Toda la vida en un eco.
Publicado en Sep 05, 2011
Un eco. Sólo un eco. Y después se cierra el callejón y nadie que llegue atrasado entra ya. Todo esto es, en realidad, un momento entretenido, detenido y sostenido, en el reloj alargado de los años enmarcados en la telaraña del preámbulo de los paréntesis de la existencia. Un eco. Sólo eso. Un eco prolongado a través de este callejón del ardor de las exhalaciones de las horas y los minutos; acompañado, eso sí, por los aromas del tiempo dispersando todas sus esencias que adornan este callejón de los discursos de la vida de los simplemente humanos.
Por un lado, la entrada es amplia y generosa. Por el otro, por el colindante con el extremo opuesto, se va estrechando hasta quedarse reducido a un círculo cerrado cuyo punto concéntrico es, en medio del espacio vital, ese estar (y quedarse dentro) de esta exhalación de aromas que es nuestra existencia. Pertenecer al mundo consiste en ser reconocido como un peldaño más para superar la entrada que hay detrás de las cortinas. Sí. A través de ese cortinaje el eco es el pulso y los latidos de nuestro estar aquí, en el coredor metafórico y mediático de este callejón donde la vida se nos hace un descubrir sensaciones.
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