La comunicacin interpersonal en la pareja (Ensayo) Captulo 16.
Publicado en Sep 27, 2011
- Claves para el entendimiento de un proyecto común.
Capítulo 16: La autoridad compartida. 16.1.- Disciplinar sin agredir. 16.2.- El buen ejemplo, disfrute de la disciplina. 16.3.- Los límites de la autoridad. 16.4.- Manipulaciones paternas y manipulaciones maternas. 16.5.- Padres separados, hijos rebeldes. 16.1.- Disciplinar sin agredir. Fue Cicerón el que dijo: "Cuanto más bueno es un hombre, tanto más difícilmente sospecha de la maldad de los demás". Es una frase para meditar profundamente a la hora de ser padres disciplinadores de los hijos y las hijas. Si en un entorno de bondad es difícil conseguir el verdadero equilibrio con el que disciplinar a nuestros hijos e hijas mucho más difícil, o mejor sería decir imposible, resulta disciplinar debidamente cuando en el matrimonio hombre/mujer existe maldad por parte de él o de ella o de los dos al mismo tiempo. Por eso es necesario, a la hora de disciplinar a los hijos y a las hijas, saber cuál es la verdadera situación de los padres y cómo es la mejor manera de hacerlo sin tener que agredir ni físicamente, ni emocionalmente, ni psicológicamente. Es muy importante, también, que los padres y las madres lleguen a representar sus roles e intercambiar debidamente dichos roles y sus características con los roles y las características de los hijos y las hijas. Es importante, para comenzar a disciplinar sin agredir, basar la comunicación con nuestros hijos y/o hijas dentro de la libertad de opinión que todo ser humano, entrado ya en la etapa del uso de su razón, tiene derecho a poseer. Y es necesario también tener paciencia, mucha paciencia, para dar tiempo a la respuesta adecuada de la conducta de ellos y ellas ya que cada hijo y cada hija tiene su propia velocidad de realización personal (no todos maduran a la misma edad ni todos están preparados debidamente a la misma edad ya que la edad, en este caso, es bastante relativa). Y, por último, dentro de esta introducción al tema, es muy importante generar un estilo de diálogo horizontal en el que, sin perder la autoridad paterna y/o materna, nuestros hijos e hijas acepten ser disciplinados porque no sienten agresión alguna en ello. Buscando en Internet he encontrado estos puntos que me parecen muy interesantes: "DISCIPLINA NO ES AGRESIÓN.- Cómo disciplinar sin destruir DISCIPLINAR NO ES: Golpear, Gritar, Humillar, Descargar frustración, Hacer sentir mal, Ofender. DISCIPLINAR ES INSTRUIR.- Por lo tanto, salvo que queramos educar para la violencia, es importante que las medidas disciplinarias no tengan como objetivo o como resultado: el someter a través del miedo o el humillar. Nuestra sociedad cada vez tolera menos la violencia contra las mujeres. Tenemos claro que un hombre no tiene derecho a agredir física o verbalmente a su mujer. Sin embargo, la violencia física y emocional contra los hijos se sigue tolerando. ALGUNOS TIPS PARA DISCIPLINAR SIN AGREDIR TENER METAS Y REGLAS CLARAS.- Disciplinar es instruir, pero ¿instruir para qué?.Tenemos que tener claro qué es lo que queremos transmitir, qué actitudes queremos fomentar y con base en eso establecer reglas claras. Por ejemplo, una familia que quiera enseñar la importancia de la cooperación y solidaridad, probablemente tendrá reglas sobre las tareas o aportaciones que los distintos miembros de la familia tienen que realizar. TRANSMITIR EL SENTIDO DE LA REGLA.- Siguiendo con el ejemplo anterior, a un niño se le puede decir que necesita recoger sus juguetes porque "digo yo"; o se le puede explicar que el mantener la casa limpia es tarea de todos y que cada uno tiene que hacer su parte. El transmitir el sentido de una regla no quiere decir que el niño lo vaya a entender en ese momento. Sin embargo, esa explicación puede quedar grabada y ser comprendida después. REGLAS CONSTANTES.- Una regla tiene que ser constante para cumplir su función. Un error muy frecuente en la disciplina es que una misma conducta puede ser ignorada por los padres en una ocasión, mientras que otro día esa misma conducta puede ser razón suficiente para una fuerte reprimenda. Todo dependerá del humor de los padres. Este tipo de actitudes solo generan confusión en los niños. Aunque hay que señalar que constancia no quiere decir inflexibilidad. RESPETO A LA PERSONA.- Como parte de la disciplina, en veces, se corrigen ciertas conductas pero NO se critica a la persona. Hay una gran diferencia entre señalar que una conducta no fue correcta a decir que una persona es "mala" o "egoísta". Debemos de evitar cualquier descalificación hacia la otra persona. El ofender o criticar sólo hace sentir mal al otro y no le ayuda a mejorar. HAY QUE ENSEÑAR.- Muchas veces exigimos conductas sin antes verificar que la otra persona sabe realizar la conducta que pedimos. Por ejemplo, es frecuente que los papás se enojen porque el niño no ha hecho la tarea o la hizo mal; pero no se sientan con el niño para verificar si entiende la tarea que tiene que realizar o para ayudarle a superar aquello que se le dificulta. También es importante enseñar que SÍ hacer. Muchos padres se centran en decir lo que no está permitido pero se les olvida transmitir cuál sería la conducta positiva. HAY QUE PONER EL EJEMPLO.- Como se mencionó anteriormente, la disciplina debe partir de una meta clara sobre las actitudes que queremos fomentar. Por desgracia, muchas veces queremos transmitir actitudes que nosotros no tenemos. La filosofía de "Haz lo que te digo, no lo que hago", sólo crea en el niño la idea de que el otro puede imponer porque tiene más poder. Esta distorsión también ha generado la idea de que el hablar de valores o disciplina es hipocresía. NO JUSTIFICAR EL ENOJO.- Mucha gente confunde el disciplinar con el descargar enojo en el niño. Incluso hay frases como "me enojo o te pego porque te quiero", "te voy a dar unas buenas nalgadas para que aprendas a portarte bien". Cuando nos enojamos, por lo general, ya no estamos disciplinando. Estamos "poniendo al otro en su lugar", estamos "enseñándole quien manda". Y, muchas veces, nos estamos vengando. Es esta confusión lo que le ha dado tan mala fama a la disciplina. Pero nunca debemos justificar nuestro enojo con el "pretexto" de que estamos "disciplinando". NO DISCIPLINAR ES AGRESIÓN.- Los padres que renuncian a su deber de disciplinar a sus hijos también los agreden. Los obligan a aprender "por los golpes de la vida" en lugar de compartir su experiencia y de utilizar su madurez para guiarlos. Eso es como dejar a un niño comer toda la comida chatarra que quiera para no coartar su libertad y permitir que el límite se lo ponga su propio cuerpo a través de enfermedades. PARA EMPEZAR...El tema de la disciplina puede ser muy complejo porque son muchos los factores que pueden estar involucrados. Pero un buen punto de inicio para aprender a disciplinar sin agresión es el determinar si tengo claro las respuestas a las siguientes preguntas: ¿Para qué quiero disciplinar? ¿Qué quiero enseñar? ¿Cuáles son las reglas que reflejan lo que quierotransmitir? ¿Soy congruente con lo que quiero enseñar?". Algunos hombres nos hemos educado en base a experiencias propias y eso puede ser muy peligroso para nuestra personalidad. A falta de padres y madres que sepan disciplinar correctamente, algunos hemos tenido que echar mano de nuestra propia responsabilidad, y yo me incluyo entre ellos, a edades muy infantiles. Y también hemos sufrido, algunas veces, el ejemplo de la humillación por temas que, en realidad, eran vanos y carentes de gran importancia. El problema fundamental de disciplinar sin agredir es saber que el niño o la niña necesita crecer (tiene derecho a ello) en un entorno de paz, de amor, de comprensión, de ternura... y cuando eso falta existe el peligro de convertirse en hijos o hijas verdaderamente destruidos por dentro. Y ya se sabe que expresamos siempre hacia afuera lo que llevamos por dentro. Si tuvimos una infancia feliz (en ese aspecto yo fuí un niño feliz aunque tuviese que buscarme la felicidad luchando por conquistarla sin el apoyo de mi padre ni de mi madre) tenemos una juventud feliz y una madurez feliz. Dejar que los niños y las niñas tengan que luchar por sus propios medios para ser felices es peligroso porque, en muchas ocasiones, son desgraciados debido a que en vez de ser disciplinados con amor están siendo obligados a disciplinarse a través de la agresividad emocional-psicológica o, incluso, física. He encontrado todo un verdadero Ensayo sobre el tema de disciplinar sin agredir. Su autora es la Doctora profesional y PhD Marisol Muñoz-Kiehne. No dejen de leer lo que he entresacado de él, porque es especialmente interesante. "Mediante nuestro ejemplo, los padres podemos enseñarle a los niños a expresar lo que sienten y lo que quieren respetando los sentimientos y deseos de los demás. Propiciar en el hogar un ambiente seguro en el que se practica y recompensa el trato amable. Hacer todo lo posible por que todos los hijos se sientan importantes y queridos, afirmando la personalidad y talentos de cada cual. Enseñar, estimular, reconocer, y premiar los comportamientos cooperativos, solidarios, y respetuosos. Enseñarle a los niños a compartir y a jugar con compañerismo. Establecer reglas específicas de convivencia en el hogar y ponerlas por escrito como recordatorio. Sugerirle a los niños posibles maneras de negociar y llegar a acuerdos justos. Evitar la intimidación, inclusive el uso del sarcasmo, la burla y la coerción al disciplinar a los niños. Evitar el favoritismo y el comparar a los hermanitos, pues acentúa la competencia entre ellos. Educar a los niños para que reconozcan situaciones de intimidación y respondan a ellas directamente o pidiendo ayuda. Enseñarles destrezas sociales para conducirse de manera afirmativa (no pasiva, ni agresiva). Usar muñecos o marionetas para simular situaciones intimidantes y practicar respuestas apropiadas. Practicar decir "No" y "Para" de manera clara y firme. Hablar con mensajes que comienzan con "Yo:" (Yo me siento... Yo quiero... Yo voy a...). Practicar buenos modales (Por favor, Gracias, Lo siento). Practicar el ignorar o retirarse ante conductas intimidantes. Practicar destrezas del manejo del estrés y del enojo (contar, cantar, respirar). Practicar destrezas de resolución de conflictos (tomar turnos, compartir, negociar). Enseñarles a buscar ayuda cuando la necesiten. Propiciar un ambiente de confianza en el cual se nos acerquen para contarnos sobre cualquier conflicto. Consolarles y comunicarles que no vamos a tolerar ninguna agresión. Usar juegos o dramatización para representar los incidentes sospechosos. Enseñarles a hacer valer sus derechos. Practicar respuestas positivas y humorísticas ante situaciones intimidantes. Alentarles a desarrollar amistades y mejores relaciones con sus compañeros. Podemos utilizar las tareas cotidianas (programas de TV, paseos) para conversar sobre los beneficios de las conductas amables, y lo perjudicial de las conductas agresivas. Debemos mostrarles cómo respetar y tolerar personas con ideas diferentes a las nuestras. Tenemos que enseñarles a resolver conflictos sin violencia. Como bien lo dijo Octavio Paz, "Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz." Los niños están más propensos a berrinches cuando se sienten hambrientos, cansados, enfermos, aburridos, atemorizados, o excitados. Los berrinches voluntarios tienen el propósito de llamar nuestra atención o manipular nuestra decisión. Respondamos a éstos demostrando que la rabieta no ha de funcionar. Podemos distraerlos, ignorarlos durante la rabieta y atenderlos en cuanto se tranquilicen, o implementar aislamiento (time-out). No recompensemos estos berrinches ofreciéndoles atención, aunque sea negativa, ni cediendo ante los pedidos o reclamos. "Cuando te calmes, te ayudaré," "Te escucharé cuando hables con voz baja." Los berrinches involuntarios demuestran que el niño no puede regular, manejar, o verbalizar sus emociones efectivamente. Respondamos a éstos ofreciéndoles consuelo, ayuda, y ejemplos de cómo hablar sobre la situación y expresar sus sentimientos. "Parece que te sientes frustrado, dime si necesitas ayuda," "Estoy aquí, cuéntame qué pasa y cómo te sientes." Para prevenir berrinches, evitemos la prisa, el desorden, y situaciones que tienden a precipitar rabietas, tales como ir a tiendas muy estimuladoras o llevar a los niños a mandados aburridos. Preparémonos con juguetes, libros, meriendas, siestas. Sentemos normas claras de comportamiento, estableciendo incentivos para motivarlos, y recompensas o castigos como consecuencias del comportamiento. Durante el berrinche, evitemos que causen lesiones a sí u a otros y destrucción de objetos. Digámosles lo que vamos a hacer. Pidamos ayuda si es necesario. Después del berrinche, discutamos el incidente y planifiquemos para situaciones similares futuras. Implementemos la consecuencia acordada. La Disciplina es una ciencia: A conciencia, con paciencia y consistencia. A Conciencia: Pensar antes de actuar. Enseñar con nuestro ejemplo. Modelar actitudes y comportamientos (practicar lo que predicamos). Descubrir qué necesidades está comunicando el joven con su comportamiento. Escoger las batallas a enfrentar. Con Paciencia: Responder, no reaccionar. Ejercer autoridad sin violencia. Aprender a ignorar lo no importante. Manejar nuestra ira y frustración apropiadamente. Evitar conductas humillantes o abusivas. Y Consistencia: Establecer normas específicas y razonables. Dar consecuencias naturales o lógicas. Cuando los padres de familia hablan sobre disciplinar a sus niños, a menudo se refieren a castigarlos. A lo que nos referimos aquí al hablar de disciplina es a enseñar a los niños lo correcto de lo incorrecto, de una manera respetuosa y efectiva. El método a utilizar dependerá de su propia experiencia y de la edad y conducta de sus niños. Los niños aprenderán a manejar sus emociones y resolver sus conflictos observándole a usted, así que mantenga la calma, y piense en lo que necesitan sus niños. He aquí unas guías disciplinarias: Establezca normas y expectativas claras. Comunique claramente lo que quiere decir, y no diga lo que no esté dispuesto a cumplir. Si es hora de irse del parque, no amenace a los niños a dejarlos allí. Anuncie la hora de partida con 5 minutos por anticipado, y llévese a los niños a la hora indicada, aún si se quejan. Demuestre que acepta las emociones y los deseos de sus niños. "Veo que estás triste por no poder ir a la escuela con tu hermano. Pensemos en lo que haremos cuando regrese a casa". Implemente consecuencias razonables por el mal comportamiento, y reconocimiento por el buen comportamiento de sus niños. Cuando su hijo moleste a su hermanita, retírelo a otra habitación por un tiempo determinado. Cuando la trate bien, déjele saber lo mucho que aprecia esta conducta. No espere más de sus niños de lo que ellos son capaces de hacer. En lugar de enojarse con sus pequeños por estar inquietos en la tienda, pídales que le ayuden a seleccionar las frutas y las verduras, y a contarlas. Las salidas a hacer mandados deben ser breves. Presente un frente unido con su pareja y otros encargados de sus niños. Si le permite a sus niños una hora de ver TV diaria, asegúrese de que los demás adultos implementen esta norma. Si sus niños tienen berrinches a la hora de apagar la TV, considere eliminar el privilegio de ver TV el día siguiente. No implemente consecuencias negativas cuando esté enojado. Si sus adolescentes le hablan groseramente y usted empieza a enojarse, cálmese antes de decidir qué consecuencia impartirá. Enojado puede reaccionar exageradamente. Si el mal comportamiento de sus niños aumenta, escuche, observe, y reflexione sobre lo que puede estar sucediendo. A veces la conducta de los niños es una manifestación de estrés, temor, u otras emociones. Comparta tiempos divertidos con sus niños, y provéales de un entorno seguro con rutinas, amor, y límites. A menudo nos enteramos de noticias horrorosas sobre niños que son victimizados por otros niños en la escuela, el vecindario, y en la Internet. Existen programas escolares intentando mejorar el clima en los planteles educativos, y hay padres de familia supervisando las redes sociales, mas no hablamos lo suficiente acerca de los niños que acosan, y sobre lo que podemos hacer para prevenir que nuestros hijos se conviertan en unos de ellos. He aquí unas consideraciones a tomar en cuenta: Comprenda los estilos de comportamiento individuales de sus hijos y tenga expectativas realistas basadas en el temperamento de cada cual: Cuando los niños son sensitivos, ayúdeles a navegar las aguas de la amistad y la vida escolar. A los niños activos e impulsivos les encanta ser el centro de atención. Proporcióneles oportunidades de expresar sus energías. Pase tiempo con sus hijos y sus amistades: Conozca las amistades de sus hijos y preste atención a los valores que demuestran. ¿Se siente su hija atraída a los niños "problemáticos?. Trate de entender por qué sus hijos son amigos de los niños que son crueles con otros. Establezca límites y consecuencias para la conducta inapropiada: No excuse el mal comportamiento de sus hijos. Implemente consecuencias razonables, y demuéstreles que espera que la próxima vez se porten mejor. Preste atención a las conductas positivas. Busque la manera de disciplinar sin castigos severos. Pase sus valores a sus hijos. No los acose, y no permita que ellos le acosen a usted: Sus hijos seguirán el comportamiento que usted demuestre, más que lo que usted le diga. Muéstrele cómo usted ayuda a los demás. Provea oportunidades para que sus hijos sirvan a los menos afortunados. Note los talentos de sus hijos y las áreas en las que demuestran ser capaces. Elimine la intimidación y aumente la amabilidad en el hogar. Enséñele a los niños maneras apropiadas de expresar sus emociones y deseos. Reduzca el enojo y las discusiones entre los adultos: Cuando los niños presencian violencia en el hogar, pueden expresar sus sentimientos de maneras inapropiadas. Resuelva los problemas entre adultos fuera del alcance de los niños. Si los niños ven o escuchan peleas, asegúrese de hablarles sobre lo que presenciaron y sobre lo que piensa hacer para evitarlo en el futuro. La intervención temprana es clave para los niños que son impulsivos, agresivos, o están deprimidos o traumatizados: Comuníquese con los maestros y consejeros escolares. Hable con su médico y procure contactar profesionales de salud mental. Si no sabe dónde conseguir ayuda, llame al 211. En la vida de los niños ocurren acontecimientos que pueden dirigirlos a trayectorias inesperadas e indeseables. Procure apoyo, y recuerde que los niños que acosan necesitan atención y ayuda para aprender a relacionarse compasivamente. Podemos ayudarlos a evitar que lastimen a otros". A continuación presten attención al siguiente chat internauta de la misma Doctora. "Cada loco con su tema, para los gustos se hicieron los colores, cada cabeza es un mundo, pues todos somos distintos, como los dedos de la mano." Lupe: Comadre, no sé qué tiene, o qué le pasa a Lupita, es tan tranquila y callada, y se espanta de todo lo que no conoce. Su hermano Luisito no se está quieto ni deja de hablar, y busca amistad con cualquier desconocido... Marta: Yo creo que no debes compararlos. Lupita siempre ha sido reservada y cuidadosa; es parte de su personalidad y no le haría bien obligarla a ser quien no es. Yo de niña odiaba que me compararan con mi hermana o mis primos. Lupe: Tienes razón, pero me preocupa cómo le irá cuando empiece la escuela... ¿Crees que la debo llevar con un especialista? Marta: Yo diría que Lupita es más callada y tranquila que su hermano o tú, pero me luce que es una niña sanita y feliz. Para asegurarte, ¿qué tal si le hablas a su pediatra a ver qué dice? Lupe: Buena idea, tal vez quien necesite la consulta soy yo, para aprender a entender a mi niña". "Tanto los niños como los adultos tenemos distintos temperamentos, y es provechoso aprender a sacarle partido a cada personalidad. Nuestros niños vienen a este mundo con un estilo propio particular. El temperamento es la manera natural con que los seres humanos interactuamos con el entorno, es nuestra forma de ser y de desenvolvernos. El temperamento de cada cual es innato, probablemente heredado, e incluye la habilidad para adaptarnos, el estado de ánimo, la intensidad, el nivel de actividad, y la regularidad. Para conocer el temperamento de nuestros niños, observémoslos, escuchémoslos, y notemos sus tendencias a la hora de comer, dormir, y enfrentar personas y situaciones nuevas. Las personas somos más o menos regulares o irregulares en cuanto al hambre y al sueño, más o menos tranquilos o activos, más o menos calmados o irritables, más o menos cautelosos o arriesgados, más o menos solitarios o sociales, más o menos flexibles o rígidos al encarar novedad y cambios. El temperamento es una de las bases del comportamiento infantil. Por ejemplo, al ver un animal grande, un pequeño puede espantarse, llorar y esconderse. Otro puede mostrar interés, pero actuar con cautela. Y otro tal vez trate de jugar con el animal de inmediato, sin temor alguno. El temperamento de muchos niños puede describirse como flexible, adaptable y relajado, mientras que otros de temperamento intenso y reactivo requieren mucha atención. Existe una gran variedad de lo que se considera normal. No importa la personalidad de nuestros niños, debemos identificar y respetar su temperamento, y aceptar a cada uno tal cual es, para apoyar su crecimiento, su confianza en sí mismo y sus habilidades y talentos. Para sacarle partido a cada personalidad, conozcamos el temperamento de nuestros niños y el nuestro, para así promover el bienestar de cada niño, y la armonía familiar". Recomendaciones según la citada Doctora: 1. Observemos atentamente a cada uno de nuestros niños según crece, para conocerle mejor y descubrir sus inclinaciones y tendencias, intereses y preferencias. 2. Respetemos y hagamos respetar la personalidad natural de cada uno de nuestros niños. 3. Recordemos que no existen temperamentos superiores o inferiores, mas sí hay mejores o peores maneras de manejarlos. 4. Evitemos imponernos injustamente cuando nuestro propio temperamento es diferente al de nuestros niños. 5. Seamos particularmente pacientes y alentadores con nuestros niños reservados y tímidos. 6. Seamos especialmente claros y cuidadosos con nuestros niños osados y atrevidos. 7. Recordemos que para todo temperamento aplican las 4 "C" de la crianza: calma, caricias, conciencia, y consistencia. 8. No olvidemos que, sea como sea el temperamento de nuestros niños, cada uno necesita las 4 "A": apreciación, atención, apoyo y amor. 9. Procuremos orientación profesional de terapeutas y educadores cuando nuestro temperamento y el de nuestros niños entran en conflicto, interfiriendo con la crianza y el desarrollo de nuestra relación con ellos. Como dijo hace siglos un sabio filósofo griego, "conócete a ti mismo." Y observemos y escuchemos atentamente a cada uno de nuestros niños para conocerlos y entenderlos a ellos. Respetemos y hagamos respetar la personalidad de cada cual, y así fomentaremos crecimiento y desenvolvimiento de todos nuestros niños". "Si al contemplar a tu pequeño angelito te parece que es muy temprano para pensar en asuntos de disciplina, recuerda el refrán popular que nos advierte que "Árbol que crece torcido, jamás su tronco endereza." También hay algo de cierto en el dicho que nos consuela diciendo que "Nunca es tarde si la dicha es buena," mas los estudios sobre la crianza infantil y la experiencia de los padres de familia coinciden al concluir que, cuando de disciplina se trata, "Mientras antes, mejor," pues "Mejor es prevenir que tener que lamentar." Por lo tanto, tenga tu retoño 2 semanas, 2 meses, o 2 años de nacido, recomendamos que comiences a considerar y a conversar sobre cómo le vas a disciplinar. Para muchas madres y padres latinos la palabra "disciplina" evoca sentimientos y pensamientos negativos. Para algunos, surgen recuerdos desagradables de situaciones angustiantes, palabras humillantes, y castigos dolorosos. ¿Acaso aún no sentimos escalofríos al imaginarnos lo que sucedería cuando llegara papá a "disciplinarnos" cuando nos habíamos portado mal, o al visualizar a la temida "decana de disciplina" de la escuela? Si piensas que disciplinar se trata de controlar o castigar a los niños, continúa leyendo y aprenderás lecciones que te beneficiarán tanto a ti como a tus hijos, desde la infancia hasta la adolescencia. Hablando de lecciones, el origen de la palabra "disciplina" es, precisamente, "discípulo, estudiante." Disciplinar significa enseñar, guiar y preparar a tus hijos para la vida. Los padres de familia juegan papeles cruciales y comunican mensajes esenciales al disciplinar a sus hijos. Entre otros, les sirven de maestros ("te enseñaré lo que sé"), de guías ("te mostraré los caminos de bien"), y de entrenadores ("te prepararé para el partido de la vida"). Por medio de la disciplina, les vamos enseñando a los niños, desde pequeñitos, las lecciones más importantes de la vida, tales como expresar sus emociones, controlar su conducta, y pedir ayuda cuando la necesiten. Según los niños van aprendiendo estas lecciones, se van acercando a las metas de sus padres de que sus hijos crezcan "bien educados" y no "malcriados." ¿Verdad que una de tus metas como madre o padre es que tus hijos aprendan a conducirse y comportarse para convivir en familia y comunidad? No es fácil cumplir estos papeles, impartir estos mensajes, enseñar estas lecciones y alcanzar estas metas. Al intentarlo, tendemos a utilizar ciertos estilos disciplinarios, a menudo basados en cómo se nos disciplinó en nuestra infancia. Estilos Disciplinarios: "Ni poco ni demasiado," "Todo en exceso hace daño." A continuación resumimos las características de los estilos disciplinarios más comunes. ¿Cuál predominaba en tu hogar durante tu niñez? ¿Cuál practicas o practicarás con tus niños?. Mamá o Papá Sargento: Estilo disciplinario basado en la autoridad y el control por parte de los adultos, a menudo con la intención de proteger a los niños. Las reglas se imponen como órdenes, de manera dura y rígida. Ya que no hay diálogo, los niños no aprenden a pensar ni a tomar decisiones, sólo aprenden a seguir instrucciones. La relación entre los padres y los hijos tiende a ser fría y distante. Especialmente cuando se utiliza el castigo físico, los niños obedecen a los padres, más por temor que por respeto. Si han sufrido o presenciado maltrato en manos de sus padres, los niños pueden desarrollar identidad de intimidador o de víctima. Por todo esto, ¡cuidado con esta "disciplina guillotina!" Mamá o Papá Salvavidas: Muchas veces se aplica como reacción opuesta a los padres haberse criado con un estilo Sargento extremo. El estilo disciplinario Salvavidas carece de límites claros y de consecuencias para la conducta. Los padres complacen en todo a los niños, y no les enseñan lo que significa "no" o "basta." Sin reconocer orden ni autoridad, los niños no aprenden a seguir reglas ni a ser responsables por su comportamiento. La relación entre los padres y los hijos tiende a ser una entre iguales, y cuando los niños enfrentan límites o consecuencias por su conducta, los padres vienen a su rescate. Los niños tienden a crecer creyendo que lo merecen todo, y que pueden violar las leyes con impunidad. Así que, ¡alerta con la "disciplina gelatina!". Mamá o Papá Sabio: Estilo disciplinario que combina lo mejor de los estilos Sargento y Salvavidas. Los padres establecen reglas razonables, límites claros, y consecuencias consistentes pero flexibles. Al haber diálogo, los niños aprenden a pensar y a tomar decisiones. Al no haber abuso, los niños aprenden a respetar y a asumir responsabilidad por su conducta. Se cultiva una relación estrecha y cálida entre padres e hijos, sin olvidar que "Donde manda capitán, no gobierna marinero." Hay ocasiones en las cuales el estilo Sargento o el estilo Salvavidas son apropiados. Por ejemplo, si tu pequeño intenta cruzar la calle en medio del tráfico, es hora de imponer tu autoridad de manera firme y absoluta, y de rescatarlo de inmediato. Y si tu chiquita es víctima de trato injusto, ¡vuela con tu capa de superhéroe a su defensa! Pero en la mayor parte de las situaciones de la vida diaria el estilo disciplinario de Mamá o Papá Sabio es el más efectivo a largo plazo, pues fomenta relaciones sanas entre los adultos y los niños, mientras éstos desarrollan su juicio y carácter. Casi todos los padres de familia hacen lo mejor que pueden según sus circunstancias, mas innumerables padres de familia repiten con sus hijos los errores cometidos por sus padres en el pasado, especialmente cuando no cuentan con influencias constructivas o reconstructoras a su alrededor en el presente. Las malas noticias son que tendemos a replicar con nuestros hijos lo que aprendimos de nuestros padres, aún cuando se equivocaron; las buenas noticias son que nunca es tarde para aprender y enseñar a nuestros niños la ciencia de la disciplina latina que no es "guillotina," pero tampoco es "gelatina." "La Ciencia de la Disciplina: Conciencia, Paciencia, Consistencia y Persistencia. A la hora de disciplinar a tus niños, sean bebés, preescolares o ya mayorcitos, el siguiente verso puede servirte de recordatorio: "La disciplina es una ciencia: a conciencia, con paciencia, consistencia, ¡y persistencia!" A Conciencia: Disciplinar a conciencia quiere decir pensar antes de hablar o de actuar. Considera qué lección quieres impartirle a tus niños con tus palabras y acciones. Enséñales a comportarse por medio de tu ejemplo. Figura qué necesidades está comunicando tu pequeño mediante su conducta. Por ejemplo, los berrinches de tu niño pueden comunicar que se siente enfermo, cansado, frustrado, angustiado, fuera de control, o pueden ser un intento de tratar de convencerte a que cedas a sus antojos. Con Paciencia: Disciplinar con paciencia es responder en vez de reaccionar. Ejerce tu autoridad firmemente sin palabras o actos que puedan lastimar a tu niño. Maneja tu estrés y frustración sin humillar o agredir a tus hijos. Aprende destrezas para manejar tu enojo, tal como respirar profundamente. Por ejemplo, cuando tu pequeña desobedece o te desafía, afirma tu autoridad con calma y sin perder las casillas. Consistencia: Disciplinar con consistencia comienza delineando reglas razonables. Establece límites claros, para que tu niño sepa qué es aceptable y qué no lo es. Implementa consecuencias positivas o negativas según la conducta del niño. Preferiblemente, las reglas, los límites y las consecuencias son los mismos o similares en los diferentes contextos en los que crecen tus niños. Por ejemplo, para que el niño aprenda que no debe morder a otros, cada vez que muerda todos los involucrados en su crianza pueden decirle "¡No! Morder duele," y retirarlo al "tiempo-fuera" un minuto por cada año de edad. Persistencia: Disciplinar con persistencia significa nunca rendirnos, a pesar de los pesares. Recuerda que las lecciones que impartes a tus niños al disciplinarlos son lecciones para toda la vida. Persiste ante los contratiempos, errores y obstáculos, ya que "El que persevera, alcanza." Ayuda Disciplinaria: "Dos cabezas piensan mejor que una" y "Preguntando se llega a Roma". Bien sabemos que es difícil disciplinar a nuestros niños consciente, paciente, consistente y persistentemente, especialmente cuando nuestros retoños crecen en un suelo distinto al de nuestras raíces y no contamos con la red de apoyo con que contaban nuestras abuelas. Por eso, recomendamos que aproveches la guía y apoyo profesional disponible en Internet, en clases para padres de familia, y en consultas de consejería. Puedes adoptar o adaptar las sugerencias de los expertos "En tu casa, y en tu caso." Los libros especializados también pueden ayudarte". "Respeto como fundamento, valor, cualidad, destreza que aspiramos desarrollen nuestros niños. Respeto es sustantivo y verbo, principio que se lleva a la práctica. Como otros valores, el respeto, aunque afectados por influencias externas, se aprende principalmente en el hogar. "El respeto al derecho ajeno es la paz". Recordar de quién y cómo aprendimos a respetar nosotros. El respeto se gana dándonos a respetar y tratando a otros con respeto. Mostrar respeto propio, respeto a los mayores, a la autoridad, a las leyes. Comunicar respeto sin palabras (con la mirada y el tono de voz). Respetar y tolerar personas con ideas o visiones diferentes a las nuestras. Permitir la expresión de pensamientos y sentimientos negativos Permitir desacuerdos. Resolver los conflictos sin violencia. Tratar a nuestros hijos como a nuestros mejores amigos. Respetar, tomar en serio sus opiniones, sus emociones y sus decisiones. Respetar la privacidad de nuestros hijos (puerta cerrada, pertenencias personales). Demostrar respeto al escuchar, al hablar, al actuar. Practicar buenos modales: Gracias, por favor, lo siento. Practicar pedir permiso, disculpas, perdón. Enseñar cómo pensar y tomar decisiones, no qué pensar ni qué decidir. Estimular, dar ánimo sin presionar o empujar. Evitar juzgar, criticar, invalidar sus ideas y sentimientos. Evitar comparar a sus hijos; la vida no es una competencia ni un concurso. Evitar el uso del sarcasmo y la burla. Mensajes importantes: creo en ti, confío en ti, eres importante, tú puedes". "Responsabilidad como fundamento, valor, cualidad, destreza que aspiramos desarrollen nuestros niños. Responsabilidad es sustantivo y verbo, principio que se lleva a la práctica. Como otros valores, la responsabilidad, aunque afectada por influencias externas, se aprende principalmente en el hogar. Responsabilidad como "habilidad para responder". Recordar de quién y cómo aprendimos responsabilidad nosotros. La responsabilidad se aprende en atmósfera de cariño, firmeza, y dignidad, no control o desorden. Las responsabilidades nos hacen sentir útiles, necesarios, apreciados. Ofrecer oportunidades para demostrar responsabilidad. Acordar cuales son las responsabilidades y consecuencias de cada cual, según sus capacidades. Servir de ejemplo de cumplir con nuestras responsabilidades. Enseñar a asumir responsabilidad sobre los problemas y las soluciones. Enseñar a manejar el tiempo y el dinero Enseñar a cumplir con las tareas del hogar y de la escuela según sus capacidades. Cumplir con deberes, acuerdos, palabra y promesas. Devolver lo que tomamos prestado, no dar excusas, no gastar más de lo que podemos. Disculparnos y corregirnos al cometer errores. No mentir, dejar pasar, pagar o premiar los errores de nuestros niños. Dejar que nuestros niños tomen decisiones y asuman responsabilidad por las consecuencias. Todo derecho trae responsabilidades. Con conducta responsable ganamos privilegios, con conducta irresponsable, los perdemos. Pasos: Dar responsabilidad a nuestros niños. Confiar que la cumplirán. Si no la cumplen, permitir que enfrenten las consecuencias. Darles la misma responsabilidad otra vez, para darles la oportunidad de demostrar que aprendieron de la experiencia". Por último reescribo lo que la Doctora en cuestión trata como manera de disciplinar sin recurrir a los gritos: "Piense en por qué esta es una meta importante para usted y su familia. ¿Cómo se sentía en su niñez cuando sus padres gritaban? ¿Se portan mal o se asustan sus niños cuando usted grita? ¿Le gustaría vivir en un hogar más calmado? Desarrolle un plan: - Dígale a su familia que cuando sienta su nivel de estrés aumentar, tomará un descanso de cinco minutos. - Identifique los obstáculos que dificultan su intención de gritar menos. Quizás su pareja o hijos no están ayudándole suficiente. - Pida apoyo y ayuda. Si su hermana le ha ofrecido cuidarle los niños, acepte el ofrecimiento. Maneje su enojo: "El primer paso para gritar menos es reconocer lo que le altera. Si toma apuntes identificará las circunstancias en las que está más propenso a gritar. ¿Tiende a gritar a cierta hora del día? ¿Se encuentra usualmente en casa o en el auto cuando grita? ¿Qué comportamientos provocan sus gritos, y cómo se siente entonces?. Tome notas por lo menos una semana, y conocerá mejor sus tendencias y patrones. Reflexione sobre sus apuntes. Imagine una cámara en su hogar tomando fotos de usted cuando grita. ¿Qué ve?. Sea amable con usted mismo al observar sus patrones de comportamiento. El hecho de que esté leyendo esto significa que es un padre de familia dedicado. Respire profundamente antes de responderle a sus niños. Si está a punto de gritar, retírese y piense en lo que quiere lograr. Trate de disciplinar respetuosamente, con amor y límites. Dejarle saber a sus niños lo que espera que hagan, y seguir su conducta con consecuencias ayudará a reducir la gritería. Disfrute el tiempo que dedica a su familia. El mayor legado que puede dejarles es un hogar armonioso". y aquí viene el último punto que trato sobre el asunto siguiendo lo escrito por la Doctora: "¿Son sus niños muy diferentes a lo que usted esperaba? ¿Se pregunta a veces dónde aprendió su niña a ser tan extrovertida y voluntariosa, o por qué su niño es tan callado y reservado? Cuando entendemos el temperamento de los niños podemos apreciar más claramente su estilo único. El "temperamento" es la manera de responder primera y más natural de las personas. Es nuestra forma de ser y de desenvolvernos en el mundo. De la misma manera que algunos bebés nacen con mucho cabello y otros casi calvos, algunos niños son enérgicos desde su nacimiento y querrán interactuar con usted todo el tiempo, mientras otros están contentos jugando calladamente en la cuna mientras usted prepara la cena. Nuestros niños vienen a este mundo con un estilo propio particular. Los temperamentos no son buenos o malos, pero algunos niños son más difíciles de criar que otros. Mucho depende también del temperamento suyo, y de cuán compatibles son el temperamento de los niños con el de sus padres. Tendemos a disciplinar según nos disciplinaron nuestros padres, y de acuerdo a nuestra cultura y estilo de criar niños. Podemos disciplinar de manera respetuosa que comunica queremos que los niños aprendan lo correcto y no lo incorrecto, sin perder el control ni gritar. He aquí una manera de ofrecer amor y límites. El "tiempo fuera" es una reconocida y efectiva alternativa al pegar y regañar. Los padres de familia y los maestros lo utilizan para ayudar a los niños a calmarse y manejar su comportamiento. También es una manera en que los adultos que se sienten enojados pueden calmarse y distanciarse de un niño cuando la situación está descontrolándose. Hay diferentes maneras de hacer "tiempo fuera"; adapte lo sugerido aquí según su caso en particular. Los niños sensitivos pueden tener una reacción fuerte al ser enviados a otro cuarto para el "tiempo fuera", y los niños pequeños pueden mostrar renuencia a separarse de sus padres. En estas situaciones podemos usar una silla o el escalón inferior de unas gradas para el "tiempo fuera". El siguiente método funciona para muchos niños, mas si tiene problemas hable con su pediatra, maestra(o), o consejero(a). María: (4 años) "¡Papá, quiero más helado! ¡Por favor, papi, por favor!" Papá: "No, querida, ya hoy has comido muchos dulces." María: "Pero quiero más helado" (Gritando) Papá: "María, si sigues pidiendo no tendrás helado mañana. Deja de gritar." María: (Gritando) "¡Yo quiero más helado!" Papá: "Basta. Si no paras, irás a la silla de tiempo fuera." María: (No para, grita más recio) Papá: (Lleva a María y un reloj a la silla) "Pasarás 4 minutos en tiempo fuera. Sé que estás decepcionada, pero necesitas aceptar cuando te digo "No". Una vez cumplas el tiempo fuera saldremos a caminar como habíamos acordado." María: (Llora) Papá: "Regresa cuando la alarma del reloj suene, estaré esperando." El papá se retira, María solloza un poco y deja de llorar. Cuando termina el tiempo fuera, el papá no guarda rencor, le demuestra atención y cariño a María, y la lleva a caminar según acordado. María sabe por qué mereció el tiempo fuera. Se calma, y el papá evita entablar una batalla de gritos. Él quiere enseñarle a no gritar cuando no obtiene lo que quiere. Si él es consistente, ella aprenderá a no gritar cuando el papá dice "No". 16.2.- El ejemplo, disfrute de la disciplina. Decía André Maurois que "si conociéramos a los demás como nos conocemos a nosotros mismos, sus acciones más reprobables nos parecerían dignas de indulgencia". Cito esto en relación al porcentaje de conocimiento que tenemos de nuestros hijos e hijas y para demostrar que tal como somos posiblmente sean también ellos si es que alguna causa inesperada no cambia la secuencia. El ejemplo del padre y de la madre es esencial y necesario para que la disciplina de nuestros hijos e hijas sea algo para disfrutar o algo para odiar. Trabajamos para que ellos y ellas también aprendan a trabajar; estudiamos para que ellos y ellas también aprendan a estudiar; leemos libros para que ellos y ellas también aprendan a leer libros; practicamos deportes para que también ellos y ellas los practiquen; etcétera, etcétera, etcétera. En un texto del rabino Noaj Orlowek, bajo el título genérico de "Disciplinando a tus hijos" se nos dan varias normas útiles de cómo poder ser ejemplos para nuestros hijos e hijas. He aquí el texto: "Una disciplina efectiva comienza mucho antes de que se necesite corregir algo y depende de la relación de confianza entre el padre y el hijo. Las personas que mejor ejercen disciplina son las más amadas por aquellos a quienes reprenden. Esto es porque la disciplina efectiva depende de la relación entre la persona que está disciplinando y aquella que está siendo disciplinada. Si quieres que tus hijos hagan caso a lo que tienes que decir, tienes que prepararte de antemano para asegurarte de que te escucharán. Ellos deben estar seguros de que aquello que tienes para decirles es para su beneficio. Esto significa que una relación fuerte, amorosa y de confianza debe existir antes de que la primera reprimenda se escape de tus labios. Tienes que hacer que tus hijos sean tus discípulos. No es casualidad que la palabra "disciplina" deriva de la palabra "discípulo". Si es Importante Para Ti, es Importante Para Mí. El amor puede ser definido así: "Si es importante para ti, es importante para mí". Tienes que enseñarle esto a tus hijos, pues las palabras no son suficientes. Dale atención a tus hijos: Hazte tiempo para ellos y escúchalos. Cuando tu hijo de tres años viene a la casa balbuceando sobre su día en el Gan, tú estás cansado y piensas: "Esto es sólo un balbuceo". No apagues a tu hijo. Intenta hacerte a ti mismo a un lado y escúchalo. Si expresas que aquello que es importante para tu hijo no es necesariamente importante para ti, puedes estar seguro de que llegará el día en el cual tus hijos te enviarán un mensaje: "Lo que es importante para ti (papá), no es importante para nosotros". Una vez que hayas construido la "base de la disciplina" consérvala y construye una disciplina productiva siguiendo los siguientes principios: Mantén tu Distancia.- Siempre ten en mente que el castigo es para el beneficio de tu hijo, y no para tu beneficio. Esto requiere una dosis saludable de objetividad emocional. Mi maestro, Rab Simja Wasserman, de bendita memoria, dijo: "Tus hijos no son tuyos, sino que son un depósito de confianza hecho por Dios. Criarlo y educarlo apropiadamente es la manera de demostrarle a Dios que fue puesto en buenas manos. Mi maestro también dijo que cuando el niño se comporta mal es porque tiene un problema de disciplina y tú estás ahí para ayudarlo. Si ves a su problema como tu problema, entonces verás todo subjetivamente - con miedo y confusión - y perderás la habilidad de ayudar a tu hijo a mejorar su comportamiento (y también perderás credibilidad con él). Sé Específico.- Cuando guíes a tu hijo sé muy claro. Decirle a un niño: "Cruza la calle con cuidado" no es suficiente, porque "con cuidado" puede ser interpretado de muchas maneras. Tienes que ser específico: "Mira ambos costados, y sólo si vez que no hay coches, entonces cruza la calle". Generalmente es una buena idea el hacer repetir a tu hijo lo que has dicho. Puede ser que no hayas sido tan claro como pensaste. De esta manera, también evitas que tu hijo te diga después de haberse equivocado, que "no te entendió". Dale un Ejemplo.- En tiempos pretéritos solía ocurrir que los hijos veían modelos de disciplina en sus casas. Cuando varias generaciones vivían juntas, los hijos veían a sus padres escuchar a sus abuelos. Hoy en día, tenemos que hacer un esfuerzo considerable para dar el ejemplo. Cuando tus padres vengan a tu casa, asegúrate de que tus hijos vean cómo los honras y los respetas. Si tus padres son difíciles, ¡es incluso mejor! Cuando maduren, tus hijos verán las dificultades de la relación y tendrán el increíble ejemplo tuyo, en el cual les enseñaste que respetabas incluso a gente difícil, trayendo así la importancia de la disciplina a tu hogar. En las casas de personas observantes, los niños también tienen el ejemplo de sus padres respetando la ley judía. Sé Justo.- Asegúrate de que tu castigo sea proporcional al "crimen" y que sea impuesto de manera justa e imparcial. La función básica de un padre es preparar a sus hijos para la vida, y por lo tanto el castigo debe ser - así como muchas veces en la vida - una consecuencia natural del "crimen". Además, esto ayuda a eliminar cualquier sentido de resentimiento por parte del niño, ya que el mal comportamiento fue la causa natural de la consecuencia. Sé Firme.- Medir los límites es una tendencia humana natural. Tus hijos automáticamente quieren saber hasta dónde pueden llegar. Una vez que decidas algo debes apegarte a ello incondicionalmente. Esto no significa que debes ser un terco, pero debes prepararte para mantener tu postura. Si es necesario, tómate el tiempo para determinar la reacción o el castigo apropiado para que puedas estar seguro de que podrás vivir con lo que has escogido. Sé Consecuente.- Nunca prometas. Pocas cosas pueden llegar a destruir tu credibilidad tan rápido como una promesa sin cumplir. Si no cumples con una promesa, hay una gran posibilidad de que tu hijo nunca se olvide de eso, incluso aunque sea una promesa muy pequeña. En lugar de prometer di: "Voy a intentarlo..." o "si puedo...". Con la experiencia, tu hijo entenderá que esto es tan bueno como una promesa. Sé Amigable.- Si tu hijo percibe que está siendo reprochado porque estás enojado, y no porque él ha hecho algo erróneo, puede llegar a malinterpretar la razón por la cual está siendo reprendido. Sé amigable y mantén la calma. No dejes que pase mucho tiempo para responder a su comportamiento negativo, pero si necesitas, espera hasta que te tranquilices y puedas poner disciplina de la manera adecuada". Y a todo esto, ¿qué dice la Biblia sobre lo de ser padres modélicos para nuestros hijos e hijas?. He aquí lo que encuentro rastreando el Internet: " Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca de los padres cristianos?" Respuesta: El mandamiento más grande en la Escritura es este: "Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas." (Deuteronomio 6:5) Retrocediendo al verso 2, leemos, ".. para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tu, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados." Siguiendo los versos, más adelante dice, "Y esas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes" (versos 6-7). La historia hebrea revela que el padre debía ser diligente en instruir a sus hijos en los caminos y las palabras del Señor para su propio desarrollo espiritual y bienestar. El padre que era obediente a los mandamientos de sus Escrituras hacía esto justamente. La importancia primaria de este pasaje es la responsabilidad de los padres en el hogar de que los niños puedan ser criados en la "disciplina y amonestación del Señor", Esto nos lleva a un pasaje en el Libro de los Proverbios, 22:6-11; pero primeramente al verso 6, en el cual leemos, "Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo (conforme se haga mayor) no se apartará de él." Instruir, se refiere a las primeras enseñanzas que un padre y madre deben dar a su hijo, esto es; su educación temprana. El instruir tiene como objetivo colocar ante el niño la forma de vida prevista para él. El iniciar la educación del niño de esta manera es de gran importancia, al igual que un árbol sigue la inclinación de sus primeros tres años. Un pasaje del Nuevo Testamento que nos da una clara ilustración de la instrucción del Señor a un padre en relación con la crianza de sus hijos es: Efesios 6:4; este es un breve sumario de instrucción a los padres, representada aquí por el padre, expuesto de una manera negativa y positiva. "Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor." Aquí está lo que la Biblia dice acerca de la responsabilidad de los padres al criar a sus hijos. El aspecto negativo de este verso, indica que un padre no debe fomentar malos sentimientos en sus hijos por su severidad, injusticia, parcialidad o el irracional ejercicio de la autoridad. Eso solo servirá para ocasionar que el niño alimente rencor en su corazón. El aspecto positivo es expresado en una dirección comprensiva; esto es, educarlos, animarlos, desarrollar su conducta en todos los aspectos de la vida mediante la instrucción y amonestación del Señor. Esto es la instrucción (ser un claro ejemplo del modelo de un padre) o educación de un hijo - el proceso completo de educación y disciplina. La palabra "amonestación" contiene la idea de "poner en la mente del niño", que es el acto de recordarle al niño sus faltas (constructivamente) o deberes (responsabilidades de acuerdo a su edad y nivel de comprensión). No debe permitirse a los niños crecer sin vigilancia o control. Ellos deben ser instruidos, disciplinados y amonestados, para que adquieran conocimiento sobre el auto-control y la obediencia. Todo este proceso de educación debe ser en un nivel espiritual y cristiano (en el verdadero sentido de la palabra). Es la "disciplina y amonestación del Señor" el vehículo mediante la cual se alcanza el fin de la educación. Cualquier otro substituto o guía de educación, bien puede resultar en un desastroso fracaso. El elemento moral y espiritual de nuestra naturaleza es tan esencial y tan universal como el intelectual. Por lo tanto, la espiritualidad es tan necesaria para el desarrollo de la mente como el conocimiento. Nuevamente Proverbios 1:7 nos dice, "El principio de la sabiduría es el temor de Jehová." El padre cristiano es realmente el instrumento en la mano de Dios en materia de la paternidad. Así como el cristianismo es la única religión verdadera, y Dios en Cristo, el único Dios verdadero, el único posible camino para una educación provechosa, es la disciplina y amonestación del Señor. Todo el proceso de instrucción y disciplina debe ser aquél que Él prescribe y administra, para que Su autoridad pueda estar presente y esté en constante contacto con la mente, el corazón y la conciencia del niño. El padre humano nunca debe presentarse a sí mismo como la mayor autoridad que determine la verdad y el deber. Esto simplemente desarrolla el humano aspecto del "yo". Es solamente haciendo a Dios, Dios en Cristo, el maestro y el gobernante, en cuya autoridad todo es creíble y en obediencia a quien todo lo puede, que se logra alcanzar la meta de la educación. Las instrucciones de las Escrituras a los padres son siempre el ideal de Dios. A veces tenemos la tendencia de bajar esos ideales a nuestro nivel y experiencia humana. Tu pregunta, sin embargo, es saber lo que la Biblia dice acerca de ser un padre. He tratado de responderla de acuerdo a ella. He descubierto por la experiencia de ser el padre de tres hijos, cuánto he fallado respecto al ideal bíblico. Eso, sin embargo, no desvirtúa la Escritura y la verdad y sabiduría de Dios, para decir que "la Escritura simplemente no funciona." Hagamos un resumen de lo que se ha dicho. La palabra "provocar" significa irritar, exasperar, incitar, etcétera. Esto resulta de un espíritu y métodos equivocados, como es, la severidad, irracionalidad, autoritarismo, dureza, crueles exigencias, restricciones innecesarias, y obcecada terquedad sobre la autoridad. Tales provocaciones producirán reacciones adversas, menoscabando su afecto, obstaculizando su deseo por la santidad, y haciéndolo sentir que es imposible complacer a sus padres. (Yo lo se - he estado ahí, lo he hecho). Un padre sabio (desearía haber sido sabio) busca hacer la obediencia deseable y alcanzable mediante el amor y la gentileza. Los padres no deben actuar como tiranos ateos. Martín Lutero decía; "Mantén una manzana al lado de la vara, para darla al niño cuando hace bien." La disciplina en la educación y cultura general, debe ser ejercitada con una cuidadosa vigilancia y una enseñanza constante con mucha oración. El castigar, disciplinar y aconsejar por la Palabra de Dios, proporcionando tanto reprimendas como ánimos según se necesite, es indicativo de "amonestación". La instrucción proporcionada procede del Señor, es aprendida en la escuela de la experiencia cristiana, y administrada por los padres (el padre) La disciplina cristiana es necesaria para prevenir que los hijos crezcan sin reverencia a Dios, respeto por la autoridad paterna, conocimiento de los estándares cristianos y hábitos de auto-control. "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra." (2 Timoteo 3:16,17). Esto es lo que dice la Biblia acerca de ser un padre. La manera y los métodos que los padres puedan utilizar para enseñar la verdad de Dios, necesariamente serán variables. Pero esas verdades deberán estar siempre disponibles para ser aplicadas sobre cualquier vocación en la vida, viviéndolas y haciendo de ellas un estilo de vida. Así como el padre es fiel en su papel formativo, lo que el niño aprenda acerca de Dios, permanecerá en él/ella en buen lugar a través de toda su vida, sin importar lo que hagan o dónde vayan. Ellos aprenderán a "amar al Señor su Dios con todo su corazón, con toda su alma, y con toda su fuerza" y desearán servirle en todo lo que ellos hagan". Termino el punto a tratar con este otro texto del Pastor Tony Hancock (que es uno de sus famosos sermones): "El padre cristiano tiene una gran responsabilidad y una gran oportunidad. Tiene el poder para influenciar, para bien o para mal, la vida de sus hijos. Tiene la oportunidad de dejar huellas sobre el futuro del mundo, mediante la forma en que trata a sus hijos. Un estudio realizado en 1987 descubrió que el 60% de los violadores violentos había crecido en hogares sin padre. Para aquellos años, el porcentaje de hogares sin padre estaba entre el 20 y el 30%; claramente, la falta de padre perjudica el futuro del hijo. Las niñas que crecen sin la presencia o la influencia del padre también se encuentran perjudicadas. Tienen más posibilidades de perder la virginidad siendo aún jóvenes, y de convertirse también en madres solteras. Es obvio que el padre juega un papel muy importante en el diseño divino para el hogar cristiano. ¿Qué nos dice la Biblia acerca del papel de padre? Nos muestra el valor y la importancia del padre, pues Dios es Padre, y él da honor al papel del padre llamándose por este nombre. De hecho, la Biblia nos muestra que I. Tenemos un Padre perfecto en el cielo Dando instrucciones a sus discípulos acerca de la forma en que se debían de tratar unos a otros, Jesús dice lo siguiente: "No llamen 'padre' a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, y él está en el cielo". (Mateo 23:9) Esta instrucción se da en el contexto de las instrucciones acerca de la forma en que se tratarían entre sí sus discípulos; es claro que se aplican a las relaciones en la iglesia, y no se aplican a las relaciones familiares. Jesús no nos prohíbe, en otras palabras, decirle "papá" a nuestro padre humano. Más bien, nos señala una realidad grandiosa. Si somos creyentes, tenemos un Padre perfecto en el cielo. Ya mencionamos que la Biblia nos muestra la importancia del padre humano. Sin embargo, es interesante notar que la Biblia nos da pocos ejemplos de buenos padres humanos. Aun los héroes bíblicos solían ser malos padres. David, por ejemplo, falló en la disciplina a sus hijos, como también lo hizo el sacerdote Elí. Los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob también fueron malos padres. La historia bíblica nos demuestra que es difícil encontrar a un padre humano que no tenga fallas. Por esto, es tan importante llegar a conocer a nuestro Padre celestial, porque él es el único padre perfecto. Puede ser que nuestro padre humano haya dejado heridas en nuestro corazón debido a las fallas de su carácter. El pecado humano nos afecta a todos. En Dios podemos encontrar ese Padre perfecto que llena perfectamente la necesidad de nuestro corazón. Medita en los atributos de nuestro Padre celestial, y aprende a relacionarte con él como Padre. Quiero mencionar sólo tres de estos atributos. Nuestro Padre celestial, como Padre perfecto, es compasivo. Nos dice el Salmo 103:13: "Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos". El Señor es paciente, es compasivo. Él conoce nuestras debilidades, y nos levanta una y otra vez cuando caemos. Quizás tu padre no fue muy compasivo. Quizás te maltrató de maneras que dejaron cicatrices en tu cuerpo y en tu corazón. Quizás esperó hasta lo imposible de ti, sin aceptar que pudieras fracasar. Gary Smalley y John Trent cuentan la historia de Keith Hernández, uno de los jugadores de béisbol más exitosos de nuestros tiempos. Ha recibido numerosos premios por los talentos que ha usado con tanto esmero en el deporte. Sin embargo, a Keith le faltó una cosa: la aprobación de su papá. En una entrevista, contó la siguiente historia. Un día, Keith le dijo a su papá: Tengo un promedio en el bate de .300. ¿Qué más quieres que haga? Su papá le respondió: Algún día vas a mirar para atrás y decir: Pude haber hecho más. ¡Pude haber hecho más! El éxito no fue suficiente. ¿Cuántos padres hay que nunca están satisfechos con sus hijos? Les dicen: Eres una vergüenza para la familia. Esperé mucho más de ti. Dios no es así. Él es compasivo. Conoce nuestras debilidades, y nos extiende la mano para levantarnos. Lo hizo enviando a su Hijo Cristo para ofrecerse en sacrificio por nuestros pecados, dándonos una segunda oportunidad. Como buen Padre, Dios también es proveedor. Dice Santiago 1:17: "Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes". Todo lo bueno que tenemos viene de Dios. Él provee para cada necesidad de sus hijos. Tristemente, la humanidad muchas veces no comparte esa provisión. Algunos se mueren del colesterol, mientras otros se mueren de hambre. La provisión de nuestro Padre celestial, sin embargo, es perfecta. Él ha derramado bendiciones sobre nosotros. Puedes confiar en la provisión de tu Padre celestial. Aunque tu padre humano haya derrochado el dinero en el licor, o por algún otro motivo no haya suplido tus necesidades, puedes confiar en la bondad de tu Padre celestial. Confía en él. Pruébalo. Verás que él es fiel. Como buen Padre, Dios tiene otra cualidad; una que a veces no nos gusta, pero nos conviene. Dios es disciplinador. Nos lo dice Proverbios 3:11-12: "No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere". Dios nos disciplina en amor, para la formación de nuestro carácter y para acercarnos a él. Quizás tuviste un padre humano que no te disciplinó, sino que más bien te castigó con furia. O quizás, en lugar de ser muy severo, fue demasiado indulgente. Como resultado, no aprendiste a manejar tus impulsos, y te has metido en problemas como resultado. Aprende a apreciar la disciplina amorosa del Señor, que es siempre para nuestro bien. Cuando su Espíritu te convence de algún pecado, no lo resistas; más bien, acepta con gratitud su dirección. Cuando las circunstancias de tu vida te lleven a reflexionar, considera lo que Dios está haciendo en ti para tu bien. Tenemos un Padre perfecto en el cielo, y todos podemos disfrutar de su presencia y su poder en nuestras vidas. Podemos vivir como sus hijos, por medio de la fe en su Hijo unigénito, Jesucristo. Este Padre celestial que tenemos todos hace un llamado especial a los padres humanos. II. Nuestro Padre celestial llama a los padres humanos a reflejarle a sus hijos Ningún padre humano es perfecto. Sin embargo, tenemos una responsabilidad suprema de ser lo mejor que podamos. La verdad es que las estadísticas nos muestran que hay mucho trabajo que hacer en esta área. Según un estudio realizado en la Universidad de Cornell, los padres pasan un promedio de 37.7 segundos al día con sus hijos. ¡Esto es menos de 5 minutos a la semana! En cambio, los niños miran un promedio de 54 horas de televisión por semana. ¿Cuál tendrá más impacto sobre sus vidas? ¿Los cinco minutos con papá, o las 54 horas con esa pantalla? Padre, aprovecha la oportunidad que tienes de dejar huellas sobre la vida de tus hijos, antes de que sea muy tarde. Dios te llama, en primer lugar, a instruir a tus hijos en la fe. Hay muchas personas que consideran que éste es el trabajo de la madre. Ciertamente hay que darle gracias a Dios por las muchas madres fieles que han impactado las vidas de sus hijos para bien. Sin embargo, la Biblia pone mucho más énfasis sobre la responsabilidad del padre. Por ejemplo, Proverbios 4:1 nos dice: "Escuchen, hijos, la corrección de un padre; dispónganse a adquirir inteligencia". El libro de Proverbios toma la forma de instrucciones que un padre le da a su hijo. Obviamente, Dios considera que los padres juegan un papel vital en la formación del carácter de sus hijos. De igual manera, leemos en Proverbios 13:1: "El hijo sabio atiende a la corrección de su padre, pero el insolente no hace caso a la reprensión". El hijo sabio escucha la corrección de su padre, pero... ¿qué del hijo cuyo padre lo no corrige? ¿Qué del hijo cuyo padre está muy ocupado en el trabajo, muy enfocado en el partido, muy entretenido con sus amigos, y no tiene tiempo para darle palabras de orientación y de dirección? Claramente, si este niño crece sin formación moral y espiritual, el padre llevará la culpa. Si consideramos el ejemplo de los Proverbios, libro que a todos nos convendría leer repetidas veces, notamos que el padre ejemplar no sólo da instrucciones a sus hijos, sino que razona con él. Es muy tentador decir al hijo: Haz esto, y no hagas aquello, porque yo te lo digo. El padre sabio, sin embargo, busca oportunidades para dar explicaciones a su hijo, para ayudarle a entender el porqué de las cosas, y sobre todo para ayudarle a ver el mundo desde una perspectiva cristiana. Dios también llama a los padres a contar a sus hijos las proezas de Dios. Lo vemos en el Salmo 44:1. Dice así: "Oh Dios, nuestros oídos han oído y nuestros padres nos han contado las proezas que realizaste en sus días, en aquellos tiempos pasados". El salmista conocía las obras grandiosas de Dios porque su padre se los había contado. Padres, ¿les cuentan a sus hijos las obras grandiosas de Dios? No me refiero solamente a las historias bíblicas, aunque son muy importantes. También me refiero a la historia familiar de contacto con Dios. ¿Saben tus hijos cómo conociste al Señor? ¿Conocen la diferencia que ha hecho en la vida de la familia? Cuéntales lo que Dios ha hecho. Cuéntales de sus grandes obras. Que sus oídos oigan las grandes proezas del Señor, para que ellos también lo alaben. Si vamos a instruir a nuestros hijos en la fe, y contarles las proezas de Dios, es necesario estar con ellos. Una de las pérdidas más graves que enfrentan muchas familias es la pérdida de la hora de comida familiar. Papá llega cansado del trabajo, los niños quieren ver su caricatura favorita, y lo más fácil es que todos coman por su lado. Hermanos, no lo hagan. Propónganse comer juntos como familia por lo menos una vez al día. Apaguen el timbre del teléfono o dejen el contestador prendido. Apaguen la televisión. Siéntense juntos, y hablen como familia. Éste es un momento excelente para hablar de las tensiones de la vida, de orar juntos, y de leer algunos versos bíblicos o algún devocionario. Tenemos que comer. ¿Por qué no hacerlo juntos? Estos momentos de compañerismo y de comunicación son oportunidades para ir creando lazos que durarán por siempre, lazos de amor hacia Dios y de comprensión familiar. Padres, muestren a sus hijos la cara de nuestro Padre celestial. Ojalá que algún día puedan decir: Pude ver a Dios en mi papá. El me mostró cómo es el Señor. Que ésta sea nuestra meta hoy y siempre". 16.3.- Los límites de la autoridad. Arturo Graf, escritor y poeta, expresó lo siguiente: "Es ya un buen maestro el que no ata, constriñe o desnaturaliza el alma del alumno". Coloquen al hijo en lugar del alumno... por otra parte el pensador y filósofo Séneca decía: "Remedio de la injuria es el perdón". Pongan al hijo como el injurioso. Es necesario, muy necesario, coloquiar con nuestros hijos e hijas pero esto no quiere decir, por el hecho de que es un coloquio, que tengamos una ilimitada autoridad sobre nuestros hijos y nuestras hijas. Debemos aprender a saber cuáles son los límites de nuestra autoridad sobre ellos. Vean y lean lo que ha escrito Rebeca Reynaud sobre el tema: "La educación familiar es un binomio: "cariño y sistema". Toda la educación se puede resumir en dos palabras: "cariño y sistema", o bien "amor y autoridad". Es un binomio inseparable y, si falta uno de los dos, la educación se desequilibra. Una educación integral toma en cuenta la educación del carácter; es decir, la asimilación de las virtudes humanas. Existen 187 virtudes o comportamientos éticos. Se ha de centrar la atención de los hijos en el desarrollo de sus mayores posibilidades. Hay que educar hijos autónomos -que no quiere decir independientes-, que tengan el gobierno de sí mismos, que actúen de acuerdo a lo que su conciencia les diga. Antes, claro está, deben de formar bien su conciencia. La Doctora Marveya Villalobos dice que "la auténtica paternidad es la espiritual; es el acompañamiento que le demos a las personas, que se sepan queridos y, sobre todo, aceptados. Lo más trascendental de lo humano es lo inmaterial: el acompañamiento. Es necesario que los hijos aprendan a decidir y a asumir las consecuencias de sus decisiones. Si permitimos que los hijos de comporten en base a sus impulsos -como puede ser la ira-, se inhiben sus capacidades". ¿Qué quiere un hijo? Ser escuchado, ser querido y ser aceptado. A un hijo se le ha de corregir cuando actúa mal -con serenidad y en el momento adecuado-, de otro modo siente que le falta el apoyo de la autoridad paterna o materna, pero luego le ha de quedar claro que se le ama y se le acepta. Cuando al hijo no se le ponen reglas -por blandura de parte de los padres o por falta de carácter-, ese hijo sufre, no sabe a qué atenerse, siente que le falta "algo", y ese "algo" es el respaldo de la autoridad. Es más fácil decir que sí a los hijos, que decirles "no", pero es necesario ponerles límites, por su mismo bien, para que haya orden y ley, y para que no se vuelvan tiranos. Los dos grandes pecados de la familia, dice la doctora Villalobos, son la ignorancia y el egoísmo. Hay que conocer a los hijos, hay que darles tiempo y energía. La única manera de ayudarlos a que fortalezcan su voluntad es ayudándolos a tener más tolerancia a la frustración, a saber afrontar lo difícil y lo desagradable con optimismo y espíritu de lucha. La única tarea de los padres es hacer hijos buenos. Ser hijos buenos implica ser buenos amigos, buenos estudiantes, buenos hermanos, buenos novios, buenos esposos, buenos padres, buenos ciudadanos, etcétera. Para que los hijos sean buenos hay que escucharlos, orientarlos y aceptarlos. Hay que ayudarlos a que sean capaces de recuperarse de los golpes de la vida, de personar y de adaptarse a las circunstancias. Los hijos son seres de aportaciones, pueden llegar a ser focos de iniciativas, por eso hay que escucharlos, ayudarles a pensar en los pros y los contras de sus decisiones. Muchas veces lo que no habían pensado por sí mismos, lo piensan cuando lo hablan con sus padres y amigos, pues el exponer los proyectos les ayuda a profundizar. Cuando un padre de familia o un profesor quiere educar, decide buscar los medios adecuados para lograr la mejor instrucción, se hace más consciente de la profundidad o la falta de profundidad de las virtudes en sí mismo y en los demás. Toda virtud procede del amor y del propio conocimiento. Por lo tanto, la profundidad del amor y la humildad en el corazón dicta la profundidad de toda virtud. Lo que más ilustra a los hijos y a los alumnos es la ejemplaridad, es el medio por excelencia para educar, asimismo la congruencia. Hoy que se discute tanto sobre si se ha de dar educación sexual en el Jardín de Niños o no, es obvio que serviría mucho más darles una educación en las virtudes humanas, es decir, educación de la voluntad para que sean niños que tengan hábitos buenos, que sean generosos, templados, fuertes, sinceros, honestos, responsables, alegres y respetuosos de los mayores. Benedicto XVI dijo recientemente: Tened un gran respeto "por la institución del sacramento del matrimonio. No podrá haber verdadera felicidad en los hogares si, al mismo tiempo, no hay fidelidad entre los esposos (...). Al mismo tiempo Dios os llama a respetaros también en el enamoramiento y en el noviazgo, pues la vida conyugal que, por disposición divina, está destinada a los casados es solamente fuente de felicidad y de paz en la medida en que sepáis hacer de la castidad, dentro y fuera del matrimonio, un baluarte de vuestras esperanzas futuras" Discurso del Papa a los jóvenes en el estadio de Pacaembu, en Sao Paulo, Brasil (Zenit, 9 mayo 2007)". Sigamos ahondando en el tema. En las páginas de "Baobab Parents" encuentro algo importante para traerlo a mi Ensayo (viene en Internet bajo el título de "El ejercicio de la autoridad en la familia": "Los padres llevan a cabo la representación de un papel que les ha venido al fundar una familia, tener que ejercer la autoridad en la misma" Una de las acepciones de la palabra autoridad en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua es "carácter o representación de una persona por su empleo, mérito o nacimiento". Así pues, los padres llevan a cabo la representación de un papel que les ha venido al fundar una familia, tener que ejercer la autoridad en la misma. El ejercicio de la autoridad tiene varias fases: a) Conocimiento de las metas comunes que tienen los miembros que forman el grupo. La familia como grupo humano está compuesta por personas que tienen niveles distintos de maduración, de responsabilidad, pero que tienen unos vínculos, espacios y metas comunes. Esto no es percibido conscientemente cuando los hijos son pequeños, pero al madurar lo asumen de manera implícita. b) Comunicar y consensuar con los otros miembros lo que quiere conseguir quien ejerce la autoridad. Quien ostenta la autoridad tiene que saber qué quiere para el grupo. Necesita de un tiempo de clarificación personal. Cuando lo ha realizado, precisa exponerlo de manera explícita a los otros que forman el grupo, de forma verbal como a través de su conducta y decisiones para hallar el consenso entre los miembros del grupo. c) Cumplir y hacer cumplir las metas marcadas y consensuadas. Pero no basta que todos los miembros del grupo sepamos qué hay que hacer, es necesario que se lleve a la práctica lo previsto. Es la capacidad de mover que tiene quien ejerce la autoridad, ya sea por su fama o prestigio, ya sea por procedimientos más coactivos. Prescindir de las fases puede dar lugar a deformaciones de la autoridad. Cuando se prescinde de comunicar y consensuar entre los miembros las normas, surge el autoritarismo -ejercicio arbitrario de la autoridad-; cuando no se cumplen ni se hacen cumplir las normas marcadas y consensuadas, se instala el abandonismo -la renuncia a la autoridad. Los padres tienen autoridad por el hecho de ser padres. Pero la autoridad se mantiene, se pierde o se recobra por el modo de comportarse. La autoridad se mantiene o se recobra por el prestigio. Esta afirmación es equivalente a la de "educamos por lo que somos". Es decir, por la congruencia entre lo que somos, lo que hacemos y lo que decimos. ¿Cómo se tiene prestigio con los hijos?: ▪ Por el buen humor: Hay diferentes estilos personales, pero todos se apoyan en el optimismo -saber descubrir primero lo positivo de cada persona y de cada situación- y en la confianza. ▪ Por la serenidad: Porque asegura las mejores condiciones para actuar con sensatez y con flexibilidad. El nerviosismo, por el contrario, empeora la situación y, desde luego, desprestigia. Han de vernos serenos, sin dar paso a la ira o al enfado por nimiedades; han de vernos que no sacamos las cosas de quicio... Se puede comprobar, además, cómo los hijos adoptan conductas más serenas cuando están ante una persona tranquila, que no responde con cólera sino con un tono de voz sosegado y conciliador. ▪ Por la paciencia: Los padres tienen un sexto sentido que avisa cuándo y cuánto es necesario volcarse con cada uno, a causa de una enfermedad, unos problemas en clase... ▪ Por mantener una línea de actuación sin dar bandazos, graduando la exigencia según las circunstancias, sin dejar nunca de exigir y exigirse-. Desprestigia el dramatismo, el echar en cara, el lamentarse, los falsos juicios... ▪ Por el interés con que se sigue el estudio y los problemas de los hijos, sabiendo apreciar el esfuerzo que se hace, aunque no se traduzca en resultados. Escuchar y dedicar tiempo a "sus problemas" que, aunque nos parezcan nimiedades pueden pesar como losas para ellos. Pero si les apartamos a un lado porque nosotros sí estamos haciendo algo importante (ver la TV, terminar un informe, descansar...), cada vez será más difícil que nos cuenten sus cosas. ▪ Cuando los padres van por delante en lo que exigen de sus hijos: Sin ser perfeccionistas, que conozcan sus fallos y limitaciones, y sus esfuerzos por superarlos. ▪ Cuando se fomenta el prestigio del otro cónyuge: Aprovechar toda ocasión para destacar, discretamente, en una conversación privada con cada hijo, los puntos fuertes del otro cónyuge es una forma de potenciar la autoridad del otro. De un modo sugerente: "¿Te has fijado en tal aspecto de tu padre o madre...?" Y, a continuación, pasar a otra cosa en la conversación. La autoridad de los padres se refuerza cuando.... ▪ Hay acuerdo en cómo educar a los hijos, y en cómo armonizar la autoridad paterna y materna para una mejor educación de cada hijo. La autoridad de los padres ha de ser complementaria, no excluyente, no delegada de uno en otro cónyuge. ▪ Se apela al razonamiento al diálogo, se potencia la responsabilidad de los hijos por aproximaciones sucesivas. Huir tanto del sobreproteccionismo como del desentenderse cuando pueden necesitar ayuda. ▪ Se llega a acuerdos en temas puntuales con los hijos. Se pueden concretar dichos acuerdos mediante contratos de conducta. El llegar a una conducta-meta en los hijos conlleva el descomponerla en los pasos mínimos sucesivos, que hay que reforzar las aproximaciones a la conducta meta y extinguir la conducta a eliminar. ▪ Se evita el sermonear reiterativo porque suele tener un efecto contrario al buscado. Si hay que decir algo a alguien, se dice a solas, de manera clara, con formulación positiva, llegando a acuerdos y fijado el tiempo de revisión de los mismos. ▪ Somos firmes cuantas veces sea necesario, pero sabiendo cambiar a actitudes de flexibilidad y cariño siempre que sea preciso. ▪ Se presta atención al buen comportamiento, a los aspectos positivos que tiene toda persona, y no se atiende únicamente a las conductas desadaptativas. ▪ Se explica con razonamientos por qué los corriges, y se respeta a la persona y se le ayuda a mejorar en los defectos que tiene. Hay que demorar la entrevista para corregir a un hijo nuestro, si no tenemos la suficiente serenidad para hacerlo en este momento. No tratar de vencer sino de convencer. Es la fuerza de la razón quien se ha de imponer y no la de los años. ▪ Se le da suficiente autonomía y libertad poco a poco, según el uso correcto que van haciendo de ella. Saber "ir soltando poco a poco las amarras" del niño y sobre todo del adolescente, quedándose atentos por si hace falta ayuda en algún momento". Hay aquí, en esto de los límites paternos, un punto que quiero dejar muy en claro. Voy a ver si consigo acertar a explicarlo. Yo nunca he sido partidario de corregir a un niño (y menos aún a una niña) a base de darle varazos. Cuando yo me casé con mi esposa, a la hora de tener nuestras dos niñas llegamos al tácito acuerdo de que si alguien tenía que dar un azote a alguna de ellas para corregirla algún mal comportamiento, siempre sería ella y no yo quien lo hiciera. ¿Saben por qué?. Porque la mano del hombre siempre es mucho más dura que la mano de una mujer. La mano de un hombre castigando a un niño o a una niña deja secuelas no sólo físicas sino, lamentablemente para quienes la sufren, psicológicas e inolvidables. Jamás puse la mano encima a ninguna de mis dos hijas (sólo mi esposa les dio algún ligero azote y casi no recuerdo que lo haya utilizado dicho método) y mis hijas siempre fueron y son modélicas en sus comportamientos para con ellas mismas y para con los demás. Y si no estoy de acuerdo en que sea la mano del varón la que se ponga encima de un niño o una niña para corregir alguna mala conducta... ¡mucho menos soy partidario de que se les azote con varazos!. He visto ya varios casos en mi vida en que el uso de la vara en los hogares y hasta en los colegios sólo han dado como resultado la animaversión de los hijos y las hijas y la malformación de su autoestima. Podrán decirme algunos creyentes que sí es necesario algún varazo que otro. Yo no puedo aceptar esa forma de corregir defectos. El diálogo con los hijos y las hijas hay que llevarlo hasta el máximo de nuestras posibilidades y si no resultase efectivo basta y sobra con algún castigo no físico o que sea la madre la que de un azote a tiempo para corregir. Es mi manera de pensar y mi forma de ser y a mí me ha dado excelentes resultados. ¡Jamás el varón debe poner la mano encima, con la dureza que tiene la mano varonil, sobre su niño o su niña!. Lo dejo bien claro para no confundir. Un azote dado a tiempo, por la mano de la mujer, es más que suficiente para que el níño o la niña aprenda que existen normas que no deben ser rebasadas pero el uso de la vara o la bofetada del padre es, para mi forma de pensar y de ser, saltarse el límite de nuestra autoridad sobre los hijos y las hijas. Aprenden mucho más cuando se razona con ellos y con ellas y, para eso, hay que estar preparados. Los varones tenemos una exigencia que no podemos rechazar si es que hemos tenido hijos y/o hijas: la de educar por medio de la amonestación verbal y el diálogo convincente. ¿Cuántos varones están preparados para eso?. Supongo que muchos... pero la vida me ha enseñado que otros muchos deberían haber aprendido a ser padres antes de serlos. Los hijos y las hijas no nos pertenecen. Pertenecen a Dios. Y si Dios es benévolo con nosotros y dialoga con nosotros en vez de darnos varazos... ¿a dónde conduce esta práctica antigua y vergonzosa?. Conduce al futuro rechazo y rebeldía del hijo o la hija que nunca olvida... porque hemos rebasado el límite de nuestra autoridad empleando la fuerza bruta. Y si es tremendamente negativo y autoritario o despótico tratar de disciplinar a los hijos o las hijas con la fuerza bruta dentro de la familia... todavía es menos aceptable aún que quienes ejerzan esa fuerza bruta sobrepasando sus límtes legítimos y legales (pero "con fronteras" a no rebasar), sean los maestros o las maestras y los dirigentes de los colegios. Los jardines de infancia, los colegios, las escuelas, las academias, las universidades... son centros de formación cultural, de conocimientos y hasta de intelectualidad y en ellos debe impregnarse a los alumnos y alumnas los valores cívicos y sociales pero no tienen ninguna clase de autoridad para castigar físicamente o psicológicamente a ningún alumno o alumna. Esa prerrogativa, en todo caso, recae exclusivamente en los padres y las madres de los alumnos. Lo que sí pueden hacer en los colegios y demás centros de enseñanza es, antes alumnos y alumnas problemáticos/as o maleducados/as, ponerse en contacto directamente y lo más pronto posible con los padres y las madres de dichos alumnos o alumnas (en caso de ausencia de éstos hacerlo con sus tutores) para que sean éstos quienes tomen las medidas que crean oportunas. Porque la frase de "la letra con sangre entra" es ya obsoleta, desfasada, brutal y antidemocrática. Ningún profesor o profesora y ningún director o directora de colegio cristiano o no cristiano tiene derecho alguno a dar varazos a sus alumnos y alumnas. Lo digo porque en mi experiencia como padre y como maestro he visto casos verdaderamente patéticos en donde el final ha resultado ser una malformación de la personalidad, una alteración de la voluntad con su consiguiente baja estima, una rebeldía total, una desubicación social y hasta casos de suicidios. 16.4.- Manipulaciones paternas y maternas. ¿Quieres más a papá o quieres más a mamá?. Con esta estúpida y necia frase se inician, en algunos hogares todavía, las primeras manipulaciones de los padres y de las madres para ganarse la confianza y el cariño de un hijo o una hija a costa, y esto es lo grave, de despertar en ellos y ellas aversión hacia la otra parte del matrimonio. Los padres lo hacen cuando no tienen suficiente personalidad ni autoestima como padres y las madres lo hacen para hacerse las "mártires" ante los hijos y las hijas. Esto produce, desde los más tempranos años de la infancia, una querencia impuesta, desde el exterior a los niños y niñas, hacia una de las partes del matrimonio y, de rechazo, una reación aversa hacia la otra parte del matrimonio. ¿Hay algo más necio y estúpido que entrar en esta cadena de despropósitos cuando de lo que se trata es de formar una familia unida?. Con este el título de "¿A quién quieres más, a papá o a mamá?" he encontrado el siguiente texto: "En conjunto, la madre y el padre deben ganarse el respeto y el cariño de su(s) hijo(s). Laura anda con la onda de las discotecas. A su papá no le parece nada bien la idea de que su hija regrese a casa más tarde de las 12:30 de la madrugada, sobre todo porque al día siguiente tiene examen. Mantiene una larga, y por momentos áspera discusión con su hija y al final, la decisión paterna prevalece: Regresa temprano, y punto. Laura, con un gesto de impotencia, dirige la mirada hacia donde se encuentra su mamá, en espera de que ella le guiñe el ojo para con esto confirmar que otra vez se saldrá con la suya. Laura está segura de que ya tendrá por la noche una cómplice que le cuide la espalda al llegar más tarde de lo estipulado por su papá y... ¿adivinen quién será esa cómplice? ¡Nada menos que su mamá!. Si en esos momentos alguien le pregunta a Laura: ¿A quién quieres más: a tu papá o a tu mamá?, de seguro que, al menos por la emoción del momento, no dudaría en preferir a quien responde como a ella le conviene, sin pensar en que tal vez, el que en verdad tiene la razón, y la cuida porque la quiere, es su papá. Sucesos como estos pueden propiciar desacuerdos entre los cónyuges y situaciones de conflicto en familia. A Laura, le resulta fácil percibir por dónde puede convencer a sus padres, como quien dice, por dónde doblan el brazo, ya que les tienen bien tomada la medida. Este conocimiento que tiene de sus papás, le permite aprovecharse de las circunstancias para así imponer su voluntad. Parece una contradicción pero, en estos casos, el papá consentidor que no se porta congruente con las normas impuestas en casa, y que además va en contra de lo que opina el cónyuge, lejos de complacer totalmente a sus hijos, más bien los decepciona. A primera vista, los hijos sí parecen quedar satisfechos por el permiso conseguido, pero en el fondo, perciben que algo no anda del todo bien en el hogar. Obviamente se dan cuenta de la falta de armonía que existe justamente en la pareja que tiene el deber de educarlos. Son los padres de familia quienes deben brindar seguridad, cariño y formación integral a los niños. Cuántas veces los adultos juegan con frases como éstas: ¿A quién quieres más: a papá o a mamá? ¿Quién es más regañón? ¿Qué pensarán esos niños? Un niño normal, en un hogar normal, contestará que los quiere igual a los dos, tanto como ellos lo quieren a él. Cuando papá y mamá unen esfuerzos y caminan en la misma dirección, su autoridad como padres de familia surge natural. Entonces se da una familia armoniosa, unos hijos que saben de antemano lo que sus padres esperan de ellos y viceversa. Para buscar la armonía familiar: 1. Siempre que surjan discusiones, habrá que hacerlas en privado, nunca delante de los hijos. 2. No se debe tomar a ningún hijo como cómplice. Evitar frases como no se lo digas a tu mamá, sino por el contrario, poner especial atención en reafirmar la autoridad de la pareja en todo lo que se presente. 3. Los padres deberán dejar entrever lo mucho que se aman delante de los hijos, por medio de algunas frases cariñosas y detalles de atención. 4. No contradecir al cónyuge delante de los hijos, mucho menos si se trata de temas que atañen a la formación humana de los chicos. 5. No convertir a la pareja en el ogro y la bruja: ya verás cuando regrese tu papá, cómo te va a ir, le voy a decir a tu mamá. De esta manera no se logra el cariño y respeto de los niños". Soluciones a esta problemática, según el psicólogo Luciano Montero: "Es frecuente que los niños de dos años sientan predilección por uno de sus padres. A veces, es una situación difícil para papá y mamá. Si esto ocurre, no desesperes: ármate de paciencia y espera, normalmente esta etapa es pasajera. Es frecuente que los niños pasen con mamá la mayor parte del tiempo, que sea ella quien los cuide, los mime, los consuele y satisfaga sus necesidades en el día a día. Lo más habitual es que sea ella quien ocupe el primer lugar en la jerarquía de apego del pequeño. También puede ocurrir que la llegada de papá suponga una novedad tan atractiva, que su compañía sea tan deseada, que sea tan animado y divertido jugar con él... que su presencia parezca eclipsar a mamá. Con dos años, los niños muestran sus gustos y deseos sin disimulos: a ratos quieren estar con papá y a ratos con mamá y nos lo harán saber, sin que esto indique que quieran más a uno que a otro. Cuando nos encontramos con un favoritismo muy acentuado y persistente por papá o por mamá debemos investigar las causas. Quizá tenemos a ese papá tan comodón al que no sólo no le molesta que su hijo esté siempre pegado a su madre, sino que le viene de perlas. Así no tiene que ocuparse nunca de cuidarle, y tampoco de jugar con él ni darle un triste paseo. También hay madres acaparadoras que quieren ser las protagonistas absolutas del mundo afectivo de sus hijos, sin admitir interferencias de terceras personas. Aunque el padre tenga toda la buena intención del mundo, puede sentirse excluido de la educación de su hijo. Si realmente quiere colaborar, debe recuperar el lugar que le corresponde con un poco de convicción, perseverancia y habilidad. Otro caso típico es cuando una mamá que dedica mucho tiempo y energía a cuidar y educar a sus hijos se encuentra con una situación que le resulta injusta. Aparece papá y se convierte en la estrella indiscutible, mientras ella se siente ignorada. Es posible que mamá sea la única que se encarga de enseñar a los niños ciertos hábitos, inculcarles lo que está bien o mal, y afrontar alguna que otra rabieta. Papá, en cambio, viene cansado del trabajo y, para un rato que está con los niños, lo que quiere es «disfrutar con ellos». Una especie de rey mago al que sólo le toca jugar, halagar y complacer. Ya desde pequeñitos, una parte de la educación pasa por crear hábitos, horarios y rutinas en los niños, lo que exige coherencia y perseverancia. Si sólo uno, papá o mamá, se encarga de hacerlo y el otro pasa se establece una nefasta división de papeles: uno malcría y al otro le toca hacer de ogro. Padre y madre deben asumir por igual la responsabilidad de mostrar su autoridad e inculcar normas y límites adecuados a la edad de sus hijos. Es importante que la pareja dé muestras de unión, cariño y respeto mutuos. Además, es muy importante que los niños no crean que sus padres rivalizan por su cariño o su atención. No hay que ofenderse ni tomarse como algo personal que nuestro hijo muestre preferencia por el otro cónyuge. Tampoco hay que reaccionar mostrando rechazo hacia el pequeño porque es doloroso para él. Lo mejor es soportar el culto a uno de los padres con paciencia, sin sentirse acomplejado, pero tampoco tratando de cortejar al pequeño para atraerlo. Mientras dure el rechazo, los padres debemos actuar como siempre. Por último, no olvidemos que un enfado persistente o un rechazo intenso del niño hacia papá o mamá pueden encubrir, por ejemplo, una crisis de celos por el nacimiento de un hermanito u otra circunstancia dolorosa para él. Es necesario tomar nota, tratar de comprenderle y procurar mejorar la situación". Bajo mi propio criterio y punto de vista, cuando un padre o una madre intenta ganarse el amor y cariño de su hijos o hijas a costa de menospreciar el importante rol de la otra parte de la pareja, es un caso de egolatría suprema. Querer todo el cariño y el amor del niño sin compartirlo con la otra parte de la pareja matrimonial es, bajo mi parecer, no sólo un profundo síntoma de celos y de egolatría sino, además, un conflicto psicológico de ese padre o esa madre que, en realidad, está escondiendo una insuficiencia de personalidad al creer que cuando el niño o la niña está más tiempo con la otra parte de la pareja matrimonial está perdiendo su categoría de padre o su categoría de madre. ¿Complejo de inferioridad en el fondo?. Posiblemente sí. Pero si el problema persiste y no se soluciona con paciencia y fuerza conjunta del padre y de la madre puede llegar a casos de separaciones y divorcios matrimoniales precisamente porque los hijos crecen y, si el asunto se ha trassformado en problema psicosocial, se destruye la pareja. Muchas veces se empieza con la tonta y estúpida pregunta de ¿a quién quieres más, a papá o a mamá? y muchas veces, de igual manera, se acaba con el derrumbamiento de la pareja como tal y, por eso mismo, con el derrumbamiento de la familia como centro nuclear. Yo creo que hay asuntos, dentro de una familia con hijos e hijas, que no deben tomarse a broma ni tan siquiera con reguntas tan necias como esa. Es importante saber reír y tener buen humor con los niños y las niñas a partes igualitarias y equitativas pero no pocas veces el amor de los hijos se plantea como una guerra "sin cuartel" entre el padre contra la madre y viceversa. ¿Es eso amor conyugal?. La respuesta está clara: eso es egoísmo y falta de amor hacia la otra parte de la pareja. Y lo que empieza pareciendo una inofensiva broma termina siendo una catástrofe final; siendo los niños y las niñas los más perjudicados en este caso de las manipulaciones de carácter egoísta. 16.5.- Padres separados, hijos rebeldes. El escritor francés Jean Prévost dijo en cierta ocasión: "Muchos gustan sólo tratar de vivir con el menor esfuerzo posible". Y esto es lo que está sucediendo en muchos matrimonios sin bases firmes ni auténticas como para saber lo que es el verdadero amor en pareja. Padres y madres desorientados y desorientadas ante las situaciones que les ha tocado vivir y que, debido a su incapacidad para saber lo que es una verdadera pareja matrimonial formada por un solo hombre y una sola mujer, deciden, a las primeras de cambio, romper la unión que juraron mantener hasta el final (la muerte para los no creyentes y la eternidad para los que sí creemos en Dios), y separarse cada uno por su lado. ¿Quiénes pagan las consecuencias cuando hay hijos e hijas de por medio?. ¿Por qué dichos hijos e hijas resultan ser rebeldes?. ¿Quiénes son los verdaderos culpables?. La decisión irresponsable, cómoda y egoísta, de tirar cada uno por caminos diferentes es la más fácil de tomar y por eso es la significación de una insuficiente madurez para saber lo que es el verdadero amor. Es más fácil no enfrentarse a los problemas sin pensar nada más que en ellos y dejar que los hijos y las hijas queden exentos de la verdadera conciencia de saber qué es la vida y qué pertenencia de vida les corresponde cuando han sido su padre y su madre quienes les han quitado el interés de vivir como la Naturaleza de Dios manda. Mi opinión personal y, por lo tanto, subjetiva y relativa, es que existen muchas posibilidades de que los niños y las niñas con padres separados sufran graves problemas, en la mayoría de los casos y sin querer decir que en todos, de autoestima baja y esto puede producir, y sigo siendo subjetivo y relativo, graves problemas en su personalidad y rechazo a la situación que están, involuntariamente viviendo. Debido a ello pasan una adolescencia muy complicada lo cual, y repito una vez más que es una opinión subjetiva y relativa que no se da en todos los casos, pueden estar más proclives a ser hijos e hijas rebeldes cuando llegan a la edad juvenil que los niños y niñas que se han criado en familias en que el padre y la madre ni tan siquiera se han planteado la idea de separarse porque saben que el amor consiste en estar juntos por y para siempre y, en caso de algún problema, su amor lo supera. En este caso el ambiente familiar es tan acogedor para los niños y niñas que pasan una pubertad sin problemas y es muy difícil que, cuando llegan a la juventud, sean hijos o hijas rebeldes. Esta es mi sincera opinión y lo que he visto en algunos casos a lo largo de mi vida pero como no deseo ser monopolizador de ideas en este Ensayo planteo la cuestión a debate trayendo al mismo diversos textos encontrados en mi investigación personal. En el portal internáutico psicologoinfantil.com de la Sociedad de Pediatría Española, se lee lo siguiente: "Dado el elevado número de separaciones entre parejas que se producen hoy en día, son muchos los niños afectados por esta situación. Esta situación ha dejado de ser excepcional para pasar a ser bastante habitual. Además del shock emocional para los padres que supone una ruptura sentimental, éstos cargan con el miedo de cómo toda esa situación repercutirá en sus hijos. Las consecuencias que sufre el hijo de padres separados estará más relacionado con las desaveniencias familiares previas y asociadas a la separación y con el papel que hacen jugar al niño en la separación más que con la propia separación. Esto, junto con la edad y la madurez del propio niño, condicionarán la forma cómo esta separación influirá en su desarrollo. POSIBLES REACCIONES DEL NIÑO - Reacción de ansiedad, e incluso angustia, durante el conflicto y tras la separación de los padres. Suelen sentir miedo. - Lloran a menudo y esto les tranquiliza. Hay que acompañarles en ese momento, y favorecer esa expresión del dolor que sienten. - Insisten una y otra vez en el deseo de que los padres vuelvan a estar juntos. Hasta que no aceptan que esto no es posible, se muestran muy tristes e infelices. Acabarán aceptando que esto no es más que una fantasía. - Algunos se acuerdan del otro progenitor, cuando el que está con ellos les regaña; y desean tanto estar con el otro, que incluso pueden llegar a pensar en escaparse de casa. Llegan a idealizar más al otro progenitor, al ausente, pues sólo recuerda los buenos ratos pasados con éste. - Probablemente, aparezcan trastornos en el sueño y en la alimentación COMO INFLUYE LA EDAD Y MADUREZ DEL NIÑO - Cuanto más pequeño es el niño, dispone de menos mecanismos para elaborar lo que está pasando. En consecuencia ,suelen aparecer manifestaciones de ello a través del cuerpo: molestias abdominales, vómitos, dolores de cabeza,... - Cuando el niño es algo mayor puede sentirse la causa de dicha separación y, por tanto, sentir gran culpabilidad. Suelen aparecer depresiones con fases más agresivas, repercusiones en el rendimiento escolar, regresiones a edades anteriores (vuelven a surgir comportamientos anteriores, de más pequeños,...),... - En niños ya más mayores, suele desarrollarse una hipermadurez en parte positiva, pero a la vez peligrosa que pretende sustituir al progenitor ausente. MENSAJES CLAVES PARA RECORDAR AL NIÑO - La decisión de separarse es exclusivamente de los padres. Ellos han tomado esta decisión porque creen que es lo mejor para todos los componentes de la familia. Los hijos no han tenido nada que ver en esta decisión. - Los padres no se han separado porque el niño se haya portado mal, pues otras veces lo ha hecho y no ha ocurrido así. - Resaltar al niño cuántas personas se preocupan por él (abuelos, amigos, profesores,...) y desean que sea feliz. Por tanto, ha de borrar ese miedo que siente a ser abandonado, a quedarse sólo. Cuenta con el cariño de más personas. - Seguirá disponiendo de ambos padres, en todos los aspectos que él precise, aunque ya no vivan juntos. - Siempre que le preocupe algo o se sienta mal, podrá hablar con los padres; ello le hará sentirse mejor. - Aunque los padres se hayan separado, el niño puede igualmente amar y ser amado; no tiene por qué repetirse esa situación siempre. - Los padres demuestran su amor de muy diversas maneras. Pero puedes sentir que tus padres te siguen queriendo si intentan estar contigo todo el tiempo que pueden, si te ayudan cuando lo necesitas y si te escuchan. MENSAJES CLAVES PARA LOS PADRES - No caer en la sobreprotección del hijo por pena; se le ha de seguir tratando como a un niño "normal" de su edad. Si no "no le ayudaremos a crecer", acabará comportándose de forma inmadura y más infantil de lo que le corresponde. - Todas las personas tienen virtudes y defectos; también los padres. Hablar con el niño del otro progenitor con argumentos reales, sin caer en la ficción. - Es preferible que, los días de encuentro, no se llenen excesivamente con actividades, pues si se ocupa el tiempo en hacer demasiadas cosas, no hay tiempo para charlar, comunicarse,... - Los puntos más conflictivos de los padres tras la separación suelen ser: los hijos, el dinero y las nuevas relaciones. Intente ser objetivo y no intentar poner al hijo de su parte. Hay que intentar solucionar estas cuestiones, sin involucrar a los hijos. - Es preferible para los niños, que vuelva a constituirse una familia compuesta por hombre y mujer, aunque uno de ellos no sea el verdadero progenitor; ello reparará los vínculos dañados, aunque requerirá tiempo la aceptación de esa nueva situación por parte de todos". La señora Licenciada Leonor Edith Raimondetto dice lo siguiente: "Cada vez que abordamos este tema, dos figuras se estiran inveitable, automática y simulatáneamente en nosotros y en todos los que centran su interés en el mismo, pues estas son partes constitutivas de nuestra cultura y de nuestro esquema de socialización. Una es la figura del apartamiento del ideal que la ruptura del vínculo entre los padres de un niño pequeño conlleva de por sí, y la otra es la preocupación y el intento de sopesamiento anticipado de las consecuencias que esto tendrá para él. Imágenes fuertemente cargadas desde el punto de vista emocional de conflictos en su futura identidad y personalidad, incluso en su identidad sexual, de alteraciones irreversibles. Mas tarde o temprano revertirá sobre la figura de los padres, lo cual instala en su interior la semilla de inevitables conflictos con la autoridad, de especial rebeldía e indolencia durante la niñez, estar más expuesto al peligro de las drogas y de que se vuelvan más inmanejables durante la adolescencia, etcétera, son parte del imaginario que se activa inevitablemente en quienes se plantean tal situación teniendo como referente el ideal cultural heredado; imaginario que ha pedido cumplir con la exigencia de ese ideal y de culpa anticipada por las eventuales consecuencias a las que se habría expuesto a un ser inocente. Cuando pensamos así, y es muy difícil no hacerlo en tanto somos miembros de un sistema cultural que asigna gran importancia a la familia como agente de cuidado y socialización, olvidamos hasta qué punto el ideal se aparta en nuestras vidas de la realidad y, lo que es más importante, olvidamos que si la pareja no hubiese tenido conflictos suficientemente graves para justificar su separación, esta no hubiese ocurrido. Así que cuando pensamos en la vida de los hijos de padres separados no debemos juzgarlos y compararlos con la que hubiesen tenido en el seno de un hogar idílico de padres bien avenidos como personas y como pareja, lo cual no era el caso, sino en la que hubiera tenido o tendría, creciendo en el medio de padres que no se quieren lo suficiente o que incluso se odian lo suficente como para justificar la separación. El tema no es comparar lo que es con lo que hubiera sido deseable sino con la realidad; realidad que puede ser mucho más perniciosa e incluso peligrosa para la vida y el desarrollo infantil que la separación de los padres. La violencia familiar recurrente, las adicciones, la delincuencia, la infidelidad, las alteraciones mentales, el abuso infantil, la falta de deseo mutuo, la competencia o la ausencia de respeto dentro de la relación, etcétera, son mucho más concretamente perniciosos para un niño en tanto testigo o en tanto víctima directa que la ausencia de un supuesto ideal y concurren en fijar modelos de vida mucho más defenestrantes y dañinos que la sola separación de los padres, en especial cuando existe la posibilidad a través del encuentro con la distancia óptima". Otro texto sobre el asunto es el siguiente: "Muchas parejas deciden separarse cuando creen que tienen una relación poco favorecedora. Esto es un punto muy importante ya que supondrá la separación del núcleo familiar. Toda separación implica un cambio de hábitos, costumbres familiares, actitudes, etc, además de un distanciamiento físico de algún cónyuge. Todas las separaciones son complicadas al principio, pero si somos civilizados, pasado un tiempo podemos mantener una relación cordial con nuestra ex pareja, lo cual va a traer tranquilidad para todos y buenos resultados con los niños. Sin embargo, al principio puede ser muy dificil. La situación se complica cuando hay hijos. Cuando la pareja tiene hijos, la separación se hace más complicada y es función de los padres llevar el tema de la mejor manera posible para que la salud psíquica de sus hijos no se resienta. Todos conocemos casos de parejas con un resultado muy negativo en las cuales la comunicación de los padres se vuelve agresiva o inexistente, con lo cual se genera mucha dificultad para llegar a acuerdos y a un final feliz para todos. El resentimiento, los rencores y la culpabilidad hace que los dos adultos se dediquen insultos y amenazas para hacerse daño o para eludir su parte de responsabilidad. En algunos casos se utiliza a los niños para que hagan de mensajeros poniéndolos en una difícil situación; tengamos en cuenta que los niños quieren a sus padres por igual y que no van a entender porqué ya no se quieren. Todas las situaciones que generen cambios importantes resultan difíciles para todos. Recuerda cuando cambiaste de domicilio o de puesto de trabajo; los primeros días te encontrabas desubicada y te costó un tiempo sentirte a gusto con el cambio. Esto ocurre a pesar de ser algo bueno y deseado por nosotros. Imagina cómo debe de sentirse un niño pequeño, el cual depende en gran medida de sus padres y los cuales deciden separarse. Ya no estarán todos juntos y la unidad familiar desaparecerá. En ocasiones deben cambiar de domicilio, de colegio, de cuidadora, etc. Lo mejor es que conozcan la situación desde un principio. Es un época de cambios. Todos estos cambios van a provocar en los niños muchos miedos y es fácil que retrocedan a una etapa anterior de su crecimiento. Si ya controlaban el pis o sabían comer solos, puede que vuelvan a hacérselo encima o que se nieguen a comer algo que no sea puré. Es su forma de readaptarse a la situación y si tenemos un poco de comprensión, pronto pasará. Los cambios también les van a ocasionar incertidumbres y dudas que los padres deben ocuparse de aclarar. Van a generar miedo hacia el futuro y realizarán todo tipo de preguntas sobre como serán las cosas a partir de ahora. Intentad explicadles las cosas con naturalidad y en un lenguaje claro que no deje lugar a confusiones. Lo mejor es que conozcan la situación desde un principio. Si les ocultáis las cosas no les evitaréis sufrimiento y haréis que las dudas sean mayores. Te demandarán más atención. El miedo a lo desconocido va a jugar un papel importante y nos demandarán mayor atención y cariño. Intenta dedicarles todo el tiempo que puedas y evita comentarios negativos delante de ellos hacia tu ex pareja. Los niños no los entenderán, puesto que son cosas de mayores. Si les trasmites tu rabia, ellos pueden canalizarla hacia los demás o hacia sí mismos. Cuando se produce una separación, por muy amistosa que sea, los cambios siempre van a darse y ello provocará en los niños una sintomatología muy clara: Surgirán problemas físicos y enfermedades leves provocadas por el estrés. Dificultades de sueño, hacen mal las comidas, cansancio, dolores estomacales. Son el resultado de la crisis por la que todos estáis pasando. Los mayores también van a desarrollar estos síntomas y a medida que pase el tiempo y os vayáis adaptando a la nueva situación, irán desapareciendo. Aparecerán también problemas relacionales con otros niños o con adultos: es fácil que desarrollen agresividad e ira como forma de canalizar su rabia ante los hechos. Van a sufrir una rabia contenida debido a un proceso de negación en el cual no aceptan lo que está pasando y reaccionan con agresividad. Cuando todo esté más calmado, ellos también se irán calmando. Van a ir comprobando cual es su nueva vida y puede que saquen cosas positivas de ella. Su forma de ver las cosas irá cambiando a medida que experimenten los cambios y comprueban las consecuencias. De nuevo el miedo a lo novedoso les jugará una mala pasada. Como padre deberás de tener paciencia e intentar no castigar, es su forma de expresarse. Ayúdale a hablar sobre sus sentimientos y sus miedos e intenta ponerle las cosas fáciles. También van a pedirnos más dosis de afecto y van a llamar nuestra atención de todas las formas imaginables. El miedo al abandono hará que necesiten más tiempo de juego y de cariño, es probable que dejen de estudiar, que se peleen con otros niños, que abandonen hábitos buenos que ya tenían adquiridos . Todo ello forma parte de un sistema de defensa. Intenta comprenderle y tener paciencia, todo pasará. En situaciones más difíciles pueden surgir desajustes emocionales, a menudo son leves y pasan con el tiempo, pero otras veces se cronifican a modo de enfermedad. Puede aparecen en el niño tristeza, malestar, ansiedad e incluso depresión. Por muy bien que hagamos la separación, de forma amistosa, con educación y respeto, toda la familia experimentará mucho malestar y los mismos síntomas que experimenten los mayores pueden surgir en los pequeños. Puede que ya no se interesen por sus antiguos juguetes, que ya no interactué con otros niños o que no ría con los dibujos. Estar muy atentos a todas estas conductas y esperad un tiempo prudencial, hablando con él y ayudándole a expresarse. Si pasado este tiempo comprobáis que no sale adelante. Es el momento de acudir a un profesional. Todos los momentos en soledad y en silencio sirven para que tu hijo analice la situación y genere sus propios pensamientos al respecto, los cuales pueden ser irracionales. La comunicación es tu mejor arma, pero si aún así compruebas que sigue triste y malhumorado pide ayuda a un profesional. Todos sabemos que la mente de los niños es muy fantasiosa e imaginativa y que a veces es difícil entrar en ella y hacerles entender ciertas cosas. Dependiendo de la relación que hayas establecido con tus hijos podrás comunicarte con él o no. Si sabes que no se abrirá a ti, pide ayuda a algun familiar con el cual sepas que se comunica mejor. El abuelo o el tío pueden ser alternativas para que le expliquen al niño la situación y se confíe a ellos. Si tu hijo es más mayor y está en la adolescencia, tendrás un problema añadido. Déjale su libertad para que pueda expresarse a su manera. Intenta mantener en casa un clima de cordialidad a pesar de su rebeldía y hazle participe de todas las actividades que realices en familia. La separación de los padres puede crearle falso sentimiento de libertad que deberás encargarte de controlar, poniéndole unos límites y teniendo una comunicación fluida con tu expareja para llevar una educación paralela. Es muy común que cuando los padres están enfrentados, los límites en la educación del chico le generen mucha confusión. Si un padre dice blanco y el otro dice negro, el chico se aprovechará de lo que más le interese y generará sus propios trucos para salirse siempre con la suya. Se arrimará al "ascua que más caliente" según la situación". Veamos, a continuación, lo que dice el psicólogo Carelys Pachano de García: "Se suele coincidir sin ninguna duda, al hablar de la familia, que ésta es el núcleo de nuestra sociedad y que su importancia es vital para el sano desarrollo de todos los seres humanos. Sin embargo, en algunas circunstancias el divorcio puede ser una medida necesaria, cuando la relación de pareja se ha tornado demasiado conflictiva, tiene repercusiones graves sobre los hijos y, se han agotado todos los recursos por solucionar la situación. Cuando dos personas deciden separarse, cualquiera que sea el motivo, ocurren una serie de hechos que suelen ser incómodos, y en medio de todas las cuestiones legales y de la vivencia emocional de cada miembro de la antigua pareja, existe otra situación a la que muchas veces no se le da la importancia suficiente y que requiere de un adecuado manejo para sobrellevarla, y es la vivencia que los hijos están teniendo de esta separación. Cuando ocurre una separación, los hijos experimentan una especie de duelo, por la pérdida de la vida con los padres juntos y por el rompimiento de la estabilidad familiar, con todo lo que esto implica, además de la amplia gama de sentimientos que se producen. Los hijos pueden experimentar sentimientos de culpa por la percepción de que ellos pudieron ser los responsables de que sus padres se separaran, situación que en muchos casos se presenta por el señalamiento de alguno de los padres o de ambos hacia el hijo "que con sus comportamientos hizo que su papá o mamá se fuera". También pueden experimentar rabia ante alguno de los padres o ante ambos por lo que está viviendo, así como impotencia por la sensación de no poder hacer nada para evitarlo y, por supuesto tristeza ante todo lo que está presenciando. Otros pueden encerrarse en sí mismos como parte de un mecanismo de defensa contra el daño que la separación le ocasiona, o pueden mostrar rebeldía, fallos en la escuela... Sin embargo, no todos los niños reaccionan de la misma manera, lo que depende fundamentalmente de sus características personales y de cómo se esté manejando la situación de separación o divorcio. Se ha comprobado que es preferible para la estabilidad emocional de los hijos, unos padres separados pero felices a unos padres juntos pero que viven peleando, sin llevar ninguna relación de amor. Ellos llegarán a entenderlo, si es bien manejado e incluso podrán llegar a asumirlo como una experiencia más de su vida que los hará crecer como personas. Sin embargo, para que los hijos puedan comprender la separación y adaptarse poco a poco al nuevo estilo de vida, es importante considerar varias recomendaciones generales para el manejo efectivo del mismo: En principio es importante mantener una actitud abierta y clara, explicar sinceramente (sin detalles dolorosos) lo que está pasando y el porqué, sin culpar a nadie y mucho menos a los hijos; hablar con ellos en el momento apropiado, estimular a que pregunte lo que desee y contestarle con sinceridad, tomando en cuenta su edad, capacidad de comprensión y sus características personales. Además debe permitírsele expresar sus sentimientos ante el divorcio cuando así lo desee y comprenderlo, y que sepa lo que sus padres están sintiendo también. Los niños tienen el derecho de ver y estar con sus padres cuando así lo deseen, así que no deberá prohibírsele el poder hacerlo. Pueden conversar y llegar a un acuerdo acerca del régimen de visitas, vacaciones...y por supuesto también deben acordar mutuamente las normas a señalar en ambos hogares para que no existan confusiones. Por todo esto, deben tratar de llevar una relación respetuosa entre ambos, no expresar cosas negativas del otro delante del niño, y no utilicen al niño como mensajero, ni para obtener beneficios propios, ni para interrogarlo intentando explorar qué hace o deja de hacer el otro; ni tampoco amenacen a su hijo como un castigo a su comportamiento, con llevarlo o dejarlo con el otro progenitor. No sometan a su hijo a la difícil situación de escoger con qué progenitor quiere quedarse, esto genera angustia y sentimientos encontrados. En el caso de que exista una nueva pareja, darle tiempo al niño para que la conozca y se adapte a la nueva relación, deje que sea él quien decida como llamarla, pero tomen en cuenta que es preferible el papel de una buena amiga o de un buen amigo que no asuma las responsabilidades y aplique normas disciplinarias, que le corresponden a su padres biológicos. Durante todo este proceso de separación, los hijos necesitarán más de cada uno de sus padres, compartan el mayor tiempo posible con ellos y exprésenle su amor hacia ellos y que esto no cambiará. No lo llenen de cosas materiales para tratar de llenar espacios de afecto y no sentirse culpables. También es importante que no fomenten las fantasías de reconciliación que pueden tener sus hijos, si su decisión es definitiva, hagánselo saber para que ellos puedan terminar de cerrar su proceso y comprender la situación. Visiten el colegio de sus hijos e informen a su maestra la situación que están viviendo, solicitando toda su cooperación ante su rendimiento académico. Estén atentos ante cualquier conducta negativa que pueda presentar su hijo que se prolongue más de lo esperado y consulte algún profesional especializado. Recuerde que no debe transmitir a su hijo la experiencia negativa que pueda haber vivido con respecto a "las relaciones amorosas", explíquele que no todas tienen porqué ser así y fomente una actitud abierta ante el tema y no la predisposición al fracaso en todas las relaciones que pueda llegar tener" Termino con la, para mí y por eso soy subjetivo y relativo con el tema, es la más acertada de las opiniones. Pertenece Carlos E. Aeschlimann H. y dice asï: "El mundo es cada vez más joven: cada segundo nacen dos niños, 170.000 al día y casi 65 millones al año. Nadie puede negar que la juventud es una realidad poderosa e inquietante en esta década crucial. Antaño, las responsabilidades se confiaban a manos adultas o ancianas; hoy los jóvenes están tomando con firmeza el timón de las naciones, las empresas y la sociedad. Seguramente no es exagerado afirmar que vivimos en la hora de la juventud. Nunca antes la juventud tuvo tantas oportunidades de influir en los destinos de la humanidad. Pero dicha oportunidad implica una tremenda responsabilidad: la de que los jóvenes estén a la altura de la confianza que se deposita en ellos. Como desconcertante contraparte hay que admitir que la juventud parece atravesar un período de crisis y desorientación, pues miles de jóvenes tienen serias dificultades para adaptarse al orden social. No hace mucho tiempo, en Estados Unidos, medio millón de jóvenes participaron en una orgía monstruosa, en la que abundaron la música dislocada, el libertinaje sexual y las drogas, fenómeno que luego se repitió en México y en otros lugares. Prosigue la marea ascendente de la delincuencia juvenil, la que horroriza a la sociedad con crímenes y asaltos cometidos por jovencitos y aun por niños. Los centros estudiantiles se han convertido en campos de batalla donde los alumnos, en lugar de estudiar, organizan movimientos de protesta y se enfrentan con los maestros y las fuerzas del orden. Para complicar el cuadro, las relaciones entre muchos padres e hijos están casi cortadas; las generaciones parecen separadas por siglos en lugar de años. Hay que añadir que las drogas y los vicios están arrasando a miles de vidas juveniles promisorias. Todo esto configura un cuadro de profunda crisis que hace exclamar a muchos adultos: ¿Qué le ocurre a la juventud? Lo extraño es que nunca preguntan: ¿Qué le ocurre al hombre moderno? Porque para ser sinceros hay que reconocer que jamás la sociedad atravesó por un período de crisis moral tan grave. ¿Es de extrañar, entonces, que los jóvenes también estén en crisis? Para ser justos, hay que reconocer que por cada joven desorientado existe un buen número cuya vida transcurre en el estudio, el trabajo y la recreación digna. Sin embargo, la existencia de una porción de jóvenes desorientados debe constituir un toque de alarma que sacuda a la juventud y a la sociedad. Efectivamente, muchos están preocupados por la llamada "rebeldía juvenil", y con razón, pues pareciera que los jóvenes quisiesen deshacer todo lo establecido, cambiar los valores y las estructuras, y forjar su vida y destino conforme a patrones revolucionarios. Sin embargo, la rebeldía no es siempre mala, sino que puede constituirse en un elemento positivo. Algunos diccionarios la definen como la acción por la cual uno se subleva u opone resistencia a un estado de cosas. En ese sentido es obvio que existen rebeldías positivas. Por lo tanto, joven, ¡puedes ser un rebelde! La rebeldía es señal de vitalidad; indica la existencia de inquietudes e ideales y generalmente es el preludio de cambios que pueden transformar el mundo. Pero en tu rebeldía imita a Abraham Lincoln, quien se rebeló contra la injusticia. Imita a Benito Juárez, quien se rebeló contra la opresión que sufría su patria. Imita a Domingo Faustino Sarmiento, quien se rebeló contra la ignorancia. Imita a Luis Pasteur, quien se rebeló contra la enfermedad. Imita a Martín Lutero King, quien se rebeló contra la discriminación racial. Imita a Alberto Schweitzer, quien se rebeló contra la comodidad y dedicó su vida al servicio de los desheredados del Africa. Puedes imitar a cuantos hombres y mujeres se han rebelado contra las injusticias, el vicio, la mentira y la explotación. Y sobre todo, imita al gran Rebelde, "a Aquel que fue enemigo de todo fariseísmo, de toda mentira, de toda falsedad, de toda caricatura, y que increpó con acentos de santo inconformismo a cuantos le pidieron prudencia política, tacto religioso, oportunismo social o adaptación a las circunstancias y estructuras de su tiempo" (Se está refiriendo, por supuesto, a Jesucristo). Bienvenida sea la rebeldía juvenil si tiende al mejoramiento, al estudio, al progreso; si combate la injusticia, la pobreza y los males de la sociedad, pero siempre aportando y construyendo. Entonces tendrá vigencia la opinión dé Melchor Escrivá: "La juventud tiene a menudo la misión de ser la fuerza renovadora de todo lo caduco, el viento otoñal que barre las hojas secas de los añejos árboles. Tiene la misión de tomar la tea y de quemar. Pero ese fuego tiene que ser purificador y no destructor". Sin embargo, joven, ¡ten cuidado! Existe una rebeldía negativa y destructora. Es la rebeldía que armó el brazo de Lee Harvey Oswald y segó la vida de John Fitgerald Kennedy. Es la rebeldía que encendió la locura en "Satanás" Manson y su "tribu", conduciéndolos a una orgia de sangre. Es la rebeldía que no tiene causa justa y digna. Es la rebeldía por la rebeldía misma, y que destruye por destruir. La auténtica rebeldía, que construye y significa progreso, no necesita elementos violentos, excéntricos o repudiables. Puede librar su gran batalla con las armas del razonamiento, el trabajo constructivo, la libertad y la paz. Una palabra de reflexión para los adultos. Que la rebeldía juvenil no sea sólo tema de airado comentario sino de meditación profunda. ¿No será que el mundo que hemos forjado cementerio de ideales truncos, ilusiones pisoteadas, normas morales conculcadas, culto desenfrenado del materialismo, abandono de los valores éticos y religiosos es el motivo desencadenante de la frustración y rebeldía de los jóvenes? Y tú, joven, recuerda que el periodo decisivo de la vida es el de los años juveniles. Los que fracasan son los que desaprovecharon sus oportunidades; los que triunfaron sacaron provecho de cada minuto de su juventud. Las armas para vencer se llaman: estudio, trabajo, ideal, honradez, principios morales rectos y sobre todo, fe triunfadora, fe en la vida, en tus posibilidades y en Aquel que es la fuente de la victoria y del poder, a saber, Dios". Termino con otra visión personal propia. ¡Examinen la vida de los jóvenes libertinos, de los jóvenes que destruyen todo lo que hay de bueno en la vida!. ¿Cuántos de ellos han crecido en familias destruídas por la ruptura de sus primeros padres?. Que contesten los tan exitosos jueces, abogados y psicólogos que llenan sus bolsillos de monedas con tal de justificarlo todo. Que contesten los tan exitosos jueces, abogados y psicólogos sociales y que, de una vez por todas, sean lo suficientemente sinceros, y no llenos de tanta hipocresía, para admitir que las destrucciones familiares por culpa de las separaciones y aún más los divorcios tienen una gran parte fundamental de la culpabilidad. Que contesten quienes pregonan que no tiene importancia destruir ideales de la infancia pero luego intentan justificar por todos los medios persuasivos posibles de que no es esa gran parte de la culpa. Palabrería existe mucha ante este asunto de la relación existente entre los jóvenes destructores y las familias destruídas. Pero es más fácil querer quedar bien con todos... cuando hay dinero de por medio... Para pensar...
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