La Mujer Invisible
Publicado en Jul 27, 2011
Nadie te conoce
viejo cadáver que te llevan en una mañana de verano, nadie te conoce, ni cuando respirabas tras la puerta, a resguardo del jardín, Señora vieja, ni los vecinos saben dar tu nombre a los policías. Nadie recuerda haberte hablado, y en dos días no sabrían dibujar ese rostro cetrino que tenías: tantas arrugas para nada, tanta lágrimas que no brotaron. Así se muere: vieja, sola y sin que a los demás les importe nada. Ya se está besando la pareja que vivía a tu lado. Con un escalofrío, pero ya se está besando.
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Encubierta
Hoz Leudnadez
con tintes lirico simbólicos y la contraproducencia de caracteres
le dan un y le hacen un juegp poéticamente esquicito... un saludo!
Marcelo Sosa Guridi
Muy buenos encabalgamientos, alguna imagen muy fuerte por su carga simbólica "tantas arrugas para nada/tantas lágrimas que no brotaron".
La anécdota está buena porque recupera la visibilidad, denunciando la invisibilidad, aunque suene contradictorio. Parece no decir nada del personaje (porque también el poema es un relato: no siempre los relatos son prosa, y este poema no pierde su condición por narrar), pero dice, ese "tantas lágrimas que no brotaron" dice muchísimo porque va mucho más allá del conocimiento esporádico de un cadáver molestando la mañana de verano (muy buena imagen). Me recordó mucho el poema a la canción de Chico Buarque, albañil: "murió a contramano entorpeciendo el sábado". Es más, voy a abusar de tu confianza, y sin pedirte permiso voy a colgar esa letra, en este, tu espacio. Es que me resultó tan bueno tu texto que creo que merece ser emparentado con una de las mejores canciones que escuché alguna vez.
http://www.youtube.com/watch?v=WsdFvPQj9m4
Amó aquella vez como si fuese última,
besó a su mujer como si fuese última,
y a cada hijo suyo cual si fuese el único,
y atravesó la calle con su paso tímido.
Subió a la construcción como si fuese máquina,
alzó en el balcón cuatro paredes sólidas,
ladrillo con ladrillo en un diseño mágico,
sus ojos embotados de cemento y lágrima.
Sentóse a descansar como si fuese sábado,
comió su pobre arroz como si fuese un príncipe,
bebió y sollozó como si fuese un náufrago,
danzó y se rió como si oyese música
y tropezó en el cielo con su paso alcohólico.
Y flotó por el aire cual si fuese un pájaro,
y terminó en el suelo como un bulto fláccido,
y agonizó en el medio del paseo público.
Murió a contramano entorpeciendo el tránsito.
Amó aquella vez como si fuese el último,
besó a su mujer como si fuese única,
y a cada hijo suyo cual si fuese el pródigo,
y atravesó la calle con su paso alcohólico.
Subió a la construcción como si fuese sólida,
alzó en el balcón cuatro paredes mágicas,
ladrillo con ladrillo en un diseño lógico,
sus ojos embotados de cemento y tránsito.
Sentóse a descansar como si fuese un príncipe,
comió su pobre arroz como si fuese el máximo,
bebió y sollozó como si fuese máquina,
danzó y se rió como si fuese el próximo
y tropezó en el cielo cual si oyese música.
Y flotó por el aire cual si fuese sábado,
y terminó en el suelo como un bulto tímido,
agonizó en el medio del paseo náufrago.
Murió a contramano entorpeciendo el público.
Amó aquella vez como si fuese máquina,
besó a su mujer como si fuese lógico,
alzó en el balcón cuatro paredes fláccidas,
Sentóse a descansar como si fuese un pájaro,
Y flotó en el aire cual si fuese un príncipe,
Y terminó en el suelo como un bulto alcohólico.
Murió a contramano entorpeciendo el sábado.
Marcelo Sosa Guridi
A veces veo Muertos