El enigma de los gatos (Diario)
Publicado en Oct 15, 2011
Desde las culturas más antiguas de la humanidad, los gatos han sido, y siguen siendo, considerados como los animales de compañía más enigmáticos que existen. Bebé tiene algo muy especial que le asemeja a una inocente conciencia blanca infantil; sus hermanos, todos ellos pardos y con ojos verdes, son sorpresas continuas por su manera de actuar; el gato de los tres colores es la fuerza valerosa de quien ataca encubierto por sus razones nocturnas que son como justicia animal; Chulico alarga su elástica figura mientras la pasea, garboso, alrededor de la piscina... y el gato negro, con los ojos verdes ardiendo como dos ascuas, es en la oscuridad de la noche algo todavía imposible de definir salvo que se mantiene entre la tribu.
El enigma de los gatos me ha acompañado siempre desde muy niño; desde que la razón me hace descubrir que sus misteriosas formas son puntos de referencia ancestral en mi ser de alma blanca. Todavía recuerdo, dentro de mi conciencia, el último y leve maullido de despedida que me lanzó Minicho antes de morir y todavía queda por resolver que fue lo que sucedió con Mamá Gata. Al día de hoy, sábado 15 de octubre de 2011 después de Jesucristo (y cito a Jesucristo porque creo firmemente en Él), todavía el enigma de los gatos es un misterio para mí. Y este misterio me retrotrae a mis memorias más antiguas, en aquella primera infancia en el que el gato corría por el largo y estrecho pasillo de la casa y saltaba sobre mí... aquel gato que prolongó su misterio en el garaje de la estación de ferrocarril del Barrio del Niño Jesús, en aquel Madrid donde las chocolatinas de Nestlé sólo eran una ensoñación imposible de alcanzar para nosotros. Pero yo seguía viendo al gato con vida mientras acudía para darle parte de mi pan con mantequilla, o con tomate o quizás con chocolate más duro de roer que si fuera de pedernal. Y ahora, hoy, todavía no sé cuáles son esos porqués que hacen que los gatos enlacen su enigma con el libro de mi historia personal. Pero algo tienen que ver con el futuro. Nada que ver con adivinaciones de brujerías en las que no creo para nada en absoluto sino en destino previsto por Dios... y desde que los gatos de Miguel, allá por la provincia de Tarragona, ronroneaban subidos sobre mi cuerpo mientras el Sueño seguía convirtiéndose en realidad... sigo recordando a Pirracas.
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