Negamos la sensatez (El Chivatazo).
Publicado en Sep 05, 2011
Nadie puede vivir completamente feliz en este mundo de recomendados y recomendadas que nos pisan el puesto de trabajo cuando ya habíamos conseguido que la recepcionsita de la Sala de Entrada (la de la Sala de Salida la tenemos ya muy vista) nos dirigiese una simpática sonrisa como si nos conociese de toda la vida... pero, mira por dónde, llega el recomendado (a veces la recomendada) y nos quita el puesto mucho antes de que nosotros demos el primer bocado... al bocata de sardinas escabechadas que nos ha colocado, a base de estrujar bien estrujados los libros del catonario o catotastro (vaya catastrofe) de cómo comportarnos bien en la oficina, nuestra querida mamá.
Cosas de insensateces y absurdos todo esto porque, al parecer, el señor Bono (lo leo en la columna de Alcántara) dice que existen muchas posibilidades ahora de echarnos todo abajo y la comida se nos enfría mientras tanto, porque ha dicho el citado Bono (y no me refiero a cierto ciclista italiano de los años del catapún chinpún) que se deben rejuvenecer no solamente a las secretarias de las amplias sonrisas sino hasta a los bedeles de las universidades porque delante de una chavala de aquí te espero (que esperen sentados si creen que vamos a caer en la trampa pesoísta o pepista que da lo mismo porque es lo mismo según mis amigo Charlie) se impone el ejemplo de pulcritud y saneamiento (que no sé si se refiere el tal Bono al Ministerio de la Salud o a que saludemos cortesmente a la citada chavala) sólo para que algunos se sigan enriqueciendo estando sentados en las mesas (que fea costumbre habiendo sillas para eso) que es costumbre muy a la española. Nosotros, sin embargo, seguimos mirando el tocho de papeles y papelotes que hay sobre la mesa, y damos gracias a dios de que el recomendado o la recomendada nos haya quitado ese peso de encima. Disputan los diputados que es necesario experimentar con estas filas de los pobres que tienen hambre mientras nosotros no paramos de reír para que nuestras tripas se llenen de algo aunque la tenemos empachadas de sardinas en escabeche. Bien. Un poco de paz y de ciencia por favor... a ver si con paciencia podemos conseguir vender algún libro porque en teniendo un euro podemos hacer que nos rente un céntimo y si contamos con cien millones de euros eso quiere decir que tenemos cien millones de euros produciendo cien millones de céntimos, lo cual quiere decir que el éxito editorial es mejor que el éxito de sentarnos en una silla delante de la guapa chavala. Lo necesitamos urgentemente para subsistir pero menos da una piedra y hay que darse con una piedra en los dientes para poder soportar tantas palabrotas de los "camilos" y las "camilas" que abundan por nuestro alrededor que está ya que arde el diccionario de la Real Academia con tantas palabrotas en vez de palabras. En fin, miremos al euro salvador que hemos ganado y que nos va a suponer un céntimo de ganancia porque si estamos hablando o soñando (que al fin y al cabo viene a ser la misma cosa) cien millones de céntimos ya es una buen cantidad mensual aunque nos hayan quitado el puesto de trabajo de la oficina. A fuerza de coger las oportunidades más oportunas que existen en el mercanchifle mercado laboral de hoy en dia dejemos que los diputados y las diputadas sigan disputándose los puestos administrativos para sus amigos, amigas, queridos y queridas (que de todo hay entre los pesoístas y los pepistas que son la misma cosa según mi amgio Charlie). Que hagabn todos los banquetes que quieran en los banquillos de poca monta o en los bancos de mejor lustre que para estar lustrosos, por cierto, nos basta con el bocata de sardinas en escabeche made in mamá. Prietas las filas (como antaño) están los recomendados y las recomendadas acechando cualquiera silla giratoria. Pero nosotro no. Nosotros somos tan insensatos según dicen los diputados y las diputadas al oído de sus amigos, amigas, queridos y queridas, que no nos rendimos jamás porque somos los del labrinto de las aceitunas y el moscatel a granel. Pues eso. Que no nos rendiremso jamás porque larga vida tenemos con esto de las sevillanas auqne nos pongan verdes (de aceitunas hablo) y se nos mosqueen los de siempre (de jefecillos hablo). Que no. Que se vayan al corral y nos dejen seguir soñando porque mejor estamos de pie buscando oportunidades en las rebajas de los amoríos o cosas parecidas aunque no lo sean, que sentados en esas sillas giratorias que terminas mareado de tanto dar vueltas alrededor de tantos montones de papeles. Menudo papel nos están fabricando para el futuro que hasta podremos empapelar todo el chalet completo. Nota Final: hablando de sillas giratorias a ver si nos hacen el favor de fabricarlas con octoplasma cuando nos toque a nosotros sentarnos sobre ellas (de las sillas hablo porque no somos iguales que ellos) para ver si vemos la realidad en ocho dimensiones (una por cada sentido que tenemos los seres humanos) y no esas memeces de películas en 3D que están tan estereotipadas que es preferible tumbarse en la tumbona y comernos tranquilamente el bocata de sardinas en escabeche (no hay para atún y qúé le vamos a hacer señor Bono y a ver si nos regala algún bono que otro de bonificación para obtener un billete de vuelo hacia el País las Hespérides por decir algo bastante lejano por cierto) que nos ha liado mamá en papel de periódico para al dar cada bocado aprender algo sobre ciclismo (la hoja es del MARCA) como por ejemplo sprint, pájara, escapada bidón, coche escoba, farolillo rojo, etcétera... porque vamos con la bici a cuestas, entre mordisco y mordisco, que ya nos parecemos a Talamillo subiendo y bajando el montecillo. Y es que nos han pinchado la rueda delantera (algún pinche de cocina que nos tiene envidia) y la de atrás no nos funciona porque el encarenado o lo que sea se ha llenado de arena. Adiós. Nos vemos en la puerta del juzgado para jugar a pleitos sin final que es manera muy grata de matar al tiempo y a tiempo muerto tiempo puesto. Tiempo. Pedimos tiempo para mañana reanudar el partido de baloncesto con los de la barriada de al lado. Ya está. Ya está. Y ya está.
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