Ensanchando los espacios del misterio el ser humano divaga en la corriente. Se siente un vivir siempre diferente y en el cementerio el ciprés alarga su frecuente silencio triste y serio. 
Viendo las copas de los árboles enhiestos sabemos que en lo alto son todos los vientos como una fuente de sentido propio y de inventos para hallar más allá de los conventos la vida eterna y sonriente. 
Estamos caminando entre cuentos de infancia recordada sin lamentos y un futuro dorado y pudiente. 
Reír es lo que todo ser viviente debe escuchar en todos los acentos del canto feliz resplandeciente.