Del libro "Poética de las sombras" - La dama de las perversidades
Publicado en Nov 17, 2011
LA DAMA DE LAS PERVERSIDADES
¿A qué tu arco y numerosas flechas? ¿A qué apestar la superficie terrestre y el deseo de borrar a los mortales? ¿A qué el rechazo de miradas masculinas poniendo dique a seducciones cálidas? ¿A qué el fastidio de sanar a los heridos y el afán de proteger menores? ¿A qué la inclinación a otras especies y el gusto de jugar con los venados? ¿A qué el placer de figurar como desastre mientras haces exigencias a tu padre? ¿A qué tus muchos diferentes nombres y tantos arcos y flechas como Apolo? ¿A qué una túnica azafranada y corta con bordes rojos junto a las rodillas? ¿A qué el poder de manejar la luz y tener sesenta ninfas oceánicas, todas niñas y de iguales años? ¿A qué otras veinte de lagos y de ríos que sueles humillar sádicamente haciéndoles besar tus borceguíes mientras les pides doncellez eterna? ¿A qué sabuesos feroces e inmortales que salen a cazar por todo el mundo? ¿A qué lo infausto de cuidar los partos y a qué guardar como sagrado un nombre tornándolo atributo de la virginidad? ¿A qué pedirle al Tonante tantas cosas cuando acaricias su pelambre olímpico? ¿A qué jurar contra los celos de Hera y tener treinta ciudades para ti, si reinas en el mar y en tierra firme? ¿A qué intentar el dominio de las islas si ya guardas sus caminos y sus puertos? ¿A qué viajar a la lejana Creta donde hay madres que donan a sus hijas? ¿A qué visitar los tenebrosos cíclopes en pos de aljabas y plateadas flechas? ¿A qué estrujar el pecho al señor Brontes despreciando sus amores y ternuras? ¿Cumpliste acaso la promesa hecha? ¿A qué castigar a Acteón por voyeurista transformándolo en ciervo desvalido antes de azuzarle tu rural jauría? ¿A qué tanta venganza sin sentido con tu medrosa y bellaca hipocresía, diosa insufrible de la castidad?... Como no tienes respuestas valederas que justifiquen tus mil perversidades, te mando sin rodeo a los infiernos a que vivas hundida entre las llamas hasta el último segundo de la eternidad.
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silvana pressacco
Verano Brisas