El inefable afán de la nostalgia.
Publicado en Nov 15, 2011
Prev
Next
Nace un nuevo yo en cada alba y, en medio de los parámetros de nuestras edades, surge el inefable afán de la nostalgia. Es entonces, al despertar de nuestros sentidos, cuando vamos produciendo esos espacios de cultura humana que nos va enraizando en la existencia de este kitch que es nuestro vivir. Somos pasajeros de las ideas que van surcando nuestro camino y nos van dejando el sello de nuestra propia personalidad grabado en el eje prioritario de nuestros pensamientos.
Somos como los pensadores dicen de la reverberación de nuestras propias palabras: un conjunto de sentires que van produciendo, en nuestro interior y alba tras alba, ese querer siempre estar presentes en las ceremonias de nuestra consagración como seres que anhelan, sin prejuicio alguno, un lugar en la historia de nuestras edades. Y aparece el inefable afán de la nostalgia para darnos el carisma necesario con el que otorgarnos espacios para la fantasía.
¿Qué es, en realidad, la fantasía de un ser viviente? Quizás, si parásemos por un momento el reloj de la existencia, nos daríamos debida cuenta que ese espacio que se ha quedado colgando en nuestra sensación interna, sea el periplo que necesitamos para seguir viviendo por los caminos de nuestra realización. ¿Realidad o misterio?. ¿Qué sucede en el interior de cada alma humana cuando el inefable afán de la nostalgia cuelga su presencia en nuestra galería de espejos donde miramos nuestro discurrir? Discurrimos más rápido de lo que pensamos y soñamos, al aparecer el alba de cada día, ya que somos algo así como la nostalgia de lo que queremos ser.
Existe una razón evidente en todo este juego de palabras y silencios, de silencios y palabras, creando emociones diversas en nuestro ánimo irreductible. Somos algo así como una permanencia en movimiento, un estar en cualquier lugar de nuestros recuerdos pero sabiendo que, detrás de todo el pensar, detrás de todo el sentir y detrá de todo el actuar, al final nos quedamos con ese inefable afán de la nostalgia convirtiéndonos en nuevos seres humanos.
¿Por qué recurrimos siempre al recuerdo, a la memoria, a la historia personal de cada uno de nosotros para seguir siendo algo más que una simple presencia? Todo es demostrable hasta que se demuestra lo contrario. Eso dicen los más matemáticos pensadores de la humanidad. Y, sin embargo, no es en ellos donde encontramos la verdad de nuestra conducta humana que, lejos de cualquier axioma predeterminado, se llena de contenido gracias a que el alba aparece y despertamos de un sueño para introducirnos en otro sueño. Y de sueño en sueño, de este día tras día en que el camino se nos hace más camino, vamos forjando un ser humano capaz de prolongar más allá de los pensamientos esas ideas que surgen del sentir de la nostalgia.
Muchos son los que confunden nostalgia con tristeza sin darse apenas cuenta de que la tristeza no camina. La tristeza es un quedarse yertos en el pasado... mientras que la nostalgia nos llega para cubrirnos de futuro. Quizás haya quien diga que no existe tal forma de caminar. La realidad de los seres humanos demuestra, sin embargo, que cuando más hablamos del vivir más recuerdos nos llegan al sentimietno y en más sentimiento nos convertirmos.
El inefable afán de la nostalgia está siempre ahí, diciendo a cada uno de nosotros y nosotras, que no estamos cumpliendo nunca años, que lo que de verdad está ocurriendo en nuestros diversos mundos son paradigmas de la existencia. ¿Y acaso los paradigmas de la existencia no son las comprobaciones de esa nostalgia que nos hace vivir sin apariencias y nos convierte la vida en un continuo pensamiento? Si tuviese que resumir en un solo pensamiento la vida yo no diría jamás "pienso luego existo" sino que me limitaría a ver la galería de cuadros de mi propia vida para decir, por ejemplo, "la existencia me hace pensar, la existencia me hace sentir, la existencia me hace soñar".
Caminamos hacia lugares con sentido. Muchos creen que el destino no se puede predecir... más el destino es, simplemente, lo que predecimos cada vez que ideamos nuestro propio ser a través de esa nostalgia que nos hace invertir el tiempo para no correr como hacen los demás, sino para caminar tal como aprendimos en aquel ayer que discurre por nuestro sistema natural. Somos eso: una naturaleza expansiva que se va llenando del inefable afán de la nostalgia para tener mayor contenido. El continente es lo que nos mueve hacia adelante mas el contenido es lo que nos mantiene vivos en medio de nuestras expresiones que son como esa cultura kitch que vamos cubriendo, alba tras alba, con nuestra manera de pensar, de sentir, de soñar...
Y, al final de todo, nos damos cuenta que cada día comenzamos nuevamente a ser quienes queríamos ser y a intentar ser quienes queremos ser. Entre el "queríamos ser" y el "queremos ser" se ubica ese inefable afán de la nostalgia que nos cubre el alma con el apotegma de la existencia sin posibilidad alguna de negarnos a ello. Y es que lo que vivimos, en realidad, no es un sueño -como dijeron varios pensadores y poetas a través de la Historia- sino una realidad soñada. No. No permanecemos en un continuo sueño inamovible. Vivir no es, exactamente soñar por soñar, sino que es existir porque podemos soñar.
¿La vida es sueño?. No. El sueño es vida. Y no es el afán de movernos a contra corriente la verdadera razón de cambiar el sentido de la frase. Es que, exactamente y sin ninguna otra referencia que nuestro propio yo, el sueño es vivir cada alba con el inefable afán de la nostalgia. ¿Ha habido alguna vez algún filósofo que se haya dedicado, en profundidad, a hablar del alma humana? Posiblemente sea así... pero se les olvidó decir que el alma no es comprensible cuando matamos al inefable afán de la nostalgia y nos quedamos en un simple y mero presente, lo cual es decir que no existimos. Por eso niego a veces estas paradojas en que nos quieren situar los filósofos pensadores. Porque el verdadero filósofo pensador es, en realidad, cada uno de nuestros "yo" caminando por estas rutas inesperadas en que cada alba nos introduce al comenzar el día.
Algunos dicen que viajar sin equipaje previo, sin prejuicio previo, sin lugar común  previo, es la forma más ligera de caminar. Y yo aumento aún más esa forma de descubrir la vida añadiendo que viajar sin presente es una forma todavía más superior. Aligera tus pesos de cargas y de rémoras y reencuéntrate con el inefable afán de la nostalgia para consolidarte como hombre y mujer con contenidos inherentes y profundos. ¿Y qué son los contenidos inherentes y profundos de los seres humanos? Quizás pensando en los puntos suspensivos escritos en una frase que, por ejemplo, puediera ser "salimos de un nacimiento para llegar a otro nacimiento..." podamos hallar una aproximación a la respuesta total. De acuerdo. No podemos definirnos en neustra totalidad porque siempre existe un misterio desconocido en cada despertar diario, pero en esos tres puntos suspensivos colocaría yo el inefable afán de la nostalgia para, efectivamente, descubrir ya sin ambage alguno y sin ninguna clase de duda existencial, que salimos de un nacimiento para llegar a otro nacimiento. Algunos y algunas creerán que estoy divagando y, sin embargo, me encuentro más sólido que nunca en mi entender qué es mi vida, qué es la vida que me rodea y qué es la vida de lo que todavía no existe porque es necesario esperar al alba de mañana.
Página 1 / 1
Foto del autor José Orero De Julián
Textos Publicados: 7132
Miembro desde: Jun 29, 2009
0 Comentarios 260 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Pequeña Ensayo Literario.

Palabras Clave: Literatura Ensayo Conocimiento.

Categoría: Artículos

Subcategoría: Comentarios & Opiniones



Comentarios (0)add comment
menos espacio | mas espacio

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy