Gálvez, Mañoso, "El Pingüino" y "El Pistolas" (Diario)
Publicado en Oct 05, 2011
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Ean cuatro de los muchos personajes significativos del Instituto San Isidro de Madrid cuando este Insitituto era sólo para alumnos masculinos; aquellos tiempos en que para intentar ligar con las chavalas madrileñas o residentes en Madrid pero de muy buen ver, había que hacer "encajes de bolillos" para ver si se presentaba un descuido de nuestros mayores. Había que buscar la "oportunidad de oro" para poder hablar con alguna de ellas y, además, siempre que conseguíamos "enlazar" con un par de chavalas, la que "valía la pena" se nos escapaba porque la que valía "menos que un pimiento" se oponía férreamente diciendo aquello de "no puede ser, no podemos perder el tiempo con vosotros porque ya es  muy tarde y nos están esperando en nuestras casas". Ni era tarde ni las estaban esperando todavía en casa pero el caso era que la que valía "menos que  un pimiento" nos quitaba la oportunidad de ligar con la que estaba "más buena que un tren". El caso era jeringarnos,
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Gálvez era un profesor de Física que sabía mucho de esta materia (no lo pongo en duda) pero no tenía ni idea de cómo explicar sus conocimientos (algo que después también ocurrió con algunos profesores de la Universidad Complutense de Madrid que llegué a conocer) y tanto es así que nos dictaba textualmente sus apuntes y solo nos quedaba la oportunidad de tener que coipiar letra por letra lo que nos dictaba. ¡Vaya forma más clara de que no tenía ni idea de lo que era la pedagogía escolar!. Y, además,  a todo esto se unía que era "más sordo que una tapia" y tenía un humor de mil diablos y por eso, cuando le daba la real gana, se levantaba y se dirigía contra los alumnos abofeteando al primero que se le antojaba; o nos hacía levantarnos a todos y se hartaba de dar tortazos a diestra y siniestra. Y todo porque, según se rumoreaba por "radio macuto estudiantil", algún  año escolar anterior un grupo de chicos habían acorralado a su hija en el water con intención de violarla. No sé si este rumor era cierto o sólo un puro cuento, pero fue la explicación que circulaba para describir por qué siempre estaba "más cabreado que un mono",
Mañoso fue un Jeje de Estudios bastanta raro, que tenía el poco olfato de equivocarse a la hora de buscar a los fumadores y siempre nos miraba en los bolsillos a quienes no fumábamos ante el jolgorio general de los que sí fumaban. Un dia llegó el caso de que en el bar del instituto estaba desayunando un chaval que fumaba, Mañoso se le acercó y le tiró el cigarrillo de un manotazo, a lo cual el referido chaval le pegó un puñetazo en un ojo y se lo dejó "a la virulé". A partir de aquello, cuando se demostró que aquel chaval no era alumno del Insitutto San Isidro de Madrid, a Mañoso se le ocurrió mandar hacer unos emblemas metálicos para evitar que se colasen en el instituto chavales no pertenecientes a él. Para ello nos obligó a tener que comprarlos, lo cual era un abuso de poder no porque costasen mucho pero sí porque lo hizo obligatorio y en ocntra de nuestra voluntad y las de nuestros apdres y madres. Ante aquella decisión autoritaria y antidemocrática (aunque todavía la democracia estaba muy lejos de llegar a España ) los chavales del Instituto San Isidro de Madrid nos atrevimos a llevar a cabo la primera manifestación callejera de nuestas vidas. Conseguimos paralizar el tráfico en la calle hasta que vinieron unos cuantos policías nacionales (los famosos "grises") y nos disolvieron dando un pescózón a más de uno y ovbligándonos a los demás a irnos a casa. Reconozco que fui uno de los cabecillas de aquella revuelta y, además el inventor del slogan poético que todos aprendieron a canturrear y que decía así: "¿Qué es el emblema que nos impone Mañoso?. ¡Es la mejor manera de hacer el primo y el oso!".
"El Pingüino" era el conserje de la portería del instituto. Nunca supe bien quien fue el que le puso ese apodo ni por qué se lo pusieron pero, en realidad, era verdad que tenia un rostro más bien "pingüinero" y caminaba por las losas de la entrada del Instituto San Isidro de Madrid resbalando sus piernas a manera de pingüino. Deduzco que pudiera ser que, en realidad, lo único que le pasaba es que debía tenr los pies planos. Quizás o tal vez esa era la explicación. 
"El Pistolas" era el jefe de los bedeles. Le llamábamos así porque parecía un "terrible vaquero del oeste norteamericano" cuando se fijaba en alguien apuntándole con ml dedo gordo y el dedo índice de su mano derecha como si fuera una pistola y exclamando aquello tan famoso de "!Usted, usted y usted, vengan aquí inmediatamente!". Al que caía en sus manos lo llevaba al despacho del director; así que teníamos que "estar al loro" y darnos el aviso unos a otros, con el estruendoso "¡¡¡Que viene El Pistolas!!! ¡¡¡Que viene El >Pistolas!!! ¡¡¡ Que viene El Pistolas!!!. Entonces, ya avisados, guardábamos las pelotas de papel, cogidas con elásticos de goma para hacerlas duras y macizas, y corríamos a escondernos de él yh el alcance de "sus pistolas". Aquellas inolvidables pelotas de papel nos hacíán felices las tediosas horas del recreo.
Hubo otros muchos personajes singulares, tanto masculinos como femeninos, entre el profesorado el Instituto San Isidro de Madrid de aquella época de la España del "blanco y negro"... pero la creación del equipo de fútbol  Esparta de San Isidro me hizo olvidarlos casi por completo... salvo el caso de dos guapas profesoras... pero eso es ya (jejeje) "harina de otro costal".  
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Foto del autor José Orero De Julián
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Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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