Culpable (Relato)
Publicado en Sep 14, 2011
- ¡Que se levante el acusado!.
James Williams Smith se levantó perezosamente de su asiento. Sabía que era el verdadero asesino y por eso se había confesado culpable. - ¡La ciudad de Atlanta declara al ciudadano James Williams Smith inocente de la acusación de haber asesinado a la señora Sarah de Connelly!. - ¡Protesto, señor juez!. ¡No es posible que me declaren inocente porque, como ya he confesado bajo juramento, yo maté a dicha señora!. - ¡Le ruego al ciudadano James Williams Smith que se abtenga de armar revueltas en este sagrado recinto judicial!. ¡Ha sido declarado inocente porque todas las pruebas le declaran inocente!. - ¡Pero si ya he declarado que yo maté con mis propias manos a la señora Sarah de Connelly y la enterré en el jardín de mi vecino, John Fitzgerald Connelly, debido a que este susodicho John Fitzgerald Connelly me engañaba sexuualmente con mi esposa, la señora Sarah de Smith!. - ¡Todos sabemos ya que eso es imposible. Usted estaba, a las 10 en punto de la mañana del día 4 de julio del presente año 1963, hora y fecha exactas en que se cometió el asesinato, como bien lo ha demostrado su abogado defensor, impartiendo una conferencia multitudinaria en la Universidad Santa Clara del Estado de California!. - No es cierto. - ¿Es cierto o no es cierto que usted es el ciudadano James Williams Smith de San José?. - Sí. Es cierto. Pero soy el asesino de la señora Sarah de Connelly, por motivo de venganza contra mi vecino John Fitzgerald Connelly, debido a que él me ponía los cuernos con mi esposa la señora Sarah de Smith. - ¡Usted miente de manera alevosa para salvar a su vecino de la silla eléctrica, pero queda totalmente demostrado, que a las 10 en punto de la mañana del día 4 de julio del presente año 1963, estaba impartiendo una conferencia magistral en la Universidad Santa Clara de California. Cientos de testigos presenciales así lo han confirmado y miles de televidentes han corroborado afirmativamente dicha cuestión!. ¡Es imposible que a la misma hora en punto del mismo día usted estuviera en San José de California y en Atlanta de Georgia!. - Pero eso es falso. - Su abogado defensor ha demostrado que es cierto. - Mi abogado defensor no ha dicho la verdad. - Lo dicho por su abogado defensor concuerda con la verdad de cientos de personas que estaban viéndole a usted de manera personal y miles de personas que le vieron por televisión. Y todas esas personas son de excelente reputación, ninguna de esas personas tienen interés alguno en mentir y dudar de su sinceridad es dudar de la sinceridad de toda la nación estadounidense. - Pues todas esas personas están confundidas. - ¡¡Estoy harto de usted, señor James Williams Smith!!. ¡¡Esta Corte le absuelve de toda culpa y declara culpable del crimen de su propia esposa al señor John Fitzgerald Connelly!!. - ¡¡Yo soy el criminal y no él!!. - ¡¡Calle la boca ya de una vez!!. Todos entendemos que usted ama tanto a su vecino, y conste que no le estamos llamando homosexual, que quiere cargar con la culpa del asesinato de su esposa Sarah de Connelly pero resulta que la verdad es que su vecino, John Fitzgerald Connelly la asesinó y luego la enterró en su propio jardín, a las 10 de la mañana del día 4 de julio del presente año de 1963, hace exactamente un mes, porque estaba dispuesta a confesarle a usted que le engañaba con su esposa Sarah de Smith. - ¡¡Juro otra vez que yo soy el culpable!!. - Si vuelve a llevarle la contraria a este jurado popular que, definitivamente ha dado ya su veredicto irrevocable, le haré salir de la sala antes de tiempo. Tres meses y 18 días después, en la tarde del 22 de noviembre de 1963, John Fitzgerald Connelly era ejecutado, en la ciudad de Atlanta y a través de la silla eléctrica, por la muerte de su esposa Sarah de Connelly, mientras John Williams Smith de San Francisco de California seguía llevando a cabo sus conferencias en la costa Oeste de los Estados Unidos y su sosia John Williams Smith de San José de California, una vez divorciado, se unía a la Secta de los Mormones, en Salt Lake City de Utah, sabiendo que él era el culpable.
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