MI OTOO
Publicado en Sep 25, 2011
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A medida que va uno deslizándose cada vez más y más en la curva descendente de la parábola de la vida, a querer o no, se camina penosa e irremediablemente en los achaques de la decadencia, principalmente la física, y eso, considero, es lo que me sucede desde hace ya algunas semanas.

Cuando estoy viendo programas en la televisión, de los cuales me reconozco adicto, a las 10 de la noche estoy muriendo de sueño, pero lo risible es que a las tres de la mañana, ¡plop!. Despierto sin razón alguna, al menos, razón consciente. Al principio no sabía cómo enfrentar esta lacra endémica; hoy trato de verle la cara de idiota, lo cual espero no se me revierta; leo o escucho música clásica y, considero, ha funcionado aceptablemente mi estrategia antiinsomnio, incluso gran parte de las arrugas alrededor de mis ojos han disminuido.

Pero hoy viernes 23 de septiembre de 2011, a dicha estrategia se la cargó la chin...(ándele, así, amigo lector, igual que a las abyectas bolsas de valores en todo el mundo), quiero decir, resultó tan ineficiente como cualquier nefasto político de nuestro país. ¡Sí! Desperté a las dos de la mañana, no ma... no, no podía creer tanto agandalle de mi otrora aguerrido cuerpo, así que después de escuchar completas las óperas "Carmen", "La Traviata", y de leer cuatro capítulos de Leonora, de la Poniatowska, estando en la inminencia de engullirme unas méndigas zùcaras del pinche tigre ese. ¡Eureka! Recordé que a las 4:05, en sólo unos minutos, se produciría el equinoccio de otoño; tan rápido como pude, que ciertamente no es tanto, vestí mi bata de la familia peluche (mi hija injustamente la etiquetó con ese nombre; cierto que está un tanto dañada, pero no es para tanto), salí al patio para observar si algo celestial, especial, diferente, se producía en el ambiente; esperé estoicamente en vano hasta las 4:30, nada extraordinario sucedió en todo ese tiempo, excepto que vi llegar a mi vecina del departamento 27 cantando(¿?) "Por tu maldito amor", y cayéndose de borracha, con un vaso desechable en la mano, sin un zapato y gritando cual loca furiosa que todos los hombres eran iguales: unos hijos de su p... madre, cosa de la cual difiero substancialmente, ya que unos no padecen insomnio y pueden dormir normalmente.

Regresé a la cama y enfrenté entonces mis guerras mentales. Para qué me hacía güey, si todo estaba provocado porque la güereja me había dicho desde dos meses atrás que definitivamente ante la pinche inseguridad en nuestro maravilloso territorio, cambiaría su lugar de residencia al gabacho y esperaba que me fuera con ella. -¿A qué te quedas aquí, no seas necio, a engañarme con una de las horribles zorras con que sales? "Me marcho la tercera semana de septiembre y espero vayas conmigo, no voy a rogarte más.- Pinches poetas todos son unos soñadores de basura, siempre están pendejeando en la Luna". -Estás desperdiciando tu talento, en eso se te acabará la vida- ¿Y eso? Güera malora, ¿ya nos vamos a llevar así, condenadota?, 'tate sosiega.

Viajó sola. No me atreví, de plano me "apuñalé", pudo más la herencia agachona de mis raíces ancestrales que el deseo de hacer nuevamente una maravillosa vida con mi ex, a pesar que en ello me iba la seguridad afectiva y económica entre otras cosas. Influyeron en mi decisión factores como: no  poder llevar conmigo al mostro, no poder tomar café ahí en el 8º piso del edificio de la avenida Juárez, no más tacos en Los Panchos, sin olvidar los caldos de gallina o los tacos de canasta junto a la "W" , pero principalmente, lo que me contestó, mediante mòdicos 500.00 pesos, la gitana que consulté. "Nunca segundas partes fueron buenas, muchacho, no peques de ingenuo por no decirte màs feo", y para qué sigo, confieso que de plano padezco el síndrome del Jamaicòn Villegas.

Ella se fue, y yo me quedé tan solo como un ex Presidente de la República, pero sin toda la pachocha que ellos se clavan durante el sexenio. Perdí por pusilánime (léase: por joto), a la única mujer que he amado en mi vida; sin embargo, a cambio de ello decidí irrenunciablemente adoptar, hacer mío, este otoño al que hoy atestigüé espiritual y somnolientamente còmo nacía, al fin y al cabo ex, tengo un chingo, bastante corriditas y fuera de garantía todas, (aplican restricciones con una), pero tengo. ¿Y otoños?, quién sabe, nadie puede asegurarme que podré observar o al menos sentir el nacimiento de otro, y tal como lo creían los mayas: el equinoccio de primavera era para sembrar, y el de otoño para cosechar, ojalá así sea para mí.   ¡Bienvenido el Otoño 2011, mi Otoño!

Ahora, discúlpenme, los dejo porque estoy muriendo de sueño, que no de amor; bueno sí, también de amor y del bueno, lo acepto; por favor, hermanos se los ruego, déjenme en paz, debo despertar en una hora.
 
 

Autor: Benjamín Torres Uballe; prohibida la reproducción total o parcial a través de cualquier medio con fines de lucro sin la autorización por escrito del autor.    
 
 
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Descripción

Otoo, Insomnio

Palabras Clave: Otoo insomnio

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Derechos de Autor: Benjamn Torres Uballe


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