Dos hombres
Publicado en Dec 05, 2011
Los dos hombres marchaban uno tras otro, embozados en largos abrigos con capucha; subían lentamente una pendiente rocosa con pasos continuos y marciales: parecía que nada podría detenerlos. Sobre ellos, un ocaso rojo cómo el fuego del infierno teñía de sangre las nubes, que eran acarreadas con violencia por vientos insolentes.
Ahora llegaba el turno de la nieve para torturar más su ya penosa marcha. Resignados, decidieron refugiarse en una grieta profunda, que quizá algún Dios piadoso puso en su camino. No tenían comida, ni nada caliente para beber, sólo había agua pura obtenida de la nieve, en muy modesta cantidad: con apenas unos sorbos tendría que bastar para pasar la noche y quien sabe cuanto tiempo más. Era mejor no pensar en eso. -Bueno mi amigo, parece que por ahora no se nos permitirá seguir avanzando ni un paso más. -Sí, por ahora. -Es mejor que tratemos de descansar, sabes que aún queda mucho por andar. -¡Toda una eternidad!. Luego, durante un largo rato, intentaron en vano dormir. -¡También parece que no se nos permitirá conciliar el sueño!. -Es verdad, no; pero también es verdad que no lo merecemos. -Tal vez tengas razón, pero si no reponemos fuerzas no podremos terminar la tarea. -Quizá no tenga fin, o no deba ser terminada. Sólo somos dos granos de arena perdidos en un desierto que nosotros mismos buscamos. -Si, es lo más apropiado -dijo el hombre barbudo, con humilde resignación. Luego de unas escasas horas de fútil descanso, cuando aún faltaba bastante para el amanecer, ambos espíritus volvieron a embozarse con sus harapos y marcharon pesadamente, sin rumbo fijo, por los eternos parajes del Limbo.
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