En el mar, mezclada con las caricias de las olas, la luna refleja su suave tacto con los mágicos colores de la sensación salada. El mar, el amigo mar, se interna dentro del alba y los sentidos. Y la belleza nostálgica del amanecer se convierte en madrugada. Una orgullosa energía de alma secreta une la voz de los milagros surgidos de la nada. Las lágrimas sonrientes, los pensamientos solitarios, la mente compartida con la calma rebuscada y envuelta en la neblina, la historia nadando en los corazones y las promesas por cumplir.
En la noche ardiente de las elegías de las olas está reviviendo una persona pintando estrellas de mar que cumplen sueños. Una plena emoción de caricias está plegando sus alas de gaviota embistiendo al viento de las mareas; esquivando los precipicios del sentir demasiado cerca de los acantilados del aire; afinando el horizonte para no perderse tanto; irracionalizando al corazón para captar la locura diestra de los pleamares; bebiendo de la belleza de mis ilusiones...