DELGADO COMO UN HILO
Publicado en Feb 06, 2009
En una canción de la ciudad
tiene que haber un dios fálico y un mar de esperma, Efraín, no hay caso. Las golondrinas y las flores deben morir aplastadas o marchitarse. Y un muro, claro, imprescindiblemente un muro y un hueso y un hombre delgado como un hilo, y sangre y semen reventado. ¿Dejé algo innominado? No importa. Alguien más lo vomitará por mí con pus, coágulos y todo eso. Un “poeta” tal vez, quién sabe. Por lo pronto, apaga la luz y déjame soñar con las colmenas y la dulce miel de los ijares.
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