Narcisismo (Microcuento)
Publicado en Oct 14, 2011
Cuando la vi tuve miedo de perderla. Con solo posar mis ojos sobre los suyos quedé atrapado ¡Esas dos grandes perlas que brillaban a lo lejos como espejos pulidos! Es verdad, no era la mujer más refinada, sus facciones no presentaban nada singular y se advertía en sus desabridos movimientos que la gracia no era su fuerte, y sin embargo sus ojos contrarrestaban toda desventaja física. Desde entonces no me he librado de aquella imagen: La mujer más bella jamás nacida caminando altiva por la mitad de la calle y justo en medio de su rostro aquel par de joyas relucientes. ¡Cuánto derroche de belleza! Rehusándome a abandonar tal imagen, la seguí, por supuesto, procurando no pestañear ni un segundo, sin conocer las verdaderas intenciones de ese instinto visceral que me arrastraba, como animal, hacia la transparencia de sus hermosos ojos. Creo que fue entonces, cuando inconscientemente, principié a recitar aquel texto de Poe en el que un hombre extirpa los hermosos dientes de su prometida, seducido por su dentadura como yo por los escasos metros que me separaban de aquel par de globos oculares. Sintiéndome como un personaje más dentro de un cuento y sin poder etiquetar de manera alguna mis verdaderos sentimientos me acerqué a la mujer, quien notando mi presencia apremió el paso. Con solo leer un par de veces los cuentos de Poe creí estar en ellos; no distinguía ya, entre un aparte de Berenice y mis propios pensamientos. La mujer empezó a respirar deprisa, probablemente aturdida por los fortísimos latidos de mi corazón que aparentemente llegaban hasta ella, delatándome. Entonces actué rápido, mis pies corrieron como nunca, tan lucidos como mis brazos para retener de las muñecas a la mujer que entonces gritaba, aterrada ante la situación. Presto para obtener por fin ese par de centelleantes globos y guardarlos para siempre en una cajita de ébano, me abalancé sobre su rostro y la miré a los ojos exclamando maravillado: ¡Dios de los cielos! ¡Qué esplendor! ¡Qué bello es el reflejo de mi rostro sobre ese par de vivos, enormes y radiantes luceros!
2011 ***
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