"No es lo mismo el Pepe jean que el jean de Pepe". Meditemos y, tras la meditación, razonemos, por favor, un poco... aunque sólo sea para pensar algo más que en todas esas zarandajas en las que anda revuelto este mundo. Si la marca Pepe jean es o no es la número uno de los pantalones vaqueros eso sólo lo saben los muy entendidos en telas, marineras y no marineras, pero que el jean de Pepe es de marca de calidad se puede suponer por lo mucho que le duran. Me estoy refiriendo, claro está, a mi amigo Pepe que a estas horas seguirá durmiendo como un pan bendito y cuando hablamos de pan no hablamos de pana que para pana ya tenemos bastante con lo que se parlotea en algunos países de Latinoamérica: que si pana por aquí que si pana por allá y luego que te aspen pues si te he visto no me acuerdo.

Pues mirad por donde yo si me acuerdo de todo eso de pana por aquí y pana por allá; que es pura mentira por cierto... y lo que es verdad, volviendo a las tesis doctorales del buen vestir yendo a la moda retro o retrocediendo en la moda que da mucho gusto hacerlo, y me refiero a la moda y al modo y manera de llevar las prendas de vestir; los pantalones vaqueros de Pepe, mi actual amigo hasta que él quiera, porque ya se sabe que donde uno no quiere dos no hablan como podría haber sentenciado mi abuela Rufina, pues eso que sirven para primavera, verano, otoño e invierno. No sé tampoco si serán Lois o Blueberry o cualquier otra marca de calidad registrada y a ver si dejamos de registrar tantas marcas que están los departamentos de propiedades intelectuales atiborrados de peticiones. Total, que para saber que el jean de Pepe no es lo mismo que el Pepe jean sólo hace falta mirarle un momento y veréis que luce como la aurora boreal en épocas de secano y en épocas de regadío se mojan pero no se decoloran tanto como los que se compran en las rebajas, mercadillos y el Rastro madrileño. Sigamos el rastro. ¿Dónde ha comprado mi amigo Pepe su jean?.

Si observamos a primera vista ha debido ser en cualquier boutique de alguna de esas aldeas perdidas por las Españas; porque hoy en día hasta cualquier aldea de 5 ó 6 vecinos tiene boutique de lujo pues el glamour nos ha tocado a todos un poco de la cabeza y no digamos de los pies, que hasta los borceguíes de esparto ya han quedado obsoletos y ahora todos llevamos zapatillas tenis hasta para ir a misa. ¡Qué tiempos aquellos de los zapatos de cartón piedra y los pantalones cortos!. Bien. Volvamos a la realidad de la actuality y, para que sepamos todos que no sólo de divinity se puede uno entretener viendo la tele, posiblemente el próximo personaje de españoles por el extranjero sea mi amigo Pepe el del jean que no es de Pepe y es que, con la crisis que estamos atravesando de hito en hito, que si Hiro Hito nos viese nos mandaría una legión de nipones con cámaras de fotos frigorizadas por eso de las heladas otoñales, para descubrir de dónde salen dichos pantalones vaqueros de Pepe.

Hoy me he encontrado a un alienígena vestido de cawboy y me ha pedido un autógrafo creyendo que yo soy ese Pepe el de los jeans tan rebuscados. Me han entrado ganas de reír y le he perdido perdón porque si se llega a enfadar funde a media humanidad con uno de sus rayos mega láser... así que le he dado mi autógrafo y se ha ido tan contento a Chinatown o alguno de esos lugares donde los extraterrestres pasan desapercibidos. Pero si cree que ha descubierto el jean que tanto busca se va a encontrar que, dentro de un par de días, en cuanto meta a su jean en la lavadora, va a salir más descolorido que la piel de La Pantera Rosa. En otras palabras que me escapo antes de que se entere el susodicho alienígena que yo no soy ese famoso Pepe que está buscando.

Salgo de naja. Miro mis pantalones vaqueros y elevo mi vista al cielo por haberme escapado de ese láser megatómico que te pulveriza más rápido que la trilladora de Marcelino. Y no me vengan ahora con reclamaciones fuera de época. Las rebajas se han acabado y quien quiera conseguir un pantalón jean de Pepe que sepan que no son de Pepe jean. He dicho.