"Tres cosas pido si Dios me las diese: la tela, el telar y la que teje", así cuenta Don Alfonso que decía su padre, y él, como su heredero lo sigue repitiendo.
Esta cabeza sostiene unos de los sombreros más sabio y amistoso que he visto, un sombrero panameño, más adelante cuando las sombras se hayan hecho largas les contaré sus anécdotas que son bastantes interesantes.
Como les decía, Don Alfonso es el capataz de la familia Noble y tiene tanto o más años en esa finca que el mismo cafetal que ya estaba antes de la llegada de
esta familia.
La cabeza que me sostiene que lo conoce desde siempre dice "por amor a las rosas, el jardinero se hace esclavo de mil espinas", la otra nochecita estaba Don Alfonso con su sombrero panameño, Don Filiberto con su sombrero de pana y la cabeza que me sostiene con este sombrero de paja quien les habla en la taberna de Don Marcelo, los tres tenían el pico mojao y cuando los picos están mojao, diría el sombrero de pana, "más vale color en la cara
que dolor en el corazón, así que todo se larga, con o sin razón".
     
¡Mi suerte es mala!, se queja Don Alfonso "mal es sufrir, pero sufrirlo mal es mayor mal".
       
"Llamar al toro con la barrera abierta, lo hace un tonto, viejo amigo, dice Don Filiberto.
     
Yo no llamo a la mala suerte, la mala suerte hace caldo gordo en mi olla.
     
A ver, le dice la cabeza que me sostiene, ¿Qué le gusta hacer aparte de andar carreteando por el cafetal?

De hablar de gustar, como gustar me gusta, tranquilidad, buena comida y mujeres.
    
¿y?
     
No he tenido buena suerte en el amor, dice mientras se acomoda el sombrero panameño Don Alfonso, miren, yo quería mucho a una bella morena cuando de mozo, se fue como quiere la cosa, de un día pa' otro con otro mozo, ella era hija de un vecino de acá lado de la finca, la
del otro lado del arroyo.
      
Don Alfonso, si yo mal no recuerdo, ¿me habla de la hija de Don Salvatierra?

Sí, esa misma.
  
Pero ella tenía prometido desde hace tiempo, es más estaba bien enamorada de ese mozo.
   
¡Esa es la mala suerte!, dice Don Alfonso golpeando con su puño la mesa, ¡estaba enamora´ de otro!.
   
Pero trabajo no el ha faltao, dice la cabeza que me sostiene.
     
En eso también he tenido mala suerte
  
¿Cómo es eso? Pregunta Don Filiberto, uste' esta solo, tiene rancho de capataz propio, caballo de lo mejor también propio, a ver escuche amigo, sabía decir mi comadre que Dios la tenga
en la gloria, "no es rico el que más tiene, sino el que menos necesita", uste' se está quejando de cómodo.

He cambiao tres veces de patrón, "ningún perro lamiendo engorda"

Pero, no hay nadie que sepa de ese cafetal como uste', puede cambiar tantas veces de patrón el cafetal que lo mismo van necesitar de uste' pa' manejarlo como se debe, "no basta parecerlo, hay que serlo Don Alfonso, hay que serlo".
  
Eso es mala suerte, dice Don Alfonso.
  
¿Qué cosa?
    
Parecer que soy el dueño y... no serlo.

Bueno, dígame, uste' tiene amigos, ¿no es cierto?
      
Amigo como decir amigo, viejos y dichosos amigos, muy pocos, es que "no soy monedita de oro, pa' caer bien a todos", mi  gran amigo, único y fiel amigo que tuve en esta vida, también se fue.
   
¿Qué le pasó?
    
Un viaje, le salio un viaje y dijo, ese es el buen vivir y se fue como quiere la cosa.
     
¿No me diga Don Alfonso que se murió?
       
Y si, la vida es así y la muerte también.

Mi condolencia, le dice Don Filiberto sacándose el sombrero de pana, eso sí es mala suerte que un gran amigo casi hermano lo deje sólo.
    
se murió y me debía mucha plata, aún estoy pagando el adelanto que me dieron los Nobles pa' prestarle a él, eso mala suerte, morir debiéndome.
     
Mire, dice la cabeza que me sostiene después de tragarse el último resto que le quedaba en el vaso, "quitando la piedra, se quieta el tropezón" empiece haciendo algo que le guste pa'cambiar esa suerte que le ha tocao.
     
¿Cómo que? pregunta Don Alfonso.
       
No sé, que le parece con lo que necesita con urgencia  en esta etapa de su vida.
   
Tranquilidad, buena comida y mujeres.
      
¿y que espera?, dice don Filiberto. 
     
¡Tiene razón!, tomemos otros buenos tragos pa'  darme coraje.
       
Aproveche y termine lo que tiene porque no hay más vino pa' ofrecerle, le dice Don Marcelo mientras va colocando las sillas sobre las mesas.
       
¿Ve?, eso es mala suerte...

Yo, sombrero de paja que comparte esta charla con un sombrero panameño y otro de pana, os digo lo que me dijo el sombrero panameño al ver como volvía la cabeza que lo sostiene a la estancia, "una hora duerme el gallo, increíblemente dos el caballo, tres si eres santo, cuatro el que no lo es tanto, cinco el peregrino,seis el estudiante, siete el viajero, ocho el comerciante, nueve el mendigo, diez el caballero, once el adolescente, y doce el borracho"...sí señor...