Comunicacin interpersonal en la pareja (Ensayo) -14-
Publicado en Aug 15, 2011
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- Claves para el entendimiento de un proyecto común.
Capítulo 14: Comunicación entre hijos y padres.
14.1.- ¿Qué son los padres y las madres?.
14.2.- ¿Cómo ven los hijos a los padres?.
14.3.- ¿Cómo ven los hijos a las madres?.
14.4.- Los hijos preguntan.
114.1.- ¿Qué son los padres y las madres?.
Según Bernabé Tierno Jiménez: "Los padres y las madres son el más importante vínculo entre los valores culturales y el niño o la niña, pues constituyen los principales transmisores de valores, especialmente hasta que los hijos y las hijas cumplen los doce años de edad. Durante todo este período es fundamental la coherencia entre los valores y las conductas, entre lo que hacen los padres y las madres".
El asunto principal es que es en la familia, cuando los niños y las niñas todavía no han llegado a la edad de la juventud, donde se educan ellos y ella. De ahí que es fundamental saber que para exigir a los hijos una buena conducta es fundamental que, en primer lugar, la conducta de los padres y las madres son los ejemplos en donde los niños y las niñas se miran. Mucho antes de la escuela o el colegio es la familia donde se inician y se arraigan las conductas de los niños y niñas cuando ya llegan a la época juvenil. Todo aquello que han aprendido de sus padres y sus madres se queda grabado para siempre en su idiosincrasia personal y comunitaria.
Pero... ¿qué son entonces los padres y las madres?. Vamos a orientarnos un poco. He aquí una textofrase localizada en Internet: "Se va a la guerra con el ejército que se tiene, no con el que se quisiera tener." -Donald Rumsfeld, Secretario de Defensa, EEUU- Y el siguiente texto, también localizado en Internet, es interesante leerlo: "Los expertos concluyen unánimemente que la crianza óptima de los niños la llevan a cabo dos padres (padre masculino y madre femenina aclaro yo para evitar malas interpretaciones) afectuosos en el hogar. Habiendo dicho esto, la situación óptima no está disponible a muchos niños. Lo que nos queda es fortalecer el "ejército" de padres de familia que tenemos.  Usamos la analogía militar para hacer otro punto importante. ¡Aún quienes están en desacuerdo con la guerra deben apoyar a las tropas! De la misma manera que debemos hacer todo lo posible para evitar la guerra, debemos hacer lo posible para evitar el criar solos a los niños. Una vez se declara la guerra (o el ser madres o padres), ¡tenemos que batallar hasta ganar! Los padres de familia necesitan (de manera mutua entre sí sigo aclarando yo) darse todo el amor y aliento que puedan.  Las consecuencias de perder, cuando de nuestros niños se trata, son el sufrimiento, la criminalidad y la adicción. Muchas madres y padres se sienten culpables sobre su situación.  Si usted lucha con un sentido de culpa, considere lo siguiente: Las madres y padres trastornados pueden ser influencias negativas en la vida de los niños.  En familias en las que hay un padre sano mentalmente y otro con trastornos mentales, el padre sano también tiene que encargarse de su pareja disfuncional.  El atender a la pareja disfuncional roba tiempo y energía del atender a los niños.  Este problema es particularmente trágico cuando el padre trastornado se rehúsa a tomar buenas decisiones y es abusivo. Proponemos que en casos en los que el padre trastornado se resista repetidamente a buscar ayuda o a seguir los consejos de los profesionales, los niños estarían mejor con un solo padre de familia.  Esta posición ha sido apoyada por estudios. Si usted se encuentra en la difícil situación de elegir entre salvar a su niño o tratar de salvar a su pareja disfuncional, le sugerimos lo siguiente: Si su niño aún es pequeño, tiene grandes probabilidades de criarle de manera que sea un adulto sano.  No ha de ser tan afortunado cuando de salvar a su pareja se trata.  Para los niños, aún mayorcitos, es prejudicial ser criado por un padre enojado, abusivo, o adicto.  En la mayoría de los casos hace más sentido optar por salvar a su niños.
Algunas guías para madres y padres (¡Advertencia! Estas palabras pueden no coincidir con la opinión popular):
1. Procure balancear el cuidado de su niño "a riesgo" con el cuidado de su persona. Los niños "a riesgo" pueden ser muy demandantes.  Muchos artículos en la prensa popular aconsejan a los padres de familia "¡Cuídense a ustedes mismos primero!" Este consejo puede servirle en situaciones de crisis. (Si el avión pierde presión de aire durante el vuelo, se les instruye a los adultos que se pongan las máscaras de oxígeno antes de ayudar a los niños.  ¡Los adultos inconscientes no están en posición de cuidar a sus niños!) Sin embargo, los padres quienes se ponen a sí mismos en primer lugar a menudo fracasan con sus niños "a riesgo". La crianza de su niño requerirá sacrificios.  No será posible tenerlo todo.  Sus prioridades personales deben incluir alimentarse bien y ejercitarse.  Si no está saludable no podrá seguirle el paso a niños activos.  Aprenda a disfrutar ser madre o padre, y compartir pasatiempos con su niño. Su niño "a riesgo" necesita tener una relación estrecha con usted. Los intereses y pasatiempos compartidos forman la base de esta relación, especialmente para los niños mayorcitos.  Usted y su niño son una unidad, un Nosotros.  Usted ya no es solamente un Yo.
2. No permita que sus relaciones románticas perjudiquen a su niño. El comenzar y sostener una relación romántica toma tiempo y energía aparte de su niño.  ¿Es realista para usted el esperar ser capaz de dedicarse a una relación romántica mientras mantiene a su niño económicamente, lo cuida emocionalmente, se ocupa del hogar, y cuida su persona? Aquellos quienes han dicho que las madres y los padres deben ser capaces de tenerlo todo, nos han informado equivocadamente. Es mejor ser realista en cuanto a lo que es posible,  ¡y aprender a estar conformes con las bendiciones que tenemos! Le será posible sostener una relación romántica y cuidar a su niño si: 1) La relación no le causa malestar y su pareja es una persona madura, comprensiva y le apoya. 2) Su pareja entiende que las necesidades de su niño "a riesgo" son primordiales.  Su niño no pidió haber nacido.  Él o ella es vulnerable y merece recibir todo el cuidado afectuoso que ambos tengan para darle.
3. Trate de mantener una actitud positiva, esperanzadora y feliz aún cuando siente estrés, atendiendo las necesidades emocionales, físicas y espirituales de su niño. El tono emocional que usted establece cuando está con su niño le afectará de gran manera.  (Vea el Juramento de los Padres de Familia) Cuando los padres están ansiosos, alterados, tristes y/o enojados frecuentemente, los niños "a riesgo" pueden ser perjudicados. Para más guías sobre el mantener una actitud positiva, vea The Parent's Well-Being Workbook (disponible pronto en español). Considere buscar un terapeuta quien le ayude a mantenerse en el camino correcto.  Si sufre de depresión, vea a su médico.  La depresión es una condición médica tratable".
Yo tengo una opinión bastante clara de que la función matrimonial sólo es positiva para los niños y las niñas cuando se funciona bien entre el padre masculino (pero no autoritario ni violento) y la madre femenina (cuando no confunde la feminidad con el libertinaje). Según las normas cristianas un padre y una madre no son dos entes disparejos sino que forman, a través de la fuerza del Espíritu Santo, dos seres en uno mismo. Dos seres humanos que tratan a sus hijos e hijas con valores humanos que han aprendido de la Palabra de Dios. Los padres y las madres son los más importantes vínculos en los valores sociales, culturales y espirituales que se desarrollan en los hijos y las hijas; por lo cual constituyen los principales transmisores de dichos valores hasta que sus hijos e hijas llegan a la edad de los 12 años. Durante este tiempo la coherencia entre los valores del matrimonio no sólo son básicos y fundamentales para alcanzar el bienestar sino, sobre todo, para saber crear el bienestar en cualquier momento bueno o en cualquier momento malo.
Sigamos contrastando opiniones. Me parece fundamental el completo trabajo de Kritzia P. Juarbe Olivencia titualdo "Responsabilidades de ser padres y madres": "Mediante este trabajo se presentarán las implicaciones de lo que conlleva ser padres y madres. Con el fin de reconocer cuáles son las responsabilidades que ameritan ser cumplidas en este proceso que se convierte en un rol para toda la vida. Se estarán destacando puntos de las necesidades específicas que tienen los hijos, cuya responsabilidad de cumplir y satisfacer éstas recaen en la ejecución de los padres y madres. Además se estarán presentando derechos que tienen los hijos donde cada padre y madre debe de reconocer para así poder cumplir correctamente con ellos sin violentar su respeto y espacio como individuos. Es responsabilidad de ser padres y madres conocer los derechos sus hijos, de cumplirlos y respetarlos:
Los niños tienen que ser tratados con respeto. Los niños tienen la opción de decir si o no. Tienen derecho a estar solos a veces. Tienen derecho a cometer errores. Tienen derecho de hacer preguntas. Tienen derecho de recibir cuidados cuando estén enfermos. Tienen derecho a estar a salvo de daños físicos y sexuales por mayores y otros niños. Tienen derecho a sentirse seguros y protegidos. Tienen derecho de querer y recibir atención, tiempo de estudiar y afecto. Tienen derecho de escoger lo que quieren o no.
Hay cinco papeles fundamentales que deben asumir los padres, están son: Responder a su hijo de forma adecuada. "El momento que se tome entre un incidente y el momento en el que actúa, habla, o expresa un sentimiento es vital para la relación con su hijo". Prevenir comportamientos arriesgados o problemas antes que ocurran. Supervisar las relaciones de sus hijos con el mundo que lo rodea.
Aconsejar a su hijo para apoyar y fomentar comportamientos deseados. Servir de modelo con sus propios comportamientos para dar un ejemplo coherente y positivo a su hijo. Al cumplir con los cinco papeles fundamentales se puede ser un padre y una madre más eficaces, coherentes, activos y atentos. Un padre y una madre eficaz es aquel o aquella que sus palabras y acciones influyen en su hijo en forma en la que desee que influyan. Un padre coherente es aquel que sigue principios y prácticas tanto en lo que dice como en lo que hace. Un padre activo es aquel que participa en la vida de su hijo. Un padre atento es aquel que sigue con atención la vida de su hijo y observa lo que está pasando por ella. Está de los padres escoger que tipo de padre o madre se desea ser. Esto lo va a denominar sus acciones y dedicación para con su hijo.
 
Enseñar a rechazar las discriminaciones por razones de sexo, raza, estatus social o discapacidad. Enseñar a escuchar y a tener respeto a las otras personas. Trabajar actitudes de solidaridad y de comprensión con los más débiles. Estimular la honradez. Enseñar a aceptar las diferentes formas de pensar. Estimular la capacidad crítica, de poder pensar con una perspectiva propia. Inculcar el sentido del esfuerzo para conseguir metas. Educarles en la autocrítica y en la necesidad de aceptar críticas de otras personas. Aprender a saber comportarse con las otras personas, en general, sean mayores, iguales o menores. Facilitar espacios y tiempos para el estudio. Fomentar hábitos de lectura. Estimular el lenguaje escrito y oral, tanto comprensivo como expresivo. Enseñar a distribuir correctamente el tiempo. Respetar los turnos en la conversación. Enseñar a escuchar lo que la otra persona dice y lo que quiere decir. Educar en el cumplimiento de promesas y compromisos. Enseñar a respetar el medio ambiente.
Trabajar los hábitos de higiene y limpieza. Estimular la puntualidad. Promover el trabajo en equipo.
Es importante que los padres se instruyan y busquen información para que puedan ser exitosos en su proceso de crianza. No existe un libreto que diga cómo se deben de hacer las cosas con los hijos, porque todo depende del ambiente y las circunstancias, pero sí se puede estar conscientes del valor que los hijos tienen y de lo que a los padres y madres les toca afrontar cuando estén asumiendo este rol. Lo importante es amarlos, respetarlos, protegerlos y ser justos con ellos. Que cuando crezcan y reconozcan lo que se les ha brindado lo agradecerán. Las responsabilidades de ser padres y madres son para toda la vida. Por esto es de suma importancia que a la hora de tomar la decision de serlo hay que tener en cuenta todo lo que esto representa. Los hijos tienen derecho a recibir todo lo que necesitan para vivir saludablente y es la responsabilidad de los familiares satisfacer esas necesidades. Debemos concienciar en esto y prepararnos para hacer niños felices. El ser padres y madres es una decision de madurez y compromiso. Hay una vida que depende de tu vida".
Me gusta esta frase final ("hay una vida que depende de tu vida"). Cada niño y cada niña que viene al mundo (que tiene derecho a venir al mundo sin que nadie le quite este derecho a través de los abortos indiscriminados) será una vida formada a través de la vida de su padre y de su madre. Si de nosotros, los padres cristianos, depende la vida de nuestros hijos y nuestras hijas debemos comprender y entender que antes de que Dios nos los preste para educarlos debemos saber que la responsabilidad que asumimos es la vida de esos hijos y esas hijas.
He aquí un apunte curioso de C.S."Cean" en su texto titulado: "Madres y padres, ¿buenos?": "Ser padre o madre no es tarea fácil, sin embargo, está al alcance de cualquiera. No importa si eres buena o mala persona, si tienes o no dinero, si tienes o no cultura". "No nos enseñan a ser padre". "Nadie me dijo cómo ser madre". "Lo hago lo mejor que puedo". Estas frases son pronunciadas por padres y madres que son incapaces de cuestionar si actúan bien o no ante sus hijos/as. ¿Qué dirías si tras comentar a tu médico que el tratamiento que le indicó días atrás le ha causado mareos, vómitos y fuertes convulsiones éste le responde "lo hago lo mejor que puedo", "nadie me enseñó a ser médico"?. Es cierto que no existe carrera universitaria para ser padre o madre, pero, actualmente, existen muchas fuentes de información: libros, revistas, Internet, además de profesionales (psicólogos, pedagogos, pediatras, etcétera). La experiencia y la información son las principales fuentes de conocimiento y, como no nacemos siendo padres o madres, sólo nos queda informarnos. El primer paso es tener interés y voluntad para ello".
Lo que está sucediendo en el mundo actual, a nivel de globalización mundial, es que tener hijos y criarlos como Dios ordena es una función que se ha dejado en segundo, tercer o cuarto lugar por muchos padres y madres cuyas metas principales son "queremos gozar sin problemas ajenos a nosotros dos", "lo importante es tener mucho dinero para darles a nuestros hijos los que se les antoje", "nos casamos sólo para vivir solos", "no tenemos tiempo que perder porque nuestras obligaciones sociales son lo primero"... ¿y qué pasa con los hijos y las hijas?. Dios nos los ha prestado para que hagamos de ellos seres humanos con principios, valores, conductas éticas y morales pero... ¿qé sucede en este mundo actual en donde millones de padres y madres actúan carentes de toda clase de ética y de valores morales?. ¿Qué es ser en realidad padre y ser en realidad madre?. Lean el siguiente texto que aparece en Internet:
"Genéticamente la especie humana no viene preparada para sobrevivir aisladamente. Un bebé no puede sobrevivir sólo como muchas especies sí lo hacen. Esta característica no se perderá hasta entrado en años. Los hijos siempre necesitarán apoyo hasta que lleguen a madurar y si no les prestamos la atención respectiva muchos envejecerán pero no madurarán. En apariencia, luego de haber vivido los primeros años ya no existen riesgos en sobrevivir, pero queda aún la sobreviviencia en el mundo sentimental, laboral y sobretodo en madurar. Muchos problemas de la delincuencia, adicciones, conductuales, emocionales y de éxito, se deben a la ausencia del padre, la madre o ambos. En los estudios realizados en elefantes agresivos, que atacan sin ninguna causa aparente, se les ha relacionado con la falta del padre. La mayor parte de los elefantes que se convierten en salvajes repentinamente se debe a que fueron huérfanos a temprana edad. Algo similar ocurre en los seres humanos. En los Estados Unidos, el 70%  de los problemas familiares se deben a la ausencia física de los padres, tanto padre y madre. El trinomio madre, padre hijo, es necesario en la especie humana. Un padre ausente tarde o temprano se nota en las reacciones que los hijos pueden tener en la vida".
La conciencia de ser padre y de ser madre y la responsabilidad que contraemos al ser padre y ser madre va más allá de nuestra legítima reivindicación de ser libres. La libertad no es abandonar dicha responsabilidad y yo puedo afirmar por experiencia propia que ser responsables ante nuestros hijos e hijas no sólo no te resta ninguna porción de libertad sino que la enriquece cuando te das cuenta de que estás criando seres humanos que después también serán libres sin caer en el libertinaje. Para hacer que nuestros hijos e hijas sean seres humanos libres debemos saber explicarles que la libertad consiste en el esfuerzo de cumplir con nuestras responsabilidades y que son dichas responsabilidades paternas y maternas las que pueden hacer que el actual estado de cosas en el mundo cambie del caos presente a la liberación futura.
Termino este punto del Capítulo con lo escrito por Eckhart Tolle: "Muchos hijos abrigan ira y resentimiento hacia sus padres y, muchas veces, la causa es la falta de autenticidad en su relación. El hijo anhela un progenitor que sea un ser humano, no un personaje, independientemente de la meticulosidad con la cual se esté representando al personaje. Es probable que como padres hagamos todo lo correcto y lo mejor que podemos por nuestros hijos, pero hacer lo mejor puede no ser suficiente. En efecto, hacer nunca será suficiente si descuidamos el Ser. El ego no sabe nada acerca del Ser sino que cree que la salvación final está en el hacer. Cuando somos presa del ego creemos que haciendo más y más finalmente acumularemos suficientes "acciones" para sentirnos completos en algún momento futuro. No es así. Solamente nos perderemos en medio de la actividad. Toda la civilización se está perdiendo en medio de una actividad que no está anclada en el Ser y, por tanto, es inútil. ¿Cómo traer el Ser a la vida de una familia ocupada, a la relación con los hijos? La clave está en prestarles atención a los hijos. Hay dos clases de atención. Una es la basada en la forma. Y la otra es la atención informe. La atención basada en la forma siempre está conectada de alguna manera con la acción o la evaluación. "¿Hiciste tus tareas? Come. Arregla tu habitación. Cepíllate los dientes. Haz esto. Deja de hacer eso. Apúrate, alístate". ¿Qué más debemos hacer ahora? Esta pregunta básicamente resume la vida familiar de muchos hogares. Claro está que la atención basada en la forma es necesaria y tiene su lugar, pero si es el único elemento de la relación con el hijo, entonces falta la dimensión vital y el Ser se pierde completamente entre "los apuros del mundo", como dice Jesucristo. La atención informe es inseparable de la dimensión del Ser. ¿Cómo opera? Al mirar, oír, tocar o ayudar al hijo a hacer esto o aquello, nos mantenemos alertas, quietos, completamente presentes, no deseando otra cosa que no sea ese momento, tal y como es. Es así como abrimos espacio para el Ser. En ese momento, estando presentes, dejamos de ser padre o madre. Somos la conciencia, la quietud, la Presencia que oye, mira, toca y habla. Somos el Ser detrás de la acción".
Me falta solamente citar tres versículos del Libro Proverbios de la Sagrada Biblia Cristiana: "Corona de los viejos son los nietos y honra de los hijos son sus padres" (Proverbio 16: 7); "La casa y las riquezas son herencia de los padres, pero don de Jehová es la mujer prudente" (Proverbios 19:14) y "No remuevas los linderos antiguos que pusieron tus padres" (Proverbios 22:28). Me detengo, por unos segundos, pensando en este último versículo y deduzco que muchos padres y madres han querido ser libres rompiendo todos los lazos tradicionales de lo que debe ser una familia. Por querer modernizarse al máximo olvidaron lo principal: que la base tradicional es el motor necesario para ser siempre tal como Dios quiso que fuesen a pesar de la evolución humana, el desarrollo persona y las transformaciones sociales. Al olvidar dichas bases tradicionales han fallado como padres y como madres. Pero de esos temas ya hablaremos en próximos capítulos. 
14.2.- ¿Cómo ven los hijos a los padres?.
Dr. Fernando Maestre en Era Tabú: "Hay que mencionar que la figura del padre siempre estará presente en toda búsqueda de identificación con un modelo válido. El padre es un personaje que dentro del núcleo familiar no sólo dirige, vigila, amenaza, condena o culpabiliza, sino que también protege, estimula, enriquece, tolera y ama. Por eso, la imagen del padre que la sociedad ha heredado desde tiempos antiguos permitía recrearlo como una figura sólida, pero como consecuencia de algunos abusos y ausencias la figura del padre se ha ido desmoronando. Una de las razones que contribuyen al eclipse de la figura paterna es el padre ausente. Esta situación hace referencia a aquel padre que no se dedica a la educación de sus hijos, independientemente de si vive o no con ellos. Es así que el hijo varón crece en un entorno donde constantemente se enfrenta a privaciones afectivas, cognitivas, físicas y espirituales que surgen como consecuencia del vacío en las relaciones paterno-filiales. El padre ausente, es por ejemplo, aquel que se ha convertido en huella casi fantasmal, dado el escaso tiempo que pasa en casa. Aquel que deja de lado los deberes que tiene como progenitor. El varón huidizo y pasivo que delega todas las funciones parentales a la mujer. O aquel que es incapaz de mostrar y compartir con los hijos las naturales manifestaciones de cariño, ternura o delicadeza. Por otro lado, cabe mencionar que el desarrollo emocional del niño, pasa por el llamado Complejo de Edipo. Dicho complejo lo padecen los niños y las niñas y es el fundamento de lo que serán las futuras relaciones de pareja y personales. Su resolución pasa por diferentes fases. En un primer momento, tanto el niño como la niña, sienten un vínculo afectivo con la madre. Una vez que el infante se da cuenta que la figura del padre guarda relación con él y con la madre, aparecen los celos, que serán el fundamento de la agresividad, del odio y de las tendencias tanto sádicas como masoquistas. Los celos en el varón hacia el padre se producen cuando reclama la atención de la madre y ésta no acude inmediatamente a su llamado, bien porque está con el padre o bien porque algo ocupa su tiempo. Esto hace que el niño tenga hostilidad hacia la madre y odio y agresividad hacia todo aquello que la distrae. El padre, es por tanto la figura más conflictiva para el niño varón, porque con el tiempo, se da cuenta que hay algo de la madre que le está reservado exclusivamente al padre. Ante este hecho, al niño no le quedan más que dos soluciones: aceptar al padre o rechazarlo. Aceptarlo supone un orden dentro de la familia. Sin embargo, cuando el niño rechaza al padre y no acepta la relación con la madre, nos encontraremos en el futuro a un varón que compite con los hombres, rivaliza con los mismos y hasta muestra rasgos de hostilidad y agresividad hacia los mismos. Con respecto a la actitud que tendrá frente a las mujeres, el hombre adoptará un comportamiento negativo: las despreciará porque toda mujer le recordará la infidelidad de su madre con su padre. Se podría decir que en la actualidad, la figura o modelo de identificación que tienen los adolescentes varones, ya no lleva esa función normativa y prohibitiva, sino que se nutre de otras características producto de la rivalidad con la figura paterna inicial. Un ejemplo es la tendencia de los varones durante la adolescencia a disfrutar del goce directo. Los adolescentes que han sufrido las consecuencias del rechazo a la figura paterna ya no gozan, sino que consumen libremente, sin detenerse a deglutir o disfrutar el goce de este compulsivo consumir. La no existencia de la función paterna provoca que en el niño no hubiera tenido una castración del deseo y todo fluya sin dosificación al goce. Es decir, no hubo una figura que lo orientara y le enseñara ciertos límites".
He aquí una anécdota real que es muy conocida en el mundo entero sobre lo que piensan los hijos y las hijas sobre su padre: "A los siete años: Papá es un sabio todo lo sabe. A los catorce: Me parece que papá se equivoca en algunas cosas que dice. A los veinte: papá está un poco atrasado en sus teorías: no es de esta época
A los veinte y cinco: El viejo no sabe nada..... está chocheando decididamente.
A los treinta y cinco: Con mi experiencia mi padre a esta edad hubiese sido millonario. A los cuarenta y cinco: No sé si ir a consultar con el viejo este asunto; tal ves pudiera aconsejarme. A los cincuenta y cinco: ¡Qué lástima que se haya muerto el viejo!. La verdad es que tenía unas ideas y una clarividencia notables. A los sesenta: ¡pobre papá! ¡era un sabio! ¡qué lástima que yo lo haya comprendido demaciado tarde!".
Pensemos un poco sobre esta secuencia. Comenzemos por la edad de los siete años. A los siete años todavía el niño o la niña no tiene referencias sociales o las que tiene no son suficientemente importantes, excepto la figura del padre que les proporciona un mundo de descubrimientos continuos. Al ser el padre el que les demuestra miles de cuestiones que ellos desconocen pero que están comenzando a descubrir, el padre pasa a ser esa figura maravillosa, extraordinaria y mágica que todo lo sabe. Es la época en que le dan la mano, le besan, le adoran como si fuese un dios porque todo lo que aprenden lo hacen a través de él. Se distorsiona así la verdadera personalidad humana del padre que pasa a ser un mito además de una referencia vital.
A los catorce años de edad comienzan las dudas existenciales. Es la pubertad. Es ese tiempo delimitado entre la infancia y la juventud en que las búsquedas van más allá de lo que puede ofrecer el padre. En caso de la ausencia de Jesucristo en sus vidas, muchos millones de púberes, tanto hijos como hijas, empiezan a dudar de la suprema sabiduría de los padres. A veces las propias contradicciones de éstos hacen que comiencen a desmoronarse los mitos y aparezcan lagunas de inseguridad en el pensamiento de los hijos y las hijas. Si el padre no les ha hablado de la potestad de Dios y de su Sabiduría, los púberes comienzan a andar un poco a la deriva.
Si estos púberes llegan a los veinte años de edad y no han recibido el conocimiento de Cristo es lógico que crean que su padre está obsoleto, que es antiguo, que no está a la moda... porque en esos casos de jóvenes que no conocen la Verdad de Cristo no encuentran ya las verdades que buscan. Y, además, es cuando la publicidad engañosa de los mercados del consumo se introducen en sus débiles personalidades. En resumen: el padre empieza a ser alguien ajeno. Y por eso, al llegar a los veinticinco años de edad en estos casos, el padre ya no sirve, ya es un viejo que no sabe lo que dice. Es mejor buscar en las modas a los falsos profetas que montan el mercado de los sentimientos sometidos a sus intereses económicos, políticos, sociales, religiosos... y los jóvenes que se encuentran en este estado de caos mental son fácilmente asimilados al mundo banal del consumo por el propio consumo y sin más meta que el mismo consumo. El padre se ha diluído. Ya no es nadie.
En este camino, al llegar a los treinta y cinco años de edad son muchos y muchas los que se hacen prepotentes. Ya no sólo su padre no sabe lo que dice, ya no sólo su padre ha dejado de ser sabio sino que incluso sus soberbias de vivir en la madurez de la juventud les hace creer más en su importancia e incluso se cambian los roles. Esta clase de hijos e hijas (muchos millones en la vida actual) creen que sus experiencias son mucho mejores que las de su padre y sustituyen a éste por los grandes manipuladores de las mentes masificadas. No se dan cuenta de que esa masificación les viene impuesta por el interés de los poderes fácticos de la sociedad porque, en realidad, desconocen lo que son los poderes fácticos que han sustituído al padre como referencia de existencia. Ellos y ellas se creen ya seres superiores a su progenitor e incluso le miran con cierto aire de superioridad. Es el complejo del falso triunfador y de la falsa triunfadora de las apariencias.
 
A los cuarenta y cinco años empiezan a vivir sus primeros grandes fracasos: el fracaso en el mundo laboral, el fracaso en las relaciones sexuales dentro y fuera de sus parejas, el fracaso de ver que sus ideas y sus opiniones no son tan firmes y tan seguras como pensaban. Muchos matrimonios que se creían autosuficientes para determinar sus futuros sin la aportación de la experiencia del padre se desmoronan (fracasos, separaciones, divorcios) y comienzan las dudas. ¿Sería mejor haber escuchado más al padre?. Les falta la fe cristiana y comienzan a dudar de la existencia y el valor de la existencia. Y ese reconocer que fueron más soberbios que inteligentes les lleva a cometer graves acciones. Se vuelven ariscos, violentos, seres frustrados en medio de una sociedad de consumo que los han apartado a un lado para colocar a algunos más jóvenes como imagen de sus mercancías. Es el tremendo vacío existencial donde la figura del padre ha quedado lejos y millones de seres humanos empiezan a creer que se equivocaron por no saber escuchar. Pero su orgullo todavía les impide volver a recorrer el camino desde el principio. Han errado. Han equivocado las búsquedas de identidad. Pero no tienen ya fuerza de voluntad pues están atrapados en la trampa de sus propias desconstrucciones sociales. Es mejor, para ellos, seguir hundidos en la frustración que reconocer que el padre quizás llegase a tener más razón de la que creyeron. Pero hay que salvar la imagen adquirida. Por fuera se esfuerzan en aparentar seguridad. Por dentro están empezando a quedar destruídos, superados ya por los más jóvenes en esta absurda carrera del mercadeo de las personalidades.
A los cincuenta y cinco ya ha muerto el padre y allí, frente a su tumba, llega el reconocimiento de que contenía mucha más sabiduría de la que ellos creyeron. Los hijos e hijas que no escucharon la verdad de los aciertos y los errores de sus padres comienzan a darse cuenta de que, en realidad, sus padres fueron muchos más hombres de los que ellos creyeron. Y se produce la sensación de vacío profundo, de que se ha ido alguien que tenía claridad para ver lo que ellos no veían. Y después, a los sesenta, cuando recuerdan al padre, se dan cuenta de que era mucho más sabio de lo que ellos creyeron cuando permitieron que su lugar lo ocupase el mercader de las modas, el mercader de los deseos, el mercader de las vidas, el mercader de los consumos, el mercader del libertinaje... el mercader que acabó con los sueños que el padre les había inculcado cuando eran niños y que ellos abandonaron a cambio de las falsas promesas de felicidades ligth...
14.3.- ¿Cómo ven los hijos a la madre?.
Antes de dar mi opinión cristiana ha llegado la hora de explicar lo que es el famoso Complejo de Edipo (ajeno por completo a mi forma de pensar porque no estoy de acuerdo con él). Para eso he elegido Wikipedia: "En psicoanálisis, el complejo de Edipo, a veces también denominado conflicto edípico, se refiere al agregado complejo de emociones y sentimientos infantiles caracterizados por la presencia simultánea y ambivalente de deseos amorosos y hostiles hacia los progenitores. Se trata de un concepto central de la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud, expuesto por primera vez dentro de los marcos de su primera tópica. En términos generales, Freud define el complejo de Edipo como el deseo inconsciente de mantener una relación sexual (incestuosa) con el progenitor del sexo opuesto y de eliminar al padre del mismo sexo (parricidio). El complejo de Edipo es la «representación inconsciente a través de la que se expresa el deseo sexual o amoroso del niño». Freud describe dos constelaciones distintas en las que se puede presentar el conflicto edípico:
Complejo de Edipo positivo: odio o rivalidad hacia el progenitor del mismo sexo y atracción sexual hacia el progenitor del sexo opuesto. Complejo de Edipo negativo: amor hacia el progenitor del mismo sexo, así como rivalidad y rechazo hacia el progenitor del sexo opuesto. La teoría de Freud distingue en el desarrollo psicosexual de los niños tres etapas principales: la oral, la anal y la fálica. El período de manifestación del complejo de Edipo coincide con la llamada fase fálica (pregenital) del desarrollo de la libido, es decir aproximadamente entre los 3 y los 6 años de edad y se acaba con la entrada en el período de latencia. De acuerdo con la teoría freudiana, el complejo se revive en la pubertad y esta reaparición declinaría a su vez con la elección de objeto, que abre paso a la sexualidad adulta.
El complejo de Edipo es considerado la piedra angular de la teoría de Freud. Es un concepto clave del psicoanálisis y sus derivados actuales tanto como fundamento de la teoría, como construcción explicativa en la clínica: Para la teoría, porque constituye el eje central de la teoría pulsional y de la metapsicología con la que Freud pretende explicar el funcionamiento psíquico y la estructuración de la personalidad; para la clínica, debido a que del desarrollo, evolución y forma de resolución de la conflictiva edípica derivará la estructura y la forma en que se presentarán los síntomas en las distintas modalidades patológicas. Por eso el complejo de Edipo es una idea tan central para el psicoanálisis como lo es la universalidad de la prohibición del incesto y constituye un correlato del complejo de castración. La historia del psicoanálisis en su conjunto está fuertemente ligada a la historia del complejo de Edipo y a las discusiones en torno a su significación. El concepto también ha suscitado desde su origen muchas críticas, tanto internas al psicoanálisis como desde otras disciplinas y corrientes teóricas.
El concepto fue desarrollado por Sigmund Freud, quien se inspiró para su denominación en el mito de Edipo de la mitología griega clásica, más precisamente, en la versión que entrega Sófocles en la tragedia Edipo Rey: Edipo es el hijo de Layo y Yocasta. Layo, para evitar que se cumpla el horrible destino que el oráculo le ha anunciado (que va a ser asesinado por su propio hijo), entrega a Edipo recién nacido a un sirviente para que lo abandone en un cerro de Citerón. Desobedeciendo al rey, el sirviente lo entrega a un pastor, quien lo acoje y finalmente lo entrega al rey de Corinto, Pólibo y su esposa Mérope, quienes lo adoptan, le dan un nombre (Edipo significa «pies hinchados») y lo crían cual si fuera su propio hijo. Sin embargo el joven Edipo, al escuchar rumores acerca de que el rey y la reina no son sus padres, consulta al oráculo de Delfos, quien le revela que su destino será dar muerte a su propio padre y que se casará con su madre. En efecto, Edipo asesina a Layo y se casa con Yocasta para más tarde descubrir la desastrosa verdad de que son sus padres. Cuando Yocasta descubre que Edipo es su hijo se suicida. Edipo, incapaz de soportar el horror que el parricidio y el incesto le provocan, se saca los ojos y en total humillación, abandona la ciudad para vagar como un pordiosero por toda Grecia, atendido por su hija Antígona.
La primera vez que el complejo de Edipo aparece mencionado en la obra freudiana es en 1910, aunque existen razones para suponer que cuando Freud se refiere en 1908 a los "conflictos nucleares" (Kernkonflikte) ya está aludiendo a la conflictiva edípica. Carl G. Jung desarrolló de forma análoga el «complejo de Electra» describiéndolo como la atracción sexual inconsciente que siente una niña hacia su padre. Freud nunca aceptó esta idea de Jung porque se contraponía con las teorías que él venía desarrollando, particularmente en dos aspectos: La importancia que tiene para la niña la inclinación inicial por la madre (en la fase preedípica) y la preponderancia central del falo en el desarrollo de los sujetos de ambos sexos en la fase fálica del desarrollo libidinal.
En la teoría freudiana el complejo de Edipo es un fenómeno que aparece en el desarrollo de todos los seres humanos, tanto en el sexo masculino como en el femenino. Esto no significa, sin embargo, que tenga igual evolución en ambos sexos: para Freud el complejo de Edipo femenino no es simétrico al del niño. Freud argumenta la universalidad del complejo de Edipo. Se trata además de un fenómeno universal, que ocurre con independencia de factores como la educación, la pertenencia étnica o la cultura. Freud desarrolla esta idea en su obra Tótem y tabú sirviéndose de una metáfora, de una suerte de "mito científico" propio, para argumentar la universalidad del complejo de Edipo. Freud plantea el escenario en que podría haberse instaurado el tabú del incesto e inaugurado la cultura: En una época indeterminada de las hordas primitivas, los hombres vivían en pequeñas agrupaciones dominadas por un macho poderoso y tiránico (el padre) que tenía el privilegio de poseer a las hembras. Un día los machos jóvenes de la horda primitiva deciden rebelarse contra el padre, lo asesinan y se comen su cadáver. La cena totémica habría involucrado además una dimensión simbólica muy importante: no sólo se habrían comido el cuerpo, sino que principalmente también sus atributos espirituales, lo que da por resultado una identificación con el padre. El arrepentimiento y los sentimientos de culpa que surgieron tras el asesinato los llevaron a instaurar un nuevo orden social basado en la exogamia, es decir, en la prohibición (o tabú) de poseer a las mujeres del clan, al tiempo que instauraron el totemismo (tabuización de dar muerte al tótem (figura que sustituye simbólicamente al padre). El padre asesinado, sin embargo, tiene más poder y autoridad que el padre vivo, concluye Freud, puesto que la obediencia retroactiva que se le presta se basa en el sentimiento de culpa. Las prohibicioes del totemismo (el incesto y matar al tótem) representan los dos deseos inconscientes centrales del conflicto edípico. Concluye Freud en esta obra que el complejo de Edipo es la condición central del totemismo, por lo tanto, universal y fundante de la cultura en cualquier sociedad de seres humanos.
La conflictiva edípica debe ser cancelada (no necesariamente por el mecanismo psíquico de la represión) para posibilitar el desarrollo de la sexualidad del niño. En el inconsciente se pone en funcionamiento el llamado complejo de castración, que aporta al niño una respuesta rudimentaria al enigma que le plantea la diferencia anatómica de los dos sexos (posesión o privación del pene), que el niño atribuye al cercenamiento del pene en la niña. El niño teme el cercenamiento del pene como castigo por sus deseos incestuosos y actividades sexuales, lo cual le provocará una intensa angustia de castración. En la niña, la ausencia de pene es percibida como un daño que, según el psicoanálisis, ella misma intentará negar, compensar o reparar durante su desarrollo. Según Freud, mientras el complejo de castración posibilita la salida del complejo de Edipo en el niño (el niño descubre que la madre está castrada y depone sus deseos incestuosos por temor a la castración) representa para la niña la entrada al complejo de Edipo, es decir la niña se dirigiría hacia el padre en busca del falo faltante en la madre. El interés del niño por los genitales desaparece durante el período de latencia y reaparece con la pubertad. Cuando ve la falta en una niña, advierte la posibilidad de la castración pero la amenaza adquiere su efecto con posterioridad (nachträglich, en el original en alemán).
Salida del complejo de Edipo en la niña: Recibir de regalo un hijo del padre. Se sustituye la investidura de objeto por la identificación, se introyecta a la autoridad del padre y se forma el núcleo del Superyó, que severamente prohíbe el incesto y el retorno de las investiduras de objeto. Las aspiraciones libidinales son desexualizadas y sublimadas por una parte, e inhibidas en sus metas y mudadas en mociones tiernas, por otra parte. Con esto se da inicio al periodo de latencia. En rigor, el complejo de Edipo no es objeto de la represión, sino que más bien opera una cancelación y destrucción del complejo.
La niña percibe inicialmente que su clítoris es un pene pequeño que ya crecerá pero, al advertir que las mujeres adultas no poseen pene, intuye que ha sido castrada. El Superyó se instituye como resultado de la educación y el amedrentamiento externo. La niña se acerca al padre en busca de lo que la madre no tiene. Simbólicamente el falo pasa del pene al hijo, su complejo culmina en el deseo del recibir de regalo un hijo de su padre, el cual permanece en lo inconsciente como el del pene y constituye la base para su futura función sexual. En la generalidad de los casos, el niño trata, en su deseo de superarlo, de parecerse a su rival. Acaba entonces por identificarse con él, en una especie de solidaria convivencia, en la que el padre se vuelve un modelo para el niño. Lo mismo ocurre, aunque no de manera simétrica, entre la niña y su madre.
El concepto original de Freud ha sido recogido y aplicado con distintos matices y modificaciones por diversas orientaciones del psicoanálisis, como asimismo por otras escuelas psicológicas ajenas a éste, ya sea como modelo explicativo válido del desarrollo psicosexual del niño o bien como elemento estructural de la formación de la personalidad. El primer desarrollo ulterior divergente de la teoría original de Freud es el de Carl Jung con la introducción en 1913 del complejo de Electra en Ensayo de exposición de la teoría psicoanalítica. En este período Jung critica a Freud por centrar demasiado los descubrimientos del complejo de Edipo en las experiencias de su propia persona y aboga además por la desexualización de la teoría. Es en este contexto que se produce la ruptura definitiva.nA pesar de que la mayor parte de los psicoanalistas freudianos no acepten la denominación jungiana de «complejo de Electra», todos coinciden en la importancia de diferenciar estos procesos en el niño y en la niña, ya que por sus distintos rasgos y posesiones deben ser tratados de forma distinta entre uno y otra.nJacques Lacan hace una lectura diferente del concepto freudiano y lo reconstruye en varios aspectos esenciales. Lacan destaca que Freud se basó en un mito, es decir no en un hecho, sino en una ficción, en algo que ocurre no en la esfera de lo real, sino en el ámbito de lo simbólico, es decir, en algo que sucede en el lenguaje. Para Lacan el padre que juega un papel en el complejo de Edipo no es un padre real sino que es una función: la función paterna, un lugar en la estructura que puede ser ocupado por otros representantes, no necesariamente el padre real. Lo que resulta relevante para Lacan es la ficción de una instancia que representa la ley (es decir la prohibición del incesto). Lacan denomina a esta instancia el Gran Otro y puede estar asumida por diversas figuras de la autoridad (jueces, policías, maestros, profesores, clérigos, etc.). Es el momento de la subordinación del niño a esta instancia lo que permite su entrada en el orden de lo simbólico, es decir del lenguaje, del discurso del mundo social y de sus normas. Para Lacan la salida del complejo de Edipo es entonces la renuncia a la madre y el comienzo de los intentos de llenar ese lugar estructural de la falta con otros «objeto causa del deseo» (también denominado «pequeño otro» u «objeto a»). Melanie Klein recoge algunos aspectos de la descripción freudiana del concepto, pero sitúa el Edipo en el primer año de vida del niño, postulando además que la fase tiene un trascurso similar en ambos sexos. Para Melanie Klein, la relación con el pecho materno sería el factor fundamental que rige todo el desarrollo psicosexual del niño. Son las relaciones de satisfacción y frustración experimentadas con este primer objeto las que permiten orientar el deseo hacia nuevos objetos, en su teoría, primeramente hacia el pene del padre. Pero la frustración inevitable que representa este objeto haría que el lactante regresara al objeto primario. De este modo, el pecho y el pene constituyen los primeros objetos de deseo oral del lactante. Los seres humanos contarían, de acuerdo con su teoría, con un saber congénito acerca de la existencia del pene y la vagina. El Edipo se configura porque el lactante desea una satisfacción constante, por lo que al no obtenerla, aparecería la frustración y la agresión. Ocurriría entonces una idealización del pecho bueno (la madre buena) y una dirección de la agresión hacia el pecho malo, que se transformará en el prototipo de todas las relaciones objetales frustrantes posteriores. La teoría ha sido también muy fuertemente criticada al interior del psicoanálisis. Por ejemplo, en la interpretación que Erich Fromm hace del complejo de Edipo freudiano, el Edipo no se trataría en primera línea de un conflicto desencadenado por deseos incestuosos. Si bien Fromm reconoce que la estructura descubierta por Freud es contrastable con fenómenos que ocurren en la realidad del desarrollo infantil, eso no tendría necesariamente que ver con la sexualidad. El centro y origen del odio y rivalidad con el padre estarían determinados, según este autor, por la rebelión contra la autoridad paterna y las estructuras sociales patriarcales que representa. Asimismo, la psicoanalista alemana Karen Horney hace una crítica profunda a las ideas que sostienen el concepto freudiano, planteando que la envidia del pene constituye una ofensa a las mujeres. La universalidad cultural del complejo de Edipo también ha recibido objeciones desde otras disciplinas y por investigadores ajenos al psicoanálisis. Es así como Bronislaw Malinowski, antropólogo británico de origen polaco y fundador de la antropología funcionalista, intentó refutar la pretendida universalidad con datos empíricos. Mostró, por ejemplo, como entre los habitantes de las Islas Trobriand en Papúa Nueva Guinea un niño era una criatura de su madre y del espíritu de sus ancestros, quedando vacío el lugar del padre. El tabú del incesto estaba allí referido a la hermana y no a la madre. En respuesta a esta crítica desde la antropología, Ernest Jones defendió en su momento de manera ortodoxa la validez universal del complejo de Edipo aduciendo que en el sistema matriarcal de los trobriandeses lo que existía era una negación del rol del padre en la reproducción y un desplazamiento hacia la figura del tío.[10] Hasta hoy la discusión continúa y el problema no ha podido ser zanjado de manera definitiva, ni por parte del psicoanálisis, ni por parte de la antropología".
Cuando se tiene la visión cristiana como modelo de desarrollo de la personalidad de los hijos, la figura de la madre se ve como proceso natural y sin ninguna especie de castración. Para ver lo que los hijos pueden ver en su madre olvidemos tanta contradictoria controversia de los psicoanalistas que no aciertan a ponerse nunca de acuerdo, demos la vuelta a la pregunta y veamos qué dice la Biblia acerca de la madre cristiana. He aquí un texto importante encontrado en Internet: 
 
Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca de ser una madre cristiana?"
Respuesta: El ser una madre, es un papel muy importante que el Señor elige otorgar a muchas mujeres. Se dice que las madres deben amar a sus hijos en Tito 2:4-5 leemos, "... que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada" En Isaías 49:15a la Biblia dice, "¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre?" ¿Cuándo comienza la maternidad?. Los hijos son un regalo del Señor (Salmo 127:3-5). En Tito 2:4, aparece la palabra griega "phileoteknos". Esta palabra representa una clase especial de "amor materno" La idea que se desprende de esta palabra es la de "preferir" a nuestros hijos, "cuidar" de ellos, "alimentarlos", "abrazarlos con amor", "cubrir sus necesidades", "entablar una tierna relación" a cada uno como si fuera el único salido de la mano de Dios. Se nos manda en la Escritura el ver el "amor materno" como nuestra responsabilidad. En la Palabra de Dios se les ordena tanto a las madres como a los padres, llevar a cabo varias cosas en la vida de sus hijos: Estando disponibles - mañana, tarde y noche (Deuteronomio 6:6-7). Involucrándose - interactuando, acordando, pensando y procesando la vida juntos (Efesios 6:4). Enseñándoles - con las Escrituras, el punto de vista bíblico del mundo (Salmo 78:5-6, Deuteronomio 4:10; Efesios 6:4). Entrenándoles - ayudando al niño a desarrollar sus habilidades y descubrir su potencial (Proverbios 22:6). Disciplinándoles - Enseñándoles en el temor de Dios, señalándoles sus límites en forma consistente, amorosa y firme (Efesios 6:4; Hebreos 12:5-11, Proverbios 13:24, 19:18, 22:15, 23:13-14; 29:15.17). Nutriéndoles - Proveyendo un ambiente de constante soporte verbal, libertad de fallar, aceptación, afecto y amor incondicional (Tito 2:4; 2 Timoteo 1:7; Efesios 4:29-32, 5:1-2; Gálatas 5:22; 1 Pedro 3:8-9)- Moldeándolos con integridad - Viviendo lo que enseñes, siendo un modelo mediante el cual un niño pueda aprender "captando" la esencia de una vida piadosa.
La Biblia nunca ordena que todas las mujeres deban ser madres. Sin embargo, dice que aquellas que son bendecidas para ser madres, deben tomar seriamente esa responsabilidad. Las madres deben tener un único y crucialmente importante papel en la vida de sus hijos. La maternidad no es un trabajo o tarea desagradable. Al igual que una madre lleva a su bebé durante el embarazo, y alimenta y cuida de niño durante su infancia, así también las madres juegan un constante papel en las vidas de sus niños, adolescentes y jóvenes adultos, y aún cuando llegan a la edad madura. Mientras que el papel de la maternidad debe cambiar y desarrollarse... el amor, el cuidado, la educación y el ánimo que da una madre, nunca debe terminar".
En cuanto a mi experiencia personal se refiere, pertenezco a una familia numerosa compuesta de abuela, padre, madre, una hija y cuatro hijos y que yo sepa ni mi hermana ni ninguno de los cuatro hijos tuvimos nunca ni sufrimos jamás ningún complejo de Edipo ni ningún complejo de Electra ni cualquier otro complejo que quieran inventarse los psicoanalistas. De lo cual deduzco que, criados como cristianos, habrá millones de seres humanos, hombres y mujeres por igual, que nunca jamás sufrieron de dichos complejos. Y es que sigo deduciendo que Freud y otros muchos psicoanalistas toman la parte por el todo y hacen proyectar en los demás sus propios problemas cuando en realidad es mucho más normal coger el todo y separarlo en partes para poder saber cómo es un hijo o una hija en cuanto lo referente a ver a su padre o a su madre. Dentro del Cristianismo no existen los complejos freudianos por mucho que se empeñen en querer hacernos creer lo contrario los del negocio de las esquizofrenias agudas o crónicas.
14.4.- Los hijos preguntan.
Los bebés y las bebés cuando son muy niños todavía apenas preguntan nada. Primero comienzan a deletrear sílabas y después pasan a formar palabras que van, poco a poco, hilvanando con otras palabras para hacer frases... hasta que llegan a un momento de su edad en que comienzan ya a construir expresiones completas. En un determinado momento del crecimiento de los hijos y las hijas comienzan a hacer preguntas. ¿Cuál es la edad en que los hijos y las hijas comienzan a hacer preguntas a sus padres?. Vamos a consultar algunos textos que nos lo aclaren y que, además, nos sirvan para entender qué es lo que les debemos contestar y, sobre todo, cómo debemos hacerlo en los temas más difíciles.
La redactora-escritora Irene García tiene un texto muy claro titulado "La edad de las preguntas". Leamos lo que dice: "A partir de los 3 años, llega la temida etapa en la que tu hijo no parará de hacerte preguntas: "¿Por qué llueve?, ¿por qué ladra el perrito?, ¿por qué el cielo es azul?" Preguntas y más preguntas que, respondas lo que respondas, nunca tendrán fin, hasta hacerte perder la paciencia y acabar agotado. ¿Por qué preguntan tanto?. La mayoría de los niños inicia la etapa de las preguntas hacia los 3 años. Para los psicólogos, estos continuos "¿por qué?" muestran un desarrollo adecuado. Manifiestan su curiosidad por el mundo que les rodea y que poco a poco están descubriendo. Todo les desconcierta, incluso desde antes de hablar muestran esta curiosidad llevándose los objetos a la boca, tocando todo lo que les rodea... Otro de los motivos que les lleva a preguntar constantemente es el hecho de apropiarse de una nueva herramienta: el lenguaje. Para ellos es algo nuevo y quieren practicar con él: imitan la entonación, el ritmo de las frases, las nuevas palabras... Por eso muchas veces lanzan un arsenal de preguntas de las que ni siquiera esperan contestación. Pero la razón más importante es ordenar su mundo. En su mente todo tiene un origen y una finalidad, las cosas inanimadas funcionan como las personas y para ellos no existe la casualidad, todo tiene que tener un motivo. Se dirigen a sus padres porque necesitan un intermediario que les explique la nueva realidad que van conociendo. Y de la calidad y disponibilidad de esos guías dependerá en gran medida el modo en que el niño se relacione con el mundo durante toda su vida.
Aunque a veces acabes harto de sus continuas preguntas (para las que muchas veces ni siquiera tendrás respuesta) es esencial que le dediques tiempo y seas paciente con él, respondiendo a sus preguntas sin ignorarlo, ridiculizarlo o castigarlo. No hay que obsesionarse con encontrar la respuesta precisa, ni tampoco complicadas explicaciones científicas. Lo mejor es responder con naturalidad y sentido común, con un lenguaje apropiado a la edad del niño. Lo importante es que sepa que las preguntas tienen respuesta, que él puede buscarla y que nosotros le apoyamos. Siempre que podamos, aprovecharemos sus preguntas para introducir nuevas palabras y conceptos. Si el niño nos pregunta "¿Por qué funcionan los coches?", todavía no podremos introducirle en los secretos de la mecánica, pero es una buena ocasión para iniciarle en nociones como "rueda", "conductor", "velocidad" o "gasolina", con lo que se favorece su capacidad de observación y se enriquece su vocabulario. Claro que no siempre podemos estar disponibles para el juego de las preguntas, y a veces tenemos derecho a estar agotados. Entonces es lícito decir: "Espera a que acabe con esto y después te contesto a todas las preguntas", o "Bueno, unas preguntas más y lo dejamos para mañana". Lo importante es dejar abierta la línea de comunicación y no transmitirle que sus preguntas nos desagradan. Lo fundamental es sacar tiempo para él o ella y fomentar la comunicación entre ambos, sea cual sea la respuesta que das a sus preguntas. Está demostrado que esta inquietud favorece su desarrollo y el establecimiento de un vínculo comunicativo muy importante. Según un estudio reciente hecho en España por el Ministerio de Asuntos Sociales, una de las causas que más afectan a la comunicación entre padres e hijos es la falta de tiempo. Uno de cada cuatro padres varones y la mitad de las madres cree que dedica poco tiempo a sus hijos. Además, muchos expertos reconocen que no es necesario que los niños resuelvan todos los enigmas que se plantean, algunas preguntas pueden quedar sin contestación, lo que les hará seguir indagando a medida que vayan creciendo".
En un chateo del Internet he descubierto lo que un llamado Experto expone sobre el tema: "Los niños preguntan y preguntan y preguntan: ¿Y por qué?. Esta estapa, que suele aparecer a los tres o cuatro años, puede ser agotadora. Nunca se cansan de preguntar y a veces nos agotamos o nos encontramos con cuestiones que no sabemos como responder siquiera. Creo que es un error perder la paciencia, por mucho que nos abrumen las continuas preguntas. La curiosidad de los niños explota en esta etapa y somos nosotros sus referentes para encontrar explicaciones a un mundo nuevo lleno de interrogantes. Quieren saber y saberlo todo, descubrir como funcionan las cosas y de donde vienen. No hay mejor momento para apoyar su deseo de aprender. Cuando llega la avalancha de los "¿Y por qué?" si damos una mala respuesta "¿no puedes callarte un rato" o si llegamos a calificarlos de "pesados" estamos cortando el mayor momento de impulso que su inteligencia tendrá en su vida. Acuden a nosotros como guias naturales y si les fallamos recuperar su confianza o reforzar su autoestima y sus deseos de aprender pueden verse dañados. El niño quiere comprender la razón de las cosas. De nuestro papel puede depender que su deseo de descubrir crezca o se diluya. Eso no quita que nos podamos sentir a veces sobrepasados pero asumir nuestro papel de educadores en esta etapa puede ayudarnos a comprender lo importantes que somos ahora y sobrellevarlo mejor. El catálogo de preguntas es infinito y no siempre son fáciles las respuestas: ¿Por qué llueve? , ¿Por qué la vecina tiene la piel obscura? , ¿Por qué se murió la abuela?, ¿Por qué el Sol calienta?, ¿Por qué nací? , ¿Por qué hay guerras?, ¿Por qué tenemos dos piernas?, ¿Por qué las estrellas no se ven de día?, ¿Por qué tengo que ir al cole?, ¿Por qué nacemos de las madres?, ¿Y por qué el cielo es azul?, ¿Por qué el mar es salado?, ¿Por qué no puedo volar?, ¿Por qué quema el fuego?, y muchos más ¿Y por qué? que nos van a sorprender. No hay temas prohibidos para ellos. Lo quieren saber todo. Nuestro papel es proporcionar respuestas en un lenguaje asequible y adaptadas a su capacidad de comprensión, sin mentirles pero siendo conscientes de lo que pueden asimilar. Cuando llega el "¿Y por qué?" debemos animarles a preguntarnos, dedicándoles el tiempo necesario. Eso les ayudará a desarrollar su inteligencia y su lenguaje, mejorando la confianza y la capacidad de comunicación con nosotros".
En Solohijos.com existe otro documento interesante escrito por Sandra Poveda Soriano. Bajo el título de "La edad de los porqué" dice así: "¿Por qué esto, por qué lo otro? Hijo... ¡qué pesado eres! ¿Por qué no te callas un ratito?" ¡Qué gran error decir eso a nuestros hijos! Un niño de 4 años que pregunta a todas horas es un niño sano. Lo contrario podría hacernos pensar que tiene algún problema, o bien que hemos adoptado una actitud negativa ante su curiosidad. Aunque en principio no parece para tanto, una respuesta restrictiva puede tener consecuencias más importantes de lo que creemos a largo plazo. La inteligencia de nuestro hijo depende, en gran parte, de la eficacia con que le enseñemos a utilizar el lenguaje. Siente cada vez más la necesidad de pensar y comprender por qué la vida es así y no de otra manera. Quiere saber por qué se le dice que haga una cosa u otra, el por qué de las cosas y quiere, sobre todo, aprender a expresar sus ideas y sus sentimientos para intervenir en su contexto más inmediato. Nuestro hijo trata de organizar su mundo y, para comprenderlo, tiene que preguntar. Y nosotros tenemos que saciar su curiosidad innata contestando a sus preguntas y fomentando que las haga. Tenemos mucha suerte si nuestro hijo es uno de esos niños que no cesa de reclamar nuestra atención para que respondamos a sus preguntas, a veces incongruentes, ilógicas, absurdas, reiterativas y ¡tan perseverantes! El lenguaje y, sobre todo, la actitud que adoptemos ante su curiosidad serán herramientas que facilitarán su desarrollo integral como persona. Animándole a preguntar, enseñándole a investigar, dedicándole nuestro tiempo y mostrándole como aceptar las correcciones le estamos enseñando tolerancia, seguridad en sí mismo y en sus capacidades. Esto nos permitirá mostrarle la vida desde una perspectiva crítica y constructiva; nos permitirá animarle a conocer, a descubrir, a deducir; nos permitirá crear la necesidad de comunicación con nosotros; permitirá a nuestros hijos ser creativos y valientes ante lo desconocido. El ritmo de su adquisición dependerá del tiempo que se invierta y de los refuerzos que se le ofrezcan. Debemos dedicar suficiente tiempo a hablar con nuestro hijo y proporcionarle gran variedad de vocabulario. Seamos conscientes de la fuerte influencia que ejercemos sobre el lenguaje de nuestro hijo durante estos momentos cruciales. Y no sólo proporcionándole vocabulario y ejemplo lingüístico sino porque, mostrando nuestro interés por hablar con él y por escucharle, estaremos creando las bases para una futura comunicación entre padres e hijos, a veces tan difícil. El niño o la niña de 4 años es muy hablador, aunque gran parte de su charla se debe al mero placer que le produce el uso del lenguaje. Sostiene largas y complicadas conversaciones y puede contar una extensa historia entremezclando ficción y realidad, hasta que finalmente se confunde. A veces es evidente que habla sólo para atraer la atención de la gente. No le gusta repetir las cosas. Si le preguntáis algo que ya ha dicho, simplemente os contestará: "Eso ya lo dije antes". En cambio, le gustan mucho los juegos de palabras, en especial si tiene un auditorio que esté pendiente de él. mLas preguntas empiezan a ser muy frecuentes utilizando los por qué y los cómo. Quieren saberlo todo inmediatamente. Es el momento en que empiezan a aprender a colocar la palabra interrogativa al comienzo de la frase. Algunas de las preguntas son difíciles de responder de forma simple para que el niño pueda comprenderlo ("¿Por qué llueve?, ¿A qué distancia están las estrellas?, ¿Por qué tengo 4 años?, ¿Por qué el agua del mar está salada?) y a veces las preguntas se refieren a temas que el adulto considera embarazosos. En cualquier caso, intentemos contestar a todas sus preguntas mediante respuestas sencillas y claras, adaptándolas a su nivel de comprensión. Para respuestas que puedan ser complicadas de entender por nuestro hijo, podemos ilustrarlas con cuentos inventados, comparaciones o ejemplos que, a la vez, nos ayudarán a ampliar su vocabulario. Hasta que comienza a usar correctamente el lenguaje, va desarrollando y descartando reglas gramaticales. En sus frases predomina el pronombre de primera persona y comienza a utilizar nuevas conjunciones, adverbios, adjetivos e interjecciones. Aprende nuevas palabras a lo largo del día. Suelen ser las niñas las que dominan más rápidamente la gramática. Es normal que el niño diga lo que piensa realizando muchas veces críticas sobre los demás. Si nuestro hijo hace preguntas poco oportunas en un momento determinado o creemos que el contenido de las mismas puede molestar a terceras personas (como por ejemplo preguntar a una señora porqué está tan "gorda"), debemos comprender que es mera curiosidad, que simplemente dice lo que siente y que espera una contestación. Aplaza la respuesta para cuando estés en privado con él, trata de explicarle que "eso" no se pregunta delante de la persona afectada y contesta a su pregunta lo más claramente posible. Tengamos paciencia cuando nos repitan una y otra vez la misma pregunta. Sin duda es porque no la han comprendido bien o quieren saber más. Volvamos a explicarla de otro modo más asequible y, además de saciar su curiosidad, acabaremos (¡durante medio minuto posiblemente!) con el perseverante interrogatorio. Cuando les decimos que realicen algo, asegurémonos de que han entendido correctamente la orden. Y expliquémosles siempre las razones por las que les pedimos cualquier cosa. Un buen ejercicio es hacerles repetir a ellos el mandato. Les obligará a hacer un esfuerzo mental, utilizarán la memoria y su propio vocabulario, y comprobaremos que han entendido la orden. Sin embargo, a veces una orden o una prohibición pueden convertirse en una interminable demanda de razones. Llega un momento en que debemos ser claros y tajantes para que obedezcan sin más. No debemos tener temas prohibidos. Todo es explicable con una cierta adaptación y con una actitud abierta y enriquecedora. Es posible que nuestro hijo se sienta atraído hacia el tema del sexo, ya que comienza a manifestar interés por su propio origen y por las diferencias entre niños y niñas (¿Cómo se hacen los niños?, ¿De dónde vienen los niños?). Si se siente lo bastante libre como para hacerlo, formulará interminables preguntas. Esta curiosidad es sana y natural pero a esta edad no requiere elaboradas explicaciones sino respuestas sencillas. En definitiva, sé paciente e intenta responder a todas sus preguntas, por simples o embarazosas que te parezcan. De esta manera, ayudarás a tu hijo a tener confianza en sí mismo y a formarse una idea de cómo es el mundo".
Nunca demos la callada por respuesta a temas que, en principio, aparecen difíciles. Veamos por ejemplo lo que se puede hacer cuando nos preguntan por temas sexuales. Por ejemplo en el blog "Más que Minas" encuentro el siguiente Cuestionario:
"¿Cómo hablar de sexualidad con nuestros hijos?.Este tema, declarado por décadas como algo incómodo y tabú, es un verdadero dolor de cabeza para muchas personas que no saben la forma de comenzar una conversación con sus retoños sobre la masturbación, el embarazo o los anticonceptivos.
1.- El sexo en general: ¿Cuándo es el mejor momento para hablar de sexo con mis hijos?
Siempre es un momento ideal pues no se debe organizar un debate académico sino, más bien, tener la disposición para establecer un diálogo abierto y honesto sobre la actividad sexual. Lo bueno es tener en mente que se trata de un tema normal, parte de la naturaleza humana y, por ende, debe tomarse naturalmente.
2.- Hablar de sexo sin invadirlo:  ¿Cómo hablar de sexo sin espantar a mi hijo o hacerlo sentir invadido?
Para ello, es recomendable tocar el tema como algo cotidiano pues, si se somete a los hijos a un interrogatorio, es predecible que huyan de la conversación. Ellos deben entender que sus padres quieren ayudarlo en esta etapa de su vida y entregarle valores, aclarándole que es algo bueno, positivo de hablar y que no tienen el propósito de invadir su privacidad.
3.- La pornografía:  ¿Qué hacer si encuentras pornografía en el cuarto de tus hijos?
Los adolescentes generalmente están expuestos a este tipo de publicaciones dentro de su normal desarrollo pero, según Rodríguez, además de enseñarles la desnudez hay que indicarles que detrás existe una desvalorización y discriminación de la mujer. Como se indica en el articulo, "(el joven) se asomará a la pornografía por curiosidad y, una vez satisfecho, ésta perderá su atractivo".
4.- La masturbación:  ¿Será bueno que mi hijo se masturbe?
Ésta actividad es absolutamente normal para el auto descubrimiento de los jóvenes. Al mismo tiempo, se convierte en un aprendizaje que les sirve para enfrentar la sexualidad en pareja y, por último, es una forma de comprender cómo el cuerpo les da placer sin ocasionarles daños físicos ni psíquicos.
5.- La "primera vez":  ¿Que debo decirles sobre la primera relación sexual?
El mensaje implica enseñarles que, para comenzarla, deben tener un grado de madurez que les permita el cuidado propio y de la otra persona, saber lo que se está haciendo, con quién, por qué, las eventuales consecuencias -como el embarazo o las Enfermedades de Transmisión Sexual- y cómo prevenirlas. Así, la primera vez no se transformará en una moda, algo traumático ni una forma de complacer a los amios sino en un momento especial.
6.- Los anticonceptivos:  ¿Cómo trato el tema del cuidado sexual?
Lo cierto es que, además de los consejos sobre el sexo responsable, se debe consultar a un médico pues, en el caso de las mujeres, hay métodos convenientes para cada persona. Lo importante en este punto es no negarlos o prohibirlos pues, de esta forma, se alienta a que los chicos tengan relaciones sin protección.
7.- El embarazo:  ¿De qué manera hablamos sobre el embarazo sin asustar a nuestros hijos?
La clave está en ser abierto, tanto a las preguntas como a las respuestas que se entreguen. Los jóvenes aprecian que sus padres sean sinceros y siempre aprenderán de las experiencias de sus progenitores. Por eso, se debe hablar con ellos sobre las responsabilidades, explicarles las consecuencias y escuchar su punto de vista con tiempo y paciencia respecto de traer una nueva vida al mundo.
8.- El sexo oral:  ¿Que digo si surge el tema del sexo oral?
Tener en claro que los cuidados deben ser los mismos que en cualquier otra práctica sexual en cuanto a la higiene y enfermedades venéreas. Pero, si bien hay personas que disfrutan de esta práctica y otras que no, el tema debe enfrentarse de forma directa y sencilla, explicando la actividad y dejándola de lado como un tema tabú.
9.- El abuso:  ¿Cómo prevengo a mis hijos de los abusos?
Ya sean aquellos de índole sexual o el "matonaje escolar", es bueno empezar a enseñarles sobre la prevención del abuso desde la infancia, etapa en que los chicos son más vulnerables. Un buen comienzo es darles mensajes positivos del cuerpo, su cuidado y el respeto hacia el mismo y, sobre todo, dejarles claro que nadie puede manipularlo o fotografiarlo sin su permiso. Además, es importante que comprendan que, al menor abuso, deben avisarle a sus padres y/o profesores.
10.- La homosexualidad:  ¿Cómo debo hablarles a mis hijos sobre la homosexualidad?
Según el sexólogo clínico, el mensaje debe ser la "no discriminación" junto con la convivencia y respeto por las opciones sexuales, sin importar las razones detrás de esta elección. Si tienes un pariente adolescente que es homosexual, lo ideal es apoyarlo en un marco de respeto y atender sus inquietudes".
A mí, como creyente cristiano, se me ocurre recomendar a todo quien desee que su hijo o su hija crezca con mente sana que les expliquen ciertas cuestiones con las ediciones infantiles de la Biblia y cuando se refieran a temas concretos de Biología, Física, Química, preguntas "filosóficas" de difícil cuestión o sobre el nacimiento de los seres humanos y la sexualidad, es también muy oportuno tener a mano siempre enciclopedias lo suficientemente amplias para poder consultar con él o con ella a la vez y así jugar a ir descubriendo las respuestas de manera mutua. También es impotante tener una buena biblioteca en casa que esté compuesta por libros de muy variados temas porque, hoy en día, todos los libros de materias sociales y científicas están llenos de fotografías, dibujos, esquemas, infografías, explicaciones y un largo etecétera de posibilidades para que podamos compartir con nuestros hijos e hijas muchos conocimientos que, después, los podemos ir ampliando con las lecturas de la Biblia y las explicaciones que, a través de Dios, podemos hacer que ellos aprendan. Para esto recomiendo también, además de la Sagrada Biblia, un buen libro de Concordancias Bíblicas (algo esencial que todos los oradores cristianos siempre tienen en su biblioteca familiar) que sirven tanto para enseñar a nuestros hijos e hijas como para enseñar a los demás.
Siguiendo con este tema, que me parece importante aclarar del todo, he aquí lo que se puede leer en guiainfantil.com: "Es conveniente hablar de sexo con tu hijo desde el momento en que él empiece a conocer su cuerpo. Más tarde o más temprano tu hijo empezará a hacer preguntas sobre sexo. Algunos padres más modernos creen que cuando llegue el momento la discusión sobre el tema será fácil, que todo será una cuestión de ponerse a hablar. Todo parece muy fácil, pero cuando llegue la hora de la charla, seguramente en la mayoría de los casos, parecerá más complicado, tratándose de niños. ¿Si existe algún truco? Pues sí. El truco estar en mantenerse firme, jamás inventar o mentir, no evadirse de la pregunta, y no contestar más de lo que tu hijo pregunte. Lo ideal es hablarle de sexo en cuentagotas, es decir, a la medida de su curiosidad según la edad que tenga. Es conveniente hablar de sexo con tu hijo desde el momento en que él empiece a conocer su cuerpo y a nombrarlo. Para los niños es muy importante que cada parte de su cuerpo tenga un nombre y no un "apodo". Si se habla de cabeza es cabeza, de mano es mano, de pene es pene, de nalga es nalga y así siempre. Evita darles otros nombres para que el niño no se sienta confundido. Otra ventaja de charlar con los hijos sobre sexo es aumentar la intimidad y la afectividad entre ambos, abrir caminos para que se pueda discutir en casa sobre todo y dar al niño la seguridad de que piense que "voy a preguntar a papá y a mamá porque ellos siempre me contestan". Las preguntas que los niños más hacen a los padres y algunas sugerencias de respuestas:
¿Por qué soy distinto a mí hermanita?
A partir de los dos años, y en algunos casos hasta antes, los niños y niñas notarán sus diferencias al buscar conocer sus propios cuerpos. En este caso, lo mejor es decirle que un niño es distinto de una niña y que él no se preocupe porque todos los hombres son distintos de las mujeres. Para un niño pequeño esta respuesta es suficiente.
¿De donde nací yo?
Esta es una pregunta que suelen hacer los niños a partir de los cuatro años de edad. Los niños saben que las frutas vienen del mercado, que las galletas vienen del supermercado, y los juguetes de las tiendas, y por eso quieren saber de donde han venido. En este caso, limítese a decir que él vino de los papás.
¿Por qué los niños hacen pis de pie y las niñas sentadas?
Es lo mismo que preguntar el por qué los niños cambian el pañal por los calzoncillos y las niñas por las braguitas. No hay mucho qué explicar. Explique el concepto de la diferencia. Que los niños y las niñas son distintos físicamente y que también se difieren en la forma de vestir. Las niñas llevan vestido, y los niños llevan más pantalones, entre otras cosas.
¿Cómo salí de dentro de su barriga?
Dependiendo de la edad que tenga el niño, la respuesta debe ser dada de una forma más o menos clara. Si el niño es muy pequeño, limítese a decir que él salió de la barriga y nada más. Pero si con eso el niño no se siente satisfecho y notas que puede entender porque ya es un poco mayor, dile que él salió por uno de los tres agujeritos que tienen las mujeres. Uno es para salir la caquita, el otro para orinar, y el otro para salir el bebé. Con eso, seguramente, el niño se sentirá satisfecho y no te preguntará nada más.
Más importante qué responder a su hijo cuando surjan las preguntas sobre la sexualidad, es la actitud que tendrás al contestarlas. El tono de la voz, la seguridad en las informaciones, el hecho de estar o no tranquilos, todo eso es captado por el niño en forma de información".
Dos recomendaciones muy importantes que se me ocurre hacer saber son: la primera, que no debemos mentir sobnre cómo nacen los hijos y de dónde vienen con temas tan perjudiciales como decirles y hacerles creer que nos ha traido una cigüeña o que todos venimos desde París. Crea caos mental en los hijos y las hijas y, además, no es conveniente que vivan fuera de la realidad natural. Una cosa es dejar que se desarrolle la imaginación infantil y otra muy distinta es que no sepan discernir cosas naturales. En segundo lugar, nunca dejéis de contestar las preguntas que os hagan vuestros niños o niñas porque si permitís que sean los amigos, las amigas, otros hombres u otras mujeres quienes lo hagan estáis en el grave peligro de que les manipulen de tal manera que pierdan toda su personalidad normal y comiencen con desviaciones peligrosas además de que ya no volverán a confiar en vosotros. Por otro lado, es importante saber que los niños y las niñas, en las primeras edades de sus preguntas todavía no manejan las ideas abstractas luego hay que ser muy concretos y dar explicaciones que puedan entender a través de los sentidos y no tanto a través de los pensamientos que, después, entrados en la pubertad y en la época juvenil sí saben ya manejar.
Los jóvenes cristianos de nuestros tiempos tienen dudas y preguntas difíciles de contestar. Quieren saber más acerca de las relaciones de pareja, la sexualidad y quieren saber con todos los detalles posibles. Nos preguntan cosas que nos gustan explicar pero también nos preguntan cosas que no nos gusta tanto explicar... pero debemos saber explicar...
Ese querer aprender sobre el mundo que nos rodea y sobre los mundos internos de los seres humanos es señal de que están despertando a la madurez y depende de si somos capaces de salir triunfantes de las pruebas, o no somos capaces de conseguirlo, si se confían de nosotros o acuden a otros agentes informativos que pueden conducirles a caminos incorrectos para su edad.
A veces los jóvenes se sienten incomprendidos porque los padres no han sabido satisfacer sus inquietudes y han preferido no hablar con ellos de los temas que a ellos les interesan. ¿De dónde vengo?. ¿A dónde voy?. Dos preguntas muy comunes entre los jóvenes cristianos pero, sobre todo, los no cristianos. Si se encuentran en situaciones de voluntariedad es inmejorable la ocasión que se presenta para leer, junto con ellos, los versículos bíblicos más apropiados para cada pregunta. Es una forma fácil y una manera sencilla de que puedan aprender y tener bases sólidas con las que esquivar los peligros de la vida de "la calle"...
Es necesario, totalmente, darles la oportuinidad de que se expresen tal como son y tal como desean ser en los momentos dialécticos; es decir, que hay que dejarles
comentar sobre lo que nosotros comentamos y así hay que producir lo que en comunicación social se llama "feed back" o coloquio en ambas direcciones. Este coloquio debe ser siempre amistoso entre los padres y los hijos y no debe ser, nunca, forzado en contra da la voluntad de los hijos. Es necesario saber cómo tenemos
que hablar con ellos y, además, saber cuándo debemos hacerlo. Hay momentos oportunos y hay momentos inoportunos.
¿Cuándo debemos, los padres y madres que somos cristianos, considerar a nuestros hijos e hijas que son lo bastante adultos como para hablar ya de cuestiones serias con ellos y ellas?. Esto es lo que dije Jorge L. Trujillo sobre el amplio tema a considerar:
"Muchas personas han llegado a pensar que la Biblia no da indicación de cuando una persona pasa de ser considerado ‘un niño' a ser considerado ‘un adulto'.  Algunos han establecido que la edad es doce, o trece años.  Por ejemplo, dentro de la comunidad Judía moderna, a los niños se les celebra una fiesta cuando estos pasan a ser "hijos del mandamiento".  El Bar Mitzvah (Hijo del Mandamiento) es para los niños cuando llegan a los trece años y el  Bat Mitzvah (Hija del Mandamiento)es para las niñas al llegar a los doce años.  A esa edad se considera que los hijos están obligados a guardar los mandamientos.  En los tiempos de Jesús el relato bíblico nos dice que en un momento especial, a la edad de doce años, subió a Jerusalén con sus padres (Lucas 2:42) para la celebración de la fiesta de la pascua (los panes sin levaduras).  En la cultura hispana muchas familias celebran los quince años a las niñas o los dieciséis a los varones dando a entender que ya han dejado de ser niños y pueden ser considerados dignos de mayor confianza.  No obstante, los gobiernos occidentales modernos consideran que la edad de madurez y responsabilidad legal es 18 años de edad. Pero podemos encontrar en la Biblia especificación directa de cuando se puede considerar los hijos ‘mayor de edad' o digamos, cuando alguien ha dejado de ser niño y puede ser considerado ‘hombre'.  Creo que la Biblia sí establece esa edad y lo hace con bastante claridad. El pasar de niño a hombre no ocurre de la noche a la mañana sino que es una transición que va tomando lugar paulatinamente. El hombre (y la mujer) pasan de ser niños a ser adultos en varias fases o etapas. Pablo nos dice:
1 Corintios 13:11
Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
Según Pablo la transición de niño a hombre es un proceso de maduración que abarca o se hace evidente en por lo menos tres áreas:
1) la conversación
2) el pensamiento
3) el juicio
Bíblicamente esa transición comienza alrededor de los 12 o 13 años y termina cerca de los 19 a 20 años. De forma parecida, por lo general en nuestra sociedad moderna se considera adulto a alguien (femenino o masculino) que ha alcanzado los 18 años de edad. Hasta ese momento es considerado menor de edad. A esa edad tanto varón como hembra pueden ejercer su derecho al voto y tomar armas para ir a la guerra.
En la Biblia vemos que a la edad de doce (12) años Jesús es llamado "niño" (Lucas 2:42-43 ver también Marcos 5:41), cerca de los 15 o 16 años Ismael es llamado muchacho (Gen. 21:8). A los diecisiete (17) José es llamado "joven" (Gen. 37:2) y a los veinte (20) el varón es contado entre los "hombres":
1. La edad cuando el varón podía ser contado en los censos entre los hombres era los 20 años:
En el pueblo de Israel era la costumbre tomar censo de pueblo contando solamente a los hombres y no se incluían ni las mujeres ni los niños, ni varón que fuera menor de 20 años de edad (Éxodo 12:37; 1 Crónicas 27:23; Mateo 14:31; 15:38).
Números 1,17: Tomaron, pues, Moisés y Aarón a estos varones que fueron designados por sus nombres, 18 y reunieron a toda la congregación en el día primero del mes segundo, y fueron agrupados por familias, según las casas de sus padres, conforme a la cuenta de los nombres por cabeza, de veinte años arriba. 19 Como Jehová lo había mandado a Moisés, los contó en el desierto de Sinaí.
2. La edad cuando el varón podía ser redimido a precio de hombre productivo era los 20 años:
Éxodo 38:25-26: Y la plata de los empadronados de la congregación fue cien talentos y mil setecientos setenta y cinco siclos, según el siclo del santuario; medio siclo por cabeza, según el siclo del santuario; a todos los que pasaron por el censo, de edad de veinte años arriba, que fueron seiscientos tres mil quinientos cincuenta
3. La edad cuando el varón podía ser contado para dar contribuciones en el templo era los 20 años: Éxodo 30:14: Todo el que sea contado, de veinte años arriba, dará la ofrenda a Jehová.
4. La edad cuando el varón podía ser contado al precio de hombre para ser redimido era los 20 años: Levítico 27:3: En cuanto al varón de veinte años hasta sesenta, lo estimarás en cincuenta siclos de plata, según el siclo del santuario.
***Nótese que el precio de niño (veinte siclos de plata - vs. 5) cubría desde los 5 hasta los 19 años.
5. La edad cuando el varón es considerado entre los hombres capaces para la guerra era los 20 años: Números 1: 1  Habló Jehová a Moisés en el desierto de Sinaí, en el tabernáculo de reunión, en el día primero del mes segundo, en el segundo año de su salida de la tierra de Egipto, diciendo: 2 Tomad el censo de toda la congregación de los hijos de Israel por sus familias, por las casas de sus padres, con la cuenta de los nombres, todos los varones por sus cabezas. 3 De veinte años arriba, todos los que pueden salir a la guerra en Israel, los contaréis tú y Aarón por sus ejércitos (Números 1:3, 20, 22, 26, 28,30, 32, 34, 36, 38, 40, 42, 45; 26:2)
2 Crónicas 25:5 De veinte años arriba, todos los que pueden salir a la guerra en Israel, los contaréis tú y Aarón por sus ejércitos. Números 26: 1 Aconteció después de la mortandad, que Jehová habló a Moisés y a Eleazar hijo del sacerdote Aarón, diciendo: Tomad el censo de toda la congregación de los hijos de Israel, de veinte años arriba, por las casas de sus padres, todos los que pueden salir a la guerra en Israel. Y Moisés y el sacerdote Eleazar hablaron con ellos en los campos de Moab, junto al Jordán frente a Jericó, diciendo: 4 Contaréis el pueblo de veinte años arriba, como mandó Jehová a Moisés y a los hijos de Israel que habían salido de tierra de Egipto.
6. La edad cuando el varón podía ser contado entre los Levitas era los 20 años:2 Crónicas 31:17  También a los que eran contados entre los sacerdotes según sus casas paternas; y a los levitas de edad de veinte años arriba, conforme a sus oficios y grupos.
7. La edad cuando los varones fueron juzgados por su murmuración fue a los 20 años:Números 14: 28 Diles: Vivo yo, dice Jehová, que según habéis hablado a mis oídos, así haré yo con vosotros. 29 En este desierto caerán vuestros cuerpos; todo el número de los que fueron contados de entre vosotros, de veinte años arriba, los cuales han murmurado contra mí. 30 Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun. 31 Pero a vuestros niños, de los cuales dijisteis que serían por presa, yo los introduciré, y ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis.
"vuestros niños" = menores de 20 años
Conclusión: La Biblia sí establece cuando un varón debe ser considerado un hombre y no un niño, contado como adulto y no como muchacho - ¡A los 20 años!. Y esto es igual tanto para hijos como para hijas. Así que, para dar por terminado el asunto en cuestión, a los 20 años de edad tantos nuestros hijos como nuestras hijas están ya preparados para que podamos hablar con ellos de forma ya adulta y sentarnos juntos con ellos y con ellas para aclarar cualquier tema que nos quieran plantear. Si no se está preparado o preparada para ello es que el padre o la madre o ambos a la vez no saben ser lo suficientemente aptos para disipar las dudas de sus hijos e hijas y se corre el grave riesgo de que acudan a otras fuentes menos recomendables para aprender lo que los padres cristianos y las madres cristianas deben saber enseñar.
En el convivir diario con los hijos y las hijas tenemos que enfrentarnos con la verdad. Los hijos no son ni colegas ni compañeros de clase del padre o de la madre y por eso es necesariop saber comprender que podemos ser amigos de ellos y de ellas. Para eso hay que abordar los diversos temas que nos plantean a través de sus preguntas con la verdad objetiva del Cristianismo y en base a un respetuo mutuo. No debemos seguir la corriente que emplean los padres y  madres que relativizan las cuestiones planteadas por sus hijos pues eso lleva siempre a la destrucción de la familia. No. el diálogo en familia nunca es relativo sino cristianamente absoluto;
sabiendo que empieza con la libertad de aceptación y acaba con la libertad de obligación.
¿Qué es libertad de aceptación  y qué es la libertad de obligación?. Libertad de aceptación es que tanto los hijos como los padres se tengan tan mutua confianza que aceptan entablar diálogo. Y libertad de convicción es saber que, como cristianos, la Sagrada Biblia es la Verdad.
La casa es antes que la escuela y, por tanto, es más que la escuela. La casa es el principio y según sea el principio así será la continuación de dicho principio. Si queremos hijos e hijas con personalidades cristianas debemos saber que es en el hogar, en la familia compuesta, en el principio, por un padre masculino y una madre femenina donde empieza el buen camino de los hijos y las hijas. Nunca debemos hacer caso a esas modas que tanto han destruído a los jóvenes y a las jovencitas diciendo que la libertad estaba fuera de sus hogares cuando sólo eran púberes sin voluntad ni formación suficiente. Tomar la Biblia como primera referencia, sin dejar de lado cualquier otro libro que se refiera a los temas que nos preguntan los hijos y las hijas, es tener bien puesto el punto de mira para saber hacia qué obejtivo final caminamos. Si somos cristianos verdaderos debemos tener criterios de cristianos verdadero y, en ese caso, el objetivo que tiene sus poderes en lo ajeno a Dios no es nuestro objetivo por muy "atractivo"(y lo pongo entrecomillado a conciencia) que nos presenten "su mundo". "Su mundo", vulgar y soez, no es nuestro mundo y nuestro mundo debe ser el primero que conozcan nuestros hijos e hijas para saber distinguir lo bueno de lo malo, lo natural de lo anómalo; la verdadera vida eterna de la muerte sin salida alguna. Todo esto es necesario hablarlo tranquilamente con nuestros hijos e hijas y estar lo suficientemente preparados como para que lo aprendan, lo entiendan y lo asuman como parte principal de su naturaleza humana y su personalidad intelectual.
A mayor convivencia familiar corresponde mayor unidad familiar y a mayor unidad familiar corresponde mayor grado de libertad dentro de los límites establecidos por Dios. Esto es importante que los hijos y las hijas lo aprendan con nuestras acciones prácticas y no sólo con nuestros discursos dialécticos.
14.5.- ¿Cómo juzgar a los hijos en los momentos duros?.-
Lo primero que debemos hacernos, cuando un momento duro se presenta en la vida de uno de nuestros hijos o hijas, es ser capaces de ponernos en su lugar, no para decirles que está bien el camino que llevan sino para hacerles ver, desde "dentro", que el camino que han elegido es el equivocado. No es cuestión de maltratar o violentar físicamente ni de manera psíquica al hijo o la hija que se ha equivocado con castigos que sólo van a conseguir hacerles hijos rebeldes, sino que hay que corregir mostrando siempre el amor suficiente como si fuésemos nosotros los que nos hemos equivocado. Necesitamos hacerles entender que el error es humano y que el error puede también ser nuestro porque aunque somos su padre y su madre también somos humanos. Lo importante no es condenarlos por haber elegido mal el camino sino que lo importante es cambiarles el camino cuando ellos lo acepten porque se han dado cuenta de que estaban equivocados.
¿Qué situación es un momento duro?. ¿Cómo debemos actuar ante un momento duro por el que pasa algún hijo o alguna hija?. Ponerse en su lugar no quiere decir que nosotros cometamos el mismo error que ellos han cometido sino que es sentir lo que ellos sienten para poder ayudarles a salir de ese sentimietno de frustración. Si quieres que tu hijo o tu hija salga de un mal momento vive ese mal momento como si fuese tuyo y dale la solución cristiana que tú le das para que tu hijo o tu hija lo aprenda y lo pueda llevar a cabo. Ten en cuenta que en los momentos duros siempre otros personajes, malos por naturaleza, que son los que han hecho que tu hijo o tu hija haya perdido el camino cristiano y se esté perdiendo por los vericuetos de la maldad. Hay que cortar de raíz la maldad y la maldad no es ni tu hijo ni tu hija, sino ese agente o agentes activos que están haciendo que tu hijo o tu hija vayan al desastre final como personas. Así que descubre quién está influenciando negativamente en tu hijo o tu hija y, una vez descubierto, destrúyelo ante tu hijo o tu hija para que él o ella se den cuenta de quién es en realidad ese personaje "oscuro" que desde la maldad les está engañando.
Da siempre un tiempo prudencial, sin poner límites caprichosos, para que tu hijo o tu hija razone y reaccione a favor del Bien. Todo depende de en qué situación se encuentra en el camino del Mal. A veces es muy fácil, otras veces no es tan fácil y en algunas ocasiones es muy difícil... pero si te lo propones al final lo consigues y si no es así nunca te podrás acusar a ti mismo o a ti misma por no haber hecho todo lo humanamente posible por convencer a tu hijo perdido o a tu hija perdida que hay un Camino de Salvación. Si lo has intentado de todas las maneras posibles (siempre respetando la libertad de tu hijo o tu hija) ya no te sientas culpable si no te ha sabido escuchar y si es que tiene ya los 20 años cumplidos pues, a partir de esa edad, ya debe ser responsable de sus actos y si no lo es que no sea porque no has sabido educrle a él o a ella.
Para descubrir qué le pasa a tu hijo o tu hija en un momento duro es necesario que seamos capaces de representar dicho momento (en este sentido yo escribí ya la obra teatral "La Carreta" que recomiendo que sea vista si es que alguien me da la oportunidad de llevarla a los teatros públicos porque en ella represento varios temas de esos llamados momentos duros de nuestros hijos e hijas). Es necesario visualizar dichas representaciones para poder, una vez conocidas junto con ellos y ellas, montar el suficiente diálogo que nos capacite para demostrarles que los momentos duros se pueden salvar o no se pueden salvar según sean sus decisiones finales pero que es necesario que sepan que existen alternativas cristianas para solventar dichos momentos. No juzguéis para no ser juzgados... y sin embargo... es neceario, a veces, juzgarles por sus acciones cuando han perdido la verdadera dirección. Haced esto antes de que el Mal los haya corrompido totalmente.
Es necesario, en primer lugar, saber que cada problema es diferente a cualquier otro porblema y que hay direrentes grados de error. A veces se pueden corregir rápidamente y otras veces, por lo avanzado del mal, es mucho más difícil de encontrar la solución. Así que hay que saber diferenciar las situaciones en que se encuentran nuestros hijos e hijas.
Para situarnos correctamente supongamos que somos nosotros los que estamos pasando el momento duro. He aquí un texto orientativo, titulado "Psicoterapia para Aprender a Vivir" del Profesor y Doctor Sergio Andrés Pérez Barrero: "Buscarse un problema. El enunciado de este consejo pudiera parecer contradictorio, pues quien brinde su opinión profesional para que usted tenga dificultades, no debe gozar de una salud mental óptima. Pero, es eso precisamente lo que quiero poner a consideración del lector. Quiero dar algunos consejos para que se busque sólo un problema, no dos y más. Vamos a reflexionar usted y yo en torno a esto. Los problemas cotidianos muchas veces nos hacen transitar de los menos malos a los peores. Se da solución a uno de ellos, y ésta hace buscarse otros problemas a un plazo inmediato o mediano por no utilizar los mecanismos de afrontamiento más adecuados. Se dice que "dinero llama dinero" y yo diría que "problema llama problema". Generalmente cuando se tiene un conflicto conyugal, su estado anímico se encuentra por lógica comprometido. Ello puede llevar sus pensamientos en torno a lo que le ocurre en su vida privada y descuide otras facetas de su existencia. Y no es infrecuente sufrir una merma en el rendimiento laboral evidente para sus compañeros. O no atiende a sus hijos con la misma calidad de antes. O se siente tan desgraciado o desgraciada que se "tira a morir en una cama" y sólo piensa en el sufrimiento que le embarga. Aunque parezca muy exagerado, este ejemplo es común y seguro conoce a alguien que ha transitado por este camino. Ante una dificultad es cuando mejor tiene que funcionar para evitar buscarse otra. Si es en una esfera de su vida, trate de no comprometer otras que no han sido afectadas. Volvamos al ejemplo anterior. Un problema conyugal le hará sentir mal, pero su trabajo no tiene culpa de ello, ni sus compañeros de labor tampoco tienen que sufrir las consecuencias de esta fase en su vida privada. Es posible, porque es un ser humano, que su funcionamiento no sea óptimo y le cueste más trabajo del habitual dedicarse por entero a su tarea sin volver a pensar en la situación conflictiva. Pero también debe tener presente que mientras más tiempo mantenga su mente ocupada en el trabajo, menos tiempo tendrá libre para dedicarlo a sus preocupaciones. Pero además, esta actitud evitaría un llamado de atención de sus superiores o jefes e incluso una sanción laboral por no cumplir con lo debido y por lo que se le paga un salario. Con lo que le está ocurriendo si emplea su tiempo libre en interactuar más íntimamente con sus hijos, incrementaría la comunicación eficaz y su imagen para ellos alcanzaría una dimensión diferente, mucho más positiva, más cercana. Si en vez de "tirarse a morir", emplea su tiempo en hacer cosas que ha dejado de hacer, como redecorar la casa, sembrar nuevas plantas, limpiar y ordenar el cuarto de desahogo, ordenar el librero o el armario, su sufrimiento no cesará, pero no le habrá impedido continuar teniendo una calidad de vida más cerca de la que usted se merece. Pero, este modo de enfrentar un problema tiene otras ventajas importantísimas, como es haber aprendido a utilizar mecanismos de afrontamiento creativos, sanos y que pueden ser imitados por su descendencia cuando ellos lo requieran.
La adolescencia es una etapa de la vida tildada de "edad difícil", "edad crítica", como si los únicos que hubieran pasado por ella fueran otros y no nosotros mismos, como si fuera una etapa sólo vivida por aquellos "adolescentes difíciles" y no por otros que la vivieron normalmente, según las características específicas que le dan el torrente hormonal, el crecimiento súbito, la necesidad de independencia, la definición sexual y la acentuación de los caracteres secundarios, la elección o inclinación vocacional, entre las más significativas. Como cualquier período, la adolescencia se rige por determinados principios que no deben ser olvidados jamás, pues ello acarreará, en la mayoría de las ocasiones, serias dificultades en la comunicación paterno-filial. Para lograr una buena comunicación con nuestros adolescentes es prudente desterrar de nuestro vocabulario determinadas expresiones como las que a continuación se relacionan:
1. "Tú tienes que..." En este caso es preferible preguntar qué ha pensado hacer al respecto, antes de trazar pautas ajenas a él. El adolescente debe aprender a encontrar soluciones propias, a manejar el estrés, las relaciones difíciles, etc.
2. "Por qué tú no hiciste..." Lo que no se hizo no tiene solución pues pertenece al pasado. Es mucho mejor que el adolescente aprenda de los errores cometidos y sea capaz de volver a intentarlo, por lo que se le debe asegurar que él es capaz de hacerlo, que él puede lograrlo.
3. "Muchos de tu edad..." Esta desafortunada comparación no debe ser pronunciada jamás. Lo importante es aceptar al adolescente tal y cual es, y solidarizarnos con sus decisiones, las que por lo general, son adecuadas a sus intereses.
4. "Cuando yo tenía tu edad..." Otra comparación peor que la anterior, pues provocará una rivalidad entre padres e hijos. Cuando usted tenía su edad las cosas eran muy diferentes a como son en estos momentos. Es más inteligente invitarlo a dialogar sobre el tema que consideramos problemático, o el que posiblemente necesite alguna orientación, pero nunca ponernos como modelo que no somos.
5. "Yo en tu lugar haría..." Otro error en la comunicación, pues estamos cometiendo fraude, con el inconveniente de que nuestra opinión pudo haber sido válida para nosotros, mediatizada por nuestra experiencia pasada que no la tiene el adolescente y por nuestros juicios de valor que no son los de él. Es mucho más sensato aproximarnos a él preguntándole qué piensa hacer ante la situación que tiene y de esa manera conoceremos cuán acertadas o no son sus decisiones. Si son correctas deben ser estimuladas y si no lo son se le debe incitar a manejar otras opciones más productivas.
Estas orientaciones persiguen proveer al adolescente de relaciones afectivas y efectivas, que le sirvan de soporte ante las nuevas exigencias que esta etapa le plantea, fundamentalmente, una apropiada interacción social con sus semejantes. Esta manera adecuada de comunicarse con el adolescente le permitirá contar con usted cuando le sea necesario a él, no cuando usted lo desee. En este sentido, no trate de ser el mejor amigo de su hijo para que él le mantenga al tanto de cuanto hace, lo cual es un atentado a su individualidad e intimidad. Lo inteligente es lograr que el adolescente tenga su vida privada, sus secretos y sólo nos comunique aquello que le es confuso, extraño, hostil, teniendo en cuenta que ellos tienen que vivir sus vidas y nosotros las nuestras.
Una de las quejas más frecuentes de muchos padres que escucho en mi práctica profesional, es que los hijos no los respetan y comienzan las comparaciones con los tiempos pasados: antes la cosa era distinta, había que tratar a los padres de usted o decirle señor; antes había más respeto de los hijos hacia los padres, de los muchachos para con los adultos. Y en estas comparaciones la nueva generación sale muy mal plantada. Pienso que la pérdida de autoridad de los padres de antaño y los de ahora se debe a una misma causa: su mal uso. Para tener autoridad ante los hijos no hay que pasar curso alguno, ni ser académico ni nada por el estilo. Simplemente, se necesita hacer un uso adecuado de eso llamado "sentido común". Y para ello lo primero es... NO TEMER PERDERLA. Cuando los padres temen perder su autoridad, comienzan a hacer una utilización irracional, desmedida, injustificada de ella, para que los hijos se den cuenta de que son ellos quienes la tienen. Pero de seguro ellos interpretarán ese desmedido autoritarismo como la evidencia más firme de que usted la está utilizando de una manera anómala, que ya no sabe mandar. Y he aquí el segundo consejo, para mantener la autoridad con los hijos haga un uso racional de ella. En este aspecto, es necesario dejar vivir a nuestros hijos, pues ellos están realizando un proceso intransferible, que consiste en vivir su propia vida y nadie, incluidos los padres, puede variar esa realidad. Por tanto, cuídese de estar sentando pautas constantemente, dando orientaciones a cada minuto, advirtiéndole en cada momento cómo hacer cada cosa. Siempre que asiste alguien a mi consulta con una situación de este tipo le pongo el ejemplo de los entrenadores de boxeo, quienes entrenan a sus pupilos lo mejor que pueden, con todo el amor y la dedicación posibles, pero quien enfrenta al adversario no es el entrenador, no es quien entrena, sino el pupilo, el entrenado, quien recibió el entrenamiento. Y cada vez que termina un round o asalto, el entrenador le da nuevas instrucciones, le corrige supuestas fallas y vuelve el boxeador al combate, no el entrenador. Y en ocasiones, el entrenador dice o le grita alguna estrategia desde su esquina y el boxeador equivoca la táctica y pierde la pelea por puntos, por RSC o por nocaut. Y no la perdió el entrenador, la perdió el boxeador. En la vida la función de los padres se semeja en buena medida a la de un entrenador. Debemos preparar a los hijos para que celebren su combate con la vida y salgan victoriosos ante ese difícil contrincante. Pero usted no puede vivir la vida por su hijo y el aspirar a hacerlo es otra postura que atenta contra su autoridad. Dígale más o menos qué hacer y cómo, pero deje que él le ponga su sello personal y si desea buscar otras vías y formas, mucho mejor. Estimúlelo.
Otra manera de no mantener la autoridad con los hijos es exigirles un tributo por ser hijos nuestros, por la crianza dada, por la inversión hecha en ellos. Y no se alarme con esto que acaba de leer, pues he conocido un número no despreciable de padres que cobran esto a sus hijos y les reclaman dinero, que se ocupen de ellos, que les presten ayuda, que no los dejen solos, que les resuelvan sus problemas, etc. Y necesitan asumir esta actitud simplemente porque perdieron su autoridad y también el verdadero afecto de sus hijos debido a su propia mezquindad. Ellos, en la generalidad de los casos, les recuerdan que no les pidieron que los hicieran o parieran, con lo que tratan de evitar la manipulación de sus sentimientos. Si usted no desea perder la autoridad ante sus hijos, no tema perderla, no sea autoritario, no la utilice mal, sea flexible, tenga en cuenta que cada día que pasa sus hijos lo necesitarán de una manera diferente, aunque parezca que ya no lo necesitan.
Las drogas se han convertido en un flagelo para la humanidad, principalmente entre los adolescentes y jóvenes de casi todas las latitudes. La cafeína, la nicotina, el alcohol y la marihuana ocupan los primeros lugares entre las más utilizadas, pero hay otras que constituyen un grupo muy peligroso y cada vez en aumento, la cocaína en sus diversas formas, los inhalantes y los psicofármacos. Aunque cada una de ellas tiene un cuadro clínico diferente, la conducta adictiva es el denominador común a todas. Y sobre este particular trata el consejo que brindamos a continuación.
La conducta adictiva o de dependencia se caracteriza por la incapacidad de desprendimiento de algo (o alguien), lo cual limita la libertad del sujeto en relación con ese algo y cuya ausencia provoca diversos malestares físicos y psicológicos, de variable gravedad y duración, los que pueden ser revertidos por el adicto o dependiente. Por tanto, cualquier conducta con estos requisitos mínimos, puede predisponer al sujeto para el desarrollo de una drogodependencia. Claro está, en ocasiones esta conducta es normal en parte de la vida del niño, como por ejemplo, su dependencia de la madre como fuente de protección y nutrición, o en el adolescente, su dependencia al grupo de iguales o a un determinado compañero, el clásico compinche o amigo preferido. No es a estos rasgos normales a los que hacemos referencia. Más bien se trata de otras evidencias nocivas en la actitud del adolescente, en apariencia naturales. Por ejemplo, cuando consume su tiempo en actividades poco importantes como el juego en cualquiera de sus formas: billar, máquinas computarizadas, carreras y peleas de animales, dados, barajas, etcétera, en detrimento de otras de mayor utilidad: el estudio, la sana recreación, la familia, el deporte, etcétera. Este tipo de entretenimiento se convierte en adictivo cuando se gasta dinero y tiempo en mayor cantidad de lo que se propone el sujeto, o cuando se repite a pesar de los trastornos ocasionados, como pueden ser ausencias a clases por el juego, deudas, conflictos ante la imposibilidad de pagarlas o hurtos de dinero a los familiares para saldarlas. Cuando todo esto ocurre estamos ante el llamado "juego patológico", porque ya existe dependencia de él, es una enfermedad del control de los impulsos. En estos individuos hay mayores posibilidades para la instalación de otras dependencias que en quienes no presentan estos problemas. Los padres deben dosificar este tipo de actividad y evitar por todos los medios la realización de apuestas, que pueden actuar como reforzadoras de esa conducta, tanto cuando se obtiene éxito y se juega para continuar lográndolo, como cuando se pierde y se trata de recuperar lo perdido.
Otra manifestación de conducta adictiva es la utilización de la televisión como vía evasiva, cuando el adolescente se mantiene durante muchas horas inmerso en semejante mundo, ajeno a la realidad, que le impide, aunque sea temporalmente, pensar o reflexionar sobre sus propios problemas. Igual dependencia se observa en muchos relacionados con la música, sobre todo con el hard rock o rock duro, por la cual tienen predilección los suicidas. En estos casos es prudente que el adolescente desarrolle diversos intereses, que tenga varios amigos y el apoyo familiar, condiciones necesarias para evitar dichos comportamientos anormales.
También pueden hacer suponer una adicción en nuestros adolescentes, los cambios en la conducta, por ejemplo el hábito de fumar, cuando nunca antes lo había realizado, el consumo de bebidas alcohólicas con frecuencia creciente, señales de pinchazos en antebrazos o la cara anterior de los muslos, ulceraciones o sangramientos nasales por aspiración de cocaína, demanda progresiva de dinero para pagar deudas, hurto o robo de sumas importantes de dinero a los familiares, cambio de amigos, sustituyéndolos por otros que también consumen drogas, empleo del lenguaje marginal de estos grupos, o la jerga propia de la sustancia que consumen diferente para cada cultura. Frente a cualquiera de estas manifestaciones lo más aconsejable, antes de asumir una actitud punitiva, es pedir ayuda especializada, pues la drogadicción, en tanto trastorno grave de la conducta, es también una enfermedad de causa múltiple, que requiere tratamiento médico.
La condición de adultos nos ofrece la posibilidad de planificar nuestra vida, de asumir una actitud activa ante las dificultades y sus soluciones. Eso no ocurre en la niñez, y en la adolescencia, aunque la validez es mayor, aún persisten lazos de dependencia que la limitan. El papel de los padres en la conformación de la personalidad de los hijos tiene una importancia capital, y en muchas ocasiones, si no hay un correcto clima emocional familiar, las consecuencias en los hijos pueden ser graves y determinar la aparición de diversos grados de patología mental.
Hay un grupo de factores denominados de riesgo, que aumentan las posibilidades de manifestar un trastorno, una enfermedad, un comportamiento anómalo. Por ejemplo, el divorcio de los padres o la separación, influye de forma negativa en la psiquis de los hijos, ocasionándoles diversos tipos de problemas, entre los que cabe mencionar los emocionales, como la depresión, los sentimientos de culpa por la desavenencia, el rechazo hacia el progenitor que se queda y la añoranza por el que se ha ido; la aparición de dificultades con el rendimiento escolar, inexistentes antes de la ruptura; la inseguridad al perder una fuente de protección y apoyo, lo cual puede desencadenar ansiedad, trastornos de la conducta de tipo disocial o antisocial, así como sentimientos de incompetencia en la comunicación con sus iguales.
Las malas relaciones entre los padres, sin que se llegue a la ruptura, también entraña serias contrariedades para los hijos, quienes pueden comenzar a presentar una agresividad, muy similar a la que están contemplando, en sus relaciones con otros niños, en el propio hogar y en la escuela. Pueden iniciar síntomas como son la enuresis, o sea, se orinan en la cama, se empiezan a comer las uñas, se les afectan el apetito y el sueño, aparece caída del pelo en forma de pesetas o sacabocados, o caída de las cejas, tendencia al aislamiento o a solidarizarse con el progenitor víctima, y experimentar un miedo excesivo hacia el que inicia las discusiones o las peleas.
El abuso o maltrato infantil es otro problema muy frecuente y muy dañino para la víctima. Por el maltrato de sus padres muchos niños han fallecido o han sufrido graves complicaciones derivadas de esta conducta de sus progenitores. De inicio, cuando los padres tratan mal a un hijo se produce una profunda distorsión de la comunicación paterno-filial y de la imagen que el niño va adquiriendo de ellos, lo cual perjudicará sus futuras relaciones interpersonales, como parte de la afectación más general que él padecerá. Y entre los trastornos más frecuentes están el desarrollo de una personalidad anormal, que puede manifestarse con tendencias antisociales; diversos hábitos para mitigar el dolor de su existencia o llevar una vida enajenada; depresiones; intentos de suicidio en busca de una vía para poner fin a sus sufrimientos.
La imagen que los hijos tienen de sus padres también puede ser un factor de riesgo, sobre todo cuando ésta genera grados variables de malestar en ellos. De hecho, un padre ausente emocionalmente de sus hijos, no interesado por sus logros y sus fracasos, que no esté a su lado en "las verdes y las maduras", muy poca o ninguna seguridad puede generar en su descendencia. Un padre o una madre que en su modo de vida incluya el llanto frecuente como forma de comunicarse y relacionarse con los demás, o asuma papeles de víctima, muy poca posibilidad dará a sus niños y adolescentes de que le confíen sus problemas y sus intimidades, y ellos crecerán con sentimientos de soledad. También hay que mencionar a los padres con problemas de conducta, transgresores de las normas sociales, quienes los pueden transmitir a sus hijos y ellos presentarlos por simple imitación. Usted es la persona más importante para su hijo, para su desarrollo físico, mental y social. Esa responsabilidad nunca la debe olvidar.
Así como existen factores de riesgo ya señalados que repercuten de forma adversa en el desarrollo de la personalidad del niño, existen también los llamados factores protectores o condiciones para dar seguridad a su salud. ¿Cuáles son esos factores?
1. El amor entre los padres y de éstos hacia los hijos. Una familia unida es una fuente de seguridad para todos sus integrantes, por lo que nunca serán muchos los esfuerzos para lograr este objetivo. Como parte de este amor está la aceptación de cada uno en su individualidad y diferencias. Esto cuesta mucho trabajo, porque los padres pretenden que sus hijos sean a su imagen y semejanza; es el error de querer recriarse a través de los hijos, y si el padre quiso ser doctor o ingeniero y no pudo, entonces pone todo su empeño y esfuerzos para que el hijo llegue a ser lo que él no pudo.
2. Tener personas significativas en quienes confiar. No es prudente cuando nuestros hijos nos cuenten sus dificultades, tomar medidas represivas o asumir actitudes alarmistas, que silenciarán sus futuras confidencias.
3. También los hijos necesitan tener padres que les impongan determinados límites a su conducta, y eviten con ello una utilización desordenada de la libertad, tan dañina a estas edades. Los límites deben ser racionales, no excesivos ni arbitrarios, pues perjudican tanto o más que la ausencia de límites.
4. Los hijos precisan sentirse atendidos en sus momentos difíciles, como pueden ser las dificultades escolares, amorosas o cuando padecen alguna enfermedad. Ello incrementará su seguridad, su autoestima.
5. Tener una opinión positiva de sí mismos, una autoestima elevada. Para ello es importante destacar sus buenas cualidades en vez de los defectos, enseñarles habilidades diversas para enfrentar el estrés y resolver sus problemas, lo cual favorecerá el surgimiento de sentimientos favorables hacia sí mismos; desarrollar en ellos la capacidad de controlar y modular sus emociones, para evitar la manipulación de sus afectos o dar una respuesta impulsiva o impensada.
6. La intolerancia de los padres ante las conductas desviadas. Permitirlas es un estímulo para que sean repetidas y convertidas en un mal hábito. En este caso es importante la unidad de criterios en toda la familia al desaprobar determinada conducta desadaptativa y no sólo la desaprobación de una parte de ella, pues el niño o adolescente hará alianzas contra quienes le reprueben su conducta, solidarizándose con quienes se la aprueban o estimulan. Además de rechazar las desviaciones, debe controlarse frecuentemente para que no se estén presentando, y así se desestimulará su ocurrencia.
7. Es indispensable para los hijos la conducta de los padres: si los padres nos crecemos ante las dificultades; si somos dueños de nuestras emociones; si somos estables en el comportamiento social (familia, trabajo, vecindario); si conocemos nuestros puntos flojos, nuestras limitaciones; si somos buenos trabajadores, creativos, no rutinarios; si sabemos ser responsables, confiables; si sabemos disfrutar, seguro seremos un buen modelo a imitar por nuestra descendencia.
Sucede que en mi práctica profesional he escuchado respuestas muy parecidas al ulular de una locomotora y por ello, gráficamente, he llamado así al síndrome que las ocasiona. El síndrome de la locomotora se observa con mayor frecuencia en las mujeres, sobre todo amas de casa, aunque también lo pueden padecer las trabajadoras. Estas mujeres se sienten histéricas, cansadas, hastiadas, sin deseos de hacer las cosas, no quieren ser tocadas por sus esposos, y se generan problemas en la pareja, no sienten placer sexual, lo cual incrementa el rechazo a dichas relaciones, creen tener alguna enfermedad que explique sus molestias físicas, como es la anemia, infección en los riñones o alguna afección maligna, y buscan ayuda médica para, por diversos análisis, se llegue al diagnóstico de esa supuesta enfermedad. Cuando se les pregunta qué hacen el lunes, responden: "Me levanto, pongo a hacer el café, preparo después el desayuno a los de la casa y desayuno yo también, arreglo las camas, empiezo a preparar el almuerzo. En ese intervalo de tiempo voy a la plaza, al mercado, lavo algunas 'ropitas' y plancho unas 'boberías' (le dicen así a pocas prendas de vestir). Almuerzo, me recuesto un rato y después espero a que vengan los hijos de la escuela, los mando a bañar, les controlo las tareas, hago lo que vaya a hacer de comida, espero que llegue mi esposo, y después que comemos veo la novela. Antes de acostarme les preparo la ropa del colegio a los niños". ¿Y qué hace usted los domingos?, esa es la segunda pregunta que se le debe hacer, y la respuesta es: "Más o menos lo mismo". No existe diferencia entre un día cualquiera y los fines de semana. Si se trata de una trabajadora y se le pregunta ¿qué hace un día cualquiera de la semana?, le dirá: "Lo mismo, del trabajo a la casa y de la casa al trabajo". Una vez hechas las preguntas, tales respuestas significan que posiblemente estas personas padezcan del síndrome de la locomotora. Para llegar a su diagnóstico final se les debe preguntar:
-¿Desde cuándo usted no va a la playa?
Respuesta: Uuuuuh (como la locomotora).
-¿Desde cuándo usted no va a un restaurante?
Respuesta: Uuuuuh (como la locomotora).
-¿Desde cuándo usted no lee un libro?
Respuesta: Uuuuuh (como la locomotora).
-¿Desde cuándo usted no va al cine o al teatro?
Respuesta: Uuuuuh (como la locomotora).
-¿Desde cuándo usted no va a algún lugar a bailar?
Respuesta: Uuuuuh (como la locomotora).
-¿Desde cuándo...?
Respuesta: Uuuuuuuuuuuh.
Y a estas personas se les explica que no están enfermas, están cansadas de llevar un modo de vida rutinario y monótono que puede enfermarlas, y si quieren sentirse bien, tienen que modificarlo. Y la mejor y única medicina para esto es distracción, distracción y distracción. La distracción es parte de lo que todos los seres humanos deben programarse dentro de su plan de vida para facilitar la recuperación de las energías perdidas en las obligaciones cotidianas. No olvide esto nunca.
A los hijos cuyos padres tienen problemas matrimoniales y están por separarse y divorciarse. Esto último va dirigido a aquellos hijos que son adolescentes o jóvenes, no así a los niños que en la mayoría de las ocasiones harán lógica alianza con la madre, su fuente de nutrición, protección y seguridad en estas edades.
Generalmente, si hay hembras y varones entre ellos, se efectuará una distribución en las alianzas. Algunos defenderán al padre en sus razones y otros, a la madre. Los unidos al padre tendrán problemas en sus relaciones con la madre y con los hermanos que la apoyan. Los otros sufrirán las reprimendas del grupo contrario. Pero no se les puede olvidar que han formado alianza con su padre, en contra de su madre y viceversa. Es decir, no la forman con un ser querido en contra de un enemigo, sino en contra de otro ser querido, de ahí su inconveniente. El adolescente o el joven que se una a un progenitor en contra del otro, tendrá desde ese momento un progenitor y un enemigo, en vez de dos progenitores. Esto no debiera ser, pero sucede. Una postura inteligente sería tratar de no inmiscuirse en esos asuntos y sólo hacerlo si se les pide opinión, la cual deben dar con una imparcialidad a toda prueba. Sé que resulta difícil para un adolescente o un joven no tomar partido en este tipo de situación, pero deben ocuparse de sus propios asuntos y dejar a los adultos resolver el problema por sí solos de forma civilizada. Aunque sean sus padres, recuerden ese viejo refrán que dice "entre marido y mujer nadie se debe meter". Y eso es válido también para ustedes. Además de los inconvenientes ocasionados por dichas alianzas en la relación paterno filial, otro tanto ocurre entre los hermanos, quienes establecerán rencillas personales, disputas, rencores, y esto, lógicamente, los marcará en lo adelante. Las peleas pueden influir desfavorablemente, porque un progenitor puede al atacar afectar la imagen del otro y profundizar más aún los problemas de relación en la familia. Por último, además del refrán anterior que es válido, como ya dije, para aplicar con sus padres, no olvide que "no se puede ser juez y parte". Y este otro refrán le viene a usted, adolescente o joven con padres en conflictos matrimoniales, como "anillo al dedo".
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Ensayo social y cristiano.

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Categoría: Ensayos

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