Sentido, Sin. De: Abraham Arreola
Publicado en Nov 02, 2011
Un texto de hace tiempo... y hace frio. Es la hoja en blanco… Y desde ahora te digo, nel. Yo la amaba, pero ella no quería cantar canciones de juanga; claro a mí nunca me gustaron tampoco, pero bueno, hacia lo que podía para poder ser el alma de todas las celebraciones religiosas. Por ejemplo, recuerdo un cocodrilo; si, era rosa y me ladraba a diario, me daba bastante dolor de estomago cada vez que estaba cerca de la estufa, pues claro, todo concuerda; la estufa con el dolor del rinoceronte. Luego, fuego, juego, estrés, kermes y francesa. No era evidente, porque era un vidente comerciante del mercante que eructaba litros de amor a los clientes que, en su frutería le compraban frutas; sí, también vendía caracoles con zapatos del nueve, pero eso ya es demasiado obvio. Este, pues, estorbando el pensamiento catastrófico de la situación arcaica que ha motivado las fluctuaciones derivadas del procesamiento del análisis sin precedentes que se ha creado en la materia de semejante magnitud como lo es esta que ahora se presenta ante todos los lectores y escuchas que buscan en esto un templo del saber para poder aprender y de paso comer un poco del alma de aquellos que frente a todos muestran toda aquella inteligencia reservada solo para unos cuantos afortunados y dichosos seres consumidores de oxigeno que mientras comen gozan viendo como su alma se rellena con el paso del tiempo de vida verdadera y de lo que muchos humanos han estado buscando durante más de ciento cincuenta mil años… pero que rollo. Pues para empezar ahora si bien el relato, no queda más que comenzar por el inicio que es donde todas las cosas comenzaron.
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