- Mayor conciencia del cuerpo como sacramento y como elemento de realización personal, comunitario, de satisfacción, de placer.- No más "sexualidad" como algo penoso, sucio.- Acentuación exagerada de ascética sexual.- La sociedad secular abandona la iluminación cristiana de la sexualidad.- Una fuerte preferencia del celibato sobre el matrimonio.- Las tendencias de la cultura llamada moderna: la idolatría del poder, del dinero, de la técnica, de la superioridad, del placer.- El consumismo, la aparición del hombre y mujer masa, deterioro de las relaciones humanas.- Sociedad con mayor intercomunicación que ha originado negativamente, el nada me espanta, nada me conmueve; muchos datos sin tiempo, ni deseo, de reflexionar o criticar.- Mayor tolerancia y permisividad tanto personal como social, acompañada de gran tolerancia jurídica; una sociedad más abierta y pluralista.
Este permisivismo que repercute mayormente entre los infantes, personas en etapa de formación e inmaduras, se presenta en el campo moral como realmente preocupante. Sin embargo, un tal permisivismo moral al que no podemos no reconocerle su inmoralidad, no es lo que realmente preocupa a la moral cristiana, sino la amoralidad en la sociedad y entre los fieles cristianos, es decir, la pérdida del sentido ético es la que realmente debe preocupar, ya que lo que está en causa es la desmoralización de los propios principios morales. Una cosa es vivir en desacuerdo con ellos manteniendo la conciencia de su validez y otra el contestarlos teórica y prácticamente.
Lo anterior, por otra parte, ha provocado:
- Una nueva lectura de la Escritura en lo referente al matrimonio, amor conyugal, celibato;- Una mayor lectura crítica a la histórica tradición;- Un mayor aprecio a la incidencia de los datos sicológicos y sociológicos;- Un renovar con mayor énfasis el amor como el valor ético central en la vida cristiana.
Rupturas existente entre "sexualidad" y matrimonio-amor, entre "sexualidad" y procreación. Mucho se habla en nuestros días de una ruptura entre la "sexualidad" y el matrimonio-amor, entre "sexualidad" y procreación, más sin embargo, una tal ruptura existe pero no entre sexualidad y lo mencionado, sino entre genitalidad y matrimonio, separación entre genitalidad y procreación, aislamiento entre genitalidad y amor. Las idolatrías, la búsqueda desenfrenada de autoafirmación de identidad corporal, material, como única posibilidad de espacio para realizarse personalmente; el mayor reconocimiento del papel de la mujer en la sociedad, Iglesia, Estado, economía, familia; los factores de producción-consumo; el aislamiento del placer; la defensa de la individualidad para contrarrestar la masificación; el mismo permisivismo social y jurídico y sobre todo la pérdida de crítica, madurez afectiva, de asombro y de los valores éticos, han dado como resultado el aislamiento del sexo y todas sus relaciones, las que no son más relaciones interpersonales sino intergenitales. El amor, que no deberá ser entendido en su sentido superficial o sentimental sino en un nivel más profundo, como la realidad originaria de todo lo real; es hoy ciertamente buscado, anhelado y deseado como lo que da plenitud humana a la persona. Sin embargo, los muy vanidosos y fuertes embates de lo individual, de lo material, han provocado en muchos seres humanos y por supuesto entre muchos cristianos, una marcada acentuación de lo sexual (entendido como genitalidad) que provoca ruptura entre amor y la sexualidad. Este amor, y en nuestro caso, amor conyugal, no es sólo el simple medio para culminar la complementación entre varón y mujer tendiente a lograr la comunión humana, gozosa y fecunda, capaz de perpetuar la especie; sino que es también algo indispensable para poder realmente vivir tal comunión, ya que sin el amor, hombre y mujer, se verían privados del sentimiento de sí mismos y de su existir.
Como ejemplos de ruptura entre genitalidad y matrimonio-amor podemos mencionar: masturbación, incremento homosexualismo, onanismo, anticoncepción, demorar matrimonio o libre unión pasajera, aborto, etc. Así como para la ruptura ente genitalidad y procreación. Sin embargo, la moral sexual no puede ser reducida a simples cálculos entre placer y no placer, como si este fuera en sí algo pecaminoso, al contrario, o como algo gobernable por la nueva "norma" social de moda en donde nada es aceptable, ni es una "doctrina" en donde se exponga y confirme la lista de los que se puede o no se puede hacer. Es consenso popular hoy que la significación primaria de la sexualidad es el amor interpersonal. El mandamiento fundamental para los cristianos es que ellos se deben amar uno al otro como a sí mismo. Todas sus conductas deben tener este fundamental significado como expresión de amor. Todas sus relaciones interpersonales deben ser relaciones de amor y esto no sólo para las relaciones sexuales. Las diferentes relaciones deben tener diferentes y específicos criterios para orientarlas. No debemos olvidar que en muchas culturas populares latinoamericanas la noción de amor que prevalece es la de un amor con fuerte carga sexual y con ardientes sentimientos emocionales. En este contexto, la conducta sexual será un camino de la expresión de tales sentimientos. Así, sexo con conducta sexual se hace aceptable y el amor viene a significar la manipulación de los sentimientos, sean de uno mismo, sean del otro. Que la sexualidad tiene un significado social no es algo nuevo. La manifiesta importancia de la procreación para la sobrevivencia de la especie humana es tan obvia que no se necesita hacer una específica mención. Pero, muchas características del mundo de hoy, tienden abiertamente a plantear y vivir la sexualidad y la expresión sexual en el ámbito exclusivo de lo privado, con el resultado que cultural y legalmente lo que dos o más adultos hacen en lo privado del hogar no concierne a la sociedad. Esto se manifiesta por el desentendimiento hasta de la ley en lo concerniente al adulterio, promoción, actos homosexuales y anticoncepción. La sociedad misma aparece cada vez más, menos interesada en la estabilidad matrimonial y cada vez más tolerante con cualquier forma de expresión sexual, interesándose únicamente cuando se afectan o deben proteger los derechos individuales. La humana expresión sexual, para ser auténticamente humana, debe ser socialmente responsable. Los dos asuntos de mayor incidencia social son el divorcio y vuelta a casa y el control natal. Los derechos civiles son asunto de justicia y no de moralidad sexual. El aborto, otro asunto importante para la sociedad, no es propiamente de moral sexual sino de ética de la muerte. Así pues, de nuestra definición sobre la sexualidad humana, dependerá la orientación y recta comprensión de la misma. Sin embargo, el sexo que es como la fuerza que baña, influye y afecta cada acto de la persona en cada momento de su existencia, no es una acentuación en una estrecha área de la vida, sino el corazón y centro de toda nuestra vida. La sexualidad necesita ser atendida no como una acción sino como un camino de realización del mundo personal como varón y hembra. Sexualidad no es algo que debemos mostrar a otros en acción, sino lo que somos y la expresión sexual es siempre e inevitablemente nuestra propia y real expresión.
Recordemos que hombre y mujer han sido creados para constituirse en un don recíproco del uno al otro. Dios no sólo dio al ser humano la capacidad de amar, sino que grabó en lo hondo de su ser la tendencia a la búsqueda y reciprocidad con otro "yo" personal: los creó varón y mujer. Ellos, con igual dignidad, reflejan la semejanza divina bajo distinta modalidad. Dicha modalidad no se reduce a diferencias de tipo externo o genital. El sexo no es algo que se "tiene", sino que sella al ser humano desde lo más profundo: se es varón o mujer en todas dimensiones de la propia existencia biológica, sicológica, moral, cultural. El hombre y la mujer maduran y llegan a ser personalidades equilibradas, sólo si se abren el uno al otro con un amor dispuestos a entregar y recibir la riqueza de cada cual, respetando la diferencia y originalidad del otro. Así, pues, hombre y mujer son llamados a vivir en plenitud y en fidelidad el amor conyugal querido por Dios como vocación a una experiencia fecunda, única e irrepetible. Este amor conyugal, aún siendo plenamente humano, total fiel, exclusivo y fecundo, no puede ser individualista y cerrado. Por su misma fuerza y dinamismo, es un amor que tiende a comunicarse y a abrirse, a universalizarse en su referencia a la comunidad y sobre todo en referencia a la familia que se forma. Por tanto, el amor humano y en nuestro caso amor conyugal, une a los esposos y es procreador de vida nueva tanto para los esposos mismos en su dimensión personal, como para los hijos en sus dimensiones integrales de seres humanos. Ahora bien, amor-fecundidad-procreatividad son realidades inseparables. Por ellos, hombre y mujer a través del amor fecundo vivido y actuado en íntima unión en los diversos niveles de expresión conyugal, encontrarán un medio afectivo para desarrollarse y crecer integralmente. En mi opinión, son pues, dos formas en que puede manifestarse la fecundidad del amor humano. fecundidad interpersonal - procreativa; fecundidad social y eclesial.
Fecundidad interpersonal - procreativa: La alianza matrimonial cristiana incluye la promesa mutua de los cónyuges de regalarse este tipo de amor fecundo interiormente y que, al mismo tiempo, les debe hacer conscientes de que sus valores masculinos y femeninos, por el hecho de ser integrales de la persona humana, les comporta la connatural ordenación de convertirse, no sólo en esposos, sino también en padres, puesto que "corresponde a la naturaleza del amor el tender al don recíproco de sí mismo y a la transmisión de una nueva".
Es pues, a través de la paternidad y maternidad, como los esposos cristianos podrán expresar, también, la riqueza de una real y verdadera fecundidad interpersonal-procreativa; porque, así como por explícita voluntad del Creador "no es bueno que el hombre esté sólo" (Génesis 2, 18), creando por ello al hombre desde los inicios, varón y mujer, así también desde los orígenes, les hizo participar en su obra creadora al bendecirlos y llamarlos a "creced y multiplicaos" (Génesis 1, 28). Así constituyendo el amor matrimonial una comunión a la vez espiritual-corpórea entre esposos, este no se agota dentro de la pareja ya que los hace capaces de la máxima donación posible, por la cual se convierten en cooperadores de Dios en el don de la vida a una nueva persona humana. De este modo lo cónyuges, a la vez que se dan entre sí, dan más allá de sí mismos la realidad del hijo, reflejo viviente de su amor, signo permanente de la unidad conyugal y síntesis viva e inseparable del padre y la madre. 
Al expresarse así la fecundidad del amor matrimonial, alcanza también su cumbre la dimensión interpersonal; pues esposo y esposa no pueden regalarse recíprocamente nada más enriquecedor, para sus respectivas vidas, que el convertirse recíprocamente en padre y madre por medio del don mutuo del hijo, el cual es, sin duda, el don más excelente del matrimonio, que contribuye de gran manera en el bien de los propios padres y a su madurez humana y cristiana.
Desgraciadamente, el poder de fractura del pecado se manifiesta de modo especial hoy, en esta esfera de la vida matrimonial, llevando a separar a menudo el amor y la fecundidad, considerando al hijo como el obstáculo para el "amor", y una molestia para la realización personal de los esposos.
La pareja cristiana, sin embargo, debe buscar hacer de su amor un signo sacramental del amor de Cristo y del Dios Trino. Por eso, la Iglesia siempre les recuerda, además, que el amor conyugal implica, por su naturaleza misma, un doble significado el cual, a su vez, encuentra en el acto conyugal su signo más apropiado. El acto conyugal representa por tanto, la expresión del todo especial, tanto del significado unitivo como del significado procreativo, manifestando así la clara voluntad de Dios al haber dado a la sexualidad humana tal estructura, tendiente a unir profundamente el amor y la procreatividad, el bien de los esposos y el de los hijos.
Sin embargo, la fecundidad del amor conyugal no se reduce a la sola procreación de los hijos, aunque, sea entendida en su dimensión específicamente humana: se amplía y se enriquece con todos los frutos de la vida moral, espiritual y sobrenatural que el padre y la madre están llamados a dar a los hijos, y por medio de ellos, a la iglesia y al mundo.
Como Cristo, después de vivificar a su iglesia y hacerla verdadera familia de Dios, irradia a través de Ella la fecundidad liberadora y resucitadora de su Pascua hacia todos los hombres del mismo modo los esposos cristianos, tienen el deber de proyectar la fecundidad de su amor más allá de su círculo estrecho de su vida hogareña, para dirigirla hacia la porción de la sociedad humana y de la Iglesia en que su familia se encuentra inserta. De otra manera estarían mutilando una dimensión importante de la sacramentalidad de su amor y reflejando pobremente la vigorosa y universal fecundidad del Señor; puesto que no debemos olvidar que el matrimonio y la familia cristiana, deben ser una comunidad de fe, de amor, de vida, destinada no sólo a encarnar los rasgos nupciales del Amor de Cristo, sino a reflejar, de algún modo, la totalidad del misterio del amor y de comunión del que la Iglesia es portadora.
El amor interpersonal, constituyendo el núcleo del matrimonio, es la más alta posibilidad de ser y la más profunda necesidad de realizarse. La misma sexualidad, no es la que hace descubrir el amor, sino que es el amor el que revela la naturaleza de la sexualidad. Por ello, el matrimonio no sólo supone el amor, sino que es al mismo tiempo expresión y lugar de la realización de la más profunda unidad personal de dos seres. El matrimonio, pues, abarca al ser humano en su totalidad, incluyendo todos los aspectos de su realidad criatural: sentimientos, y voluntad, cuerpo y espíritu, sexo, eros y ágape. Si limitásemos el amor, sólo a uno de estos aspectos, le haríamos un gran daño destructivo. Pero, como decíamos anteriormente, este amor matrimonial aún siendo plenamente humano, total, fiel, exclusivo y fecundo, no puede ser individualista y cerrado. Por su misma fuerza y dinamismo, tiende a comunicarse y abrirse, universalmente en su referencia a la comunidad y sobre todo en referencia a la familia que se forma. Así, a fin de fundamentar la función educativa de la familia sobre todo en el campo de la moral sexual, creo conveniente tener presente los elementos antropológicos constitutivos del matrimonio, y los elementos de este en su especificidad de matrimonio cristiano. Ello en razón de que cada hombre y mujer, quienes realizan el matrimonio y el matrimonio sacramento, deberán tomar conciencia de sus propios elementos constitutivos, a fin de situar los principios morales sexuales en la totalidad de la antropológica realidad del matrimonio y de sus elementos específicos como matrimonio cristiano.
Ahora bien, el amor conyugal se expresa en el matrimonio y es su fundamento. El matrimonio que, en cuanto sacramento, es el único cuyo simbolismo central está constituido por una realidad radical y plenamente humana: La unión de dos personas en el amor, el cual es, ante todo, un amor plenamente humano, es decir sensible y espiritual al mismo tiempo. No es, por tanto, una simple efusión del instinto y del sentimiento, sino que es también y principalmente un acto de la voluntad libre, destinado a mantener y a crecer... (para alcanzar) juntos su perfección humana.Pero el sacramento no es, pues, una sobreestructura al margen o alejada de la realidad humana existencial a que se refiere; por el contrario, el sacramento hunde sus raíces en la realidad antropológica, de la cual parte y hacia la cual se orienta, asumiéndola en toda su integridad y riqueza. Valorizar la realidad antropológica del matrimonio es dar también su profundo valor y significado al mismo sacramento. En efecto, el sacramento podrá ser comprendido en la medida en que se comprenda el matrimonio según "el diseño de Dios", por cuanto este, más que una institución o fenómeno social, es una realidad antropológica, querida a instituida por Dios.
Ahora bien, si reconocemos que el amor conyugal une a los esposos y es procreador de vida nueva, es reflejo del amor de Dios y el amor comunicado entre sí y, según las palabras de la Gaudium et Spes, es participación actual en la alianza entre Cristo y la Iglesia, y que este es el centro del mismo sacramento; creemos que se nos impone referir los elementos antropológicos constitutivos del matrimonio, elementos tales que no dependen de la creatividad de una cultura humana y que se encuentra en todos y cada uno de los matrimonios humanos:
Fidelidad. La mutua e incondicional aceptación. Esta es la explicitación del amor, en lo que tiene de aceptación mutua e incondicional. Es la radicalización del amor, en lo que supone de conocimientos y aceptación total del otro. Un reconocimiento que no se limita y ni se detiene en las cualidades positivas, sino que integra también las limitaciones y defectos y manifestaciones a lo largo de la existencia. Una aceptación que no se pospone a la comprobación de la evolución del amor, sino que se compromete desde hoy y para siempre la fidelidad en la esperanza. Esta, a su vez, es la forma en que se concretiza la incondicional aceptación del otro. Es la presencia perenne de la aceptación. A través de la fidelidad el amor es capaz de superar las velocidades del sentimiento. En ella, el amor se hace duradero. Por tanto, la fidelidad implica, fundamentalmente la radicalización existencial del amor; porque el amor se especifica y concretiza en una decisión fundamental de los esposos, quienes, por encima de las situaciones conflictivas y de los cambios que pueden sobrevenir, se comprometen a mantenerse unidos en el amor.
Pero la fidelidad, además, supone la promesa y esta no es sino un acto de libertad suprema que al mismo tiempo compromete. Quien no se compromete, no es libre. Por ello, el hombre que se decide y esfuerza a ser fiel, aparece como el ser libre que supera el momento exterior y que supera a sí mismo. Es la promesa donde el hombre trasciende su momento presente, y acepta el riesgo de comprometerse con un futuro, al que quiere fecundar en la fidelidad del presente, pero al que no puede arrancar su imprevisibilidad. La fidelidad supone también la esperanza y la confianza en que el otro responderá, a la propia fidelidad con su fidelidad. Esta esperanza hace que la promesa de fidelidad, lejos de convertir el amor estático, lo vivifique, lo llene de dinamismo y apertura. Así, el amor matrimonial será cada día una aventura y una tarea desde la que se llama al hombre y a la mujer a descubrir su propio misterio y a hacer experiencia su propia trascendencia.
La indisolubilidad. Desde la perspectiva antropológica del matrimonio, la indisolubilidad se mantiene como enraizada en la naturaleza misma del amor, en cuanto el amor se hace depender de sí mismo. La convicción y decisión de la pareja de edificar su matrimonio en una alianza indestructible, excluyendo, por ello mismo, cualquier posibilidad de separación durante su existencia. La indisolubilidad, como proceso dinámico dependiente de la persona, es una tarea a realizar con el esfuerzo y voluntad interna de los cónyuges. No se trata tanto de un precepto exterior al que hay que dar el consentimiento y aceptación, sino de una exigencia interior, exigencia del amor que tiene la necesidad de la convicción de la no separación, porque es de por sí, unitivo.
La publicidad e institucionalización. Ambos son también elementos fundamentales a destacar, pues en efecto, desde el punto de vista antropológico, puede afirmarse que el amor matrimonial, al implicar una dimensión social que afecta y compromete a la misma sociedad, reclama una publicidad y exige una institución. La publicidad se muestra necesaria para que el amor sea reconocido y valorado como un amor existencial. Porque tal reconocimiento público da consistencia y permite la realización plena del amor matrimonial, convirtiéndose, al mismo tiempo, en salvaguardia de la situación nueva de las personas unidas en matrimonio. Por ello mismo el matrimonio cae dentro del campo del derecho, y consiguientemente reclama una institución jurídica, por la que sea visibilizado socialmente, o mejor, por la que el amor matrimonial es socialmente manifestado y proclamado en y ante la sociedad. La institución busca desprivatizar la decisión personal, no para someterla de modo indefenso al arbitro de las competencias públicas, sino para defenderla en lo que tiene de acto más precisamente libre y personal, que busca realizarse en el "nosotros" social. De esta manera, el amor conyugal solamente contribuye en favor de la sociedad, sino que, al mismo tiempo, la sociedad puede y ofrece su colaboración, para salvaguardarlo y favorecer su desarrollo.
El sacramento del matrimonio no se distingue del matrimonio mismo por sus elementos antropológicos constitutivos; ni por la mayor gracia que puedan recibir los cónyuges para la realización de su misión; ni por la especial significación que se pueda derivar de una concreta forma externa de celebración. Todos estos elementos le pertenecen, pero los centros de diferenciación o especificidad, a nuestro juicio, los debemos buscar en su especial cualificación ontológica que le es configurada por el bautismo; su cualificación personal proporcionada por la fe y su cualificación eclesial como sacramento de la Iglesia.
Por el bautismo el hombre participa de una manera explícita del misterio de Cristo, puesto que por el, pasa a ser miembro de la Iglesia, manifestando públicamente su pertenencia a la misma y comienza, así, a vivir de un modo progresivamente consciente, su vida nueva en el Espíritu. El bautismo no aniquila ni sustituye el ser del hombre, pero si lo transforma, cualificándolo ontológicamente de forma nueva, dándole un nuevo sentido a su configuración existencial, insertándolo en el mismo Cuerpo Místico de Cristo. Ser bautizados, pues, no significa sólo aceptar un compromiso de vida con Cristo y con su iglesia, sino también participar en su mismo ser del Cuerpo de Cristo en la Iglesia. Significa asumir la propia existencia en Cristo y desde la pertenencia a la Iglesia. Por eso, cuando dos bautizados se casan no pueden ellos determinar por sí mismos, e independientemente de su ser y existir como cristianos, el sentido y la verdad de su matrimonio, sino que deben ser determinados a partir de su ser determinados a partir de sus ser en Cristo y de su vida en la Iglesia. 
El sacramento del bautismo es pues, el fundamento "ontológico" de toda sacramentalidad plenamente cristiana, sin que ello signifique, sin embargo, ni que Dios obra automáticamente en los sacramentos que celebran los bautizados, ni que cualquier sacramento pueda considerarse como plenamente realizado sólo porque los sujetos han recibido el bautismo. Esposándose, el cristiano se compromete formalmente como cristiano a realizar la potencialidad de su bautismo. Si el bautismo es un compromiso a seguir a Cristo, a ser El y por El, el matrimonio es la renovación de tal compromiso para vivirse en un estado de vida concreto y específico - como es el matrimonio-,y como "vocación" particular a vivir en el cristianismo.
Esta cualificación ontológica bautismal podrá más cabalmente ser entendida uniéndola a las otras "cualificaciones" que comporta y que de alguna manera también la condicionan.
Los sacramentos cristianos encuentran su realización a partir de la vida misma. En la medida en que vivimos nuestra vida en unión con Cristo, ella nos prepara a la celebración de los sacramentos, celebración que nos capacita a descubrir, aceptar y realizar más explícita y profundamente, el verdadero sentido de nuestra vida.
Sin embargo, este sacramento sólo pueden vivirlo en sentido pleno, aquellos que por el bautismo y la fe se han introducido en el misterio de Cristo y se han dejado transformar por el acontecimiento de salvación pero, además, para que la sacramentalidad del matrimonio pueda ser vivida y expresada en su grado máximo no basta el simple hecho de haber sido bautizado, pues es preciso la fe viva y verdadera.
Por la fe en la gracia misericordiosa de Dios en Cristo, el cristiano vive desde una libertad nueva, la riqueza humana de amor matrimonial, su dimensión trascendente, su inmanente carácter religioso. Por la fe, el cristiano desvela lo que está oculto, le da sentido a lo misterioso y el "otro" por lo cual se suspira, manifiesta su rostro y su nombre en el Dios de Jesucristo.
Por el bautismo el hombre entra a formar parte, de una manera expresa y significativa, de la comunidad de la Iglesia. Por la fe, el bautizado ha aceptado libre y conscientemente esta pertenencia a la Iglesia, de manera que lo que aconteció ontológicamente en el bautismo, ha alcanzado su plena correspondencia en una acogida personal, afectiva y efectiva, por parte del sujeto bautizado.
Es por eso que en este caso, la cualificación eclesial del matrimonio, como la de todo sacramento, resulta algo perfectamente normal y consecuente. El bautizado creyente tiene conciencia de que ser cristiano es vivir en cristianismo con los demás. Es pertenecer a una comunidad, es compartir y sentir que nada de lo que a los otros les sucede, pueden dejarlo indiferente e impasible. En la vida de uno está comprometida e implicada la vida de los demás y viceversa, y no celebra su vida en solitario, sino con los demás en comunidad y en comunión.
Ahora bien, si creer no es un asunto "privado", sino una realidad ontológica y cristiana, comporta una dimensión social, tampoco pueden ser asunto "privado" los acontecimientos cumbres de la vida cristiana, sino más bien acontecimientos eclesiales. La eclesialidad de los sacramentos se funda en la sacramentalidad de la iglesia - sacramento universal de salvación -, pero también en la comunitariedad de la fe, sin la cual difícilmente puede explicitarse la necesidad de una celebración sacramental.
Por consiguiente, nos parece poder afirmar que la cualificación eclesial, más que añadir algo al matrimonio, lo especifica. El bautizado que se casa en la fe, no puede menos que casarse en la Iglesia, porque supone que quiere afirmar - confirmar - ante los demás, de una manera explícita y solemne el verdadero sentido de su existencia, concentrado en esos momentos en el matrimonio. Por eso pensamos que lo esencial de la eclesialidad del matrimonio no son tanto las normas canónicas, ni las formas litúrgicas, sino su sacramentalidad eclesial; teniendo a la base la conciencia de pertenencia a la Iglesia.
Sabemos que toda educación tiene su base en aquella que es dada a la persona por la familia - natural o adquirida -. Entendiendo aquí por "adquirida", no sólo el caso de los hijos adoptivos sino además, el caso de tanto niño y joven hoy, que encuentra su familia en la guardería, en la escuela o en cualquier otra situación semejante. La familia no es solamente como nos lo ha expresado el Magisterio, la célula fundamental de la sociedad, sino también la primera escuela, lugar privilegiado, el centro donde se puede fundamentar la educación y formación del miembro vivo de la sociedad y de la Iglesia.
Por ello, la plena realización de la vida conyugal por parte de los esposos, depende en gran parte de la formación de la conciencia y de los valores asimilados durante todo el proceso formativo de los mismos esposos y padres . Los valores vividos en familia se transmiten más fácilmente a los hijos. Entre estos valores hay que recalcar el respeto a la vida desde el seno materno y, en general, el respeto a sí mismo y a la persona de cualquier edad o condición
Por ello, en cumplimiento de su misión, los padres de familia tienen el deber y el derecho de tomar conciencia de atender también la educación moral de los hijos. Esto supone un recto criterio acerca de la finalidad de su intervención y la vivencia y preparación adecuada para poder educar y expresar tal educación con el testimonio, la delicadeza y la serena confianza necesarias. Así pues, el éxito de esta educación dependerá, en su mayor parte, de la visión humana y cristiana con que los padres de familia testimonien e inculquen los valores de la vida y el amor.
Una actual y preocupante problemática de carácter altamente antropológico-ético, es la de la posición revolucionista en que algunos sexólogos médicos colocan la sexualidad considerándola sólo en cuanto a síntomas orgánicos, poniendo por separado la persona humana, integral en sí misma. La genitalidad viene desconectada de la integral vida personal. No olvidar que el ser humano, hombre y mujer, es una unidad bio-sico-espiritual. Ahora bien, la adquisición de un mayor conocimiento científico sobre la vida sexual fue dirigido, desde sus principios, para obtener un mayor control de ella. No sólo se quería explicarla. Esto supone que quien en su comportamiento sexual se disocia del "standar" propuesto por la moral y sancionado por la ley, debe ser reconocido a la norma por vía de la sexología médica. La persona en especial situación no viene ya considerada como un "pecador" que debe ser salvado, ni como un "criminal" que debe ser castigado, sino como un enfermo por curar. Virtud y vicio no son conceptos equivalentes a salud y enfermedad. No se habla ya en términos morales: es malo, sino como apartado de una norma que implica un grado de imperfección: es desviado,- término este, completamente errado. Sin embargo, la referencia a una norma ideal continúa siendo explícita en el desarrollo reciente de las terapias sexuales.
El poder establecer normas ha pasado de los moralistas a los médicos y muchas normas se han "superado", aunque la petición dirigida al individuo de conformarse a un "standar" continúa siendo la misma. Por ejemplo la masturbación (equivocado quien lo practica, según la sexología de mercado actual). No es, por otro lado, el individuo quien juzga si su deseo es adecuado o no, sino la norma médica.
A este propósito, debemos declarar que la bondad moral de los actos propios de la vida conyugal y por lo tanto de la acción genital del hombre y de la mujer, ordenados según la verdadera dignidad humana, no dependen solamente de la sincera intención y apreciación de los motivos, sino de criterios objetivos, tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos, que guardan íntegro el sentido de la mutua entrega y de la humana procreación, entretejidos con el amor verdadero. 
Este mismo principio, deducido de la Revelación y de la auténtica interpretación de la ley natural, funda también aquella doctrina tradicional de la Iglesia según la cual la realización del acto genital logra su verdadero sentido y rectitud moral tan sólo en el matrimonio sacramento.
Por tanto, todo hombre y mujer, en el proceso de realización de su propia sexualidad deberán ir conformando constantemente su caminar procesual en vías de una plena realización y dignificación humana, con lo ya inscrito en su, propio ser con los dictados de su conciencia, la que es menester cultivar y esclarecer a menudo, a fin de vivir el pleno sentido de su ser humano.
La Iglesia, a la vez, a sus miembros, además de exhortarlos a lo interior, presta especial servicio esclareciéndolos y enriqueciéndoles el camino procesual de sus vidas con la Buena Noticia de Jesús, quien quiere y propicia la verdadera realización y vivencia de la dignidad humana.
De aquí, pues, que todo acto genital y su inherente placer, que se alejen del matrimonio, y en el caso de los miembros de la Iglesia, matrimonio sacramento, son contrarios a la dignidad y realización del ser humano y al amoroso designio de Dios, porque constituye en sí mismos una vejación y un ultraje a la propia persona humana en su dignidad y al auténtico amor que Dios ha compartido con el hombre y la mujer.
Conclusión: El reconocimiento y respeto del valor de la moral en el campo de la sexualidad se ve hoy amenazado y hasta ignorado no sólo por la sociedad, sino aún también por muchos de los cristianos. Ello está exigiendo una diligente reflexión y educación de la enseñanza moral cristiana, cualesquiera que sean las dificultades que el cumplimiento de esta tarea encuentren en las ideas y en las costumbres de hoy.Esta enseñanza, continuamente sostenida y profundizada por la Iglesia, deberá ser estudiada mayormente, expresada de manera apta para iluminar las conciencias de cara a las nuevas situaciones creadas, enriquecida en el discernimiento de lo que de verdadero y útil, se debe decir sobre el sentido y el valor de la sexualidad humana.Es, pues, menester presentar los principios morales cristianos sobre la sexualidad no como inveteradas tradiciones, ni como tabús, ni como leyes externas al ser humano que se le imponen, sino como leyes de amor que corresponden al designio divino de la creación, al espíritu de Cristo y por ende, a la dignidad humana e integral llamada a la realización humana de cada hombre y mujer. La dignidad del la persona humana viene dada por el hecho de ser persona. Por eso, el ser humano sólo alcanza su plenitud cuando es aceptado y afirmado en cuanto ser humano. Consiguientemente, sólo se da la plenitud humana en un amor personal que afirma: "quiero que tú existas". "Es bueno que existas". El amor acepta al otro en cuanto a otro; por eso forma parte de la dialéctica del amor que, por el mismo acto por el que se unen entre sí de la forma más íntima a dos personas, simultáneamente las deja libres en su personal peculiaridad. En efecto, todos los seres humanos y en nuestro caso los esposos, pueden y deben llegar a descubrir y hacer consciente en sí mismos y en su fuente primera, la razón fundamental de su capacidad de donación y recepción mutua conyugal: el amor; el amor de Dios; Dios mismo que, en lo concreto del amor humano viene a ser la meta última - al mismo tiempo -, del hombre y de la mujer y de su amor transformado y elevado al amor conyugal, puesto que "Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente, la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión. El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano". Es pues, este llamado a ser reflejo cada vez más consciente y creciente del amor divino, lo que en su designio creador, Dios concibiera al hacer al hombre a "su imagen y semejanza"; de manera que la experiencia de amor del mismo ser humano, se dilatara infinitamente y llegara a ser plenitud de vida en el amor de Dios. El matrimonio cristiano con todo lo que ello implica deberá por tanto aparecer ante los hombres como signo y presencia del amor del Padre, deseando desde su origen y revelado en Jesús. Signo de fuerza liberadora del amor, de la apertura universal de un amor que empuja a la construcción de un mundo nuevo. Signo de fidelidad, vivida también como perdón y comienzo nuevo, de donación total, en la que la entrega mutua expresa en profundidad y autenticidad la realidad nueva de los que han hecho una sola carne. Signo de fuerza creadora de Dios, manifestada en la procreación de los hijos. Signo sacramental que confiere al hombre que desea corresponder con fidelidad a su específica vocación, la fuerza, luz y razón de ser de una existencia temporal, llamada a ser eterna".
Sobre lo inmoral en la sexualidad elijamos este otro texto, verdaderamente patético y trágico, según se expresa en él. Lean con atención lo que escribió una niña de 16 años antes de ser asesinada por su madre cuando tenía sólo 18 años:
"¿QUIÉNES SON LOS INMORALES?. Enviado por Tomás Nomás: Cristo Jesús fue mejor persona que sus contemporáneos. Privilegió a la Bondad, la Compasión, y la Piedad, como valores fundamentales para la construcción de un mundo mejor. Sin embargo, hoy día, en pleno siglo XXI, continuamos haciendo gala de nuestra barbarie matando a millones de animales. (Katina)
Bueno... después de mi aviso publicitario ahí arriba paso a transcribir el siguiente texto escrito por una niña de sólo dieciseis años allá en Madrid, España, muy pocos años antes de la llegada de Francisco Franco al poder. Ella se llamaba Hildegart Rodriguez. Murió a los dieciocho años asesinada, por su madre, Aurora Rodriguez, mientras dormía.
La historia de estas dos mujeres, madre e hija, me parece digna de ser contada.
¿QUIENES SON LOS INMORALES?.- La sexualidad nos plantea dos preguntas. Una de ellas es esta: ¿Quiénes son los inmorales? Yo no he visto casos más dolorosos que aquellos en que los adultos, creyendo que la actitud nuestra había traspasado ya todos los linderos de la buena conducta, nos llamaban al orden, hablándonos de cosas que ni siquiera conocíamos y que pertenecían al mundo de sus vicios y de sus malos pensamientos. Yo no sé que haya nada más inmoral, más injusto, ni más bárbaro que la actitud de muchas madres y aún padres de familia que educan a sus hijos en la mayor ignorancia de cuanto pueda significar ciencia y conocimiento, y cómo los preparan para entregarlos, vendados de ojos y atados de pies y manos al marido que venga a cargar con la deliciosa presa. Yo recuerdo el caso de una mujer de bastante edad, madre de una muchacha amiga mía que tiene mis años -dieciséis- y que, vanagloriándose de la inocencia y candidez de su hija, decía: "Hay que ver qué bombón le estoy preparando a mi futuro yerno". Yo creo que no hay derecho a que esto se cometa impunemente. Hacer que la mujer vaya sin conocimiento alguno al matrimonio es un crimen. Yo pienso como Havelock Ellis, que la noche de bodas en que se ha entregado una mujer a un hombre después de una compra, que se parece tanto a una prostitución, ya que el mayor pago no evidencia nada más que el mayor valor de la presa codiciada -y no se codicia más que la virginidad y la posesión absoluta o el monopolio-, es una noche en que se deja el ratón en poder del gato, en que por vez primera llega a esa iniciación sexual entre nubes de dolor y de placer, provocando un choque doloroso de sentimientos contrarios. Dejar ir a la mujer ciega e inconsciente a las garras de la enfermedad o del vicio es algo tan criminal que yo creo que el Estado debería penar -al igual que hoy tiene penas establecidas para quienes no llevan a sus hijos a la escuela a partir de determinada edad- a quienes en la escuela o en el hogar no hubiesen acreditado debidamente haber proporcionado a sus hijos la debida orientación sexual. Juzgar como máximo galardón el entregar a un hombre a una muchacha ignorante, me parece absurdo. El matrimonio es una ciencia, decía Balzac, y hay que prepararse para él. Es, sin embargo, esta función de la procreación y la de la felicidad conyugal la única que se deja al instinto y a la casualidad el descubrir a los en ella iniciados. La función más sublime y transcendente abandonada al acaso. He ahí la psicología de la Humanidad preocupada de por vida en cuestiones de menor importancia y desatendiendo ésta de la que depende en definitiva su porvenir. Es que, sin duda, como expresa el dicho español: "Se recoge con gran cuidado el salvado y se tira la harina". Lo cierto es que lo sucedido y que tantas veces se repite es lo que con acierto definía Grawley: "Que el matrimonio es un acto de violación tolerado por la sociedad siempre que se contrae en estas condiciones".
Y en cuanto a lo amoral en la sexualidad elijo este pequeño pero profundo fragmento de un texto que publicó Cobián en Internet y que pertenece a su Ensayo titulado "Lolita: entre lor romántico y lo amoral": "No hay pequeños secretos: Lolita era una niña y Humbert su padre y amante. La pedofilia y la pederastia se confunden entre la adolescencia y la pubertad dejando la moral cegada, tuerta cuando menos en un país de ciegos. A lo largo del libro la decepción amorosa parece ser el idilio central de una trama repleta de consistentes fonéticas francesas, la delicia con que el hombre recuerda el sólo nombre, verbo presente de Lolita, en el primer capítulo engancha al lector a lo largo de la entera lectura. Humbert le niega su amor a la madre de Lolita tal y como Lolita se le niega a él en ese placer cuantitativo en que el karma llega a suceder. Carlos Fuentes ya lo dijo: “la obra de arte añade algo a la realidad que antes no estaba allí, y al hacerlo, forma la realidad”. La historia es en general el morbo por la realidad privada, de otras personas, siempre de otras, pero real. La huida, los moteles, el sexo, la Lolita despierta, activa: ninfula, el hombre que ama a la niña en esa nostalgia constante y presente por el pasado son los motivos, por sobre todo el presente y la constante por no soltar el pasado o dejarlo salir de sí, Lolita no es la niña de doce años encadenada a su padrastro, es la ninfula paseando a su padrastro con cadena, cual si de un perro tratase. La moral parece ser el menor problema entre el amor, el sexo como una experiencia vacía y que, sin embargo, todo lo llena. Lolita es el problema entre la edad para consentir el amor y la confusión constante con el sexo, en ese disimulado decoro titulado “hacer el amor”, en algo que no se puede hacer si uno no lo hace, no se hace el amor de uno que tiene sexo y uno que ama, son almas que no estarán acopladas más que físicamente entre un falo y un par de labios. La moral es el único obstáculo para la consumación de algo que se hace en privado, es la máscara hipócrita que obliga a los errores, es problema que hace del personaje vicio y la droga es Lo, Lola...
Así que termino el asunto volviendo a lo moral, con otro fragmento que extraigo del Internet: "El concepto de sexualidad comprende tanto el impulso sexual, dirigido a la reproducción y al goce inmediato, como a los diferentes aspectos de sentimiento corporal (sentirse hombre o mujer)y de expectativas de rol social. La sexualidad es el elemento básico de la personalidad, modo propio de ser, manifestarse, comunicarse con los otros, de sentir, expresar y vivir el amor humano. En la actualidad abundan los estímulos que empujan a vivir la realidad sexual de manera superficial. El ambiente consumista lleva fácilmente a considerar el sexo como un objeto más de consumo. De hecho, se comercializa con él de muchas formas, sobre todo en la publicidad de los medios de comunicación. Los cristianos valoran la sexualidad como una dimensión importante de la persona, esto significa:
Asumir la propia sexualidad y vivirla desde una visión completa y humana de la propia existencia.
No vivir el sexo desde el instinto, pues llega un momento que se deshumaniza a la persona y, en muchos casos se llega a abusar de los demás. (Explotación sexual).
No convertir el sexo en una obsesión, como si no existieran otros valores en la vida de las personas(egoísmo)
El sexo no es ningún tabú prohibido que hay que ignorar o perseguir. Pero hay que educar a las personas para que su manifestación sexual sea humana, y no se viva solo como placer sino como entrega total a la persona amada.
Visión cristiana de la sexualidad: La realidad del hecho sexual es profunda y compleja de estudiar por los distintos puntos de vista desde los que puede ser afrontada; nosotras nos detendremos principalmente en la valoración que la Iglesia católica hace a partir de los principios morales que acabamos de ver. El elemento integrador de toda la realidad sexual lo constituye el nivel ético-religioso, ya que es la conciencia la que articula la existencia de todo ser humano, reflejando el tipo de persona que éste desea ser. Las diferentes conductas sexuales serían consecuencia inmediata de los diferentes modelos de persona, encarnando cada uno de ellos unas normas morales determinadas. Para un creyente su relación con Dios es el elemento vertebrador de su existencia, por lo que hará de su vida sexual una respuesta a la llamada de Jesús. La sexualidad abarca a toda la persona, reducirla a mera genitalidad equivale a la degradación de la persona, simplificando toda su dignidad y dimensión espiritual a puro funcionamiento biológico. Una relación sexual adquiere su auténtico significado cuando se enmarca en el proyecto personal que cada uno elige para sí mismo. Por tanto, las orientaciones de la Iglesia acerca de la sexualidad hay que entenderlas dentro de un objetivo mucho más amplio; el de ser cristiano. Según crecemos nos vamos configurando sexualmente, superando etapas anteriores e integrando algunos de aquellos aspectos en las posteriores. De este modo alcanzamos la heterosexualidad adulta, y con ella la maduración sexual. Las fijaciones, o conductas propias de etapas que ya deberían estar superadas, persisten en el individuo impidiendo su plena maduración. Una vida sexual madura exige la aceptación de la propia historia con actitud responsable y consecuente. En el Antiguo Testamento encontramos distintas orientaciones sobre el origen de la sexualidad, como: "...no está bien que el hombre esté solo, voy a hacerle alguien como él que le ayude..." (Génesis 2, 18-25 ). Hombres y mujeres estamos llamados a vivir en diálogo de amor interpersonal con el otro, partiendo de la igualdad y buscando la complementariedad de los dos seres en todo momento. "...a imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla..." (Génesis 1, 26-28 ). Todo ser humano está creado a imagen y semejanza de Dios y ahí está precisamente su indudable dignidad. La sexualidad está llamada a la procreación porque es la manifestación de un amor fecundo es decir, lleno de vida. La grandeza de esta unión queda reflejada en la alianza de Dios con su pueblo, así como en el amor de Jesús por su Iglesia.
El amor del que se nos habla en el Nuevo Testamento es el amor proclamado y practicado por Jesús. Servicio y entrega desinteresados. Jesús siempre se opuso al mero cumplimiento de la ley. A él le preocupaban las personas por encima de cualquier otra cosa, en especial la mujer, a la que devolvió su dignidad original arrebatada por el machismo de la época. Hombre y mujer están por igual sometidos a las exigencias del amor, de ahí la insistencia de Jesús en la fidelidad como garantía que hace posible la realidad del amor. El desinterés, el servicio, la generosidad y el perdón son factores humanizadores de la sexualidad; pero junto a estos hay otros aspectos que perjudican el ejercicio del amor llevando al pecado.Llama la atención el caso de la mujer adúltera, a la que trata con gran humanidad y compasión, perdonándole sus pecados y pidiéndole la conversión. Por otro lado, Jesús presenta la virginidad como posible opción de vida para vivir el amor humano. El amor y el sexo son fenómenos primarios que deben darse a la vez, porque el sexo es simplemente un modo de expresar el amor y solo de este modo el sexo está justificado.Por eso el amor no puede darse después del sexo, este debe ser solo el vehículo del amor. La única manera de pecar con el sexo es que se realice sin amor, solo por placer. Este acto sexual sin amor aunque tenga un objetivo como engendrar un hijo es igual de pecaminoso que el hacerlo por placer. Las relaciones eróticas por placer despersonalizan las relaciones sexuales. El amor es una responsabilidad que afecta a todas las personas pero el acto sexual también afecta a todos. La experimentación en el campo de la sexualidad, que normalmente se les atribuye a los jóvenes, implica una grave irresponsabilidad. El comportamiento sexual es bueno si personaliza al hombre, y si es así está actuando según la moral sexual cristiana. La relación debe ser un lenguaje de amor. Un lenguaje de amor oblativo. La relación debe establecerse en la diferencia sexual. La relación ha de adquirir una forma diversa de acuerdo con la evolución
El Concilio Vaticano II (1962-1965 con los Papas Juan XXIII y Pablo VI ) en la encíclica “Gaudium et spes” analiza y deja bien claro cual es la visión de la iglesia: “... El Concilio pretende iluminar y fortalecer a los cristianos y a todos los hombres que se esfuerzan por garantizar y promover la intrínseca dignidad del estado matrimonial...”
“... El marido y la mujer, que por el pacto conyugal ya no son dos, sino una sola carne (Mateo 19,6) con la unión de su persona y actividades se ayudan y se sostienen mutuamente, adquieren conciencia de su unidad y la logran cada vez mas plenamente... ”
“... Este amor, ratificado por la mutua fidelidad y sobre todo por el sacramento es indisoluble en cuerpo y mente, en la prosperidad y en la adversidad, y, por tanto, queda excluido de él todo adulterio y divorcio...”
“... El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y educación de la prole. Los hijos son, sin duda el don más excelente del matrimonio y contribuyen sobremanera al bien de los propios padres. ..”
“... Pero el matrimonio no ha sido instituido solamente para la procreación... por eso, aunque la descendencia falte sigue en pie el matrimonio como intimidad y comunión total de la vida y conserva su valor e indisolubilidad.”
La Iglesia católica desaconseja las relaciones sexuales antes del matrimonio porque la moral sexual católica se reduce a: Los actos tienen un sentido, y este acto tiene el sentido de un compromiso total.. La unión sexual es un acto de donación, de donación total, y realizar este acto sin atarse, equivale a despojarlo de todo su sentido.
La sexualidad se ha convertido, en nuestra sociedad, en objeto de consumo, que no tiene como fin la procreación y que se observa sin relación con el matrimonio.La Iglesia católica considera necesario el amor para el matrimonio y también para el noviazgo y ese amor debe ser auténtico. Los seres humanos alcanzamos la madurez biológica mucho antes de poseer la madurez personal. El amor necesita una prolongada y cuidada educación y esta educación que se efectúa durante el noviazgo cesa con el inicio de las relaciones sexuales. La relación sexual tiene que ser expresión de un amor total y definitivo, cuando está en vías de formación se expresa con besos, caricias, abrazos y cuando es máximo, es decir, elección exclusiva e indisoluble, tiene la expresión máxima: la relación sexual plena.
Juan Pablo II publico en 1992 el Catecismo de la Iglesia Católica que define lo esencial que necesita un cristiano que quiere estar informado y vivir en coherencia con su fe. En el catecismo se expresa claramente que para vivir en pareja los católicos necesariamente deben recibir el sacramento del matrimonio y lo define así:
¿Qué es el matrimonio?.- El matrimonio es el sacramento que une a los esposos en el amor, a imagen de la unión de Cristo con su Iglesia.
Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres. No solo suponen la fe, sino que la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y cosas. Los sacramentos santifican las diversas circunstancias de la vida; así pues el sacramento del matrimonio santifica la unión de la pareja, su vida en común y el fin para el que los esposos se unen: la procreación y educación de los hijos que forman la familia. El amor conyugal, santificado por el sacramento, al unir conjuntamente valores humanos y divino, lleva a los esposos al don mutuo de sí mismos, por encima de cualquier atracción erótica pasajera, en una fidelidad indisoluble. La unión intima de los esposos y el bien de los hijos exigen la unidad indisoluble. El amor de los esposos esta elevado por de Dios y sostenido por Cristo y por la Iglesia, de cuya unión los propios esposos son imagen. En el sacramento del matrimonio el “Don” que se recibe es la “ Ayuda para la comunidad de vida y de amor”.Por todo esto la Iglesia Católica no aprueba la unión de las parejas de hecho.
12.4.- Desviaciones religiosas del sexo.
En un blog de Internet denominado "Misterios al Descubierto" he encontrado el siguiente artículo: "Gregori Salgado Jiménez es un cura de 64 años, delincuente convicto por abusar sexualmente de una joven deficiente en la iglesia de Fátima, en Igualada, según la condena de la Audiencia Provincial de Barcelona en 2007. Ahora se enfrenta a una petición del fiscal de 10 años de cárcel por abusar de unas niñas, a las que entre otras cosas les metía el dedo en la vulva, actos que cometía siendo profesor de religión en el colegio público Gabriel Castellá, de Igualada. Hasta aquí nada tiene de especial por lo común de la situación entre los que se autodenominan “poseedores de la moralidad”. Es grave que haya tantos casos de pederastia entre el clero, pero lo más grave es que se intenten encubrir estos hechos. Para todo esto basta con intentar comprender el documento que en 1962 elaboró la Inquisición (hoy llamada de otra manera) para tapar las fechorías de estos pervertidos (luego tienen la desvergüenza de pontificar sobre los homosexuales). El documento en cuestión, “Crimen Sollicitationis” declarado secreto por el Vaticano, se repartió a todos los obispos. Incluso en 2001, el inquisidor mayor de la Iglesia en ese momento, Ratzinger, reforzó la validez de este documento con otro que firma él mismo “De Delictis Gravioribus”. Los obispos han seguido a rajatabla las instrucciones encubriendo a los delincuentes, arruinando sus diócesis económica y moralmente como hizo Bernard Law, arzobispo de Boston, “dimitido” en 2002 por ocultar a sus fieles que había destinado a diversas parroquias a los curas pederastas. En España, Roucco Varela, por lo mismo, ha sido “premiado” a dirigir el clero español. Cosas veredes. Pero después de ver el siguiente documental de la BBC no se pierdan la continuación del post, en la que veremos la maniobra del Vaticano para exculpar al responsable mayor de la ignominia, para proteger a quien protegió a tanto delincuente: hicieron papa a Ratzinger con el fin de gozar de inmunidad diplomática de Jefe de Estado. Solucionado el problema, y a seguir abusando de los niños mientras no los atrapen. 
Escrito por Eduardo Literas: El 18 de agosto de 2003 el diario británico The Observer acusó a la Iglesia católica y al Vaticano de ordenar a los obispos guardar silencio y mantener en secreto los casos de abusos sexuales a menores a través de un documento oficial conocido, por su nombre en latín, Crimen Sollicitationis. El documento secreto del Vaticano fue elaborado por el Santo Oficio (hoy la Congregación para la Doctrina de la fe) en 1962, y contiene una serie de instrucciones para los obispos sobre cómo manejar los casos del “peor crimen”. Es decir, los casos en que los sacerdotes se ven envueltos en relaciones sexuales con animales, personas o niños. Y en los que utilizan las confesiones para obtener favores sexuales de los fieles. Crimen Sollicitationis llama a manejar en secreto dichos casos y el secreto se extiende al mismo documento. El castigo por la violación del secreto incluye la excomunión, la que sólo puede ser retirada por el mismo Papa. Tal vez esto explica la negación de la existencia de dicho documento por parte de algunos obispos. Crimen Sollicitationis salió a la luz en el contexto del escándalo de la denuncia de los miles de casos de abusos sexuales a menores cometidos por sacerdotes católicos en Estados Unidos. Abogados estadounidenses involucrados en diversos casos sobre pedofilia eclesial dijeron que dicho documento era una evidencia de la política de obstrucción a la justicia practicada de forma oficial y como política de estado por el Vaticano. En respuesta, la Iglesia católica arguyó que la política de secretismo no incluía ocultar los crímenes de pedofilia cometidos por sacerdotes. Crimen Sollicitationis fue también reproducido por el diario estadounidense Worcester Telegram & Gazette, que obtuvo una copia en 2003. El documento en cuestión se mantuvo por 40 años custodiado en secreto y catalogado como “extremadamente confidencial” en los archivos secretos de la Santa Sede. Daniel Shea, abogado estadounidense y exseminarista lo descubrió y lo dio a conocer a la opinión pública de Estados Unidos. El documento, explicó Shea, fue citado como todavía en vigor, en una epístola del entonces cardenal Joseph Ratzinger titulada: “De Delictis Gravioribus” del 18 de mayo de 2001. Con dicha fecha el cardenal Joseph Ratzinger y hoy Benedicto XVI envió la epístola “Delictis Gravioribus” (“Normas de delitos más graves”) a los obispos de toda la Iglesia católica y otros ordinarios y superiores, anunciándoles qué actos “más graves quedaban reservados” al único juicio de su congregación. Añadía que la instrucción Crimen sollicitationis “en vigor, promulgada por la Suprema Sagrada Congregación del Santo Oficio el 16 de marzo de 1962, debía ser reconocida por los nuevos Códigos canónicos”. Las jerarquías del Estado Vaticano se defendieron afirmando que las normas contenidas en el documento de 1962 no tienen ningún valor vinculante después de la entrada en vigor de las disposiciones que en 1983 reformaron el Código de Derecho Canónico. Sin embargo, en la epístola de Ratzinger de 2001, como ya dijimos, no hay dudas sobre la vigencia del documento Crimen Sollicitationis. La justicia estadounidense persistió en las pesquisas y en enero de 2005, en la Corte del distrito de Harris County (Texas) el entonces cardenal y hoy Papa Benedicto XVI fue acusado de obstrucción de la justicia. La epístola fue incluida en la demanda presentada a principios de 2005 contra la Iglesia Católica de Texas y contra Ratzinger por los abusos sexuales cometidos a tres menores por Juan Carlos Patiño Arango, un seminarista de origen colombiano asignado a la iglesia San Francisco de Sales, de Houston. Patiño Arango fue acusado de haber abusado sexualmente de ellos durante sesiones de “orientación psicopedagógica” en la iglesia, a mediados de los noventa. Según abogados de las víctimas, el cardenal Ratzinger “conspiró para obstruir la acción de la justicia”. El padre John Beal, catedrático de Derecho Canónico de la Catholic University of America, en declaración oral jurada, el 8 de abril de 2005, reconoció ante Daniel Shea que la carta ampliaba la jurisdicción y el control de la Iglesia Católica sobre delitos de abusos sexuales. La carta de Ratzinger estaba cofirmada por Tarsicio Bertone (hoy flamante Secretario de Estado), quien, en una entrevista de hace tres años, ya aludió a la oposición de la Iglesia Católica a permitir que organismos ajenos a ella pudieran investigar las denuncias de abusos sexuales cometidos por curas. “En mi opinión, no tiene fundamento la exigencia de que un obispo esté obligado a contactar con la policía para denunciar a un sacerdote que ha admitido ser culpable de pedofilia” dijo Bertone en ese entonces – vaya “joya” de sinvergüenza -. Posteriormente el gobierno de Estados Unidos ordenó al tribunal de Texas que el Papa Benedicto XVI debía recibir inmunidad en la demanda sobre Patiño Arango. El subsecretario de Justicia de Estados Unidos, Meter Keisler, dijo que como Jefe de Estado del Vaticano, Benedicto XVI goza de inmunidad. Y señaló que permitir que continúe la demanda sería “incompatible con los intereses de política exterior de Estados Unidos”. La Corte Suprema de Justicia afirmó por su parte que los tribunales de Estados Unidos están obligados a acatar esas “sugerencias de inmunidad”. De tal manera, la elección de Ratzinger como Papa lo salvó de enfrentarse a la justicia estadounidense o tener que esconderse tras lo muros del Vaticano de una orden de captura de la INTERPOL. Otra demanda presentada en 1994 contra el anterior Papa Juan Pablo II, también en Texas, fue desechada después de que el gobierno de Estados Unidos presentara una moción similar. Trascendió que la embajada de la Santa Sede en Washington había pedido al gobierno de Estados Unidos que emitiera su sugerencia de inmunidad, e hiciera todo lo posible para que el caso fuese desestimado. Patiño Arango es hoy un prófugo de la justicia. Esta entrada fue inspirada por un comentarista de este blog, “librepensador”, quien me recordó es sus palabras una temática que avergüenza a todos menos a la IglesiaCatólica".
Estos graves sucesos no son de ahora. Desde que el celibato fue obligatorio para los sacerdotes, obispos, arzobispos, etcétera católicos, se han venido dando casos a lo largo de todos los siglos. Yo no entiendo cual es el motivo verdadero del Vaticano por seguir cerrilmente negando la posibilidad a los curas católicos para que puedan casarse y seguir siendo curas e igual digo de las monjas (ya que algunos conventos de clausura se han encontrado fetos humanos escondidos en pasillos subterráneos). En ningún momento la Sagrada Biblia prohíbe tal circunstancia y, es más, todos los pastores cristianos que yo conozco están casados, tienen bastante número de hijos e hijas y sirven modélicamente pastoreando a sus iglesias evangélicas-cristianas. Lo que dice la Sagrada Biblia Cristiana sobre el celibato es que muy bueno es que para servir al Señor se haga quedándose de por vida soltero pero como los sacerdotes son también hombres avisa que quien no pueda contenerse sin desear a una mujer es totalmente válido, y muy valioso por cierto para saber luego aconsejar a las futuras parejas de cristianos con cristianas, que contraigan matrimonio cristiano; porque eso no es impedimento alguno para seguir siendo sacerdotes, pastores, maestros, misioneros, etcétera, predicando la Verdad del Cristianismo. Es del todo normal que un pastor evangélico o un maestro cristiano estén perfectamente casados como Dios manda (con una sola mujer) y de esa manera estén preparados para poder dar a conocer a sus seguidores qué es la sexualidad y cómo debe llevarse a cabo la sexualidad dentro del matrimonio cristiano formado por un solo hombre y una sola mujer. Eso se llama ser coherente y no la incomprensible postura que tiene el Vaticano a no ser que haya "algo oculto" a través de muchos siglos para predicar contra el sexo mientras, a escondidas, se fornica todo lo que se puede o se favorece el tráficos de jovencitas y jovencitos para cuestiones de la fornicación pecadora.
Pero esto no sólo ocurre con los curas católicos pues el asunto atañe a todas las religiones sean cuales sean, desde los primeros tiempos en que aparecen los sacerdotes "sagrados" como poder público, social y polítuco. ¿Qué sucedía en los imperios precolombinos con las "vírgenes del sol"?... pues sencillamanete que eran elegidas por los sacerdotes "sagrados", los chamanes, los brujos y las brujas, etcétera para tener orgías sexuales con ellas y después quemarlas vivas antes de que pudiesen contar lo sucedido. También ocrrió durante otros Imperios como el Imperio Romano (con jóvenes de ambos sexos) y no digamos nada de los imanes musulmanes, los monjes budistas, etcétera... y es que es lógico que esto sucediese y siga sucediendo porque la sexualidad la tenemos todos los hombres y mujeres del planeta y es una aberración prohibirla "por mandato divino" (qué cosa más absurda) cuando Dios la creó para goce y disfrute de los matrimonios. ¿Y qué me dicen de los musulmanes que a sus mujeres, cuando son todavía niñas, les quitan el clítoris (ablación) para que no gocen de su sexualidad?. ¿Cómo hay que llamar a tal bestialidad, amadísimos musulmanes?. 
Termino dando a conocer, sobre esto de la sexualidad, el caso de cuatro Sectas muy peligrosas: los moones, los mormones, los testigos de Jehová y los Niños de Dios... más un caso que da bastante qué pensar (las iglesias de El Verbo en las Américas que tienen tanto poder político que hasta gobernantes históricos de ciertas naciones latinoamericanas han salido de sus filas)
Sun Myung Moon.- Nacimiento: 6 de enero de 1920 (92 años). Corea del Sur. Nacionalidad surcoreano. Sun-Myung Moon es un surcoreano fundador del movimiento unificacionista Iglesia de la Unificación y fundador de la Federación para la Paz Universal. Nació el 6 de enero de 1920 en Sangsa-ri (literalmente ‘aldea de pensamiento alto’), Deogun-myon, Jeongju-gun, provincia Pyongyan Norte (Corea; aunque actualmente queda en Corea del Norte); hijo de MOON Kyung-yoo y KIM Kyung-gye.
El moonismo se trata de una organización que mezcla credos cristianos con enseñanzas espiritualistas orientales. Adeptos y benefactores suyos creen que la auténtica misión de Jesús no fue morir en la cruz. Cristo hizo todo cuanto pudo, pero la actitud de los dirigentes de su época impidió que fuera reconocido como mesías y lo llevaron a la cruz, lo cual aceptó Jesús con valentía. Además, según Sun-Myung Moon, su no reconocimiento en vida como mesías impidió que el auténtico plan de Dios tuviera éxito, pero su valor aceptando la cruz abrió la puerta a su resurrección y a la venida del Espíritu Santo, todo lo cual dio vida al movimiento cristiano.Sun-Myung Moon se autoproclama como el actual mesías (Padre Verdadero), que asume el papel de Jesús, de integrador de las religiones y filosofías y de volver a conectar al hombre con Dios, conexión que fue interrumpida por la Caída Original.Sun-Myung Moon ha librado grandes batallas legales ante la justicia de Estados Unidos, que lo considera un explotador de la fe. Entre sus locuras sexuales (y tiene muchas) creó un Día de las Bodas en la que, al mismo tiempo, varios miles de parejas se casan obligatoriamente (muchos de ellos y ellas sin conocerse). De verdad que es para tomárselo a broma si no fuese patético. 
Otro caso patológico es el de los mormones. Dicen que uno de sus libros preferidos es la Biblia pero anteponen a ella la llamada Biblia de Joseph Smith. Este Libro de Smith es el que toman como guía religiosa dejando a la Biblia solo como "pantalla" para engañar al mundo entero. Ellos han estado cambiando continuamente de parecer en cuanto a la sexualidad. A veces han permitido que los mormones se casen con muchas mujeres (porque decían que así las salvaban del infierno y cuantas más esposas tuviesen más servicio hacían a la humanidad), otras veces han dicho que no, que había que cambiar para no tener porblemas con la justicia, y han obligado a tener una sola esposa (aunque también algunas queridas ocultas)... en fin... un verdadero galimatías
Los Testigos de Jehová poseen unas riquezas enormes, productos de toda clase de negocios que uno pueda imaginarse (por ejemplo el de la trata de blancas) y en cuanto a la Biblia tocan cuantas veces desean y les viene en ganas los versículos sagrados, los cambian de sentido, borran párrafos enteros, aumentan párrafos nuevos inventados por sus líderes, tachan lo que quieren, inventan nuevos mandamientos y, para mayor colmo de los colmos, son los propietarios de la gran ciudad de Salt Lake City y sus alrededores en los Estados Unidos. En sus locuras, entre ellas las orgías con jovencitas y jovencitos, poseen una montaña en cuyo interior tienen guardado bajo custodia una enorme cantidad de datos de muchísimas personas a nivel mundial. Cosas como copias de partidas de nacimiento, carnets de identidad, pasaportes, recibos donde vienen el nombre y la dirección de las personas, números telefóncos y todos los datos que os podéis imaginar porque en su locura quieren dominar al mundo. Por si fuera poco, cuando van en parejitas masculinas a predicar su falso cristianismo parecen de verdad, por la manera de vestir, más bien "mariquitas" que verdaderos varones.
Los hare krishnah son unos pobre muchachos y muchachas que, totalmente engañados, se les ha olbigado a raparse las cabezas, a salir a las calles a danzar y cantar cada día innumerables veces la palabra "hare khrisnah" para poder ser salvos... y por supuesto debido a las duchas de agua fría y a otras técnicas masoquistas para apoderarse de sus voluntades... son seres que no tienen ninguna apetencia sexual.
Lo que es posiblemente lo más grave de todos estos movimientos diabólicos son los de la Secta denominada Niños de Dios (por eso Jesucristo dijo que en su nombre serían muchos los falsos profetas diabólicos que quieren engañar al mundo) pues no es otra cosa sino prostitución infantil de niños y niñas. En las décadas de los 70 y los 80 del Siglo XX fueron investigados por periodistas que dieron a conocer tales cosas. Y yo mismo tuve en mis manos un folleto de publicidad y propaganda interna donde se veía dibujada a una niña tumbada sobre una cama en posición para ser penetrada, con la siguiente frase: "Si quieres ser clavada en la cruz como Jesucristo primero tienes que ser clavada en la cama". ¡Brutalidad!. ¡Eso sólo puede ser calificado como de brutalidad!. Por eso Jesucristo afirmó que vendrían falsos profetas para hacer abominaciones en su nombre. 
En cuanto a ciertas iglesias denominadas de El Verbo (cuidado que Jesucristo ya informó que en su nombre vendrán falsos profetas) es sabido que tienen un poder político y económico tan alto que hasta ha habido presidentes históricos de algunos países de las Américas que han salido de dichas iglesias y han llevado a cabo políticas bastante "irregulares" en cuanto a justicia social que tanto predican teóricamente y, además, en sus escuelas y colegios (donde aplican eso de "la letra con sangre entra" ya que castigan a varazos a quienes no saben bien las lecciones de una Biblia que interpretan tan rígidamente que se olvidan del amor cristiano que señala Jesucristo como más importante que la Ley), se han dado casos de jovencitas en edad todavía escolar que han sido violadas y han quedado embarazadas y tan traumatizadas por eso que hasta ha habido algún que otro suicidio entre ellas o se han quedado como madres solteras en contra de su voluntad. Esto no lo digo de memoria sino informado por fuentes de buena fe que han sido testigos de dichos sucesos. ¿Es normal, por otra parte, que personas de corto entendimiento cultural, de la noche a la mañana sean alzados a la categoría de ancianos cuando se sabe que para ser un anciano cristiano hay que estudiar muchos años de teología y además realizar otros muy elevados estudios?. Y ojo al dato: yo he oído decir que en Estados Unidos dichas iglesias son considerada como sectas. Puede ser verdad o no pero esa es la realidaddemostrable.
Termino diciendo que el Kama Sutra es lo más masoquista que he visto yo en cuanto a posturas para llevar a cabo los actos sexuales en pareja. Porque son tan difíciles de llevar a cabo y tan ridículamente imposibles de soportar que una de dos: o no tienes ninguna clase de huesos para poder llevarlas a cabo o te descoyuntas los huesos si lo intentas. ¡Dios mío vaya ganas de complicarse la existencia!. El acto sexual se lleva a cabo de una manera totalmetne natural y no a través de posiciones verdaderamente tortuosas. Permitidme un chiste fácil ya que el asunto del Kama Sutra es para tomarlo a risa: no es lo mismo Kama Sutra que Cama Suda (y perdón por terminar con una sonrisa este asunto). 
12.5.- El Cantar de los Cantares. 
CANTAR DE LOS CANTARES DE SALOMÓN (Biblia Reina Valera de 1960)
Can.1.1. Cantar de los cantares, el cual es de Salomón. 
Can.1.2.¡Oh, si él me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino. 
Can.1.3. A más del olor de tus suaves ungüentos, Tu nombre es como ungüento derramado; Por eso las doncellas te aman. 
Can.1.4. Atráeme; en pos de ti correremos. El rey me ha metido en sus cámaras; Nos gozaremos y alegraremos en ti; Nos acordaremos de tus amores más que del vino; Con razón te aman. 
Can.1.5. Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable Como las tiendas de Cedar, Como las cortinas de Salomón. 
Can.1.6. No reparéis en que soy morena, Porque el sol me miró. Los hijos de mi madre se airaron contra mí; Me pusieron a guardar las viñas; Y mi viña, que era mía, no guardé. 
Can.1.7. Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma, Dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía; Pues ¿por qué había de estar yo como errante Junto a los rebaños de tus compañeros? 
Can.1.8. Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres, Ve, sigue las huellas del rebaño, Y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores. 
Can.1.9. A yegua de los carros de Faraón Te he comparado, amiga mía. 
Can.1.10. Hermosas son tus mejillas entre los pendientes, Tu cuello entre los collares. 
Can.1.11. Zarcillos de oro te haremos, Tachonados de plata. 
Can.1.12. Mientras el rey estaba en su reclinatorio, Mi nardo dio su olor. 
Can.1.13. Mi amado es para mí un manojito de mirra, Que reposa entre mis pechos. 
Can.1.14. Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi Es para mí mi amado. 
Can.1.15. He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; He aquí eres bella; tus ojos son como palomas. 
Can.1.16. He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce; Nuestro lecho es de flores. 
Can.1.17. Las vigas de nuestra casa son de cedro, Y de ciprés los artesonados. 
Can.2.1. Yo soy la rosa de Sarón, Y el lirio de los valles. 
Can.2.2. Como el lirio entre los espinos, Así es mi amiga entre las doncellas. 
Can.2.3. Como el manzano entre los árboles silvestres, Así es mi amado entre los jóvenes; Bajo la sombra del deseado me senté, Y su fruto fue dulce a mi paladar. 
Can.2.4. Me llevó a la casa del banquete, Y su bandera sobre mí fue amor. 
Can.2.5. Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas; Porque estoy enferma de amor. 
Can.2.6. Su izquierda esté debajo de mi cabeza, Y su derecha me abrace. 
Can.2.7. Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, Por los corzos y por las ciervas del campo, Que no despertéis ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera. 
Can.2.8. ¡La voz de mi amado! He aquí él viene Saltando sobre los montes, Brincando sobre los collados. 
Can.2.9. Mi amado es semejante al corzo, O al cervatillo. Helo aquí, está tras nuestra pared, Mirando por las ventanas, Atisbando por las celosías. 
Can.2.10. Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven. 
Can.2.11. Porque he aquí ha pasado el invierno, Se ha mudado, la lluvia se fue; 
Can.2.12. Se han mostrado las flores en la tierra, El tiempo de la canción ha venido, Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.
Can.2.13. La higuera ha echado sus higos, Y las vides en cierne dieron olor; Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven. 
Can.2.14. Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes, Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; Porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto. 
Can.2.15. Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; Porque nuestras viñas están en cierne. 
Can.2.16. Mi amado es mío, y yo suya; El apacienta entre lirios. 
Can.2.17. Hasta que apunte el día, y huyan las sombras, Vuélvete, amado mío; sé semejante al corzo, o como el cervatillo Sobre los montes de Beter. 
Can.3.1. Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma; Lo busqué, y no lo hallé. 
Can.3.2. Y dije: Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad; Por las calles y por las plazas Buscaré al que ama mi alma; Lo busqué, y no lo hallé. 
Can.3.3. Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, Y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma? 
Can.3.4. Apenas hube pasado de ellos un poco, Hallé luego al que ama mi alma; Lo así, y no lo dejé, Hasta que lo metí en casa de mi madre, Y en la cámara de la que me dio a luz. 
Can.3.5. Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, Por los corzos y por las ciervas del campo, Que no despertéis ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera. 
Can.3.6. ¿Quién es ésta que sube del desierto como columna de humo, Sahumada de mirra y de incienso Y de todo polvo aromático? 
Can.3.7. He aquí es la litera de Salomón; Sesenta valientes la rodean, De los fuertes de Israel. 
Can.3.8. Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra; Cada uno su espada sobre su muslo, Por los temores de la noche. 
Can.3.9. El rey Salomón se hizo una carroza De madera del Líbano. 
Can.3.10. Hizo sus columnas de plata, Su respaldo de oro, Su asiento de grana, Su interior recamado de amor Por las doncellas de Jerusalén. 
Can.3.11. Salid, oh doncellas de Sion, y ved al rey Salomón Con la corona con que le coronó su madre en el día de su desposorio, Y el día del gozo de su corazón. 
Can.4.1. He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí que tú eres hermosa; Tus ojos entre tus guedejas como de paloma; Tus cabellos como manada de cabras Que se recuestan en las laderas de Galaad. 
Can.4.2. Tus dientes como manadas de ovejas trasquiladas, Que suben del lavadero, Todas con crías gemelas, Y ninguna entre ellas estéril. 
Can.4.3. Tus labios como hilo de grana, Y tu habla hermosa; Tus mejillas, como cachos de granada detrás de tu velo. 
Can.4.4. Tu cuello, como la torre de David, edificada para armería; Mil escudos están colgados en ella, Todos escudos de valientes. 
Can.4.5. Tus dos pechos, como gemelos de gacela, Que se apacientan entre lirios. 
Can.4.6. Hasta que apunte el día y huyan las sombras, Me iré al monte de la mirra, Y al collado del incienso. 
Can.4.7. Toda tú eres hermosa, amiga mía, Y en ti no hay mancha.
Can.4.8. Ven conmigo desde el Líbano, oh esposa mía; Ven conmigo desde el Líbano. Mira desde la cumbre de Amana, Desde la cumbre de Senir y de Hermón, Desde las guaridas de los leones, Desde los montes de los leopardos. 
Can.4.9. Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; Has apresado mi corazón con uno de tus ojos, Con una gargantilla de tu cuello. 
Can.4.10. ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, Y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas! 
Can.4.11. Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; Miel y leche hay debajo de tu lengua; Y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano. 
Can.4.12. Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía; Fuente cerrada, fuente sellada. 
Can.4.13. Tus renuevos son paraíso de granados, con frutos suaves, De flores de alheña y nardos; 
Can.4.14. Nardo y azafrán, caña aromática y canela, Con todos los árboles de incienso; Mirra y áloes, con todas las principales especias aromáticas. 
Can.4.15. Fuente de huertos, Pozo de aguas vivas, Que corren del Líbano. 
Can.4.16. Levántate, Aquilón, y ven, Austro; Soplad en mi huerto, despréndanse sus aromas. Venga mi amado a su huerto, Y coma de su dulce fruta. 
Can.5.1. Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía; He recogido mi mirra y mis aromas; He comido mi panal y mi miel, Mi vino y mi leche he bebido. Comed, amigos; bebed en abundancia, oh amados. 
Can.5.2. Yo dormía, pero mi corazón velaba. Es la voz de mi amado que llama: Abreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía, Porque mi cabeza está llena de rocío, Mis cabellos de las gotas de la noche. 
Can.5.3. Me he desnudado de mi ropa; ¿cómo me he de vestir? He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar? 
Can.5.4. Mi amado metió su mano por la ventanilla, Y mi corazón se conmovió dentro de mí. 
Can.5.5. Yo me levanté para abrir a mi amado, Y mis manos gotearon mirra, Y mis dedos mirra, que corría Sobre la manecilla del cerrojo. 
Can.5.6. Abrí yo a mi amado; Pero mi amado se había ido, había ya pasado; Y tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; Lo llamé, y no me respondió. 
Can.5.7. Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; Me golpearon, me hirieron; Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros. 
Can.5.8. Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado, Que le hagáis saber que estoy enferma de amor. 
Can.5.9. ¿Qué es tu amado más que otro amado, Oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Qué es tu amado más que otro amado, Que así nos conjuras? 
Can.5.10. Mi amado es blanco y rubio, Señalado entre diez mil. 
Can.5.11. Su cabeza como oro finísimo; Sus cabellos crespos, negros como el cuervo. 
Can.5.12. Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas, Que se lavan con leche, y a la perfección colocados. 
Can.5.13. Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores; Sus labios, como lirios que destilan mirra fragante. 
Can.5.14. Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos; Su cuerpo, como claro marfil cubierto de zafiros. 
Can.5.15. Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de oro fino; Su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros. 
Can.5.16. Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi amigo, Oh doncellas de Jerusalén. 
Can.6.1. ¿A dónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿A dónde se apartó tu amado, Y lo buscaremos contigo? 
Can.6.2. Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias, Para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios. 
Can.6.3. Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; El apacienta entre los lirios. 
Can.6.4. Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa; De desear, como Jerusalén; Imponente como ejércitos en orden. 
Can.6.5. Aparta tus ojos de delante de mí, Porque ellos me vencieron. Tu cabello es como manada de cabras Que se recuestan en las laderas de Galaad. 
Can.6.6. Tus dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero, Todas con crías gemelas, Y estéril no hay entre ellas. 
Can.6.7. Como cachos de granada son tus mejillas Detrás de tu velo. 
Can.6.8. Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas, Y las doncellas sin número; 
Can.6.9. Mas una es la paloma mía, la perfecta mía; Es la única de su madre, La escogida de la que la dio a luz. La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; Las reinas y las concubinas, y la alabaron. 
Can.6.10. ¿Quién es ésta que se muestra como el alba, Hermosa como la luna, Esclarecida como el sol, Imponente como ejércitos en orden? 
Can.6.11. Al huerto de los nogales descendí A ver los frutos del valle, Y para ver si brotaban las vides, Si florecían los granados. 
Can.6.12. Antes que lo supiera, mi alma me puso Entre los carros de Aminadab. 
Can.6.13. Vuélvete, vuélvete, oh sulamita; Vuélvete, vuélvete, y te miraremos. ¿Qué veréis en la sulamita? Algo como la reunión de dos campamentos. 
Can.7.1. ¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias, Oh hija de príncipe! Los contornos de tus muslos son como joyas, Obra de mano de excelente maestro. 
Can.7.2. Tu ombligo como una taza redonda Que no le falta bebida. Tu vientre como montón de trigo Cercado de lirios. 
Can.7.3. Tus dos pechos, como gemelos de gacela. 
Can.7.4. Tu cuello, como torre de marfil; Tus ojos, como los estanques de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim; Tu nariz, como la torre del Líbano, Que mira hacia Damasco. 
Can.7.5. Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo; Y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey Suspendida en los corredores. 
Can.7.6. ¡Qué hermosa eres, y cuán suave, Oh amor deleitoso! 
Can.7.7. Tu estatura es semejante a la palmera, Y tus pechos a los racimos. 
Can.7.8. Yo dije: Subiré a la palmera, Asiré sus ramas. Deja que tus pechos sean como racimos de vid, Y el olor de tu boca como de manzanas, 
Can.7.9. Y tu paladar como el buen vino, Que se entra a mi amado suavemente, Y hace hablar los labios de los viejos. 
Can.7.10. Yo soy de mi amado, Y conmigo tiene su contentamiento. 
Can.7.11. Ven, oh amado mío, salgamos al campo, Moremos en las aldeas. 
Can.7.12. Levantémonos de mañana a las viñas; Veamos si brotan las vides, si están en cierne, Si han florecido los granados; Allí te daré mis amores. 
Can.7.13. Las mandrágoras han dado olor, Y a nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas, Nuevas y añejas, que para ti, oh amado mío, he guardado. 
Can.8.1. ¡Oh, si tú fueras como un hermano mío Que mamó los pechos de mi madre! Entonces, hallándote fuera, te besaría, Y no me menospreciarían. 
Can.8.2. Yo te llevaría, te metería en casa de mi madre; Tú me enseñarías, Y yo te haría beber vino Adobado del mosto de mis granadas. 
Can.8.3. Su izquierda esté debajo de mi cabeza, Y su derecha me abrace. 
Can.8.4. Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, Que no despertéis ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera. 
Can.8.5. ¿Quién es ésta que sube del desierto, Recostada sobre su amado? Debajo de un manzano te desperté; Allí tuvo tu madre dolores, Allí tuvo dolores la que te dio a luz. 
Can.8.6. Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; Porque fuerte es como la muerte el amor; Duros como el Seol los celos; Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama. 
Can.8.7. Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, De cierto lo menospreciarían. 
Can.8.8. Tenemos una pequeña hermana, Que no tiene pechos; ¿Qué haremos a nuestra hermana Cuando de ella se hablare? 
Can.8.9. Si ella es muro, Edificaremos sobre él un palacio de plata; Si fuere puerta, La guarneceremos con tablas de cedro. 
Can.8.10. Yo soy muro, y mis pechos como torres, Desde que fui en sus ojos como la que halla paz. 
Can.8.11. Salomón tuvo una viña en Baal-hamón, La cual entregó a guardas, Cada uno de los cuales debía traer mil monedas de plata por su fruto. 
Can.8.12. Mi viña, que es mía, está delante de mí; Las mil serán tuyas, oh Salomón, Y doscientas para los que guardan su fruto. 
Can.8.13. Oh, tú que habitas en los huertos, Los compañeros escuchan tu voz; Házmela oír. 
Can.8.14. Apresúrate, amado mío, Y sé semejante al corzo, o al cervatillo, Sobre las montañas de los aromas.
Todavía hay muchas personas, ignorantes ellos e ignorantes ellas, que siguen creyendo que los cristianos y las cristianas somos analfabetos e ignorantes y que la creencia cristiana (no religiosa sino cristiana) es propia de gentes sin ninguna clase de inteligencia. A mí me gustaria decirles que dejen de creer tales estupideces porque demostrado está que entre los cristianos hay millones de personas que poseemos masterados, o doctorados, o licenciaturas y toda clase de estudios superiores además de altos cargos sociales (grandes empresarios por ejemplo o incluso embajadores culturales y políticos) y que, aún los más sencillos de los verdaderos cristianos y cristianas saben dialogar de cualquier tema y asunto de este mundo y hasta del mundo futuro un millón de veces más y mejor que todos esos que andan por ahí dandóselas de sabios y de intelectuales inigualables cuando debajo de su "capa" de conocimientos son verdaderos ígnoros una vez que se intenta hablar con ellos en profundidad
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Ensayo sociolgico.

Palabras Clave: Literatura Comunicacin Ensayo Conciencia Conocimiento Realidad Cristianismo.

Categoría: Ensayos

Subcategoría: Anlisis



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