Regresando a casa casi al alba, las calles solo dejan murmullos de amantes ocultos, sonrisas que se apagan, ecos de brindis lejanos.
Las horas de glorioso escape terminan, ya la luz alcanza mis últimos pasos; ya puedo escuchar mi propia agonía.
Nada es suficiente, no existe forma de evasión.
 
Sus días transcurren en paz, su mundo no sufre alteraciones.
Y yo aquí sin poder apagar este dolor que no me deja vivir
Miro una y otra vez trozos de sus fotos, una y otra vez las rompo y nuevamente las vuelvo a unir, intentando recuperar lo que perdí.
 
Nuevamente mi odio desemboca en una pasión desmedida, que me esclaviza y me tortura a los límites de la locura; recorriendo sus pasos en la oscuridad de la eterna noche que se volvió mi vida luego de su partida.
 
Escucho su sonrisa lacerante, su recuerdo que invade mi espacio.
Su aroma no se va y el aire se llena de la angustia que indica que un día más terminara y ya nunca volverá.
 
Atrapada en un limbo muriendo sin morir
Los días transcurren lentos y las noche en ríos de licor,
El espeso humo adormece mis sentidos, cerrando por instantes el baúl de los recuerdos.
 
El tiempo nunca se detuvo
Fue mi alma la que escapo de este cuerpo
Dejándome a merced de mis pecados
Pagando la condena de amar sin ser amada
Y de vivir sin poder olvidar.