No hay caso tan impactante,
y a la vez, tan conmovedór,
que en el mundo, hayan madres solteras,
a nuestro alrededor.
Ellas dan a luz a sus inocentes hijos,
y eso nadie lo puede omitir,
ni negar,
sufren por culpa de esos malos varones
que pretender ser los mas "machos",
pero reniegan de ellas y sus bebés,
y cobardemente, se echan a volar.
Benditas sean las madres solteras
y sus hijos venidos al mundo,
pero ¡ay de aquellos hombres
que las desamparan,
mas les vale caer vivos
al abismo profundo¡.
En la madre soltera está sin duda,
y lo digo sin tanto pavor,
el rostro inmaculado y bendito
de Cristo Nuestro Señor.
A ellas dedico este poema,
escrita con sabia razón,
y se las escribí sencillamente,
con todo el corazón.