El amor de M.O. Pág l0. autor Alberto Carranza Fontanini
Publicado en Aug 06, 2011
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continuación páginas 2 y 3.
Ni bien oyó el forcejeo en la cerradura de la puerta principal Laura supo que eran rateros o tal vez algo peor, porque nadie sabe nunca lo que le depara el destino. Aterrada saltó de la cama y esforzándose por dominar el pánico corrió hacia el cuarto donde descansaban sus pequeños mientras aquellos ruidos de la violencia se intensificaban; entonces maldijo haberse metido a vivir de prestado en aquella casa perdida en un barrio recien colonizado, maldijo que ese bueno para nada de su marido estuviese a 500 Km. trabajando supuestamente para mejorar la situación económica  y maldijo a su madre y a Pedro (el actual marido) por alentarla a tentar suerte en otra casa aparentemente mejor.
Llegó al cuarto de los pequeños con la lengua afuera, el corazón se le desorbitaba con esos ruidos cada vez más escandalosos con tal de echar la puerta abajo. Se dio cuenta al despertar a los pequeños que afrontaba lo imprevisible, pero naturalmente debía protegerlos aunque ninguna decisión tomada en esa instancia le pareciese la más apropiada.
Primeramente debía vencer la aprensión hacia el revólver de su cuñado, extraído de la mesita de luz al lado de la cama grande, que llevaba en su carrera de la culata como si quemase. Involuntariamente se había persignado cuando le echaba una ojeada, aunque confiaba con eso asustar a los ladrones en el caso de que lograsen entrar. Luego cambió de idea y una vez encerrados los pequeños bajo llave en la bohardilla, empezó a entender que al ponerse a tono con las circunstancias cabía obrar con determinación lo cual significaba impedir a los fascinerosos acceder al interior de la casa y dado que quien golpea primero golpea dos veces se propuso usar el arma que no sabía usar y luego llamar a su medio-hermano Julián quien seguramente a esa hora debía estar roncando como un burro serrano.
Debió seguidamente buscar un par de gruesos listones del cuarto de trastos y  acercarse al escenario donde los fascinerosos continuaban su trabajosa tarea. La puerta se sacudia como coctelera pero Laura no iba a reparar ya en otra cosa que en martillar aquellos listones cruzándolos imperfectamente sobre los gruesos marcos de la puerta de entrada; sin embargo sí iba a reparar en que a medida que realizaba ese duro trabajo la puerta se afirmaba y dejaba de sacudirse. Era evidente que la estrategia defensiva aportó buenos resultados a lo que debía añadir las vociferaciones histéricas  y la descarga de balas, que de repente se le ocurrió hacer, atronaron el parque trasero sin luna lo cual lógicamente hizo temblar el pulso de los fascineros provistos sólo de navajas pues la supuesta víctima era una flor de turra defendiendo su bastión con garras de leona y no valía la pena jugarse la vida por unos pesos y algún artefacto en posible deterioro. Por lo tanto ( y aunque solamente fuese una mujer la que andaba a la balacera desbordando la medianoche que concluiría en un silencio casi enfático),  comenzaron a desbandarse en todas direcciones como si de repente tomasen consciencia de que en lugar de una madre asustada los acosaba mil mujeres temiblemente endiabladas. 
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Descripción

A los métodos defensivos de una madre no hay quien se resista

Palabras Clave: A merced del destino

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficción


Creditos: Alberto Carranza Fontanini

Derechos de Autor: E/T Reservados


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