3.- Carolina se sale con la suya
Publicado en Oct 18, 2011
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Apenas se concentraba Mara en los recorridos. Los vivía con cierta impaciencia e inquietud. Había asistido a ese viaje, obligada por su madre, y le fastidiaba todo lo que tuviera que ver con multitudes. Se fue a salas diferentes de las que frecuentaban sus compañeros, para evitar los abucheos y las burlas.
La historia del mundo le aburría y rara vez asistía a los museos por gusto propio. Estaba acostumbrada a protegerse de toda información, pues casi todo iba en contra de ella. No podía huir de su imagen y de su situación; donde quiera que estuviera, llamaba la atención. La gente la señalaba y la veía con cierta morbosidad, algo que le indignaba mucho.
Así que en cuanto pudo, se subió al autobús y se sentó en el último asiento, para leer a Camus. Afuera todos debían estar divirtiéndose, pues tardaron en subir. Después del museo seguro pasarían al centro comercial de junto para comer y beber a sus anchas. Posiblemente llegarían al autobús cargados de bolsas con ropa juvenil y toda clase de accesorios de moda.
"Todas esas cosas se hacen en masa, así que la gente no razona lo que compra" pensó Mara "creo que me hace bien quedarme aquí, al menos no gasto dinero en boberías".
Sin embargo, a una hora de permanecer en el autobús, vio subir a Beatriz, visiblemente contrariada.
En cuanto la divisó, Beatriz fue inmediatamente hasta donde se encontraba, como un imán atraído por metal. Su rostro, enrojecido, mostraba claras señales de que se pondría a llorar de un momento a otro.
"Ahora seré su paño de lágrimas" suspiró Mara, mientras le observaba acercarse. Prefirió guardar su libro.
Beatriz se sentó a su lado y apenas lo hubo hecho, sus ojos se arrasaron en dos ríos antes de poder decir nada.
•-          Déjame adivinar- le dijo Mara, tratando de suavizar el momento tan tenso -esto es acerca de Roberto ¿Me equivoco?
•-          ¡Es un patán!- exclamó Beatriz entre sollozos. Estuvo llorando un buen rato hasta desahogar su frustración. Luego se tranquilizó un poco y estuvo tratando inútilmente de secarse las lágrimas.
•-          El muy idiota, me prometió ayer que yo lo era todo para él...
•-          Y tú le creíste.
•-          ¿Cómo no iba a creerle? ¡Me gusta, me gusta mucho!
Y de pronto se detuvo en seco. Ni siquiera a sus mejores amigas les había confesado con tanta vehemencia sus sentimientos por el chico. Miró avergonzada a Mara, que parecía muy serena.
•-          Perdona, te estoy abrumando con mis lloriqueos.
•-          Estoy bien, no te preocupes. El sobrepeso no me quita la compasión.
Beatriz dejó de pronto su drama personal y le observó con curiosidad.
•-          Eres simpática, Mara ¿En qué momento decidiste ser la comidilla de todos?
•-          Eso no lo decidí- aclaró Mara -lo decidieron ustedes. Yo simplemente cumplo con el papel que me asignaron. Pero en realidad, creo que me siento más cómoda lejos de las personas. Quizá la popularidad no es mi destino.
•-          ¿Has estado enamorada alguna vez?
•-          No- dijo Mara, con cierta melancolía -no se puede querer a nadie, cuando todos (los hombres sobre todo) me tratan como una marioneta rota. Estoy consciente de que no puedo importarle a nadie. Así que no me arriesgo.
•-          Entonces... no sé si puedas entenderme- replicó Beatriz afligida.
•-          Tampoco soy de piedra- aclaró Mara -el que no esté enamorada no significa que no entienda el dolor de otra persona.
Entonces Beatriz le contó cómo Carolina había acaparado la atención de Roberto ese día, con la amenaza de descubrir su fuga nocturna si se atrevía a interponerse. Había creído aguantar pero no pudo, pues era claro que Roberto babeaba por ella y hacía todas las tonterías que le pedía. Luego los había visto tomados de la mano, apartándose hacia el cinema, entre risas y flirteos.
•-          Eso fue el colmo- gimió desconsolada -él ni siquiera me tomaba en cuenta. Hacía como si no me viera y sólo tenía ojos para ella. Me sentí tan avergonzada... lo de anoche fue tan real y ahora... ¡Sólo me siento usada!
Iba a comenzar a llorar nuevamente, pero Mara le hizo una pregunta comprometedora.
•-          Entonces... ¿ya te acostaste con él?
Beatriz le miró ruborizada, pero Mara le aseguró.
•-          No se lo diré a nadie. Es sólo que tengo mucha curiosidad... nunca he hablado con nadie que tenga una experiencia tan cercana de ese tipo.
•-          ¿Por qué... quieres saberlo?
•-          Porque siento que soy una especie de extraterrestre que nunca tendrá relaciones sexuales en su vida. Así que al menos será interesante que alguien me cuente cómo se vive algo así.
Beatriz volvió a ruborizarse. Iba a decir algo, pero en eso, los grupos empezaron a regresar a los autobuses, con una algarabía estruendosa. Mara codeó a Beatriz, sorprendida.
•-          Creo que a Carolina ya se le olvidó Roberto.
Carolina venía rodeada de jóvenes que la seguían con la fidelidad de un perro. Reía y bromeaba, en su papel de reina del género masculino. A Roberto no se le veía por ninguna parte, parecía que se lo hubiera tragado la tierra.
Beatriz se aferró al brazo de Mara, preocupada.
•-          ¡Dios! ¿Le habrá hecho daño?
•-          Con esa lengua viperina, ten por seguro que se deshizo de él en tanto le aburrió- le respondió Mara.
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Descripción

Beatriz y Mara van estrechando más una relación de amistad.

Palabras Clave: amor despecho intriga deseo popularidad

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



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