3 de octubre, da de la unificacin alemana
Publicado en Sep 26, 2011
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 Nosotros somos el pueblo

Hace veinte dos años, como ahora, los políticos de mi país me pedían aguantar las embestidas de la inflación; así como a toda la ¨raza de bronce¨, pero ellos seguían subiéndose sus dietas. Después de votaciones turbias llegó un personaje con complejo de grandeza napoleónica, que hizo creer a los mexicanos durante seis largos años  un supuesto ¨milagro económico latinoamericano¨ jugando con la modernidad de un país a base de mentiras para mis compatriotas y hacia el mundo durante su sexenio. Finalmente esta gran improvisación política traería consecuencias de que un niño, un anciano, una madre o padre de familia murieran por falta de atención médica, creciera el analfabetismo, pies  y autos se quebraran, las generaciones familiares se hacinaran bajo un mismo techo, por la falta de hospitales, escuelas, reparación de calles y créditos para la construcción de viviendas. Por fortuna, esos años de mentira política, yo no la pasaría en mi país, ya que en los tiempos de ese crecimiento económico ficticio, yo si conocería un país desarrollado, gracias a una beca que había recibido para ir a estudiar durante tres meses el idioma alemán, tres meses que se transformarían catorce años fuera de México. Alemania había necesitado menos de tres décadas para recuperarse del maravilloso fracaso y esplendorosa derrota de otro loco con grandeza napoleónica y terrible asesino, quien mandó a las cámaras de gas a seis millones de seres humanos en La Segunda Guerra Mundial.
Sin entender el idioma alemán en esos momentos, yo ví por la televisión alemana un 9 de noviembre de 1989  la caída del Muro de Berlín y con esto la finalización de la Guerra Fría en donde la rivalidad ideológica de dos sistemas diferentes, no sólo dividieron a un país, sino al mundo entero en un filo de problemas políticos y con el miedo en el alma de que en cualquier momento se pudiera desatar una guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
  
 Mientras yo abrazaba a mi novia embarazada, una gran alegría me invadía al ver como era destrozado en pedacitos y pedazotes el elemento más significativo de esa Guerra Fría que había empezado  en 1948 cuando Berlín quedó partido en un trozo de pastel capitalista y otro comunista, fundándose un año después la República Federal de Alemania sobre la base de los sectores controlados por los aliados de la parte occidental, teniendo como capital Bonn. En respuesta los soviéticos crearon la República Democrática de Alemania, teniendo como capital Berlín. Hasta el año de 1961, tres millones  de personas habían abandonado ese país porque ya se estaba sintiendo el poder del sistema totalitario del comunismo, el cual ya no podía permitirse perder más ciudadanos, así fue que, ante las miradas atónicas de los berlineses y la complaciencia de los gobiernos occidentales, la mañana de un domingo 13 de agosto de 1961 se empezaron a colocar alambradas de púas para después ser reemplazadas por un muro de concreto, block y cemento, que separaría familiares y amigos durante 28 años. Aproximadamente 226 alemanes perdieron la vida en busca de su libertad al no poder pasar una zona repletas de alambradas electrificadas y numerosas torres de vigilancia. Ahí había soldados que disparaban a diestra y siniestra a los supuestos traidores de esa nación. Pero como ningún sistema que está contra el pueblo puedo perdurar, ya que en algún momento la población  no  soporta más los atropellos de sus gobernantes. Desde el mes de septiembre de 1989 cada lunes se empezaron a organizar manifestaciones pacíficas en Leipzig para exigir reformas y cambios al Estado, hasta que un día se llegaron a juntar setenta mil personas que gritaban en una sola voz: ¨wir sind das Volk¨. Yo que para ese entonces sólo había aprendido algunas palabras alemanas, pregunté el significado de esa frase esplendorosa. Encontrándome con la sorpresa que esa multitud se había dado cuenta que ellos eran el pueblo, sí, ¨wir sind das Volk¨, significaba,¨Nosotros somos el pueblo¨. Por consiguiente, ellos ya no querían en el poder a los que no le daban la oportunidad de expresarse libremente, a los que no los dejaban salir a conocer el mundo, a los que por muchos años  nos les dieron  mejores condiciones de vida; en trabajo, educación, salud y vivienda. Esto ante la amenaza de muerte y el nerviosismo del aparato represivo que iba a encargarse de disolver a los agitadores. Por fortuna los pocos que se creían poderosos se dieron cuenta que esta vez el pueblo unido había despertado en una Revolución pacífica que ocasionaría  que después de  esa noche los berlineses de ambos lados salieran con herramientas de construcción a destruir con sus propias manos lo que se nombraba zona de protección antifacista o el muro de la vergüenza, que fue esparcido en pedacitos de historia en sus respectivas casas.
     Yo estaba a pocos kilómetros de ese gran acontecimiento, esperando otro momento importante en mi vida: el ver nacer a  mi hija, por lo tanto, no tuve más remedio que quedarme quietecito en el departamento, esperando los dolores de parto de mi novia para llevarla al hospital. Un año después de haber nacido mi hija, las dos Alemania se reunificaron,  y yo durante ese período,  con el chupón de mi hija en la boca, vi y escuché historias de personas que lloraban de emoción por haber recobrado su libertad, aunque de nuevo los políticos querían ser los artífices de estos grandes hechos históricos. Lo cierto es que, existieron muchos héroes anónimos, quienes fueron uniéndose a la causa para luchar pacíficamente en contra de un sistema totalitario desgastado, el cual fue vencido, no con manifestaciones sindicales o partidista, sino por una unión común que en latinoamérica hemos olvidado como ciudadanos para reclamar nuestros derechos con el  fin de vencer el muro que tiene ciegos a algunos de nuestros servidores públicos, quienes no ven nuestros problemas sociales, ya que todavía seguimos presos en sus mentiras ante los festejos  de la destrucción del Muro de Berlín, el cual no soportó y cayó por una gran frase:  ¨ nosotros somos el pueblo ¨.
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Foto del autor Carlos Campos Serna
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Descripción

Debemos unirnos para que los polticos nos escuchen. Relato editado en la revista mexicana Entre Nos...

Palabras Clave: Nosotros somos el pueblo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Carlos Campos Serna

Derechos de Autor: Carlos Campos Serna


Comentarios (2)add comment
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Carlos Campos Serna

Muñeca: Gracias por pasar a esta humilde página.

Saludos...
Responder
September 27, 2011
 

mueca

lo importante de la libertad en todas sus formas......
Responder
September 26, 2011
 

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