La vida de los abejarucos (por Marcela Plana)
Publicado en Sep 22, 2011
El abejaruco común es un ave bellísina e inconfundible, gracias a su cabeza canela, su pecho azul, su vientre verdoso, su cuello amarillo y la lista negra que adorna su ojo, además de su pico típico de insectívoro. Suele vérseles por parejas, posadas en los cables telefónicos a principios de la primavera, vigilantes en busca de presas. Vive en zonas semidesérticas, estepas, estepas con arbolados, en las que pueda encontrar grietas en suelos arcillosos y de aluviones. Se le suele ver en hábitats humanizados, urbanizaciones tranquilas y no muy densas, atraídos por las abejas que liban en los jardines. Nidifica en los taludes del curso medio de los ríos de nuestra península. Son principalmente aves de llanura o altiplanicie, aunque sus colonias de cría se extienden por toda la España seca. Necesita un suelo blando donde construir el túnel en el que nidifican. Aunque parece que su número está creciendo en los últimos años y se señalan nuevas colonias en localidades donde antes sólo se aparecía de forma irregular, el paulatino descenso en las poblaciones de abejas supone un factor preocupante, no sólo por su labor polinizadora, sino también por la supervivencia de uno de sus más importantes depredadores, como es el caso del abejaruco. Los abejarucos nidifican en colonias y también, aunque raramente, en solitario. Las colonias de cría se mantienen a lo largo de varios decenios, por lo que la desaparición de una de ellas puede causar estragos en la población. La pareja excava un túnel de hasta 2 metros de profundidad en terraplenes terrosos blandos. Este túnel desemboca en una cámara donde se encuentra el nido. El tubo es siempre recto y permite la visión del exterior desde la cámara. Está situado normalmente en paredes arcillosas verticales, pero también pueden encontrarse colonias en suelos planos o sólo ligeramente inclinados. El nido consiste únicamente en la cámara vacía, sin otro material de construcción o forrado. Los excrementos de los polluelos no son evacuados, por lo que después del uso de varios años el nido se convierte en un montón pestilente de restos indigeribles de insectos. La parte de la punta del pico que se le desgasta al abejaruco durante los trabajos de excavación vuelve a crecer posteriormente. Los machos entran en celo en la primera mitad de mayo, empezando entonces a cortejar a la hembra llevándole insectos. La puesta empieza a mediados de mayo. Tras una incubación que dura de 20 a 22 días, se abren los huevos. Aproximadamente a las tres semanas los jóvenes ya se apostan a la entrada del agujero para explorar el mundo exterior. Con unas cuatro semanas de vida emprenden el vuelo. Los abejarucos se alimentan de insectos que capturan en vuelo o sobre el suelo. Su presa preferida son los himenópteros ápidos, haciendo verdaderos estragos en las abejas, lo que le ha valido, además de su nombre, la persecución de los apicultores. Además de estos insectos, consume libélulas y algunos coleópteros. Desde sus posaderos sale en persecución de los insectos que se acerquen por medio de un vuelo de caza corto.
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