Amor & Más Alla ( Capítulo 5)
Publicado en Jul 09, 2011
CAPITULO 5: "Solo pienso en ti, es por eso que solo contigo puedo estar... solo te veo a ti y es a donde viajo sin parar. Eres mi razón de existir, mi alma... mi corazón. Te imagino, te busco... ¿Dónde estás? Apareces de la nada junto a mi frente a este salado mar".
Seguí caminando por los pasillos, observando con lujo de detalles en cada aula y lo que hacían. Otro de los salones era de color negro, tan oscuro que apenas se podían ver las personas... ¿o se les llamaban ángeles? Bueno, les diría personas hasta que alguien me dijera la palabra correcta. En ese salón, había pequeñísimas luces azules en las paredes, apenas y eran puntos... parecían estrellas. Un cohete estaba en el centro y varias "personas" se situaban a su alrededor tomando apuntes. Vestían muy extraño, con trajes color plateado y blanco. - En conclusión profesora... ¿De donde venia la luna? - preguntó una mujer bajita de cabellos negros. - De los circuitos situados justo debajo de la fuente de la felicidad y la estadística. Todo tiene un por que y la luna siempre le da a los humanos la respuesta- contestó una mujer alta de cabellos rubios. - ¿Y las estrellas? - quiso saber un chico a su derecha. - De cada gota de humildad y alegría- Todos los alumnos sonrieron hacia la puerta donde yo me encontraba. Les correspondí. - Es ornitología - dijo una voz en otra aula a mis espaldas. Me dirigí hacia ese salón. - Veamos, repitan "ornitología" niños - decía el hombre y lo niños repetían la palabra. Esa aula era completa y absolutamente diferente. Se parecía más bien a una selva muy lluviosa. Las gotas caían, no se de donde, golpeando el asfalto y los verdes árboles. Logré ver algunas aves y un pequeño perezoso descansando sobre un árbol. Todos los niños, al igual que el profesor, vestían unos pantalones cortos color marrón claro; las playeras eran de diferentes colores pero llevaban sobre estas unos chalecos del mismo color que los pantalones. Además llevaban un tipo de gorra redonda del mismo color. Una pañoleta al cuello, calcetas largas y los mismos zapatos extraños que llevaba Jane. - ¡Miren! Y aquí vienen unos guacamayos, pueden encontrarlos en la parte norte de Sudáfrica - los guacamayos entraron volando y uno se posó sobre el brazo del maestro. Los niños parecían muy sorprendidos y emocionados - Las cacatúas, si tienen suerte de verlas se encuentran en Australia. Aquel que va allá es un caballo de Inglaterra - apuntó hacia una parte del aula que yo no alcanzaba a distinguir. Al igual que en el aula pasada, se giró hacia la puerta y me sonrió. - ¿Qué tal? - me dijo y solo lo salude con la mano mientras me alejaba por el pasillo. Me detuve frente a otro salón. Las paredes de este eran blancas y lilas. Había escalones por doquier y en cada uno había una pequeña caja en la que aparecían muchas letras y figuras. También salía luz de ellas y los niños se sentaban enfrente a golpear suavemente otra caja más delgada pero más larga y movían una especie de objeto redondo que tenia un cable que se conectaba en la parte trasera de la caja más grande. En la caja, se veía claramente una especie de laberinto y un circulo incompleto correr entre este por el cual también corrían figuras parecidas a las mantas en un tendedero de diferentes colores. - Muy bien, cuando vuelva quiero que todos hayan hecho programas de informática nuevos - comentó un hombre bajito, negro y de traje café. Tomó unas hojas y las acomodó entre sus manos, acto seguido se dio la vuelta y se detuvo frente a mí. - Disculpe, estoy buscando a Martin Gaddison - le dije y sonrió. Después tomó un extraño aparato de su bolso y comenzó a tocarlo en diferentes partes. Unos sonidos graciosos y chillantes salían de la maquinita entre sus manos. - ¡Vaya! ¿Qué es eso? - le pregunté a una niña de vestido rosa. - Una computadora - dijo alegre y le sonreí. - Martin Gaddison ha vuelto - contestó el profesor. Me giré rápidamente. - Perdone, ¿Qué ha vuelto? ¿A dónde? - quise saber mientras lo alcanzaba a paso veloz. - Ha vuelto a la tierra... ¿no te lo ha explicado nadie? - Rápidamente me emocioné. - ¿Volvemos a la tierra? - pregunté fascinado. - ¡Claro! - Dijo el hombre mientras sonreía también - Martin Gaddison es un bebé otra vez - No tenia palabras para expresar la emoción que crecía cada segundo más en mi interior. Abrí la boca para decir algo pero volví a cerrarla. - Pero aquí vas a estar muy bien - agregó el hombre - ¡Hay cosas estupendas! -. Un hombre de sombrero alto y oscuro se acercó al profesor y lo tomó de la mano. - ¡Buenos días Ben! - Le dijo el hombre del sombrero y el profesor, Ben le saludó - ¿Vendrás a tomar el té esta noche? - - Perfecto - asintió Ben. - ¡y que venga tu amigo también! - dijo el hombre. Y asentí. - ¡Gracias! - casi le grité de la emoción en mi interior. El hombre se alejó y Ben y yo seguimos caminando por el pasillo. - ¿Cuánto tiempo se queda uno aquí antes de volver? - pregunté demasiado curioso. - Eso depende de cada caso, hubo una vez un tipo que se quedó solo una hora... y también has personas que se quedan miles de años; yo solamente llevo ocho años. Pero no hay tiempo, ¡No hay tiempo! - dijo ilusionado. - ¿No se sabe el tiempo? - quise saber. - Y si se sabe... ¿Qué más da? Soy Ben - dijo extendiéndome su mano. - Jared Walker, recién llegado - agité su mano varias veces. - Encantado Jared - - Igualmente - suspiré fuertemente. Ben me miró. - De pronto me siento muy... cansado - susurré. Ben soltó una carcajada. - ¿Qué esperabas? ¡Uno no se muere todos los días! - se alejó de mi caminando y después comenzó a volar. - Volvemos - susurré para mi mismo - volvemos... -. Unos suaves tonos de piano se escucharon cerca de mí. "Hola Jane" pensó Jane y aparecí frente a ella, en un lugar que no conocía. Ella estaba frente a un gran piano color marrón. Le sonreí. - Hola Jane - articulé. "¿Qué tal las cosas?" - ¡Fantásticas! - me acerqué mas a ella. Me recargué sobre el piano y se sonrojó mientras escondía su mirada entre las teclas pero aún me veía entre sus pestañas. - ¿Quieres ver un secreto? - me preguntó mientras tocaba mi mano y no me dio tiempo de asentir. Yo ya me encontraba en un lugar oscuro, lleno de neblina pesada y nubes por doquier. La busqué rápidamente. - Jane, Jane...Jane - comencé a llamarla. Una suave risita se oyó desde un lugar que yo no podía distinguir. - No tienes mas que imaginar - dijo su voz entre la espesura de la bruma. Y de pronto, ya estaba junto a mí con la sonrisa tatuada en el rostro. "Cuando tengas practica, puedes imaginar cosas que no existen" Aparecimos caminando junto a un gran lago. El césped verde se extendía por todo el suelo y los grandes árboles e alzaban hasta alcanzar el cielo. Muchos patos nadaban elegantemente entre las suaves y azules aguas del lago. "... y después te imaginas como llevarlas a cabo" - Yo podría hacerlo... que volvamos - susurré y ella giró rápidamente a verme. Su rostro era serio. - No se - frunció el ceño y me sorprendí - ¡Puede que si! - sonrió. Seguimos avanzando, entre las aves que bailoteaban entre el cielo y el suelo. Las ardillas corrían de un lado a otro y miles de mariposas de muchos colores formaban un gran arcoíris en el cielo. Dudé. Quise abrazarla, pero bajé mi brazo. Ella se dio cuenta y el rubor inundó sus mejillas mientras miraba hacia otro lado. Llegamos a un prado que estaba adentrado en el bosque. Me tiré al suelo y recargue mi peso sobre un brazo para poder observarla cada minuto que pudiera. Ella se acostó boca abajo sobre sus codos y clavó su mirada en la mía. No decíamos nada, solo nos limitábamos a mirarnos el uno al otro. - ¿Eres Dios? - susurré. Ella volvió a ruborizarse y escondió su mirada de la mía. Negó con la cabeza. - ¿Quién eres? - pregunté. - No, yo solo le ayudo a Jasper -. - ¿Jasper es Dios? - quise saber. - No, el solo controla todo... por ahora -. - Pero... ¿Hay un Dios? - - Claro - sonrió... me sonrió. - Bien - sonreí algo embriagado por su mirada. - Bueno, siento tener que irme - se levantó rápidamente. - ¿Así que tengo que imaginar cosas? -. - Si - concluyó y desapareció frente a mí. Entonces me vino una idea. - ¿y si... imagino algo malo? - susurré. Ella apareció nuevamente frente a mí, de pie y seria. - No puedes, estás en el cielo - Y volvió a desaparecer.
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