ASTEROIDES, METEOROIDES, METEORITOS Y COMETAS
Publicado en Jul 07, 2009
ASTEROIDES, METEOROIDES,
METEORITOS Y COMETAS Hermanos desde siempre: asteroides, meteoroides meteoritos y cometas conformamos una gran familia, dentro y fuera del Sistema Solar. Somos cuerpos pequeños y rocosos que orbitamos unas veces entre Júpiter y Marte en torno a Helios, siendo llamados vanidosamente planetas menores, igual que planetoides. También hijos pródigos del cielo o fantasmas errantes del espacio que llegamos directos a la Tierra, o le damos una vuelta al Sol sin, por eso, mirarlo como padre. Nuestro número es muy grande, quizás 500.000, o hasta 1´000.000; el mundo en que vivimos es complejo y nuestros grupos también: Hilda, Tule y los Troyanos conforman los más reconocidos. Observamos que hoy es un misterio para ustedes, cretinos humanoides, saber por qué se producen los vacíos o generan las agrupaciones por algo llamado "resonancias". Rechazamos que el marido de Selene despeine nuestro pelo con su aliento, lo mismo que la atmósfera terrestre incendie o fragmente nuestros cuerpos como simples chalupas al garete que navegamos sin destino cierto. Por eso muchas veces desistimos de girar en estos predios siderales y partimos sin decir adiós, o al llegar a la Tierra procuramos exterminar unos cuantos residentes como estrategia para hacer notar nuestro poder en el espacio abierto. Y aunque algunos morimos calcinados al penetrar en su toldilla de aire, otros podemos alcanzar el suelo, como en el "caso Tunguska" y aquel de los antiguos dinosaurios. Varios somos de forma casi esférica como Ceres, Vesta y Palas, mientras otros nos vemos alargados: ejemplo, Camila, Eunomia y Davida, para hablar sólo de los más amigos, dejando algunos no menos importantes porque la lista general fatiga. Betulia, Héctor y Castalia tienen formas mucho más bizarras; otros como Gaspra, son irregulares y presentan numerosos cráteres, roca desmenuzada y polvo fino en su vieja y desigual espalda. Los humanos, atrevidos siempre, ya nos dispararon un cohete dirigido a nuestra hermana Eros, quien soportó tan alevoso impacto con la entereza de un estoico viejo, sin un lamento y catadura firme, común entre nosotros los viajeros. No sería tan malo imaginar y talvez poner en práctica algún día el lanzarnos, de pronto y sin aviso, contra ese puntito azul desperdigado en un rincón de su galaxia madre, donde habita una turba de caníbales que intenta conquistar el universo con jueguitos de pólvora doméstica, pero incapaces de vivir en paz como seres al fin civilizados. Ahí dejamos la inquietud presente para cualquiera de los entes cósmicos, bajo el filo implacable de los años. Quieran los dioses que mañana caiga sobre las testas de esa burda especie una lluvia dorada de asteroides, cometas, meteoroides y otros entes, como partes de guerra iluminados por un Sol de abrasantes aleluyas.
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Verano Brisas
facundo aguirre