Amor & Más Alla ( Capítulo 6)
Publicado en Jul 09, 2011
Capitulo 6: "Significados... ¿Cuál es el verdadero significado de todo? Imaginación... ¿Cómo puedo llevarla a cabo? Ideas, sueños, ilusiones... amor... ¿Acaso eres tu mi verdadero amor? Dame un beso y siente lo que yo. Ese es mi sueño, y si entenderlo quieres, niña bella, une tus labios en los míos y sabrás quien es -el- y quien es -ella-"
Necesitaba... practicar. Volver a imaginar tantas cosas irreales y hermosas como cuando era niño. Regresé a casa de la abuela caminando mientras el cielo se pintaba de tonos naranja y rosa hasta terminar en un azul profundo, mi color preferido. Bueno... di un paseo por ahí con los ojos cerrados e imaginando cientos de cosas, que no podía llevar a la "realidad". Mis zapatos sonaban fuertemente contra el asfalto húmedo. Llevaba mi cabeza en alto y murmuraba frases que venían a mi cabeza. Abría los ojos esperanzado con encontrarme aquello que tanto deseaba... y nada. Absolutamente nada. Yo seguía en la misma calle empedrada frente a las mismas casas amarillentas de la mañana. Comencé a observar todo cuanto me rodeaba. Un grupo de niños estaban alrededor de un hombre delgado, de nariz puntiaguda, de cabellos rubios peinados hacia atrás y ojos café claro. Este vestía un traje negro con camisa blanca y corbata a juego; pálido de piel y un cigarrillo que parecía no terminarse se encontraba entre sus dedos índice y medio. Tomó una bocanada de su cigarrillo y me miró expectante. Me giré, su mirada me parecía demasiada... ¿Cuál seria la palabra? Gentil. Si, eso creo. Una joven delgada de cabellos cortos oscuros (rebeldes por cierto) giraba a su alrededor tropezando una y otra vez. Vestía unos pantalones deportivos y una blusa blanca de algodón. Una mujer a su lado, de rostro en forma de corazón lo miraba ilusionada e intentaba ayudar a la joven de cabellos rebeldes. ¿Por qué rebeldes? Porque cada uno se empeñaba en señalar a alguna dirección contraria. Más niños se unieron al grupo. Un pequeño de raza negra y dientes relucientes. Una chica de cabellos rojos que caían por su espalda y otro más, un niño de cabellos rubios y al parecer, muy amable. Todos jugaban con el hombre del cigarrillo en aquel parque grandísimo lleno de personas disfrutando de la noche y las estrellas. Vi a algunos hombres en bicicletas, a otros correr y muchos mas volar y tocar con la punta de sus dedos algunas de las nubes espesas que se encontraban en el cielo... del cielo. Pero quienes mas me llamaban la atención, eran los del grupo del hombre rubio... los hubiese visto por más tiempo si no hubiese chocado un hombre. Sentí el golpe a mis espaldas y me giré rápidamente para ver quien era. El hombre a mis espaldas llevaba un pantalón caqui y una chaqueta de cuero amarilla. Un pequeño sombrero escondía su cabeza calva. Me miró sorprendido entrecerrando los ojos. - ¿Jared? - Preguntó con una voz muy baja - ¿Tú eres Jared Walker? - asentí varias veces. - Yo soy Vince Black, era tu cartero cuando eras muy pequeño - - ¿El señor Black? - Pregunté emocionado y el asintió enérgicamente. - ¿Cómo está? No sabe la pena que nos dio cuando se murió. Fui a su funeral, fue muy emotivo... lo hubiese visto, todos estaban allí - Le toqué el hombro en signo de apoyo. El señor Black sonrió. - Lamento la indiscreción pero, ¿De que te moriste? Todos lo querrán saber- - Me ahogué - dije. - ¿Te ahogaste? - me miró con incredulidad. - Si, si, si me ahogué - - ¿Sabias que aquí hay muchísima gente de Texas? Seria grandioso que nos juntásemos algún día para que nos cuentes las buenas nuevas - me invitó. - ¡Claro! Estupendo... lo haré con mucho gusto - Nos sonreímos por unos segundos y el señor Black se despidió con un movimiento de su mano derecha. Hice lo mismo y de pronto aparecí donde mi abuela. Esa noche dormí. Al llegar me recosté en la gran cama de mi habitación y me arropé entre el grueso edredón color azul marino que ocupaba su lugar sobre la cama. Cuando desperté, una pala se encontraba a un lado de la puerta. La tomé entre mis manos y busqué a mi abuela. - ¿Abuela? ¿Abuela? - gritaba mientras buscaba en la cocina, la sala... - Por aquí Jared - Se encontraba en un gran cuarto lleno de pinturas... más pinturas de las que había visto en la casa. Al parecer era un cuarto especial. Levanté la pala entre mis manos y pregunté: - ¿Tu has puesto esto en mi habitación? - - No - negó con la cabeza y después sonrió. Salí de esa habitación y me dirigí hacia la sala. Antes de llegar, alcancé a escuchar uno leves golpecitos en la puerta principal. Caminé lentamente y abrí las dos puertas de par en par. El hombre de cabellos rubios se encontraba ahí, frente a mí. Con su cigarrillo en los labios y un reloj en su mano derecha, haciéndolo girar una y otra vez. Al verme, quitó el cigarrillo de su boca para poder hablar. -Jasper Raczkowski, Jared... encantado - dijo mientras algún especie de saludo con la cabeza. Lo miré atentamente y sonrió. - ¿No soy como te esperabas que fuera? - preguntó y no alcancé a contestar puesto que mi abuela ya se encontraba detrás mío. - ¡Hola Jasper! - - ¿Qué hay señora? ¿Cómo van esos cuadros? - preguntó Jasper a mi abuela. - Genial. Cuando vengas a cenar puedes verlos si quieres - agregó la abuela. - Cuando me invite... - - Te acabo de invitar Jasper - la abuela sonrió. - En ese caso, me encantaría. Este... - vaciló - He venido a ver Jared tendría alguna duda - - Ahora que el chico ha dejado de llorar y está mas tranquilo, ¡Apareces! - Regañó mi abuela, el solo sonrió. - Estoy convencido de que te has adaptado mejor que yo - Me dijo Jasper - ¿Tienes alguna duda? - Levanté mis manos en las que aún se encontraba la pala. La miré por unos segundos. - Esto... - dudé - ¿Algo que no entiendas y te gustaría saber? - insistió Jasper. - Pues, esta pala. Me la he imaginado varias veces y apareció junto a mi esta mañana... no se lo que signifique - - Bien, entonces significa algo - - ¿No sabes que? - insistí. - No, no. Eso tienes que saberlo tú - - Crees que la tendría que borrar cuando...- me interrumpió. - No, no creo. Quizá la idea sea la palma. Quizá algo de música. Una guitarra, un violín, una trompeta, un piano... mira Jared, muy pocas personas traen al cielo una idea concreta de lo que deseaban en la tierra. Casi siempre son partes de una idea. Suelen ser cosas que nunca han visto ni oído. Que están en el aire. En la vida - sonrió - Es una parte buena del sistema. Lo que decidas hacer con esa pala una vez que bajes a la tierra o aquí. Es cosa tuya. ¿Algo más? - - No, no, no. Solo que esperaba imaginarme algo nuevo... ya sabe - - No te preocupes, cuando lo quieras de verdad... lo harás. Jane ya debe de habértelo dicho ¿No? - - ¿Ja...Ja...Jane? Si - - Si - sonrió abiertamente - Ella es especial - - ¡Si! Claro, desde luego que lo es - - Verás como te va muy bien - concluyó y desapareció frente a mí. Miré la pala unos segundos en mis manos. Después cerré la puerta y caminé hacia mi habitación. Me senté sobre el edredón y me puse a pensar en lo único que rondaba mi cabeza: Jane. Estaba en una banca de jardín sobre una gran laguna de un azul turquesa demasiado cristalino. Debajo de este, una gran ballena viajaba entre las aguas y los peces de diferentes colores nadaban a su alrededor. Una ballena en una ¿Laguna? ¿Acaso estaban bromeando? "Que tonto soy" pensé para mi. "En el cielo, nada es imposible". Me senté junto a Jane, con el brazo extendido sobre el respaldo de la banca color negro. A lo lejos se podían distinguir miles de casitas blancas con azul y el pasto verde. Todas iguales. - ¿De donde vienes? - le pregunté a Jane. - Soy de aquí - sonrió - soy un alma nueva. No conozco la tierra - - ¿No has estado allí? - - No - cada segundo nos íbamos acercando el uno al otro, inclinándonos cada vez más y más. - Entonces, ¿tus padres nacieron aquí? - - Por lo menos. Tengo un hermano - se rió muy alegre y yo también. Nos miramos por unos minutos. Su mano se iba acercando a la mía hasta que la tomó. - ¿Has estado en Los Ángeles? - me preguntó con extrema cercanía de su rostro al mío. - No - negué tristemente con la cabeza - iba de viaje para allá cuando... cuando... me desvié - solté una suave risa. - Hummm........ - gimoteó. - ¿De verdad no conoces ningún lugar? - - No. ¿Has estado en nueva guinea? - quiso saber. Levanté mi mano izquierda y acaricié su mejilla. Después, con toda la palma de mi mano, tomé su rostro y la acerqué hacia mí. Haciendo que sus labios se encontraran con los míos. Le di un suave y rápido beso. Ella se sorprendió demasiado. Intente besarla nuevamente pero se alejó de mi. - ¿He dicho que podías hacer eso? - preguntó un poco molesta. - No - contesté avergonzado y alejé mi mano de su rostro. Me puse recto y miré hacia la laguna que se extendía frente a nosotros. Millones de pájaros de diferentes colores volaron sobre nosotros creando muchas formas abstractas. Después entraron en el lago y siguieron volando, como si este no existiera o como si fuera una extensión del mismo cielo.
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