Qu somos? Qu debemos ser?.
Publicado en Nov 15, 2011
¿Somos o no somos seres humanos? A veces pienso que hay personas que o no terminan de comprender lo que es un ser humano o, simplemente, se han negado a serlo. ¿Creer o no creer en la humanidad? He aquí el problema. Según escribió el novelista, poeta y dramaturgo austriaco, Franz Erfel: "Para que el que cree no es necesaria ninguna explicación: para el que no cree toda explicación sobra". Pero es necesario superar la indolencia, el hacer como que no importa otra cosa sino agarrarse a lo que cada uno puede a costa de desarraigar a otros de su personalidad humana. ¿Somos o no somos seres humanos? Cuando Erfel enunciaba que para quien cree no es necesaria ninguna explicación se equivocaba en alguna parte pero más se equivocaba cuando afirmaba que para el que no cree toda explicación sobra. Yo creo en la eternidad del ser humano y en que tenemos un latido en nuestro interior que no sale del corazón sino del alma. Con mi amigo Carlos a veces he tenido que explicar, y explicar con sumo detalle, lo que es un ser humano. Mi amigo Carlos puede ser creyente o no puede ser creyente pero necesita que le explique como yo necesito que me escuche. Así que vayamos más allá de lo que afirmaba, equivocadamente, Franz Erfel.
Me gusta, a veces, llevar la contraria a los grandes pesnadores del planeta Tierra... y no lo hago por capricho ni por interés alguno, salvo que me interesa la humanidad entendida como seres humanos que saben lo que es ser humano. Por eso es necesario explicar, una y cuantas veces sean necesarias, tanto a quienes creen o como a quienes no creen. Porque he visto creyentes que olvidan lo que debemos ser y he visto a no creyentes que no saben ni lo que son. ¿Qué somos? ¿Qué debemos ser? Si nos aferramos al adagio de "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer" estamos cometiendo un grave error por mucho que lo alaben como pensamiento popular y es que, muchas veces, lo popular deja de ser sujeto humano para convertirse en complemento circunstancial del ser humano. Más veces de las que creemos estamos sometiendo nuestros pensamientos a circunstancias ajenas al propio ser humano. Yo me planteo los siguiente: si damos por sentado que lo por conocer es bueno se deduce, simplemente, que es mejor que lo malo conocido. El ser humano... ¿se conoce lo suficiente a sí mimso?. En muchos casos lo dudo. Esa duda existencial me llega a plantear que una cosa es lo que somos y otra, bien distinta, es lo que debemos ser. No basta con decir y saber que tenemos cuerpo, alma y espíritu. Lo que importa es saber qué debemos hacer con nuestro cuerpo, con nuesta alma y con nuestro espíritu para poder convencer a los que creen pero no saben y a los que no saben porque no creen. Algunos seres humanos han llegado a tal extremo de materialismo que afirman que todo el ser se compone únicamente de su cuerpo. Yo a esta clase de personas las llamo los recalcitrantes del ostracismo. ¿Qué es el ostracismo?. Es una exclusión voluntaria o forzosa. En ambos casos, por voluntad propia o porque se lo han impuesto al nacer, se excluyen de la vida humana para convertirse en objetos de la vida humana. Hacen de su cuerpo no un sujeto sino un objeto. Y están también los diametralmente opuestos. Los que concluyen, tras mucho pensar en lo inobjetable según su forma de pensar, que el ser humano solo consiste en tener esencias espirituales. Yo los catalogo como místicos misóginos, algo así como ángeles nada más; porque tienen miedo al cuerpo. Y a todo esto... ¿dónde situamos al alma?. Ambos grupos carecen del suficiente razonamiento para comprender que el alma, precisamente el alma, es el puente de unión entre el cuerpo o materia y el espíritu o esencia de la materia. Sin alma, sencillamente, no somos seres animados luego dejamos de ser seres humanos porque precisamente la animación (derivado de alma) es lo que nos da vida eterna. Entramos ya en la fase de entender qué debemos ser. En este sentido muchos son los famosos filósofos que han estado deshojando, a través del tiempo humano, la margarita del sí y la margarita del no. Discusiones que, a la larga, sólo han conducido al escepticismo de tanto querer encontrar la respuesta que hasta los niños pueden recitarla de memoria. Debemos ser lo que la Palabra escrita dice que debemos ser. en lenguaje sencillo: una materia bien tratada (que es la virtud), una espíritu bien fortalecido (que es la esencia de la virtud) y un alma bien cimentada (que es el soporte de la virtud). Si tenemos virtud, esencia de la virtud y soporte de la virtud, ya sabemos qué debemos ser. No. No estoy hablando de conductas intachables de las que tanto nos han llenado las enciclopedias cuando, a la larga, se ha demostrado que no eran personas poseedoras de ellas... sino de conductas conscientes de saber cuando actuamos mal y cuando actuamos bien. ¿Qué categoría de santidad podemos entonces decir que es la verdadera? Desde luego dudo que todos los santos que han sido tachados como tales fuesen solamente virtud. La virtud deriva del saber que somos pecadores confesos y no inconfesos nombres de un santoral más o menos memorable. Mi memoria no recuerda más santidad que la de Jesucristo... muchos antes de ser yo consciente de que estaba actuando como cristiano y mucho después de haberlo sabido. El escritor y pensador argentino Jorge Luis Borges (aunque erró al final de su pensamiento) fue tremendamente sincero cuando dijo: "Como ser humano soy una especie de antología de contradicciones, de gaffes, de errores, pero tengo sentido ético. Esto no quiere decir que yo obre mejor que otros, sino simplemente que trato de obrar bien y no espero castigo ni recompensa. Que soy, digamos, insignificante, es decir, indigno de dos cosas; el cielo y el infierno me quedan muy grandes". Digno de elogiar en casi todo el contenido pero le falló la memoria del alma. ¿Sentía Borges el alma dentro de sí o la consideraba algo ajeno a su personalidad?. Eso sólo Dios lo sabe. En definitiva, somos seres humanos cuando comprendemos que, precisamente por ser seres humanos, debemos ser los suficientemente capaces de superar las diferencias y extender nuestra personalidad (cuerpo, espíritu y alma) más allá de nuestras propias limitaciones. Sólo así construiremos un mundo mejor.
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