OBITUARIO
Publicado en Dec 02, 2011
Miro fijamente el gran ventanal que me separa del mundo real, está lloviendo afuera. Escucho desinteresadamente el Réquiem en Re menor de Mozart, aquellas tristes notas me rodean y circulan por todo mi cuerpo, dejando una estela de profunda tristeza en mi corazón. Aunque mis ropas son de vistosos colores, mi corazón esta ahogado en el luto. La esperanza, ha muerto.
La esperanza, aquel sentimiento noble que existe en el alma de todos los seres, y que los alienta a hacer cosas prodigiosas, ha muerto. Murió olvidada por los suyos, desterrada y alejada, condenada por el raciocinio. Mártir en vida, lucho inalcanzablemente por las buenas causas y deseos hasta su fin. Ha muerto, porque yo la deje morir. Yo la mate. Mate a la esperanza, porque ya no quería sufrir más. Cada esperanza que albergaba en mi corazón era como una "caja de pandora"; me engatusaba, me arrastraba, me seducía; pero al final todo aquello en lo que depositaba mi esperanza terminaba en desastre. Y cada uno de esos desastres me minaba el corazón de manera desgarradora. Por eso me resolví a matarla La fui matando lentamente, poco a poco la fui dejando de alimentar, querer, atender. Sin embargo se resistía morir, por más que lo intentase, su presencia me perseguía y torturaba. Veía su demacrada figura en todos lados. Así que resolví aniquilarla, de manera que la lleve a donde estaban todas mis penas, pesares y tristezas. La lleve al panteón de las esperanzas. Fue ahí donde empezó a desahuciarse, a enflaquecer; sin embargo aun insistía en sobrevivir. En la víspera, acudí a su visita, era un día sombrío, se sentía flotar la tristeza en el aire. Cuando entre al panteón quede horrorizado ante lo que vi, vi a las esperanzas muertas resucitar y las vi como arrastraban a la esperanza. Esta gemía desesperadamente y volteo a verme en busca de alguna esperanza en mi corazón, sin embargo yo la ignore. Ahora que ya no está la esperanza, siento miedo. Desde donde estoy sentado puedo ver a la desesperanza, la tristeza y otros demonios reclamar mi nombre. Y lentamente me voy dejando arrastrar hasta que de repente me vi en el espejo convertido en una piedra.
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