TURBULENCIA MARINA.
Publicado en Jul 19, 2011
Vacaciones de verano. Juan enamorado y risueño parte hacia la playa; con los suegros, su novia y la cuñada. El trayecto, una hora en carro particular, trascurre plácidamente entre cantos y juegos.
Llegan al mediodía y acampan debajo de las sombras de los cocoteros. Nada más al bajarse, juan, toma de la mano a su chica y se lanza al mar. Moreno pero de piel curtida por el sol de la playa, relumbra el brillo áureo que se refleja sobre su espalda húmeda. Ambos juguetean por un rato, pero ella sale ante el llamado de su madre; temerosa por la agitación picosa que acrecienta el oleaje. —anda ve con ella. — le dice El viento sopla irregularmente, trayendo una fuerte ventisca y creando paulatinamente olas rabiosas y picando el mar. Él se sumerge y flota tranquilamente asegurándose de no pasarse de los banderines de seguridad. De pronto irrumpe una ola de metro y medio, juan sorprendido; bracea, sube la cresta y desaparece. En el reflujo de las aguas bravías aparece nadando desesperadamente, observa los banderines y ve que está dentro del área de seguridad, trata de colocar los pies y tocar fondo pero se hunde rápidamente. Ahora entiende que está atrapado en un espiral turbulento, con oleajes rabiosos que no le permiten salir. Batalla fuertemente braceando, pero el vaivén y el espiral no le permiten avanzar. El cansancio lo comienza a dominar y sus fuerzas decaen abismalmente. Impasible observa a su novia, sus suegros y cuñada en la orilla, aparentemente nadie se ha dado cuenta. Le pide auxilio con la mano, ella intenta entrar pero unas manos la detienen y el entiende, a los padres, es riesgoso que ella entre a rescatarlo. Ya van más de diez minutos braceando, a fin de mantenerse a flote, el cansancio; la desesperación y la angustia, consumen sus últimas energías. En fracciones de segundos toma conciencia que pronto va o morir, ya no puede más y deja de bracear mientras piensa en todo aquello que quiso hacer, construir y tener; y que ahora ya no podrá hacerlo pues entiende que va a morir. Les da el último adiós con la mano, y como hombre de fe piensa en el creador y encomienda su alma a la divina providencia. Cierra los ojos y se acuerda de sus padres, de sus días de niño y de los hijos que nunca tendrá. El agua le da por la nariz y finalmente afloja el cuerpo a merced del mar, esperando sus últimos segundos de vida. Se deja llevar por el vaivén de las olas, ya no siente angustia, ni temor y siente la calma del mar. Abre los ojos y el mar se serena y sus pies tocan arena firme. El júbilo aviva sus brazos y trata de nadar, pero luego sale a zancadas fuertes hacia la orilla. Allí está su novia, al lado de sus suegros quienes los sermonean. —Negro te salvaste de bromita, hoy como a las diez se ahogó uno ahí mismito y ayer se ahogaron dos, las aguas están muy traicioneras. —El que le habla, es un salvavidas que aparece de su recorrida. —hoy no hay casi personal y tenemos que estar caminando de aquí para allá. Menos mal que tienes brazos fuertes. Él lo ve y palpitante se dirige a la sombra de la matas de coco, y se tira sobre la arenilla dando gracias adiós por devolverlo; porque siente aun, que ya estaba ahogado.
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Daniel Florentino Lpez
Se transmite con claridad
la angustia del hombre
luchando por su vida
Felicitaciones
Un abrazo
Daniel