5.- Extraas revelaciones
Publicado en Sep 12, 2011
Continuación del relato de Isaac Mena al padre Isaac
"La luna era enorme aquella noche, se diría que había descendido a la Tierra. Hacía frío cuando regresábamos de la cueva y procurábamos caminar tan pronto como era posible. Aún no me reponía del susto que acababa de pasar, así que tardé en comprender de qué estaba hablando Eugene. •- Isaac... ¿Crees en Dios? Apenas le miré. Avanzaba con dificultad detrás de él, pues me había lastimado la pierna al caer en la cueva. •- Supongo que sí- dije a medias. La verdad es que ahora que lo pienso, mi respuesta le entusiasmó demasiado. •- Claro, no es fácil asegurarse de que existe. •- ¿Me vas a decir que fue Dios quien te trajo aquí?- le interrumpí de pronto. Estaba adolorido, helado hasta los huesos y la cabeza me daba vueltas. En realidad, no quería saber del asunto. Me importaba un bledo el misterio que se traía Eugene. Sin embargo, mi amigo no pareció darse cuenta. •- No, precisamente- me respondió -pero la misma fuerza que lo empuja a Él, empuja a otros seres que nos rodean, seres que muchas veces ignoramos rigen nuestras vidas. Todo aquello me sonaba a locura. Pero se trataba de Eugene, y él rara vez decía disparates. •- ¿Quieres decir que existen más dioses aparte del que ya conocemos? •- Si es que lo conocemos- replicó mi amigo -puede ser que el Dios que nos han enseñado como tal no exista. En cambio puede que existan otras fuerzas externas que se han cuidado de no mostrarnos. •- Es algo arriesgado hablar así, hermano. •- Lo sé- dijo Eugene -por eso te he elegido para explicarte estas cosas. Nadie, ni siquiera Isaías o el padre Juan deben enterarse de esto. ¿Entiendes? •- Como digas. •- Un monje me trajo hasta aquí. Fue la pascua pasada, cuando fuimos invitados a cantar en la catedral de la ciudad. Se acercó y me preguntó si quería seguir cantando toda mi vida. •- ¿Y le dijiste que sí? •- El canto es lo único que me importa- dijo Eugene con una seguridad que me sorprendió -el canto y ustedes. •- ¿Quién era ese monje? •- Alistair M. Vino del desierto, es un hombre sabio que conoce civilizaciones antiguas y sus secretos. •- Me suena a brujo. •- No digas eso- replicó Eugene, ofendido -me dijo que existen entidades en el Universo esperando que las llamemos. La gente vil y simple nunca ve más allá de sus narices. Me invitó a visitar la cueva pero me negué esa vez, pretextando una salida con mi familia. •- Hiciste bien- le dije -tal vez era un pervertido o un robachicos. •- Sin embargo, permanecí inquieto el resto de la semana. Así que investigué donde estaban ubicadas esas cuevas de las que me había hablado. Una noche planeé la excursión y las exploré una a una. Sólo en tres de ellas es posible el acceso y en la que entramos es la elegida para las invocaciones. •- "¿Invocaciones?" •- Sí, hoy simplemente te presenté con ellos. Bastaba con que entraras y te vieran. Pensé que me enviarían una señal y por eso me interné más profundo, pero no hubo respuesta, al menos yo no la noté. •- ¿Para qué se supone que deben conocerme? ¿De qué seres estás hablando? A estas alturas de la conversación, yo me sentía más alterado. Eugene no había visto nada, pero yo sí... y no había sido nada agradable. Pensé que posiblemente me había drogado o me había inducido algún tipo de alucinación. Incluso, llegué a sospechar que la mujer fuera su cómplice en este absurdo juego suyo. •- Les llamo los "Inmortales"- respondió Eugene, que no dejaba de caminar -nosotros no los vemos a ellos, pero ellos a nosotros sí. Cuando se quieren comunicar envían una señal. Esa noche... recibí una... •- Eugene... ¿Por qué querrías comunicarte con esos seres? Eugene se detuvo y me miró con viva emoción en sus ojos ambarinos. •- Isaac... puedo cantar... ¿Acaso no me has escuchado? •- Sí, y desde luego me sorprendió mucho. •- ¿Qué otra señal quieres de su existencia? ¡Se los pedí y me lo han concedido! •- Pero Eugene... tu voz no es natural... •- ¡Claro que no! Es un regalo del más allá, es un regalo divino. •- ¿Acaso son fantasmas? •- Parecen, pero son más que eso. •- ¿Y qué pidieron a cambio de esa voz que ahora tienes? ¿O acaso fue un regalo? •- Eso lo sabré próximamente- dijo Eugene. Habíamos llegado a la tapia que daba a la huerta. Trepamos con dificultad y luego nos dirigimos a nuestra celda bajo la sombra de los árboles. Me atreví a preguntarle una vez más. •- Eugene... en esa cueva hay blasfemias, hay muñecos mutilados y cosas horribles... ¿Estás seguro de que no es peligroso eso en lo que te has metido? Mi amigo sonrió con cierta inocencia. •- Eres impresionable ¿eh? ¿Acaso te sugestionaron? Titubeé, porque estuve a punto de decirle lo de la mujer, pero preferí guardar silencio. •- Caí, aunque no por un maleficio, claro... •- Hay gente que se mete ahí para hacer tonterías. Eso no debe importarnos, nuestras intenciones son simplemente buscar la verdad sobre los "Inmortales". Me detuve y le dije con pesar. •- No cuentes conmigo Eugene. Se volvió a verme, muy sorprendido. •- ¿Por qué? •- No me interesa. No quiero saber nada sobre el asunto. Creo que estás solo en esto. Creí ver en Eugene un dejo de desaliento. •- Te dije el secreto, Isaac. Si supiera que ibas a actuar de esa forma tan cobarde jamás te hubiera confiado nada. •- No sabía que fuera tan complicado. •- Ahora ya sabes el secreto Isaac, ¡No puedes simplemente zafarte! Miré al amigo que desde la infancia me había acompañado en todo momento. Comprendí que no podía abandonarlo a su suerte. •- Está bien- le respondí -cuenta conmigo."
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MAVAL
tiene su sustancia no?
por estos tiempos que se develan misterios...
algo para tener en cuenta
abrazos!
Antonio JImenez Villa
MAS ABRAZOS.
ANTONIO J.
Verano Brisas
sartre