Algo tan insignificante como un abrazo. Eso desearía de él.
Lo único que consigo de su parte son desprecios, desprecios que quisiera que dijera por un momento de rabia; de desesperación.
Yo, por ser simplemente una chica a la que el amor no tuvo piedad por ella, ¿tengo que sufrir tanto?
Él, por ser simplemente el chico más perfecto y hermoso que ha respirado el aire puro de esta tierra, ¿tiene que poseer el importante poder de debilitarme con una sola mirada?
Lo amé, lo amo y lo amaré hasta el último minuto que mis pulmones funcionen.
Me odiaba, me odia y me odiará hasta la última bocanada de aire que pueda dar.
La típica de historia de Romeo y Julieta, así como de "Vivieron felices para siempre" en mi vida se ha convertido en la típica historia de terror: nunca terminan bien.
Desde pequeña me han dicho que el sapo se debe convertir en mi príncipe; mentiras. En este momento el príncipe que tanto amo se convirtió en un sapo, un horrible, asqueroso y repugnante sapo.
¿Pero quién me entiende?
Soy yo la que decidió someterse a los indiscutibles encantos de este chico. A sus ojos que parecieran que solo vieran los míos, y resulta que ven es a la chica linda que está a mis espaldas. A sus brazos que anhelo que me mantengan alejada del frío, lo contrario es lo que ocurre: los utiliza para abrazar a todo el mundo menos a mí. A sus labios que espero que tengan contacto con los míos. No. Los utiliza para insultarme, despreciarme y, indiscutiblemente, bajarme la autoestima.
¿Pero qué? Igual lo sigo queriendo.
Masoquista. Eso es lo que soy: una estúpida enamorada pero igualmente masoquista.
¿Por qué es tan difícil querer y ser correspondido?
¿Por qué algo tan simple como un "te quiero" se convierte en algo tan complicado como un sentimiento?
No lo sé.