El novio de la soledad
Publicado en Sep 01, 2011
Siempre que llego al trabajo le veo fumando un cigarrillo y tomándose un café.
A pesar de estar rodeado de tres o cuatro personas, está solo. Le han puesto en una oficina minúscula, aislado de cualquier cosa que parezca una persona. Curiosamente, a pesar de tener un puesto de responsabilidad, no le han dado teléfono móvil. Su oficina me recuerda a una jaula donde metes a un animal para torturarle. Él sueña con relacionarse. Sube a nuestra oficina con cualquier excusa del trabajo para poder hablar durante unos minutos con alguien. La gente no quiere estar con él. A las dos de la tarde, le ves comiendo solo, a pesar de ser una hora en la que podría comer mucha gente. Unos comen antes y otros después, pero nadie con él. No tiene maldad. No hace daño a nadie. El daño es su presencia. Es una de esas personas con una energía tan negativa que se huele a distancia. No hace falta que haga nada para que la gente hulla de él. Simplemente pasa. Solo un personaje al que su ego le obliga a hablar con todo el mundo (del que también se podría sacar mucha miga) charla con él de vez en cuando y le hace creer que aún tiene esperanzas de encontrar algo parecido a un amigo, hasta que la pesadilla llamada soledad deje de pisarle los talones y le deje descansar tranquilo alguna vez, aunque solo sea durante un segundo.
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