Hechiza al público con sus conciertos corporales emotivos y poderosos, en los cuales proyecta sus múltiples influencias sensoriales. Así logra la bellísima oaxacana que la adhesión a su arte se transforme en devoción.
Ella es una cantante chamana, una intérprete dramática que parece habitar en los personajes que pueblan sus canciones; no sólo a través de su lenguaje corporal (dibujando figuras impactantes) sino también con su sorprendente espectro vocal, capaz de afrontar con la misma naturalidad un aria de ópera que un blues modernista.
Su voz, tan hermosa como su cuerpo, es poderosa y adquiere siempre dimensiones épicas que se diluyen en el volumen de su nitidez. Representa a la música mexicana de las grandes tradiciones heterogéneas y emocionales, con muchas capas profundas en los tonos que se convierten en energía y nos transportan a las orillas del Río Grande, rompiendo fronteras con su voz y con su cuerpo, con su verticalidad y con el fuego rojo de sus labios.
Es La Misteriosa. Una Pocahontas radiante y mistérica. Una tormenta tropical. Un canto reivindicativo. Un relámpago en la noche. Es La Misteriosa, una oaxacana que rompe el corazón.
Prohibido terminantemente enamorarse de ella bajo pena de muerte segura.