Día de la candelaria o psicología del aborto De: Abraham Arreola
Publicado en Oct 31, 2011
También... de hace ratones. La fiesta es de lo mejor, el ambiente inolvidable. Todos en ese día están festejando, con amigos, familia etc.; todos esperan la rosca. En la mañana las tiendas están al tope: bastante gente esperando al panadero terminar una rosca mas; faltan más de veinte roscas por hacer… faltan diecinueve roscas… dieciocho… poco a poco la gente se va disipando; se alcanza a ver mucha gente con un paquete en mano, con modestia caminan, miran alrededor, nadie los nota, si vienen en familia fingen no prestar atención al paquete colorido de aroma seductor, caminan con cautela, toman un camión o suben al auto… Mediodía. La gente se reúne, todos saben el porqué de la reunión; algunos saldrán de ahí con algo más que una sonrisa. Es tradicional que la rosca se haga en la tarde, acompañada de un buen chocolate prefabricado. Los responsables se alegran al ver que el fruto de su dedicación ha dado frutos: reunidos a la mesa, con risas y muestras de afecto. El chocolate, es tan caliente que obliga a las personas a conversar mientras se enfría un poquito; claro, no tan frio, de ser frio mejor un helado; tibio es mejor, que suavice los labios, los haga más conversadores, que no limite su expresión; es necesario que el vapor se haga notar. La rosca está en la mesa. Todos la miran, nadie se atreve; las manos se impacientan, el inconsciente se da a notar cuando estas se acercan a la mesa de manera sigilosa o se agitan precipitadamente escondiéndose en la plática; los cuerpos de los presentes dirigen su centro hacia un mismo objetivo… viene lo bueno. La música; primero lo moderno, para animar la fiesta; después la de antaño, para que vean que en esa fiesta todos han vivido lo suficiente como para apreciar el canto de Vicente Fernández (en sus inicios), José José… pero cuando la rosca está presente la música solo es ambiente, es un segundo o tercer plano, si le va bien; incluso su volumen es menor o se pierde ante los comentarios sobre años anteriores en los que un tal monito hizo de las suyas. Roscologia. Analizan el pan como si lo conocieran a la perfección, los más descarados tocan el pan sintiendo las vibraciones que el viento empujado por la exhalación del habla de las personas ha provocado… llega el anfitrión, retador indica que es hora de tomar cada quien su parte ¡pus ya! ¡comiéncenle que se va a enfriar y esa con el microondas no sirve! Ahí está el primer valiente; tal vez tomo algo más que el pan… nada, de nuevo la alegría domina el ambiente: ¡no manches!, ¡siempre te salvas! Pero viene el primer desafortunado, si se muere nadie lo nota; saca monito, nadie lo festeja, nadie lo quiere; sigue otro que también saca monito ¡dos seguidos!, ¡yo no quiero!, ¿pues donde lo compraste?... es comer sin la certeza de lo que vendrá después; es más seguro comer otra cosa, pero sin rosca el seis de enero no tiene sentido. Sacar el monito al tomar una parte de rosca, es lo peor que puede pasar; es una responsabilidad en medio de tanta fiesta. Tamales, elotes, pozole, tostadas, cerveza o tacos, es un deber invitar algo si se ha sacado el monito. Al principio el sujeto que sujeta el monito muestra su jeta triste; será el encargado de organizar la próxima reunión… por más de medio mes estará planeando la tamaliza; no faltara quien lo apoye con las hojas o la mano de obra, la solidaridad es cosa obligatoria en una fiesta de ese tipo ¿de qué tipo? de tipo tradicional, sin excluir que el dos de febrero es la presentación del niño Jesús, es más destacable que en tal fiesta no hay nada religioso, tal vez una imagen, pero se resalta mas la convivencia de familia y amigos que una reunión meramente católica. Los tiempos cambian, es hora de cambiar nosotros también. Sacar monito quizá sea una pena pero ahora, a diferencia de otros tiempos, no es obligatorio hacer fiesta; uno puede sacar hasta cincuenta monitos sin que esto haga forzosa la tamaliza; es hora de comer rosca sin compromiso, al fin, no "estamos para pagar los gastos a otras personas", "seriamos malos anfitriones", "las fiestas no son lo nuestro" y sobre todo "nadie puede decidir sobre nuestra vida".
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