Instantes del destino
Publicado en Nov 24, 2011
En este lecho muerto ha caído tu cabeza,
Pequeña rosa perlada De hojas manuscritas Que la huella de tu sal me condena A vivir por siempre sin vida. Entre las zapatillas viejas y desteñidas Se rumorean los versos de mi niñez, La cobardía pesa sobre mis hombros, Sobre mis ojos el cansancio de un ayer Y me envuelve tu hoguera a suspiros ácidos del pino Que se queman al atardecer. Como infanta resentida. Te quiero, te odio, te desprecio, Como tierra curtida Sobre la siembra mi delirio. Tu rostro veo entre los cardos espinosos Una violeta traes en tu pelo, Tus ojos parecen entregados a la pena, Como mi cuerpo al olvido. Y ahí me quedo recostada Siendo una sola con mi piel y el pasto Verde que no ha crecido Huelo a tierra húmeda, A leña y a frío, Huelo a tempestad otoñal A amaneceres perdidos. Me quedo como cántaro agrietado, Sobre la sombra y el vino, Sobre la leche y mis pies desnudos Que se amoratan inclementes. Y ya no queda nada. No hay que decir nada, No hay que pensar nada, No hay que resistirse a nada Porque de la nada he salido. Y el destino me lleva a otro destino.
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